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Noche eterna por Musaga

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Notas del fanfic:

Advertencias: contenido leve de sangre, sólo lo necesario para ambientar una escena cuando yo decida que así se requiere. No contiene lemon pero si insinuaciones de, prioritariamente lectura para mayores de quince años.

*Prince Of Tennis no me pertenece*

Notas del capitulo:

La fecha del 31 de Octubre corresponde al tiempo actual -presente-

Las letras en cursivas corresponden al flash back que da una breve explicación de como fue que Atobe se enredo en todo ese asunto.

Hago estos comentarios por si alguien tuviera complicaciones para entenderle, aunque creo que es entendible, ¡pero nunca esta de más pensar en el lector!

.::Noche eterna::.

“Todo lo que deseas, quieres y necesitas lo encuentras en él. Él da tibieza a tu gélida sangre, ¿irónico no? él te hace sentir vivo y tu vilmente deberás arrancarle hasta el último aliento de vida. Es una pena deliciosa que para que tú puedas vivir el buen Jiroh tenga que morir… ¡Qué lastima! ¿Verdad Atobe?...”

Altivo y caprichoso, desbordaba seguridad y soberbia con cada ademán de su infantil cuerpo, tenía a su disposición la mirada de todos los presentes, esos ancianos que con más de cinco siglos vivídos conservaban la apariencia de un ser humano no mayor de los cincuenta años. Esos seres despiadados y elegantes sentados en lujosas sillas a su alrededor, eran los más altos jerarcas de la comunidad nocturna a la que pertenecía el joven Atobe. El máximo manda más de aquel clan era el abuelo de Keigo, la elite entre la elite, de pulcro y exquisito linaje custodiado por su escarlata sangre de aristócrata.

Estaban ahí reunidos para dar inicio al proceso de adiestramiento e iniciación, que iría convirtiendo al arrogante jovencito en el próximo líder del Clan, opción sugerida claro por el abuelo del muchacho quien tenía todo el poder y la última palabra para tomar cualquier decisión. Los tres caballeros miraban con curiosidad al niño que permanecía erguido en medio de ellos, en definitiva esperaban mucho de él y de la escolta que le había sido asignada y en parte elegida por el propio infante. Esa guardia que sería de la completa confianza de Atobe, los mejores de entre los mejores, todos pertenecientes a las familias nobles y más poderosas de la comunidad, castas de guerreros con sangre pura en su totalidad.

-Keigo, hoy cumples sesenta y seis años es momento de aleccionarte sobre el éxitoso futuro que te espera y lo que debes hacer para conseguirlo-

-Escucho- contestó de manera tajante, malcriado hasta con su abuelo.

-Correcto, cuando tengas la edad mortal de quince años, equivalentes a tus ochenta y dos como ser inmortal, deberás elegir a una persona cuya existencia este libre de malas acciones que puedan condenarlo al averno, un alma pura- el chiquillo miraba insolente al viejo que funge como su interlocutor –una esencia que idolatre tu existencia y venere tu persona, hablando vulgarmente… que te ame, una vez que tengas elegida a tu víctima deberás marcarla con una leve mordedura en el cuello-

-¿Eso es todo?- dijo con fastidio.

-No, años mas tarde, cuando cumplas un siglo de existencia equivalente a tus dieciocho como humano, entonces deberás concretar la parte fundamental del procedimiento- el abuelo del muchacho sonrió con sorna- esta parte te encantará, el treinta y uno de octubre deberás tomar el alma de tu víctima… además de su cuerpo- al instante una sonrisa se formuló en los delgados labios del menor.

-¿Ya es todo?- cuestionó por segunda ocasión.

-¿Dónde están tus modales, Keigo? No comas ansias… cuando el encuentro sexual culmine morderás su cuello, enterrando por completo tus benditos colmillos, después le darás un beso donde de a poco irás despojándolo de su alma, esa esencia sublime y pulcra que te alimentara como ninguna otra, porque no hay nada más poderoso que un alma inocente y pura que es desquebrajada y devorada por una esencia putrefacta y perfecta como la nuestra, amado nieto-

-Si como sea, mientras esa ceremonia de sacrificio me reconozca como legitimo heredero y más cerca del poder…-

-Atobe, puedes incrementar colosalmente el poder de un alma  sacrificada, y con ello regocijarte de mayor potencia para ti, ¿te interesa?-

