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Por Ti... Sigo A La Espera por Nessa Yaoi

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Por ti… Sigo A La Espera

Capitulo 1 - ¿Crees En Los Milagros?

- ¿A que viene ese malhumor tan de mañana? Vamos, desembucha.
Pregunto el chico de cabello revuelto y tan negro como el azabache, cara de poco dormir, y ojos color ébano. Sus pupilas negras se clavaron en el chico de mirada azul, mientras se sentaba para disfrutar de un desayuno, visiblemente inexistente, en su lado de la mesa.
- ¿Nada para mi? Dejaras que vaya a trabajar con el estomago vacio… eres cruel, Naruto.
- ¡Y será tú culpa! Se supone que hoy te tocaba hacer el desayuno, pero no, como siempre, tengo que facilitártelo todo – dijo con enfado el rubio, mientras continuaba comiendo sus alimentos matutinos.
- Veamos, es cierto que llegue un poco tarde, pero creo que exageras con… - tratando de justificarse.
- ¡¿Exagerando?! Escucha, me importan un pepino las salidas con tus… “Amiguitos” – haciendo comillas con sus dedos – Pero ten, al menos, la decencia de no traerlos aquí, ¿Quieres? Ese fue el trato para compartir el departamento – señalándolo con el tenedor, al tiempo que lo miraba duramente.
- Noto cierta amargura en tu voz, ¿Acaso estas celoso?
- ¿Celoso yo? ¿De ti? ¡Ha! Ya quisieras – dijo con desdén, mientras se desquitaba con la comida del plato.
- Mi habitación es a prueba de ruidos, al parecer, estabas muy atento a lo que ocurría dentro – mirándolo con picardía – No tienes que imaginar nada, si tú quieres… - deslizando su mano sobre la del ojiazul, la cual tuvo que retirar antes de que fuera ensartada con el tenedor.
- Eres un pervertido sin remedio, te lo dije desde un principio y te lo digo ahora, no me interesan los hombres… y tú menos que ninguno, así que deja de intentarlo de una vez por todas, solo pierdes el tiempo – levantándose, dejó el servicio del desayuno dentro del fregadero y salió de la cocina.
- ¡Oye! ¿Qué hay de mi desayuno? Vaya que esta molesto, es un buen augurio – murmuro viendo aun la espalda del rubio por el pasillo.
- ¡Si quieres comer, prepáralo tú mismo, baka! – dando un portazo al entrar en su habitación.
Un año conviviendo juntos y aun no conseguía hacerlo caer en sus brazos, pensaba el azabache, aunque eso, no lo hacia desistir en su propósito de hacer suyo al encantador chico de ojos azules, así pensaba de él desde que lo conoció. Uzumaki Naruto había robado su corazón y sueños nocturnos. No desaprovechaba cualquier oportunidad que se le presentaba, tomándolo desprevenido, naturalmente, para rodearlo con sus brazos, pegar su cuerpo al calor del otro, hablarle insinuantemente… aun poniendo en riesgo su anatomía por uno que otro golpe obsequiado por el rubio en cuestión, pero eso, no era nada en comparación con la satisfacción que sentía al robarle un beso o asestarle una furtiva caricia.
- “Eso de pagarle a alguien para que pase la noche en mi habitación va arruinarme, al menos debería aprovecharlos para desahogarme, maldición… un monje tiene mas actividad sexual que yo, pero por mucho que me lo proponga, no puedo, no puedo tocar a otro sin pensar en ese tonto, ver su cara, el azul de sus ojos reprochando mi conducta, si él supiera que mi vida sexual es un caos por su culpa, estoy seguro que saltaría en una pata por la emoción… ya vera, tarde o temprano, lo convertiré en un homosexual converso, aunque… es más fácil decirlo que hacerlo” – meditaba mientras echaba cereal en un tazón con leche.
- ¿Otra vez cereal? Llegaras tarde, y ponte algo de ropa o pescaras un resfriado – ya que el azabache vestía solo ropa interior - No se ni para que me molesto – colocándose el abrigo y la bufanda que pendían de un perchero en la entrada.
- ¿Te preocupas por mi? Eso es nuevo – apoyado en el marco de la puerta de la cocina mientras engullía el cereal que nadaba en la leche.
- Me preocupa que tenga que cubrir tu turno si te enfermas, bastante tengo con dar excusas de tus retrasos, lo que es casi todas las mañanas, al jefe – con la mano en el pomo de la puerta – Un día de estos, me pondrá de patitas en la calle por tu culpa.
- Lo dudo, le gustas demasiado – le susurro al oído – Sera mejor que se ande con cuidado, recuerda que eres mío, Naruto – aspirando el aroma del rubio.
- ¿Estas seguro de que es leche lo del tazón? Ya me voy, yo si tengo un trabajo que debo cumplir – empujando con su cuerpo al otro para poder abrir la puerta.
- ¡Y no olvides que ya tienes dueño! Cachorrito… - estremeciéndose tanto por el comentario como por el frio del exterior.
- ¡No tardes, idiota! – levantando la mano en despedida y reproche.
- Es todo un dulce – sorbiendo lo que quedaba de leche en el tazón antes de ponerlo con los trastos sucios – Bien, hora de ganar dinero – apresurándose a vestirse para ir al trabajo, si es que aun tenia empleo.
