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Canciones para dos por Eryseus

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Notas del fanfic:

Es una idea que se me ocurrió hace unos días; espero que os guste.
La canción de Amaral que nombro aqui se llama "el artista del alambre.
"Canciones para dos" es de composición propia.

Notas del capitulo: ¡Espero que os haga llorar! (sonrisa malvada)
Canciones para dos



Las historias más importantes se suelen escribir con cada paso que damos, viviendo el comienzo, el desarrollo y el final; las historias de vidas, no normales, sino únicas, nuestras, de todos. Las mejores historias son las que siempre estamos dispuestos a escuchar, a contar… a vivir.



No pienses que nada va a cambiar
Sólo porque siempre haya sido igual…

-¿Una canción nueva?

Shen apartó la vista del cuaderno y miró a Taka con una sonrisa.

-Si.

El moreno se sentó a su lado y cogió la guitarra.

No pienses que nada va a cambiar
Sólo porque siempre haya sido igual
Las cosas, la vida, dan vueltas sin parar
Tranquilo, espera, todo tiene que llegar

-¿Has pensado en algún acorde?- le dijo mientras afinaba el instrumento. El otro negó con la cabeza.

-Acabo de empezarla, aún me costará un poco.

Taka le sonrió cálidamente y comenzó a tocar otra canción, dulce y melancólica; Shen se recostó un poco sobre sus piernas y cerró los ojos.

-¿Te acuerdas de cuando nos peleamos por aquellas piedras blancas que encontramos en el parque?- preguntó Taka sin dejar de tocar.

-Creo que fue la única vez en la que discutimos. Yo aún guardo la mía.

Taka estiró un poco el brazo y cogió el tabaco. Cuando iba a encenderse el cigarro, Shen le dio un golpecito en la mano.

-Chist, deja eso. Sabes que odio que fumes en la habitación; salte a la galería.

El otro hizo un mohín de disgusto.

-Tú odias que yo fume, te da igual dónde; además me apetece estar contigo.

Shen abrió perezosamente el ojo derecho y le quitó el cigarrillo; antes de que Taka pudiese protestar le dio un beso en los labios y se lo devolvió.

-Toma, tu cáncer de pulmón- dijo mientras se lo daba.

-Qué chistoso- contestó Taka; sin embargo lo dejó en la mesa y le dedicó una caricia en la mejilla.

La luz rojiza del atardecer entraba por una ventana grande enfrente de la puerta; las paredes estaban pintadas de blanco, y el techo y el suelo eran de color azul cielo. Los estantes rebosaban de CDs, carpetas con partituras y letras de canciones; en una de las paredes había pegado un póster de The Gazette.

-Taka…- dijo Shen.

-Dime, dulzura.

-Tengo hambre. Y tú lo empeoras más; cuando me dices dulzura me apetecen tostadas con miel.

-De acuerdo, caramelito, no lo diré más.

-Mierda, calla ya de una vez.

-Vale bomoboncit…

Antes de acabar la palabra una almohada hizo impacto en su cara; Shen se levantó y fue a la cocina a preparar algo. Entre risas, Taka le siguió.

Escribo canciones, no paro de pensar
Canto tus letras, no dejo de llorar
Siento de pronto que algo va a cambiar
Tranquilo, espera, pronto llegará

Después de cenar algo Shen volvió a coger su cuaderno; Taka apoyó la cabeza contra la pared y cerró los ojos.

-¿Shen?

-Sí, dime.

-¿Desde hace cuanto que estamos juntos?

-Mmmmh, déjame ver… según mi DNI… veinticuatro años.

-Esa es tu edad, tonto.

-Pero tú has estado en mi corazón desde que nací, así que son veinticuatro.

El otro sonrió y le abrazó por la cintura.

-¿Sabes? Cuando dices esas cosas sé muy bien que hablas en serio.

-También crees en los Reyes Magos.

-No, en ellos no. En que tú me traes siempre el mejor regalo.

Se miraron a los ojos; los de Taka eran color miel, y los de Shen de un azul cielo. Shen le besó suavemente el cuello y apoyó la cabeza en su hombro.