-Habla-

-Si tú llegases a experimentar un deseo desenfrenado, pertenencia y dependencia de esa persona… digamos que llegaras a “sentir” afecto por tu víctima algo drámaticamente casi imposible para nosotros… entonces el sacrificio sería mayor, porque entonces estarías entregando a alguien “especial” para ti, ¿qué dices a eso?-

-¿Entregar a quien ame?-

-Nosotros no amamos-

-Eso no me importa, lo único que aquí interesa es la omnipotencia que obtendré si eso sucede-

-Entonces, si eso llegará a suceder, ¿estas dispuesto a llevar a cabo el sacrificio?-

-Por supuesto, si con ello consigo mayor fuerza, por mí esta bien- los presentes sonrieron complacidos con la respuesta.

31 de Octubre

Con aires de grandeza y armónicos movimientos, se deslizó a través del alfombrado salón con gracia digna de un príncipe, no faltaba mucho para que sus inútiles compañeros llegaran, no sólo ellos estaban por arribar al lugar, también lo haría su amado hermano en compañía de su molesta pareja, ¡maldita la hora en que Eiji se enredó con ese sádico infeliz!

Desde que él y los de su Clan habían llegado a Japón, una parte de ellos tuvieron que fingir ser unos simples y ordinarios seres humanos. Jugaron a ser tenistas de secundaria y preparatoria en diferentes Institutos, pero para su buena suerte aquel show había terminado. Vivir aquel estilo de vida era hasta cierto punto divertido, sólo que él como futuro y supremo líder de aquella agrupación no se podía permitir ser un humano común y corriente, así que sobre todas las cosas y en cualquier mundo, él era el omnipotente Atobe Keigo.

Caminó a la ventana, mirando la inmensidad de los jardines de aquella residencia que alojaba a la elite de los caballeros de la noche. El medio día estaba en completo apogeo, deslumbrando todo en el exterior gracias a la potente luz del astro solar. La vista panorámica que tenía a su disposición era bella pero sin ninguna duda prefería la sensualidad y misterio de la noche. Su rato de enajenamiento se frustró con la llegada de su pelirrojo hermano seguido muy de cerca por el cínico castaño.

Bufó con molestia ante la presencia de la estilizada figura de Syusuke.

-¡Oh pero que tragedia! Cualquiera diría que no te da gusto verme Atobe- fingió cierta aflicción ante la mirada de odio que le dirigía el dueño de la imponente mansión, esa era su misión en la vida, molestar al prójimo y que mejor si podía hacer rabiar al engreído de Keigo.

-Me importa un bledo lo que “cualquiera” pueda decir, el punto es que mi Magnificencia se siente insultada con tu presencia pero por obvias razones te soporto- apuntó con la cabeza al distraido joven ex integrante del Seigaku, quien en esos instantes ponía mayor atención a cambiar la bendita característica de su rostro.

-No me gusta como luce mi rostro sin esta banda- comentó Kikumaru.

-De no ser por la culpa de la bestia que tienes por pareja, no tendrías esa cicatriz en la mejilla, Eiji- afirmó con molestia viendo penetrante al sinvergüenza castaño que se acercaba a su hermano con cautela, sujetando casi con dulzura el rostro afilado de Kikumaru.

-A mi me gusta esa cicatriz, por eso se la hice, llamemosla mi marca personal- rió con falsa ternura, mostrando esa mueca insolente que tanto detestaba Atobe.

-Eres un cerdo-

-¡Basta los dos! ¿No pueden estar un día sin dejar de pelear?- era fastidioso el hecho de verles pelear a toda hora del día.

-Es evidente que no, hermano- Keigo detestaba a Fuji desde que tenía uso de razón, pero todo empeoro cuando Syusuke se “almorzó” a Eiji, a su querido hermano; contrario a todos sus pronósticos que auguraban una noche de placer y nada más entre esos dos, resultó ser lo contrario, a esa noche le siguieron una tras otra hasta consagrarse en esos cuatro años de enferma “relación”; no se explicaba como alguien como su pelirrojo hermano encontraba afinidad en ese impúdico y descarado demonio.

Para relajación del ambiente las enormes puertas de aquella sala se abrieron de par en par, el umbral fue atravesado por tres jóvenes de impenetrable temple, los recién llegados junto con Fuji y Eiji formaban parte de la selecta escolta de Atobe. El más bajito del tercio con cabellera cereza saludó con un entusiasta ademán, los otros dos sólo atinaron a realizar un movimiento de cabeza.