Ambos chicos trabajaban en una editorial del centro de una pequeña ciudad llamada Konoha. Desempeñándose como ilustradores de portadas de libros, revistas… etcétera. Uchiha Sasuke, el mayor de los dos, tiene veintidós años y un gusto desmesurado por el genero masculino, antes de conocer al hermoso ojiazul, no había pantalón que se le escapara, tenia como regla no repetir con ninguno para no crear lazos duraderos y de responsabilidad, claro que eso cambio cuando se topo con el adorable ojiazul, él se convertiría en su adoración y castigo, había empezado en la compañía un año antes que éste, que con sus tiernos veintiún años, era uno de los mejores en su ramo, el encuentro fue, podría decirse, accidentado. Un choque frente a la maquina de café marcaria el destino de ambos sin habérselos propuesto.
Flash Back.
- “¡Demonios! No quiero llegar tarde en mi primer día de trabajo”
Se reprochaba un chico de cabello rubio, ojos azules, que le hacían lucir soñador y algo distraído, mientras las puertas del elevador se serraban y tocaba el botón del cuarto piso varias veces. Se miro en el espejo, comprobando que todo estuviera en su lugar, aliso sus cabellos con los dedos tratando de que se quedaran en su lugar, cosa que su rebeldes hilos dorados no estaban dispuestos a permitir, ya en el piso de destino, salió a grandes zancadas mientras miraba su reloj, propiciando que su falta de atención provocara su tropiezo con el chico que bebía su café apoyado en la maquina dispensadora, sin imaginar lo que se le venia encima.
- ¡Ahhh! Quema… – separando la camisa de su pecho para no sentir el escozor - ¿Cuál es la prisa? Demonios… - levantando la vista hacia su agresor involuntario.
- Por Kami, lo siento… – haciendo una expresión de dolor en su rostro como si fuera él el que se tostaba - ¡Te pagare la camisa! ¿Trabajas aquí? ¡Lo arreglaremos después entonces! – apresurando su paso hacia la oficina del jefe.
- ¡Oye! ¿Quién es ese? “Quizás venga por el anuncio” Siendo así…
Viéndolo perderse tras la puerta de la oficina del jefe mayor.
- “Tiene un rostro muy hermoso, y de cuerpo… Mmmm, no esta nada mal, esta oficina, sin duda, acaba de convertirse en lugar de interés personal”
Luego de presentarse ante el jefe mayor, salieron de la oficina y el peligris lo presento ante los demás empleados.
- Atención, por favor, les presento a Uzumaki Naruto, a partir de hoy trabajara con nosotros y espero que le presten toda colaboración que necesite para que se sienta a gusto en la empresa, ¿Queda claro? Ven, te mostrare tu lugar de trabajo – guiándolo hasta el escritorio pegado al del chico del accidente con el café - Espero te agrade, y no te fijes en la compañía – refiriéndose al azabache que estaba sentado con una mirada burlona por el comentario – Uchiha, ¿Qué pasa con tu vestuario? Pareces un indigente – fijándose en la gran mancha marrón.
- En realidad… eso fue mi culpa – aclaro el ojiazul.
- No tienes que disculparlo, si no es una cosa es otra, siempre tiene que dar la nota – recrimino el peligris retirándose a su oficina.
- Pero es que… - intentando interceder por el azabache – Siento que te llamara la atención por mi causa – tomando asiento tras su escritorio.
- No te preocupes, siempre busca algún defecto para criticarme, definitivamente no le caigo bien, Uchiha Sasuke – estirando su mano en saludo.
- Uzumaki Naruto, encantado de conocerte – aceptando el saludo – como dije antes, te pagare la camisa – sintiéndose apenado por el incidente.
- No te molestes, de todas maneras pensaba deshacerme de ella, ya no me gustaba – sin despegar su mirada de los ojos azules - ¿Y bien? ¿Cuál es tu historia? ¿Vives en la ciudad? Cuéntame – queriendo saber cada detalle sobre el atractivo y recién llegado.
- En realidad acabo de mudarme, de momento rento una habitación hasta que encuentre un lugar mejor, aunque los precios son demasiado altos para mí, no tengo ningún pariente ni conocidos en esta ciudad…
- ¿Quieres vivir conmigo?
- ¿Eh? - totalmente sorprendido por la sorpresiva proposición.
- Se lo que estas pensando, ¿Cómo es que alguien que me acaba de conocer puede proponer tal cosa? A que si – sintiendo que era atraído hacia esos ojos azules tan expresivos y tentadores.
- ¿No es algo lógico? No sabes nada sobre mí, y no es algo para tomar a la ligera – hablando racionalmente.
- Escucha, por encima se te ve que eres buena persona.
- Se decía lo mismo de “Jack el destripador” y mira en lo que resulto.
- Jajajaja, eres muy ingenioso… además de atractivo – agudizando su mirada como tiburón a punto de comerse una sardina.
- ¿A que viene eso? – con gesto de suspicacia.
- Solo digo la verdad, me precio de ser sincero en todo lo que digo y hago, con respecto a mi invitación, lo decía en serio – desabotonándose la camisa y tirándola a la papelera bajo su escritorio y sacando otra limpia de una de las gavetas – Vivo en un departamento alquilado y francamente necesito de alguien que me ayude con los gastos, los cuales son bastante pesados, iríamos a medias, ¿Qué te parece? Creo que seria ventajoso también para ti.
- Mmm, siendo así… me parece bien – sopesando su condición los pro y los contras, pero su situación económica no dejaba muchas alternativas que pensar.
- Te gustara, es bastante amplio y de buena localización, justo a cuatro calles, ni siquiera necesitas el transporte público para llegar hasta aquí – haciendo todo lo posible para que el rubio no le fuera posible negarse a la proposición.
- De acuerdo, es un trato – viendo las ventajas desde el punto de vista económico y logístico.
- Puedes mudarte hoy mismo, te ayudare a buscar tus cosas al salir del trabajo, ¿Dónde te hospedas?
- Muy cerca, ¿Conoces la pensión “El Dragón Volador”?
- La conozco, esta al lado de un bar que suelo frecuentar.