El calor de tu piel en invierno
Hace que tenga frío si no estás conmigo
Sé que es la hora del cambio
Será mejor que coja un abrigo

La luna los vio dormir abrazados.

Aquel día tocaron en un pequeño auditorio, que les había ofrecido terminar con sus canciones un festival benéfico. Lo recaudado se entregaría a asociaciones contra el maltrato animal.
Tocaron muchas de sus propias canciones, aunque también incluyeron alguna versión de su amplio repertorio. El festival no acabó demasiado tarde.

-Querido público, les pido que aplaudan fuerte para este par de jóvenes que se lo han merecido con sus canciones. ¡Un aplauso para Shen, el cantante, y Taka, el guitarra!

Los dos saludaron y se despidieron con la mano. Aquel concierto había sido agradable.

-Sigo sin cambiar esto por las tardes en el parque- comentó Taka mientras se cambiaban.

-Yo tampoco. Aún nos queda tiempo, ¿por qué no vamos un rato?

-Guay.

En el parque todo el mundo los conocía; y la mayoría tenía unos minutos para escuchar sus canciones, y algo de suelto para ellos. Poco después de que empezaran se les acercó Dora, una anciana que vivía en la casa de enfrente y con la que se llevaban muy bien.

-Qué tarde tan hermosa, ¿verdad, chicos?

-Verdad- respondió Shen.- ¿Qué tal esos huesos?

-Ay, hijo, molestan lo menos que pueden a su edad.

-Pero si usted es todavía una señorita. Mire, si no fuera por Shen, me declararía a usted ahora mismo- confesó Taka con los ojos brillantes.

-Y un cuerno, yo voy primero- dijo el otro joven.

La anciana sonrió, y pareció que algunos años se borraban de su cara surcada de arrugas.

-¿Sabe, Dora? La tarde está hermosa, pero su sonrisa es mucho más bonita- dijo Taka.

Ella sonrió de nuevo y se sentó en el mismo banco que ellos. El de ojos color miel empezó a tocar, y Shen le acompañó con la voz.


A la hora de cerrar los bares
El artista del alambre
Le habla de la gloria
A su propia sombra

Han pasado demasiados años
Desde los días dorados
Cuando fue portada
De todos los diarios

Capital del reino
De mentiras llena
Todos eran buenos chicos
Y ahora ¿quién se acuerda?

Y ahora que todo ha acabado
Que tu vida cae en picado
¿Quién te va a querer ahora?
¿Quién te va a querer ahora?
Y ahora que la luz del día
Brilla sobre tus pupilas
¿Quién se va a creer tu historia?
¿Quién se va a creer tu historia?

En honor a la verdad
Torres más altas cayeron
Y ahora busca una señal
En los ángeles del cielo

Capital del reino
De mentiras llenas
Cuándo soplará aire fresco
A ver si se las lleva

Y ahora que todo ha acabado
Que tu vida cae en picado
¿Quién te va a querer ahora?
¿Quién te va a querer ahora?
Y ahora que la luz del día
Brilla sobre tus pupilas
¿Quién se va a creer tu historia?
¿Quién se va a creer tu historia?


Dora se quedó un minuto en silencio.

-¿De quién es esa canción?- preguntó

-De Amaral- dijo Shen.

Ella cerró los ojos y se levantó lentamente.

-Buenas tardes, chicos.

-Adiós, Dora- respondieron ellos.

La anciana se marchó; ellos siguieron tocando en el parque hasta que el cielo estuvo oscuro.

-Adelántate, anda- le dijo Taka a Shen.- Voy a comprar tabaco, no tardo nada.

-Vale, iré haciendo la cena.

Taka vio como Shen miraba a ambos lados de la calle y cruzaba la calzada, y sonrió.

El calor de tu piel en invierno
Hace que tenga frío si no estás conmigo
Sé que es la hora del cambio
Será mejor que coja un abrigo


-Taka… hey, pequeño, despierta.

…l abrió un ojo. Se encontraba como si lo hubiesen apaleado… muchas veces.

-Tenías razón; fumar es malo.

Shen rió suavemente. El camión que había atropellado a Taka era el que reponía los productos del estanco.

-¿No me podrías haber dado un susto más grande, burro?- preguntó el de ojos azules.