-¡Que hay! Hoy es tu noche ¿verdad Atobe?- preguntó con una cantaleta que sonaba  socarrona.

--¿Ah? Así es, hoy el sello que limita mis poderes por fin se destruirá- respondió con ese tono pasivo y elegante que le caracterizaba, Gakuto rió.

--Tienes hambre de poder-

--¿Y quién no lo tiene?- intervio el joven de cabellos azulados mientras ajustaba sus finos lentes.

--Él, Kikumaru- todos los presentes miraron al instante al muchacho que permanecía sentado sobre la pierna derecha de Syusuke, prestándole mayor atención al pálido cuello del castaño.

-Tienes razón, Eiji es una vergüenza para el Clan- Fuji afiló su mirada viendo de manera amenazante a Gakuto.

-Ni me veas así, que su propio abuelo lo dice- intentó defenderse el de cabellos cerezas, Atobe parpadeo curioso contemplando la figura de su hermano, esa figura que se aferraba a la estética anatomía de Syusuke abrazándolo por el cuello. Independiente a la molestia que le invadía cada que veía al pelirrojo tan devóto a ese méndigo libidinoso, caía en la cuenta de que Kikumaru era entre todos el que más se asemejaba a un ser humano, tenía una pizca de sentimentalismo barato en su interior, no sabia el por qué, pero eso provocaba tener un sentido de protección por su hermano menor, casi como el que sentí por Jiroh, claro en diferente forma.

-Igual da lo que pienses Mukahi, de todas formas en jerarquía estoy por encima de ti- sagaz y agudo, Eiji no andaba por el mundo con bandera de imperioso o altanero, pero si era provocado no dudaba ni un momento en responder de manera simple pero hiriente.

-Jaja nos estamos desviando del tema- comentó Fuji al notar el duelo visual entre los dos acróbatas muchachos –estamos reunidos para tener los detalles de la gloriosa noche que nuestro líder tendrá-  parecía un juego de tennis, las miradas simulabann seguir una pelota, cada que alguien decía algo sobre alguien, este último recibía todo el peso de cinco pares de ojos.

-Anda Atobe, muestrate entusiasta tendrás tu primer encuentro erótico- sonrió malicioso Oshitari. Tezuka por su parte no despegaba la vista de Keigo, le intrigaba saber a quien ofrecería en sacrificio.

-¡Cierto! No se como pasaste cien años sin nada de nada… con razón estas tan amargado- esto último lo dijo en un susurro –aprende a Fuji el es un chico muy feliz- el aludido sonrió con malicia seductora, Atobe rodó los ojos comprendiendo a la perfección la doble intención de Gakuto.

-¿Y como no sería feliz si cada que puede satisface sus necesidades hormonales?... con el hermanito de Keigo, a decir verdad me extraña que Kikumaru no esta partido por la mitad- decía intrigado el ex Hyotei mientras acariciaba la cabellera cereza de Mukahi.

-Jaja… ¿qué les importa mi bendita intimidad? No se hagan los mojigatos, como si ustedes no lo hicieran, yo al menos puedo ser presuntuoso de ese gran talento mio- tanto Oshitari como Gakuto rieron ante el descaro.

-Pobre Eiji, liar contigo y soportarte todas las noches encima de él…-

-¿Pobre de mi? No me parece, de ser así ¿crees que seguiría al lado de este degenerado? Además ¿quién dice que siempre voy abajo?... - comentó con una sonrisa sugestiva que a Syusuke se le antojó fascinante, el pelirrojo se levantó de su asiento, abandonando el posesivo abrazo al que lo tenía sujeto Fuji. Ante tal comentario hasta Tezka sonrió malicioso.

-Kikumaru cuida tus modales- regañó Atobe.

-Es cierto dejemos de lado a ese par de conejos en primavera, pero en serio Keigo, ¿Cómo soportaste tanto tiempo con cadena de castidad?-

-Tsk… -chasqueó coqueto su lengua- lo que voy a obtener a cambio lo justifica por completo, además tampoco viví sin diversión- pasó sus dedos gracilmente entre el tono grisaceo de sus cabellos.