- ¿Al lado? ¿Te refieres a…? “Es el único bar en esa calle es…” – haciendo memoria.
- se lo que piensas, ciertamente, es un bar homosexual – dijo tajante.
- O sea que tú…
- Culpable, pero tranquilo, me portare bien, ¿Saber eso cambia tu decisión? Si es así, lo entenderé – poniendo rostro de victima deliberadamente.
- No soy quien para criticar la conducta de otros, pero te advierto que la vas a tener muy difícil si es que piensas propasarte conmigo, aquí donde me ves, se defenderme muy bien – poniéndole las cosas muy en claro al azabache, por si las dudas.
- ya te lo dije, no hare nada que tú no quieras, aunque no puedo prometerte que no lo intentare, estoy siendo honesto, no me culpes, eres demasiado atrayente y difícil de ignorar – inclinándose hacia atrás en su silla giratoria.
- Exageras, soy un chico de lo más común y corriente – pensando que tal vez debería retractarse de lo acordado, pero las circunstancias apremiantes de su situación no le dejaba otra salida.
- No tienes que ser modesto, pero de acuerdo, será lo que tú digas, ¿Sellamos el acuerdo con un beso? Es broma, rayos, deberías verte la cara.
Más tarde, después de terminar el día laboral, el azabache lo acompaño hasta la pensión a recoger sus cosas, luego de disculparse con la dueña, por la corta estancia, se dirigieron a lo que seria su nuevo hogar. El Uchiha no mentía al describirle el departamento, efectivamente, era amplio, con dos espaciosas habitaciones, baño con tina y ducha, una cocina con todo lo que se podría desear, un acogedor salón con cómodos sillones y unos cuantos cojines por aquí y por allá encima de una mullida alfombra.
- Te enseñare tu habitación, esta frente a la mía, por si necesitas algo – caminando por el pasillo cargando uno de los bolsos del ojiazul.
- Estaré bien gracias, esto debe costar una fortuna – examinando el espacio en si.
- No tanto como parece, tal vez no fui lo suficiente honesto contigo – dejando el bolso a los pies de la cama.
- ¿A que te refieres? Me huele a gato encerrado – quedándose en el umbral de la puerta.
- No te exaltes, éste lugar pertenece a un pariente mío, aunque, me obliga a pagar una pequeña cantidad para que aprenda a ser responsable, según él, pero también es cierto que necesito un compañero con el que no me unan lazos afectivos, para que me ayude a dejar mi vida bohemia y centrarme más en mi vida laboral, aunque viéndote… será algo bastante difícil de lograr – sentándose a los pies de la cama mientras observaba al rubio en la entrada de la habitación.
- No me culpes por tu falta de voluntad, no voy a negarte que necesito el espacio para poder trabajar mejor. Solo tengo una única condición que pedirte – avanzando unos pasos hacia el azabache – No traerás aquí a tus… amigos, ¿De acuerdo? Es la única manera de que me quede.
- Es justo… aunque un poco aprensivo, ¿Sabes cuanto cuestan los hoteles en esta ciudad? Casi medio sueldo del mes, pero acepto, ¿Tienes novia? También tengo derecho a saber – apoyando los codos en las rodillas y entrelazando sus dedos.
- No.
- Que extraño.
- ¿Por qué?
- Con una cara como la tuya es difícil creer que no haya unas cuantas por ahí muriéndose por tus huesitos.
- Ya llegara alguna, no tengo prisa – soltando el bolso al lado del otro en el piso.
- “Eso suena estupendamente, solito y sin perro que le ladre, es la situación perfecta para mi”
Así fue como comenzaron su convivencia y peripecias a lo largo de todo un año, lo más difícil para ambos comenzaba ahora.
Fin Flash Back.
- Buenos días a todos – saludo el rubio dejando su mochila en el suelo atrás de su escritorio – Oh, rayos… - murmuro al ver que el jefe que lo llamaba gesticulando con un dedo a través de la ventana de su oficina – Buenos días, ¿Me llamaba, señor Kakashi? – asomando su cabeza por la puerta.
- Pasa y sierra la puerta – ordeno, al tiempo que dejaba su cómodo sillón y se acercaba a las persianas y las bajaba, dándoles así, más privacidad - ¿Cuándo me dejaras de llamar señor? Sabes que me molesta viniendo de ti – dijo el hombre de unos treinta años, cabello gris y ojos sumamente seductores.
- Lo siento, pero es que no me acostumbro a… - sentándose en la silla señalada por el peligris frente al escritorio.
- Has un esfuerzo, quiero que haya más confianza entre nosotros – poniendo sus manos sobre los hombros del ojiazul a su espalda – Eres uno de los mejores empleados que tengo, sin ti, esta editorial seria la mitad de lo que es – le susurro al oído.
- Solo trato de hacer bien mi trabajo, señor… es decir, Kakashi – sintiendo incomodidad al tener que llamarlo por el nombre de pela y por la cercanía del peligris a su persona.
- ¿Ves? No es tan difícil, eres un buen chico, no podría decirse lo mismo de ese compañero tuyo, ¿Cuál es la excusa de hoy? No importa, ya arreglare cuentas con él – sentándose de medio lado sobre la esquina del escritorio.
- Es cierto que es un indisciplinado, pero también es verdad que es muy bueno en su trabajo – defendiendo inconscientemente a su pesadilla particular.
- Tienes razón, pero también es reemplazable, deberías pensar en alejarte de él lo antes posible, arruinara tu vida – inclinándose hacia delante y apoyando sus manos en los posa brazos de la silla haciendo que sus rostros quedaran muy cerca.