Taka no dijo nada. Sonrió un poquito, y se quedó dormido de nuevo.
Pasaron unos días en el hospital; Shen estaba casi todo el tiempo con Taka, conversando con él, dándole de comer o, simplemente, haciéndole compañía. Aprovecharon para revisar algunas de las canciones que Taka había estado componiendo, y Shen escribió un poco más de su canción bajo la atenta mirada de su pareja.

Una noche, después de que la enfermera se hubiese marchado, Taka abrió los ojos muy despacio y miró el cuaderno que Shen tenía entre las manos.

-Me gustaría terminar la canción.

-¿Qué canción?

-La que empezaste hace poco… la que empezaba con “no pienses…”.

Shen sonrió; sacó el lápiz que siempre llevaba y empezó a escribir. Taka escuchaba y asentía débilmente cuando él le leía lo que escribía. Era luna nueva, pero el cielo se veía cuajado de estrellas a través de la ventana.
Unas horas después, Shen cerró el cuaderno, aunque no la habían terminado. Le temblaban un poco las manos.

Es hora de que algo cambie
Tal vez sea hora de que te marches…

-Creo… que tengo que irme- dijo Taka con voz suave; había cerrado los ojos de puro cansancio.

Shen cogió su mano y le miró largo rato a los ojos; los suyos se llenaron de lágrimas, pero mantuvo la calma.

-Termínala por mí, anda- dijo el de ojos color miel. Pasaron unos largos minutos de angustioso silencio.

-Yours ever- susurró al fin. Shen le dio un beso, el último, y Taka dejó de respirar.

Shen miró a través de la ventana, mientras la enfermera cubría con la sábana el rostro de los veinticuatro años más felices de su vida. Las nubes tapaban algunas estrellas.


Se ocupó de todos los papeles, sin prisa pero sin descanso. Las cenizas pronto fueron a alimentar las raíces de los árboles de un bosque cercano, como siempre había deseado Taka.
Tras terminar con todo, agotado, Shen durmió un día entero; se despertó con la luz del atardecer, dorada como aquellos ojos, y lloró.
Lloró como un niño, desconsoladamente, emborronando las palabras que escribía en su cuaderno, mientras el cielo se poblaba de estrellas otra vez.

Algunos días después, Dora disfrutaba del sol rojizo del atardecer en el parque cuando Shen se sentó en el mismo banco que ella. El silencio los rodeaba de una cálida paz.

-Era un buen chico- dijo simplemente. …l asintió sonriendo suavemente, sin nada que añadir; sacó la guitarra y un cuaderno viejo, tan repleto de canciones y recuerdos como la luna de deseos. Y cantó, tan desconsoladamente como había llorado al despertar, pero sin lágrimas, sin palabras emborronadas; puso cada recuerdo feliz a su lado en aquella melodía aún sin terminar.


No pienses que nada va a cambiar
Solo por que siempre haya sido igual
Las cosas, la vida, dan vueltas sin parar
Tranquilo, espera, todo tiene que llegar

Escribo canciones, no paro de pensar
Canto tus letras, no dejo de llorar
Siento de pronto que algo va a cambiar
Tranquilo, espera, pronto llegará

El calor de tu piel en invierno
Hace que tenga frío si no estás conmigo
Sé que es la hora del cambio
Será mejor que coja un abrigo

El calor de tu piel en invierno
Hace que tenga frío si no estás conmigo
Sé que es la hora del cambio
Será mejor que coja un abrigo
Escribiré canciones…

Es hora de que algo cambie
Tal vez sea hora de que te marches…

Yours ever, yours ever,
Todo cambia, poco es para siempre
Sé que cuando dijiste te quiero
Lo decías en serio y para siempre
Yours ever, yours ever,
Todo cambia, poco es para siempre
Sé que cuando dijiste me marcho
Lo decías en serio y para siempre

Por eso, aunque te marches
Aunque ahora tenga frío
Yo seguiré escribiendo
Canciones con cariño
Yo seguiré escribiendo…

Canciones para dos
Notas finales: Espero que os haya gustado.

Musa: Yeah baby!

(Imagina a Musa colgada por los tobillos del techo)

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