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¿¿Por qué?? por lizerg_chan

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Notas del capitulo: si quieren mas, solo pidanlo
Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, sino a su autor Kishimito-sama, este fic lo hice solo y únicamente como diversión
Parejas: NaruxSasu
Beta: Usarechan
Aclaraciones: En recuerdo del terremoto del 19 de septiembre de 1985.
Advertencia: Contiene yaoi, mpreg, drama, muerte de personaje.



OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO



¿Por qué?


Parte II


19 de Septiembre de 1985 Hora: 6:10 hrs.


En el aeropuerto de la ciudad de México, un hombre joven de cabellera negra y pronunciadas ojeras salía en ese momento a las calles.

El hombre era Itachi Uchiha, el hermano mayor de Sasuke. Había tomado un vuelo de varias horas solo para darle una sorpresa a su hermanito y la familia de éste, además estaba ansioso por conocer a su nuevo sobrino o sobrina. Miró su reloj, las 6: 10 a.m., demasiado temprano, seguramente su cuñado estaría dormido a pierna suelta al igual que su sobrino mayor y estaba seguro que era muy temprano para ir a ver a su hermano al hospital.

—Debería ir a buscar un hotel —se dijo mentalmente pero inmediatamente borró esa idea, quería ver a su sobrino y cuñado, no importándole despertarlo. Llamó un taxi. Tardaría media o una hora en llegar al departamento donde su hermano vivía.


Sasuke acababa de despertar; aquella extraña sensación aun continuaba haciendo mella en él, sabía que algo iba a suceder, algo grave.

No había sido capaz de dormir en casi toda la noche; quizás era por el nerviosismo de la intervención o por el hecho de ser padre nuevamente.

El lazo que los unía ya había desaparecido y ya no eran una sola entidad y eso en cierta forma entristecía al azabache, pero por otro lado le aliviaba; ya no sentir aquellos malestares matutinos, los constantes acosos de Naruto quien no le dejaba ni un momento a solas, tratándolo como una figurilla de cristal que podría romperse hasta con la brisa mas suave.

Se acomodó lo mejor que pudo en la almohada. El colchón era algo duro, algo común en una cama de hospital que parecían haber sido hechos con el mismo molde.

—Sr. Namikaze, ¿Qué hace despierto a esta hora? —lo regañó una enfermera con voz ronca —Debería descansar.


¿Descansar? No podía descansar, se sentía intranquilo, preocupado. ¿Acaso la preocupación con la que su madre le había llamado se había quedado con él? No, no era eso. Mikoto Uchiha sufría de esquizofrenia y en ocasiones su estado se agravaba tanto que le llamaba preocupada hasta el punto de la histeria… tal cómo en la última ocasión. ¿Por qué esta vez era diferente? No lo sabía y eso le molestaba.

—Quiero ver a mi hija —le pidió a la anciana enfermera.

La mujer le sonrió. Aquel hombre parecía ser arrogante y frío, pero el tono que usó al hablar de su hija le hacia comprender que era una persona de un corazón bondadoso y un padre amoroso.

—Su niña está en los cuneros. La podrá ver en unas horas —le dijo con una sonrisa —. Ahora descanse un poco.


Sasuke resopló un poco. Estaba adolorido por la cesárea y lo único que quería, era tener a su nena en brazos y protegerla de algo que ni él mismo sabía que era.


19 de Septiembre de 1985 Hora: 7:00 hrs.


Faltaba mucho para que las horas de visita iniciaran. Tanto Naruto como su hijo estaban impacientes por ver a Sasuke y a la niña.

En esos momentos se encontraban sentados en una banca de un parquecito cercano a su hogar, ambos estaban comiendo un delicioso helado.


19 de Septiembre de 1985 Hora: 7:19 hrs.


La enfermera hablaba alegremente tratando de animar al joven azabache. Aquella mujer era la única que no lo miraba con repulsión o asco mal disfrazado como las otras enfermeras lo hacían; solo por ser un doncel y estar casado con alguien de su mismo sexo.