- Puedo manejarlo, es como un perrito que…
- Que anda tras tus huesos, todos aquí sabemos por donde van sus gustos, aunque… definitivamente, no lo culpo – con su rostros muy juntos y su mirada en la del rubio.
- ¿Llegando tarde otra vez? Haces que parezcamos esclavos, Sasuke – comento uno de sus compañeros al verlo llegar.
- Buenos días para ti también, Toshi, ¿Dónde esta Naruto? No me digas que otra vez… - el otro se encogió de hombros mientras dirigía su mirada hacia la oficina del jefe supremo.
- Ya llevan largo rato allá dentro, y tu Naruto no da señales de vida… - el azabache avanzo a grandes zancadas hacia la tan privada oficina.
- ¿Interrumpo? Aquí estas – entrando de una y sin permiso, la visión, nada agradable para sus ojos, le provoco ardor en todo su ser.
- Uchiha, ¿En verdad aprecias tu trabajo? Toca antes de entrar en mi oficina, es la ultima vez – mirándolo desafiante, y por el tono de su voz, no era un simple comentario
- Pido disculpas, pensé que era una reunión de la que no fui informado – sosteniendo la mirada del peligris.
- Con permiso, debo volver al trabajo – dijo el ojiazul dejando la oficina – Eres un cabrito – le murmuro al Uchiha al pasar a su lado.
- También debo irme, hasta luego jefecito – dijo con ironía serrando sin cuidado la puerta.
El rubio se instalo tras su escritorio haciendo caso omiso de las murmuraciones del azabache, mientras éste tomaba su lugar ante el suyo, ambos sitios de trabajo, o sea sus escritorios, estaban pegados uno al otro, haciendo que sus caras quedaran de frente a la otra, lo que hacia imposible desentenderse uno del otro.
- ¿Y a ti que te pasa? Si no fuera porque te vi comer, hubiera pensado que desayunaste hojillas de afeitar – bajando con la mano el papel que permanecía ante los ojos del rubio para poder verle la cara.
- ¿Terminaste? No tenías porque entrar así en la oficina de Kakashi, que poco educado eres – dándole un manotazo para que soltara el papel.
- ¿Kakashi? ¿Desde cuando se convirtió en Kakashi para ti? ¿Hay algo de lo que deba enterarme, Naruto? – mirándolo seriamente.
- No empieces con lo mismo, ya deja el papel de novio ofendido, cualquiera que te oyera pensaría lo que no es.
- Solo porque tú así lo quieres, tú sabes que yo…
- Sasuke, ya basta – mirándolo seriamente.
- Si no llego a entrar… ¡Estuvo a punto de besarte, torpe! – grito con indignación.
- No fantasees, ¿Quieres? ¿Por qué dejaría que hiciera conmigo lo que tampoco te dejo hacer a ti?… ni a ningún otro, así que no veo la razón de tu enfado - aclaro sin ninguna emoción mientras ordenaba papeles en el fichero de una de sus gavetas.
- Que se yo, dímelo tú, además, solo trato de que nadie toque lo que es mío – dijo con cierta amargura.
- Hay, por favor, esta conversación se esta haciendo cada vez más tediosa – rodando sus ojos con fastidio aparente.
- lo dejaremos así por ahora, bajare a buscar los bocetos en la oficina de planeación para revisarlos antes de su aprobación final y que vallan a la imprenta– pasando la mano, en una furtiva caricia por la mejilla del ojiazul.
- Sassssuke – pronuncio en protesta, el azabache le guiño un ojo antes que las puertas del elevador se serraran - ¿Que voy hacer contigo? “No se si podre seguir viviendo a tu lado en estas condiciones, cada vez se hace más difícil parar tus impulsos, no quiero acostarme contigo, pero al mismo tiempo, tampoco deseo separarme de ti, esto es un verdadero lio… me duele la cabeza”
- ¡Mi lindo Naruto! Buenos días – dijo una chica de cabello negro y ojos fantasmagóricamente blancos mientras lo abrazaba por el cuello y le plantaba un gran beso en la mejilla.
- Ah, Hinata, no aprietes tanto, no me dejas respirar – dijo en una media sonrisa.
- ¿Dónde anda el gruñón de Sasuke? Flojeando, me imagino – sin dejar de abrazar al rubio.
- No tarda en regresar, bajo a por unos bocetos, ¿Querías hablar con él?
- Que va, mientras más tarde mejor, así podre darte abrazos de oso sin que me interrumpa – frotando su nariz en el cabello del ojiazul.
- ¿No tienes nada que hacer? No te pagan para interrumpir el trabajo de otros – dijo ásperamente el azabache apartándola de encima del rubio.
- Y hablando del diablo, eso si que fue rápido – ya que se suponía acababa de irse.
- El hedor de tu perfume me obligo a regresar, ¿Qué es? ¿”Atrapa hombres” numero cinco? – interponiéndose entre ella y el rubio.
- Lo que pasa, es que te mueres de celos porque no puedes hacer lo mismo – se burlo la morena.
El azabache tomo de los hombros al ojiazul levantándolo de la silla y clavo su mirada en el rostro del rubio, acto seguido, su mano se aferro a las solapas de la camisa de éste y, acercándolo hasta su ostro, lo observo por unos instantes y…
- ¿Sa-Sasuke…? ¿Qué vas a…?
El Uchiha tiro del rubio hacia él juntando sus labios en un beso intempestivamente sorpresivo, dejándolo caer de nuevo en la silla, al terminar, con las mejillas teñidas de rojo por la rabia y la vergüenza pasada ante sus demás compañeros, los cuales sonreían por la audacia del azabache.
- ¿Decías? Apuesto a que no puedes mejorar eso – mirando con aire triunfante a una estupefacta Hinata.