-Ya veo, pero gracias a ese requisito de castidad, no pudiste meterle mano a Jiroh ¿eh?- Oshitari meneó su cabeza en forma de negación ante las impúdicas preguntas o aseveraciones que realizaba su pareja. Kikumaru por primera vez se mostraba interesado en conocer un poco más de su hermano mayor, Atobe rió con cinismo impreso.

-Después de esta noche, lo haré diario- aclaró el ex capitán.

-¿Sólo en eso piensas Mukahi?- cuestionó Tezuka.

-¡Por supuesto! Carecemos de inútiles emociones entonces de alguna manera debemos sustituir esa ausencia y que mejor que con el libido y placer carnal- la mirada celeste de Syusuke centelló, respaldando con ese simple gesto las palabras de Gakuto.

-Jeje, ¿frase de Syu cierto?- comentó el pelirrojo, dando por sentado cuando conocía a su  perverso compañero.

-¿Me crees capaz de decir algo como eso?- pregunto asombrado el castaño a su chico.

-¡De eso y más!-

-Ahh…. Ni como negártelo- se encogió de hombros para después cruzar sus manos detrás de su nuca, recargandose con pesadez en el respaldo del sillón.

-Entonces eso quiere decir ¿qué seguirás con Jiroh después de esta noche?- retomó Oshitari la plática.

-Si eso pretendo, después de tres años de relación ¿crees que lo dejaré irse sin disfrutarlo como se debe?-

-Yo haría lo mismo, tiene un color de piel delicioso, me gusta su piel- declaro Syusuke recibiendo una mirada asesina por parte de Eiji.

-Pues que no te guste idiota- la melodía de amenaza por parte de Keigo fue evidente,Tezuka se burló un poco de la escena, Gakuto lo notó.

-¡Maldiciones Tezuka! Tu estóico rostro sonrió-

-Callate insolente-

-Me atrevo a decir que Jiroh tiene más inlfuencia en ti, de la que estas consiente, ¿no Atobe?-

-¡Qué estupidez!- dijo con el tono más calmado que pudo conseguir –no es novedad cuanto deseo tenerlo sólo para mi, después de todo le cuide por tres años para que nadie le pusiera una mano encima y mancillara la pureza de su cuerpo y alma ¿crees que privaria a mi cuerpo de un festín tan digno de mi?-

-Tan egocéntrico como siempre, pobre Jiroh él que tanto vive para adularte tendrá que conformarse con ser tu juguete ocasional-

-No te equivoques Oshitari, el permanecerá eternamente a mi lado no será un juguete ocasional, será mi juguete favorito- dio un sorbo a su copa con vino.

-¿Juguete? ¿Y te enfureces cuando me refiero a Kikumaru como mi objeto favorito?- Atobe planto su mirada violeta en las celestes de Fuji.

-Eso es diferente, estamos hablando de la integridad de mi hermano, Syususke-

-¿Integridad? Ja no juegues Keigo, ¿Qué integridad podemos tener cuando carecemos de moral?- Kikumaru bufó fastidiado dejandose caer sobre un diván, estirando su mano a la mesita donde reposaba una vasija con uvas.

-¡Por favor callense! No estamos aquí para hablar de nuestra entereza como seres superiores, estamos aquí para averiguar quién será la presa de Atobe- sentenció con tono serio Oshitari.

-He dicho- se burló Mukahi.

-Yo creo que Jiroh hubiera sido perfecto, es noble y dices que lo has mantenido puro… te ama, idolatra y venera, tiene lo necesario… -Tezuka guardó silencio, analizando sus propias palabras, arqueó su ceja.

-Je ¿qué dices Tezka? Eso sería hasta vil para Keigo, mínimo por respeto a los tres años de relación Atobe no haría eso, no lo mandaría  a una muerte segura, ¿verdad?- pregutó Fuji a su indeseado cuñado.

-¿Ah? No lo veo nada de malo Fuji, al contrario agradecido debería de estar de que le obsequiaré vida eterna- “Obsequiaré” Su líder estaba hablando en futuro, aquella palabra captó la atención de todos.

-Jeje, hermano no elegiste a Jiroh como víctima para el sacrificio ¿verdad?- Kikumaru preguntó temeroso de la respuesta.

-Si que lo hice- aseguro orgulloso de su respuesta, ocasionando el desconcierto de todos.

-¿Cómo pudiste?- le cuestionó intrigado el de cabellos azulados.