De repente, un extraño zumbido se escuchó, seguido inmediatamente por una ligera sacudida que rápidamente se fue volviendo fuerte.


Todo había sido tan rápido; muchos edificios habían colapsado, incluido el hospital en el que se encontraba Sasuke. En los primeros minutos después de la tragedia, el silencio sepulcral envolvía a la ciudad, como queriendo –inútilmente –, protegerla de lo inevitable.

Costosos habían sido los daños materiales e incalculables las vidas humanas que habían perecido, víctimas de la poderosa naturaleza.

Nadie podía creer lo que había sucedido, aun así la población mexicana demostró lo unida que estaba. De inmediato la población civil se organizó improvisando estaciones de auxilio. La gente que podía, donaba artículos y contribuía como le fue posible al esfuerzo de recuperación; esto incluyó mover piedras a mano, regalar linternas, cascos de protección, etcétera. Automóviles civiles se tornaron en vehículos de auxilio. Líneas de personas movían medicamentos para ser inspeccionados y posteriormente ser suministrados. Las primeras acciones organizadas fueron realizadas por los grupos scouts de las localidades afectadas, mismas que fueron sostenidas durante varios meses con la atención de damnificados. Cruces dibujadas con un color rojo sobre papel eran suficientes para identificar personal o locales de auxilio. Fue notoria la ausencia de una respuesta inmediata y coordinada de parte del gobierno de Miguel de la Madrid. El propio presidente demoró tres días en dirigirse a la nación y tomó otro tanto en comprender la magnitud de la desgracia.
Debido a la falta y la tardanza de acciones por parte del gobierno federal, la población civil tomó en sus manos las labores de rescate. Eso implicó la auto-organización de brigadas, reforzadas especialmente por estudiantes de las carreras de medicina, ingeniería y ciencias. La UNAM, a pesar de no haberse visto afectada directamente, cerró sus puertas una semana suspendiendo clases para que los universitarios que así lo desearan pudieran integrarse a las brigadas de rescate y ayuda. También fue notable el hecho de que la policía y el ejército tardaron en hacer presencia y su labor inicial se limitó a "resguardar" los edificios destruidos.

La tragedia había golpeado al pueblo de México; entre ellos a Naruto Uzumaki quien –al igual que miles de personas más –, habían perdido parte de su familia de un momento a otro. Sasuke y su bebé se encontraban sepultados bajo toneladas de escombro… seguramente ya habrían muerto.


Pero así como la tragedia dominaba; la esperanza –aunque pequeña–, lentamente comenzaba a surgir. Muchas personas habían sido salvadas, entre ellas, bebés atrapados entre toneladas de concreto y acero.


24 años después.

Un hombre joven de cabellos azabache se encontraba se de pie al lado de una joven mujer de larga cabellera y ojos azules en silla de ruedas; ambos frente a una lápida cuyo epitafio causaba un gran dolor en ambos jóvenes:

“Aquí yace Namikaze Sasuke, padre y esposo amoroso 1960-1985”

—Me hubiese gustado conocerlo —dijo la joven afligida. Su hermano la miró regalándole una sonrisa triste.
—No recuerdo mucho de “okaasan” pero padre dice que tú eres muy parecida a él en carácter —ella le sonrió agradecida. En esas fechas siempre se sentía deprimida y hasta cierto punto culpable pues ella estaba viva y su “madre” no.
—Sousuke, Sasuki —ambos miraron a la persona que se acercaba a ellos, un hombre rubio de ojos azules que a pesar de estar cerca de los 50 años seguía siendo una persona apuesta y la edad le había sentado —. Es hora de irnos.

Los dos hermanos asintieron. Sousuke tomó el mando de la silla de ruedas de su hermana y se retiró del lugar –ambos sabían que su padre quería unos minutos de privacidad –. Naruto estaba en silencio, arrodillado frente a la tumba del que había sido y siempre sería su único amor.

—Pronto estaremos juntos —dijo el rubio besando la lapida como si se tratara del azabache —. Te amo Sasuke y siempre lo haré.



OWARI.

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