Naruto seguía sumido entre la rabia y el desconcierto, antes ya había sufrido las insinuaciones y medios besos del Uchiha, pero nunca al extremo de que su respiración se acelerara y que sus piernas temblaran, esta vez, lo había sentido demasiado para su gusto, en su confusión trataba de racionalizar lo sucedido diciéndose así mismo que, a pesar de eso, a él no le gustaban los hombres, y así seguiría siendo hasta el final de sus días.
- ¡Uchiha, a mi oficina! ¡Ahora! – tronó la vos del peligris desde la puerta después de presenciar, por pura casualidad, lo sucedido.
- No te olvides de escribir, Sasuke – comento Toshi con sarcasmo.
- Muérete – le contesto el azabache al pasar junto a él.
- Pasa y siéntate – dijo Kakashi con cara de pocos amigos y poca paciencia.
- ¿Para que soy bueno? Jefe – recalcando la última palabra antes de tomar asiento en la silla frente al escritorio, pasaron cinco largos minutos antes de que el peligris se dignara a dirigirle la palabra. El ojinegro se revolvía en el asiento cansado de la espera, pero no seria él el que iniciaría la conversación, aun sabiendo de qué se trataría.
- ¿Realmente quieres que te conteste eso? ¿Qué fue todo ese espectáculo de allá fuera hace un momento, Uchiha? – el mismo tono inquisitivo.
- Solo protejo lo que es mío, puedo volverme muy enérgico cuando de cuidar lo que me pertenece se trata – con una mirada desafiante y una enorme agudeza en sus palabras.
- Pareces estar muy seguro de lo que dices – echándose atrás en el respaldo del cómodo sillón.
- Tengo motivos para estarlo – dijo con la misma seguridad del que sabe que existe el día y la noche.
- ¿Crees tener éxito donde otros han fracasado?
- ¿Lo dices por ti? Has hecho hasta lo indecible para conseguirlo y sigues siendo rechazado, ¿O me equivoco? – con la certeza de que había sido así hasta ahora.
- Eso es algo entre él y yo, lo demás… bueno, no tienes por que saberlo – dijo certeramente, clavando una espina en el corazón, y la duda en la cabeza del chico sentado frente al escritorio – Puedes retirarte – haciendo un ademan con su mano - Y recuerda, habré perdido algunas batallas, pero la guerra apenas empieza – comento el peligris con una sonrisa de medio lado.
El azabache salió de la oficina con las palabras “lo demás” rondando en su mente, al alzar la vista encontró vacio el escritorio del ojiazul, echo un vistazo alrededor y luego se asomo al pasillo con la esperanza de encontrarlo en la maquina del café, la culpable de su accidentado encuentro. Desandando sus pasos se acerco al sitio de trabajo de Toshi, con el fin de saber el paradero del rubio.
- Vas a decirme ahora mismo donde esta Naruto.
- ¿Crees que soy su niñera? Deberías estar al pendiente de tu palomita por ti mismo, ¿No crees? Vaya – sin mirarlo siquiera, disfrutaba el verlo celoso y desesperado cuando Naruto no andaba cerca.
- ¡Toshi! – pegando con el puño sobre del escritorio de su interlocutor, teatral y cómicamente asustado por la reacción del Uchiha.
- De acuerdo, de acuerdo – alzando sus manos en son de paz – Salió a ver a un cliente, al principio parecía renuente a pisar la calle que, por el frio que reina allá fuera, se convierte en intransitable a pie, se esta más calentito aquí dentro, ¿Sabes?
- ¿Y? Por lo visto, él no parece pensar lo mismo puesto que al final se marcho.
- Yo también lo hubiera hecho de encontrarme en tan buena compañía – poniendo ojos soñadores y cara de tonto.
- ¿Qué? ¿No me digas que salió con…? “Maldita sea, esa sanguijuela… baka Naruto, esta buscando que pierda la cabeza por los celos, que olvide nuestra amistad para convertirla en… maldita sea, va volverme loco”
- ¿Te imaginas? Caminando hombro con hombro, mezclando sus alientos, tal vez cogidos de las manos… que romántico, ¿No? que suerte tienen algunos, quisiera estar en su lugar – con los dedos entrelazados sobre su pecho en una pose muy de día de San Valentin.
- ¡¿Quieres callarte ya?! “Sus manos” - hiendo hasta su abrigo, que colgaba del espaldar de su silla para sacar el par de guantes del ojiazul, que por las prisas y discusión de la mañana, había olvidado.
- ¡El cliente! – grito el azabache.
- ¿Qué?
- ¿A quien fue a visitar? ¡Torpe! – poniéndose la chaqueta y guardando de nuevo los guantes del rubio en el bolsillo.
- No lo se con seguridad, pero imagino que por aquí cerca, dado el frio que hace… - dijo Toshi dejando colgar las palabras.
- La librería Kano – murmuro tomando el pasillo.
- ¿A dónde crees que vas, Uchiha? Regresa a tu escritorio o te quedaras sin empleo – ordeno el peligris desde la puerta de su oficina.
- Solo iba… - sintiendo como si tuviera unas cadenas de hierro en los pies.
- Tras Naruto, ¿Cierto? Tienes mucho trabajo pendiente dado tu incumplimiento con el horario de entrada, otra cosa, te quedaras a cubrir la hora de retraso de ésta mañana, y no quiero discusiones – serrando de golpe la puerta.
- ¡Maldición! Todo es culpa de esa trepadora de Hinata, apuesto que fue su idea lo de la intempestiva visita a la librería, como es la encargada de mostrar las cubiertas de los libros que salen a la venta, la muy aprovechada… es una serpiente con piel de oveja – mascullaba entre dientes el azabache, mientras se sentaba de nuevo tras su escritorio aun sabiendo que no podría concentrarse en nada más que no fuera la permanencia juntos de aquellos dos.