-Vamos Yuushi, no es tan malo, además Jiroh duerme mucho, no existirá diferencia entre un Akutagawa dormido o muerto- rió divertido.

-Atobe ¿por qué?-

-Porque se ajusta  a lo que necesito, nació para amarme y satisfacer mis deseos, soy la fuente de su idolatría, es un pedazo de alma noble y lo deseo más de lo permitido, tan es así que por eso lo elegí, para convertirlo en un ser igual a nosotros y que de ese modo me sirva eternamente- no mostraba preocupación o rastros de arrepentimiento, hablaba tan natural que no dejaba espacio para las dudas.

-¡Vaya que eres idiota! – Keigo miró con enfado a Tezuka ante lo que le había dicho.

-Eres tan vil, je superaste mis expectativas- Fuji estaba sorprendido, jamás imagino que Keigo se atreviera a sacrificar a Jiroh, en algún momento llegó a pensar que entre ellos existía un fuerte lazo o conexión, pero ahora su teoría se iba por el drenaje.

-Jiroh no se merece eso, hermano- Atobe no entendía por que tanto ridículo alboroto, ¿qué tenía de malo volver a Akutagawa su juguete eterno? Tezka notó la expresión confundida de su amigo.

-Atobe, ¿si sabes que Jiroh morirá al término de la consumación del acto?-

-¿Por qué habría de morir si por eso lo voy a morder y volverlo inmortal?-

-Keigo…-murmuró Kikumaru.

-Es imposible hacer eso, en cuanto muerdas el cuello de Jiroh, todas las toxinas de las almas que has robado se pasarán a su cuerpo, todas esas almas corrompidas se encargarán de mutilar la gentil tibieza de Jiroh… su cuerpo no lo soportará y morirá irremediablemente, el peso de tu sangre de noble combinada con la porquería de esas almas lo destrozarán, serás fuerte, más de lo que imaginas, pero ahora conoces el precio… aunque puede que su cuerpo aguante  pero su alma estará estropeada, ese niño no será el mismo que hasta hoy conoces, estará vivo y serás dueño de su alma… pero tendrás a tu disposición a un pútrido zombie incapaz de experimentar nada, sólo respirará y no habrá más Jiroh para ti- Keigo no se inmutó, pero sintió un vació inexplicable, conforme iba asimilando la explicación sentía una corriente eléctrica en todo su cuerpo, entonces supo en donde debía enfocar esa rabia que estaba sintiendo, su abuelo.

-Ahora entiendes tu grado de estupidez- agregó Mukahi mientras comía algunas uvas –de modo que por tu avaricia el buen Jiroh debe morir, es una pena, tan bien que me cae- frunció su labio inferior realizando un puchero, llevando al instante una uva más a su boca para después sentarse en un pedazo del diván donde permanecía acostado Kikumaru, entonces comenzaron a charlar sobre lo que había hecho el hermano del pelirrojo –tan emocionado que estaba de venir a la fiesta de “halloween”-

-¡¿Y tu no sospechaste que Atobe sólo invitara a Jiroh?!-

-Me pareció normal, después de todo es su novio, lo que me parecía anormal era que se acostara con otro teniedo a Jiroh en su casa-

-De todas las personas que conoces, el era el menos indicado para hacerle eso, Keigo- la voz de Oshitari amenazaba con taladrarle los oídos, por primera vez en cien años sintió que su potente temple sufría un rasguño.

-¡Callense todos! ¿Pero qué es esto? Encima de que tengo una escolta de bonitos tengo que liar con un quinteto de ridículos sentimentalistas, en serio que son patéticos ¡los cinco!- los apunto con el dedo indice, sin decir nada más salió del lugar visiblemente irritado, azotando fuertemente la puerta, ocasionando que el vino que Fuji bebía cayera, escurriendose por la comisura de sus labios.

-¡Esos modales!- le gritó el castaño al furico hombre que había salido por aquellas puertas. Estaba por limpiarse el líquido derramado cuando la dulce lengua de Kikumaru ya se encargaba de limpiar la comisura de sus labios, Syusuke sonrió con ese perfecto gesto que lo caracterizaba.

Atobe caminaba velozmente hasta su refugio personal, empujaba a todo aquel que se atravesaba en su camino, parecía un tornado arrasando todo a su paso, poco le importaba a quien se llevara en el camino, sólo quería pensar en como salir de ese embrollo, ¿por qué deseaba hacerlo? No le importaba saber el porque, simplemente tenía que arreglar eso ante de la llegada de Akutagawa. Con fastidio escrito en la frente se adentró a su lúgubre y victoriana habitación, estaba por tirarse sobre el colchón cuando alguien tocando a la puerta lo detuvo de su futura acción.

