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De los demonios del pasado por Eryseus

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Notas del fanfic:

Siento el retraso! Espero que os guste!

Notas del capitulo: ¡Aqui está el esperado primer capitulo!
Abrió los ojos despacio, sin querer salir del sueño. La luz dorada y ligeramente cálida del amanecer entraba por la ventana.
¿Amanecer? Un momento… Se sentó bruscamente sobre la cama.
“¡Ah, mierda! ¡Llegaré tarde si no…!” El hilo de sus pensamientos se rompió con la escena.
…l estaba en una cama ni grande ni pequeña, sin camiseta y con el vaquero de color negro desabrochado. Por otra parte, Máximo estaba sentado con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en la pared; tenía los ojos cerrados y su pecho subía y bajaba levemente, por lo que Samu dedujo que estaba dormido.
“Ah… debí dormirme poco después de llegar, y él me trajo aquí.”
Se formó una imagen perturbadora en su cabeza; Máximo lo tumbaba en la cama y le quitaba la camiseta con manos suaves, despacio, muy despacio…
Asustado, sacudió la cabeza. No, no, no, no, no, no, no, no.

-Joder, las clases…- maldijo en voz baja, dándose una palmada en la frente. Luego se fijó en el mayor y cayó en la cuenta de que él también debería estar allí, trabajando.

Máximo abrió un ojo y sonrió, un poco adormilado.

-Llamé al instituto para avisar de que no iríamos hoy… Damián puede cubrir mi tutoría por un día.

Se revolvió el pelo y lo miró con una media sonrisa suave.

-Por cierto, buenos días; lo primero es lo primero… ¿cómo te encuentras?

Samu agachó un poco la cabeza, pero la voz no le tembló.

-Bueno… estoy un poco harto de llorar… y la tristeza no se irá hasta que no pasen algunos años; pero voy a seguir con mi vida, dando todo lo que pueda.

Máximo se había sentado junto a él mientras hablaba, y cuando terminó le pasó el brazo por los hombros y lo atrajo hacia su cuerpo.
“Qué cálido”, pensó Samu, y se dejó reconfortar.

-Hum- escuchó que decía Máximo, y lo miró.- No creo que puedas vivir tu solo en casa, no por un tiempo… así que nos pasaremos por allí y cogeremos todo lo que necesites; te vendrás aquí por lo menos hasta que termine de hacerme cargo de los papeles.

El chico lo miró más atentamente.

-¿Por qué lo haces?- preguntó.

Máximo volvió a sonreír y encogió los hombros un poco mientras le dedicaba una caricia en la mejilla.

-Soy así, no tengo remedio- contestó, y luego le examinó atentamente; Samu se sonrojó un poco.

-¿Qué tengo? Ni que fuese tan guapo- bromeó, algo incómodo, lo que produjo que la sonrisa del mayor se ensanchase.

-No te creas, eres bastante atractivo; y esos abdominales ayudan bastante- comentó como de pasada, y rió suavemente al apreciar la cara que tenía Samu; algo así como… “¿¿WTF??” -Voy a por algo de ropa para que te puedas poner, a no ser que quieras ir desnudo; lo que no me parece tampoco mal… lo único que igual pillas frío.

El chico se lo quedó mirando mientras se levantaba, hasta que desapareció por el pasillo, con la misma expresión de “pero-qué-me-estás-contando”; ¿en serio Máximo lo consideraba atractivo? Un momento, un momento… ¿Máximo era gay? ¿Y vivía en la misma casa que Damián (del que todo el alumnado conocía las preferencias)? Huh, no había que ser muy listo para atar cabos… eso, o Samu era muy malpensado.
El hilo de sus pensamientos fue interrumpido por el mismo Máximo, que traía consigo un montón de ropa.

.-Menos mal que somos más o menos de la misma talla- comentó con una sonrisa.- Veamos…

Le lanzó unos vaqueros negros, más aún que los que Samu llevaba; se quedó pensativo otros cinco segundos, y le dio también una camiseta sin mangas de color blanco y una camisa negra.

-Tienes suerte; hoy actuaré como tu asesor de imagen- le dijo.

El chico se dio cuenta enseguida; Máximo estaba tratando de alegrarlo y evitando que sus pensamientos volvieran hacia “ese” tema. Sonrió, agradecido.

-Hala hala, mueve el culo, que te me empanas... Ah, el baño es este cuarto de aquí al lado.

Se lavó la cara, se cambió velozmente y se quedó mirando su imagen en el espejo. Le sentaba realmente bien, sin exagerar; Máximo había elegido bien.
“Me siento… ¿guay?” pensó. Se peinó a toda prisa y salió del baño.

-Tch… mal- se quejó Máximo mirando su pelo.- Si de algo sirve tener un hermano obsesionado con la imagen es para que te inculque sus ideales… Trae para acá ese pelo.

En pocos segundos Samu descubrió que el pelo de punta le sentaba bien.
“Guay no… ahora soy cool” pensó de nuevo, imitando con sorna el tono de un ricachón.

-Bueno, mi turno- suspiró el mayor, y miró en el montón de ropa. Para cuando Samu se quiso dar cuenta, Máximo ya tenía puestos otros pantalones y se estaba quitando la camiseta… ¡¡delante de él!! Aparentando indiferencia, dijo con tono de broma:

-Pues tú tampoco estás nada mal, profesor.

Máximo se rió.

-Gracias. El entrenamiento resulta que sirve para algo… hum, ¿por qué será que te has fijado?- preguntó con suspicacia. Se acercó a él mucho, casi demasiado, y sonrió; Samu no sabría decir si su sonrisa era seductora o… irresistible.

-O-o-oh, tengo un alumno que comparte mis preferencias, ¿eh?- le pinchó. –Anda, confiesa, pequeño aprendiz. Anda, anda, anda…- le estaba haciendo cosquillas.

-¡Ay, no, por favor, para…!- “¿Qué pare de que? ¿De hacerme cosquillas, o de estar tan bueno y ser tan increíble?”

-¡Venga, no seas así!- Máximo se lo estaba pasando de miedo. -¡Confiesa!

Entonces el más joven aprovechó un despiste y contraatacó también con cosquillas.

-¡Ajá, ahora las tornas han cambiado! ¡Confiesa tú, pervertido!

-¡Nunca, ja ja ja…! ¡No me rendiré!

-¡Vamos, confiesa!- dijo Samu atacándole más.

-¡De acuerdo, de acuerdo, ja ja…!

Máximo lo cogió rápidamente por las muñecas y le puso la pierna detrás, de tal modo que Samu cayó sobre la cama; el profesor estaba justo encima suyo, con sus preciosos ojos grises peligrosamente clavados en los suyos.

-¿Qué…? Máximo…- dijo el chico con voz débil.

La situación mejoraba/empeoraba todavía más; los labios de Máximo se acercaron a los suyos, dejándole notar su cálido aliento. Samu estuvo a punto de dejarse llevar, cerrar los ojos y romper la escasa distancia que los separaba…

-Lo sabía- Máximo sonrió ampliamente. –Gay perdido, como yo- dijo, y se alejó de él.

“¿Y ahora que tengo que sentir yo?” pensó Samu, confuso. “¿Alivio… o decepción?”

-Haaah, me has pillado…- dijo con tono de resignación. ¿Resignado porque lo había descubierto o por otra cosa?

-Je je, soy malvado… bueno, será mejor que me vista- comentó Máximo mientras se levantaba.

Samu se llevó una mano al cuello, sintiéndose algo triste, decepcionado… y vacío.
Notas finales: ...

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