- Al parecer, tu blanca paloma de ojos azules no regresara tan temprano al nido el día de hoy – seguía incordiando Toshi - ¡Oye! ¡Eso es peligroso! – al ver pasar un bolígrafo a modo de dardo, lanzado por el azabache, al lado de su oreja izquierda.
- Entonces guarda silencio, a la próxima, te juro que no fallare – dándole vueltas a otro bolígrafo entre sus dedos.
Paso la hora del almuerzo y del ojiazul ni señas, definitivamente no piensa volver hoy a la oficina, pensó el Uchiha. Las constantes miradas al reloj no hacían que el tiempo avanzara más aprisa, lo cual provocaba que se distrajera del trabajo ante sus ojos, los minutos le parecían siglos nada más pensar en su rubio en compañía de aquella víbora, así pensaba de ella, y sus coqueteos incesantes, al fin el reloj marco la hora adicional de trabajo para él, y antes de que al jefe se le ocurriera alguna otra exigencia, salió de la oficina como alma que lleva el diablo.
De camino a casa decidió pasar a por una pizza con el fin de congraciarse con su amado ojiazul tras la discusión de la mañana, con el pensamiento de que haría lo que fuera para robarle un beso, aunque eso significara una nueva protesta por parte de su compañero de departamento, trabajo… y vida, al menos eso era lo que él deseaba desde que lo había conocido. Al pasar por un callejón, un pequeño bulto amarillo con bigotes, llamo su atención.
- Hola, amiguito, ¿Estas perdido? Pobre, estas temblando de frio, se de alguien que estaría encantado contigo – dejando la caja de la pizza en el suelo para cargar al pequeño bulto que se agitaba en su pecho buscando calor – Te le pareces mucho, ¿Sabes? Mucho– al ver el color de ojos del minino que seguía agazapándose entre sus brazos - Con la diferencia de que me gustaría que él hiciera lo mismo que tú, que buscara no solo calor, sino que también amor… el mismo que siento por él… en fin, ¿Bienes conmigo? – metiéndolo dentro de su chaqueta junto a su pecho.
Con una sonrisa en los labios, la pizza, y el regalo sorpresa, se encamino a su morada con la esperanza de una reconciliación que le permitiera a ambos volver a su rutina diaria… o algo más, la esperanza es lo ultimo que se pierde, ¿Cierto?
- ¿Qué te parecen estos tonos para la nueva portada? Confió mucho en tu buen gusto – decía Hinata enseñándole una gama de colores de un muestrario que descansaba sobre sus muslos.
- Son colores muy vivos, llamaran mucho la atención de los compradores – dijo el rubio echándole un ojo a la propuesta de la chica.
- Estaba segura de que los aprobarías y… oh, vaya – pestañeando repetidas veces.
- ¿Qué sucede? Hinata – viendo a la morena restregar uno de sus ojos.
- Creo que me entro algo…
- Déjame ver… - tratando de que abriera el ojo que, supuestamente, le molestaba.
- Espera, así veras mejor – recostándose y descansando su cabeza sobre los muslos del ojiazul – Acércate más – halando con su mano la cabeza del rubio, propiciando que sus narices casi se rozaran.
- ¡Ya llegue! – se escucho la voz del otro inquilino de la casa.
- ¡Sasuke! – levantándose intempestivamente y haciendo que Hinata fuera a dar de cara a la alfombra.
- ¡Ah, mi nariz! ¿Qué pasa contigo? Rayos… - frotándose la parte.
- ¡Lo siento, Hinata! No fue mi intención… - ayudándola a incorporarse del piso y sentándola en el sillón - ¿Te hiciste daño? Espero que no se hinche – el azabache sonreía con sorna hasta que recordó la posición en la que se encontraban ambos cuando entro al salón.
- Vaya, una visita de lo más indeseable, ¿Qué haces aquí, Hinata? Que yo sepa no te invite – colocando la caja de la pizza sobre la mesa de centro.
- Espera, Sasuke…
- No tienes que explicarle nada, ésta es tu casa tanto como la suya ya que pagas la mitad de la renta – molesta por la ironía en las palabras de azabache.
- ¿Qué significa eso? Esa maleta… - reparando en el bulto junto a la entrada al pasillo que daba a las habitaciones.
- Es de Hinata – comento sin darle importancia el rubio.
- ¿Para qué o qué? Explícate – demando el otro dueño.
- Se quedara aquí – informo el ojiazul mirándolo directamente.
- ¿Por qué? Sea cual sea la razón, no he dado mi permiso para tal cosa, además de que no hay espacio – comenzando a alterarse poco a poco.
- Ocupara mi habitación – dijo sin más el cachorro.
- ¿Qué ? ¿Tú habitación? – pregunto indignado y pensando lo peor.
- ¿Algún problema? Estoy en todo mi derecho – mirándolo con desafío.
- Tenemos que hablar, y tú, no te muevas de ahí – señalando a la morena, luego agarro del brazo al rubio y tomaron el pasillo en dirección a la habitación del azabache.
- ¡¿Qué es eso de que se quedara en tu habitación?! ¡Después de que me reprochas por no cumplir con el trato que hicimos! No puedes hacerme esto, cachorro, no puedes… dormir en la misma cama con ella – agarrándolo de los brazos.
- No es de tu incumbencia, pero como siempre malinterpretas las cosas – empujando por el pecho al azabache para que lo soltara.
- ¡Miau! – se escucho en protesta.
- ¿Es… un gato, Sasuke?
- Es cierto, con el disgusto lo había olvidado – metiendo la mano dentro de su cacheta y sacando el peludo bulto amarillo – Es para ti – depositando la cosita tierna en los brazos del ojiazul.