-Joven Keigo, el señorito Jiroh ha llegado- en cuanto escucho salió disparado de su habitación, no podía dejar que el muchacho entrara solo a la gran casona, en cuanto el joven pusiera un pie dentro sería abordado por todos esos hambrientos seres de ultratumba, no pensarían dos veces morderle el cuello a diestra y siniestra y eso simplemente no podía permitirlo, si alguien iba corromper al castaño ¡ese sería él! bajo a paso rápido por las titánicas escaleras, tampoco quería bajar corriendo y delatar su necesidad por aquel simple mortal, además quería evitar tener que asesinar unos cuantos por tocar ese cuerpo que es de su propiedad.

Dicho y hecho, al llegar al inmenso lobby lo primero que vio era como el sanguinario de Kirihara y otros tres insolentes se acercaban como fieras a la nerviosa figura de Jiroh. Antes de que el castaño pudiera siquiera sentir la respiración de Kirihara este ya se encontraba sujeto por el cuello de su camisa, siendo aventado con insignificancia por Atobe.

-A tus asuntos Akaya, ve y revuelcate con quien se te antoje-

-Sus deseos son órdenes, mi señor- alardeó con una fingida reverencia.

-Te esperaba más tarde- intentó robar su atención, pero la conciencia del recién llegado reparaba en todos los personajes siniestros y bellos que le rodeaban, un poderoso escalofrío le cubrió de lleno el cuerpo, sentía como si una navaja estuviera recorriendo su espina dorsal.

-Ah si-

-Veo que hoy no soy muy necesario para tu vista- dicho lo anterior el muchacho emprendió el camino a las escaleras, entonces si la atención de Jiroh se enfocó en su ex capitán, reconociendo que desde que entró a ese lugar quedo hechizado por el misticismo y terror del ambiente. Casi corriendo le dio alcance al mayor, sintiendo las pesadas miradas que se remolinaban en su presencia, le miraban con libido y escasez de pudor,  pero lo que más logro sacarlo de control era como un tipo mordía con violencia el hombro de otro sujeto, sintió un asco desmedido pero extrañamente le pareció interesante la escena, claro si en ella estuvieran incluidos Atobe y él; de la nada de nuevo apareció Akaya tomándolo por sorpresa, Akutagawa frunció el ceño.

-¡No vuelvo a repetirlo Akaya! Lárgate y busca en que entretenerte-

-Claro Atobe, sólo quería desearles suerte, disfruten la velada- El castaño se sintió incomodo ante la mirada lasciva que le brindaba el de cabellos negros, sin pensar mucho en lo que hacía sujetó la mano de Keigo asombrando a todos los presentes, más asombro aún que el líder no lo apartó del contacto.

-¡No quiero que nadie se acerque a mi habitación! Estaré ocupado- temor es lo que inspiraba el gesto de Keigo, tomó por la cintura a Jiroh pegándolo contra su cuerpo, perdiéndose ambos en la obscuridad de los pasillos. Metros adelante encontraron la glamorosa habitación del apuesto líder, se adentraron de inmediato y Jiroh suspiró divertido.

-Extraños amigos los tuyos-

-No son mis amigos, lacayos y nada más… peones de mi juego-

-¿Todos ellos son lo que tú eres?-

-Jaja, me haces sentir como un parásito pero si, de alguna manera son como mi especie más no como yo- sin dar mas oportunidad a seguir la charla se acercó peligrosamente, lanzando una mirada de deseo al menor que lo miraba embelesado, hasta ese punto de la noche es que prestó atención a la refinada figura de su chico, quiso prestar mayor atención al pulcro y exquisito atuendo de su acompañante pero los voraces labios del muchacho ya lo habían tomado con pasión y gallardo agarre, envolviéndolo en su beso desesperado y hasta cierto punto anormal.

Esa sensación de desesperación en Keigo no era común, en realidad nunca había recibido un beso así de su parte, era como un beso necesitado un beso que anhelaba y exigía al mismo tiempo, a como pudo se separó del mayor que ponía algo de resistencia para no romper el contacto.

-¿Esta todo bien?- cuestionó el menor.