- Sasuke, ¿En serio es para mi? Es precioso, gracias – acariciando el dorado pelaje – Un momento – después de salir de la sorpresa inicial - ¿Qué es lo que tengo que darte a cambio? Sabes perfectamente de mi adicción por los gatos – sentándose en la cama del azabache con el minino entre sus manos.
- ¿Ya ves? Después dices que yo soy el mal pensado, es mi forma de disculparme por lo ocurrido en la oficina, además de que éste pequeño estaba sólo y abandonado en medio del frio, ¿Quién mejor que tú para cuidarlo? Se parece tanto a ti que no podía dejarlo en plena calle – acompañando al rubio en la cama mientras acariciaba al recién y nuevo miembro de la familia - ¿Cómo lo llamaras?
- Tengo que regresar.
- Que nombre tan extraño.
- Si serás baka, digo con Hinata – levantándose con el minino en brazos.
- Hablando de eso, aun no me has dicho que hace ella aquí – mirándolo todo lo serio de que era capaz.
- Circunstancias.
- ¿Cuáles?
- No vienen al caso, y no quiero discutir – caminando hacia la puerta.
- El gato se queda.
- Creí oír que dijiste que era mío.
- Es cierto, pero la mitad me pertenece, igual que la casa, ¿No fue lo que dijo la de allá afuera?
- ¿Cuál mitad? – Observando a la bola de pelos que miraba de uno al otro como si entendiera que hablaban de él.
- La tuya por supuesto – escrutando con su mirada el cuerpo del ojiazul.
- Y apuesto que de la cintura para abajo, ¿Cierto? Pervertido – al notar que la indirecta se refería a él.
- Mmmh… me conoces bien.
- ¡Miau! ¡Miau! – maullaba el cuatro patas revolviéndose en los brazos del rubio.
- ¿Qué pasa contigo? Bigotes – tratando de que el peludo se tranquilizara.
- Con que Bigotes, no esta nada mal como nombre, déjamelo – agarrando de los brazos del rubio al animal, que milagrosamente se callo de inmediato.
- Vendré por él luego de que instale a Hinata – dijo con la mano en el pomo de la puerta.
- Mañana amanecerá con dolores en todo el cuerpo, el sillón es incomodo para dormir toda una noche – comento el azabache mientras le hacia mimos al peludo.
- Dormirá en mi habitación – saliendo de allí antes de que el Uchiha replicara.
- ¿Qué dormirá en…? ¡Naruto! – demasiado tarde, el rubio ya había abandonado la habitación.
- Vaya, pensé que te habías olvidado de mi, ¿Qué pasa? ¿Por qué la risita?
- Discúlpame por favor, pero es que te ves muy graciosa con la nariz roja e hinchada.
- ¡Tú me hiciste esto! ¿Y encima te ríes? ¡Es el colmo Uzumaki Naruto! – con la cara tan roja como su nariz.
- Ya me disculpe, ¿No es así? “No acabo de entender porque reaccione de esa manera cuando Sasuke entro y nos vio tan juntitos, ¿Qué le importa a él, y sobre todo, que me importa a mi que me hubiera visto en esa actitud tan intima con Hinata? Definitivamente a mi me esta pasando algo extraño… y no me esta gustando nada de nada” – pensaba mientras cargaba la maleta de la morena hasta su habitación – Toda tuya, el baño esta en el pasillo por si quieres refrescarte antes de dormir, allí encontraras toallas limpias, shampú, aunque no se si sera de tu agrado, jabón, etc.… - colocando la maleta a los pies de la cama – Cuando estés lista calentare la pizza, ¿Esta bien? Quedas en tu casa, en la mitad que me pertenece al menos.
- En realidad no tengo hambre, solo tomare una ducha y me iré a dormir, estoy cansada, pero gracias de todas formas – sonriendo amablemente.
- Como gustes, buenas noches, Hinata – a punto de serrar la puerta.
- Espera, ¿Dónde dormirás tú?
- No te preocupes por eso, el sillón es bastante amplio – sin incluir la palabra cómodo.
- Lo siento, solo será por unos días hasta que terminen el trabajo en mi departamento.
- Tranquila, ¿Para que son los amigos? Además, podría pedirte la retribución del favor algún día, nunca se sabe, hasta mañana – saliendo y serrando la puerta tras él.
- Calentare la pizza, ¿Quieres cenar o no? Sasuke – asomando la cabeza por la puerta - ¿Dónde…? ¡Hey! – al ser jalado hacia adentro por el azabache que permanecía escondido tras la puerta.
- No vas a dormir en la misma cama que ella, ¿Comprendes? ¡No lo permitiré! – lanzándolo sobre la cama y sentándosele encima mientras sujetaba sus manos.
- Te enfadas como si fueras mi dueño, te he tolerado todas estas cosas porque en cierto modo te tengo cariño, pero últimamente estas exagerando, tal vez debería buscar otro sitio donde vivir, donde no sea victima de los asaltos amorosos de un loco celoso como tú – sintiendo que el cuerpo del azabache se estremecía sobre él, al tiempo que el suyo propio por la intima pose del otro.
- No, eso no, no puedes dejarme, te prohíbo que te marches, ¿Entiendes? No sabes de lo que puedo ser capaz para retenerte a mi lado, Naruto – pasando sus dedos por la mejilla del rubio.
- Para tu tranquilidad y la mía me quedare a dormir en el sillón, ¿De acuerdo? Deja que me levante.
Haciendo caso omiso a la amenaza del azabache, de todas maneras, sus palabras no eran en serio. Ahora más que nunca quería permanecer a su lado y averiguar si lo que estaba comenzando a sospechar era verdad.