-¿Recuerdas aquella vez en que te dije que podíamos estar juntos eternamente?- Jiroh lo pensó un poco.

Hace tres años…

Tenía miedo, sentía su cuerpo titubear con la cercanía excesiva a la que estaba expuesto, la respiración lenta y  pesada del joven que lo acompañaba le estaban helando la sangre ¿en qué momento comenzó a experimentar miedo a la presencia de Keigo? No tenía mucho, quizás unos veinte minutos, minutos que se le habían hecho casi tan largos como la vida misma. En el instante en que la luna iluminó tenebrosamente el ambiente, la mirada violeta se tornó escarlata es cuestión de un parpadeo.

Jiroh rió de manera nerviosa ante el caminar siniestro de Atobe, cuando la distancia entre ellos se vio reducida, el mayor se colocó atrás del castaño, sujetando con delicado tacto la cintura de Akutagawa, lo atrajo contra si, recargando al máximo la espalda del menor contra su pecho, lo tenía donde quería. Con una sonrisa maliciosa y triunfal se acercó con desesperante calma a la marcada clavícula del joven, quien se mostraba estático pero deliciosamente satisfecho con lo que sucedía, no tenía ni la mas remota idea de que pasaba, lo único de lo que si era consiente era del acelerado paso de su corazón que poco a poco menguaba su ritmo, cada que sentía mas el aliento de Keigo contra su cuello, sus latidos se volvían cada vez más lentos.

El arrogante joven jugueteó con su propia respiración sobre la piel bronceada, disfrutando como vil demonio el bombeo que estaba ocasionando en la corriente sanguínea de Jiroh, podía oler su sangre, sentirla hervir con su simple cercanía, claro, ese era uno de sus más despiadados talentos, tener bajo su control el arte de la seducción. Sin darle más vueltas al morboso asunto pasó con regocijo la punta de su lengua a lo largo del cuello canela, saboreando la fragancia de deleite que desprendía el menor; abrió su boca mostrando unos colmillos que amenazaban con enterrarse en la suave piel, mordió leve  sin perforar la dermis dejando sólo unas diminutas marcas con apariencia de lunares rojos, mismos que pasarían desapercibidos ya que besó y succionó la tez del castaño, dejando la apariencia de un moretón.

Akuragawa no sintió ningun dolor, al contrario, al sentir como su piel era marcada por los labios de Atobe  soltó un casi imperceptible sonido de satisfacción. El capitán de Hyotei se mostró complacido pero con una nefasta sensación de querer más, necesitaba a toda costa probar la sangre de ese chico, pero aún no era el momento, tendría que esperar tres años hasta el día en que se llevara a cabo su ceremonia de mayoría de edad, ese noche en que el poder correría a traves de su sangre noble. El cuerpo que anteriormente había sido apresado por las manos del mayor, se giró con cierto temor y curiosidad,  sentía como si hubiese salido de un estado de trance del cual no recordaba mucho, sólo conservaba esa sensación de fuego en su piel.

-¿Qué eres Atobe?- preguntó sin mucho recato.

-No preguntes cosas de las cuales no te agradará la respuesta-

-Dilo…- no fue una petición, fue una plegaria que el líder respondería ante la imagen suplicante frente a él, aprovechando la proximidad de ambos cuerpos, bajó un poco su rostro quedando a la altura de los labios del menor.

-Soy más que tu, más que cualquier ser humano, soy Atobe Keigo- siseó sobre los pálidos labios que permanecían secos a causa del frió, un ardor causo malestar en el cuello del castaño provocando que tocara la zona afectada, tanteó unas leves protuberancias.

-¿Qué hiciste?- murmuró.

-No cuestiones aquello que te da satisfacción, te ofrezco una vida de placer y leyenda a mi lado- la respuesta le pareció una especie de declaración, algo extraña e inexplicablemente espeluznante; lo visto y vivido aquella noche no figuraba en los parámetros de lo normal ¡por los dioses Atobe tenía colmillos y mirada asesina! Peor aún ¡mordía! Los pálidos labios sonrieron ante su propio pensamiento, aunque tenía la sensación de que la situación no era tan graciosa como él la quería ver. Keigo no respondió a su pregunta de “¿Qué eres Atobe?” quizás no era necesario, todo apuntaba a que se trataba de esos personajes enigmáticos, seductores y asesinos de los cuentos medievales y actuales, de ser así esa relación con su capitán no sería muy sana que digamos…

-Atobe…- quizó decir algo, pero al sentir un dedo sobre sus labios olvidó lo que deseaba expresar.