- ¿Por qué? la vista desde aquí es fabulosa, olvídate del sillón y quédate conmigo, ¿Mmmh?
- Eso podría ser muy peligroso para mí – todavía en la misma posición bajo el azabache.
- ¿Por?
- Digamos que… me gusta dormir ligero de ropa – desviando la mirada del otro.
- ¿Qué tan ligero?
- desnudo… o cuando mucho, solo ropa interior, y eso sin importar que estación sea – ya que estaban en pleno invierno.
- Suena bien para mí, pero si te hace sentir más tranquilo puedes usar pijama, aunque déjame decirte que me gustas en todas tus formas, te dije que siempre seria honesto contigo – echándose a un lado del ojiazul.
- No podría dormir, se que suena absurdo, pero así soy, el sillón estará bien – no termino de decirlo cuando el cuatro patas se subió a su pecho.
- ¡Miau! – mirando de ojos azules a ojos azules, el rubio lo tomo entre sus manos con intención de marcharse.
- ¡Miau! ¡Miau! ¡Miau! – escandalizo al ser separado de la cama.
- Lo dejare contigo – poniéndolo al lado del azabache para marcharse.
- ¡Miau! ¡Miau! ¡Miaaaau! – volviendo a repetirse.
- Creo que quiere que te quedes con nosotros – comento el Uchiha con cierta felicidad morbosa.
- Vaya, que problema, tendré que aceptar o los vecinos nos echaran la bronca, iré a cambiarme.
- ¡Miau! ¡Miau!
- Shsss… basta, vuelvo enseguida – señalando a Bigotes, el animal pareció entender, cosa que sucede con frecuencia, puesto que se quedo callado al ver salir al rubio de la habitación.
- Gracias, amiguito, mañana te daré tu recompensa, y ahora a cenar – agarrando al peludo y dirigiéndose a la cocina después de pasar por el salón y recoger la caja de la pizza.
- Si tardas un poco más hubiera tenido que volver a calentarla – refiriéndose a la pizza, no sean mal pensados, y echando un vistazo de arriba a abajo al ojiazul - ¿Es lo menos que pudiste ponerte? Menudo sacrificio – dijo en tono irónico.
El atuendo del rubio consistía en un pantalón blanco de tela suave y vaporosa, una camisilla de asillas bastante fresca, al menos para el invierno, también de color blanco, y por ultimo un toque curioso, aunque bastante personal, sus pies estaban enfundados en unas babuchas peludas en forma de gato, incluidos los bigotes, de color naranja, vendita casualidad, hasta ese extremo llegaba su afición por estos animalitos.
- Mejor cállate – abriendo la nevera y sacando un pote de leche para el mínimo, y los que no lo eran también, lleno un tazón y lo coloco en el suelo junto a las patas de la mesa – O retomare mi idea de dormir en el sillón aunque Bigotes se la pase maullando toda la noche – sacando los trozos de pizza del microondas los puso en un plato que coloco en el centro de la mesa, dos vasos, dos platos y el servicio de cubiertos.
- Siempre he pensado que te ves adorable con cualquier cosa que te pongas – agarrando un trozo de pizza con la mano y llevándoselo directo a la boca.
- Dios santo, no tienes modales – sacando una servilleta del servilletero – Tienes los labios llenos de salsa de tomate, ten – pasándole la servilleta.
- Mmm… - murmuro el azabache haciendo trompita con su boca mientras serraba los ojos - ¡Aaagh! Raspa – abriendo los ojos y encontrándose con los ojos azules de Bigotes cerca de su cara – La lengua de los gatos son un asco – el rubio había aprovechado el descuido del Uchiha y había puesto a Bigotes a lamer su boca y recoger toda la salsa que le escurría por los labios – Eso es trampa, pero me cobrare de algún modo, cachorro – pasando el dorso de su mano por la boca para tratar de quitar la sensación rasposa de la lengua del peludo.
- ¡Miau! – saltando de las manos del rubio y metiendo su hocico en el plato de la pizza.
- Por lo que veo, le gusta más que la leche – observando al cuatro patas dar cuenta de la pizza - Hasta en eso se parece a ti – guiñándole un ojo al rubio.
- Y a ti en lo maleducado – poniendo en el suelo al gato y el trozo de pizza que estaba mordisqueando.
Luego de que los tres quedaran satisfechos con la cena, había llegado la hora de ir a dormir, algo que seria bastante complicados, al menos para dos de ellos, fue imposible hacer que Bigotes se quedara en la alfombra junto a la cama, maullando varias veces en protesta se coloco en medio de la cama, ambos chicos se miraron, el azabache encogió sus hombros como pasando de la situación, en lo único que podía pensar era que después de un año tratando de conseguir que el rubio durmiera a su lado, una bola de pelos había logrado lo que él, hasta ahora, no había podido.

Continuara…
Notas finales: ¡Hola de nuevo a todos! Disculpen la larga, larga espera,acabo de regresar de dos cortos y estupendos meses de vacaciones en España, concretamente en la isla de Tenerife, despuès de catorce años sin visitar mi tierra natal, alejada de todo pero siempre con ustedes en mente, la historia que acabo de subir, fue escrita en parte por alla, justamente la termine al regresar, como leen, solo que me parecio demaciado extensa para ponerla entera y de una sola vez, no se preocupen, eso no quiere decir que he olvidado las que estan pendientes, tengo muchas energias y neuronas para gastar, solo espero que en este tiempo ausente no se hayan olvidado de mi, como siempre les deseo mucha felicidad y que me escriban sus opiniones acerca de este fic.
Hasta pronto, besossss para todos y chaito.

Nessa Yaoi.

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