-Shh, ya eres mio, Jiroh- el nombrado recargó su cabeza en el pecho del más alto, intentando analizar lo que había sucedido y buscar una respuesta a ese endemoniado magnetismo por Atobe que se había intensificado esa noche, le gustaba más que nunca lo sentía deseable e interesante, ahora deseaba conocer todo de Keigo, formar parte de Keigo sin importar como, lo lograría hasta sus últimas consecuencias.

La luna se mostró como fiel testigo de aquel abrazó posesivo y romántico, posesivo por el lado del mayor y romántico por parte de Jiroh; la alberca de la gran  mansión del dueño de la mirada violeta, reflejaba y grababa aquella escena con melancolía y pesar, uno sentía hambre de poder, deseo y pasión carnal, el otro devoción y amor, por desgracia el blanco y negro nunca se han llevado bien, combinan pero jamás se podrán mezclar.

Después de recuperar esos recuerdos de hace tres años, volvió a su presente, mirando la extraña mirada suplicante de Keigo, en definitiva algo no estaba bien.

-Si lo recuerdo-

-Aquello no lo dije como promesa de falso amor, lo dije por que en verdad puedo hacerlo realidad, siempre y cuando me des tu alma a cambio, así yo podré cuidar de ella eternamente y tenerte a mi lado- el castaño paso saliva con dificultad, eso rebasaba su lógica y francamente su adormilada mente no deseaba pensar tanto las cosas, de ser así terminaría huyendo del lugar, pues esa mirada maniaca de su ex líder lo atemorizaba en demasía. Estaba un poco asustado, pero las palabras de su amante lo dominaban, quizás era esa sensual voz, lo grave de su hablar o simplemente el hecho de amarlo, el punto era que se sentía incapaz de huir de esa persona, desde hace tres años supo que la relación con ese joven sería peligrosa y por demás exitante.

No era una promesa de amor como tal, pero le sonaba romántico y ampliamente aceptable ¿qué podia ser mejor que permanecer una eternidad a lado de Atobe Keigo? ¡Nada! A pesar de no saberse amado por ese demoniaco ser, estaan seguro de querer estar por siempre a su lado.

-Además, si me entregas tu alma también me volveras un ser más fuerte e imbatible… de algún modo moriras pero después de ese paso serás como yo y nunca morira, tu cuerpo y alma serán mios por siempre- de nuevo la mirada violeta se transformaba en escarlata, los enigmáticos ojos del mayor lucían mejor que nunca, los vio entrecerrarse a la par que el rostro se acercaba a su frente y despositaba un beso.

-Yo… quiero hacerlo, Atobe- una parte del inhumano ser se regocijo ante la respuesta, ¡un sacrificio voluntario era aún más poderoso! Su omnipotencia estaba cada vez más cerca gracias a esa noble alma, sin embargo la otra parte de Atobe sintió remordimiento de estar mancillando  él genuino amor que el menor le profesaba; tomando el mentón del castaño le susurro en los labios.

-No entiendes Jiroh…- vergonzoso y espantoso era el momento que se vivía, una lagrima de sangre se escapo del brillante ojo del ex Hyotei, por dentro se sentía humillado de saberse vulnerable ante algo desconocido, Akutagawa miró atemorizado e incredulo esa rojiza gota que se deslizaba lenta muy lentamente por el pómulo del muchacho. Contraste absoluto en esa habitación, por un lado estaba una escencia blanca y transparente, mientras que la otra era negra y devastadora como el mismo infierno, los labios dulces del joven de mirada almendrada besarón los delgados y rojos del lider del Clan, el contacto era siniestro debido a la situación de muerte y amor que inundaban la habitación.

Incluso así, el corazón del dormilón se mantenia fuerte y claro en lo que deseaba, esa lagrima carmesí había removido todo en él, esa sensación de preocupación que precibió en la mirada granada de Atobe lo despejaron de toda duda, él podía ser el mismo demonio en persona pero el corazón no reconoce de maldad o bondad cuando se ama, sólo elige a quien cree es merecedor de su cariño.

-No necesito entender- murmuró aún si despegar sus labios de los del otro.

-Me hubiera gustado hacer esto en diferente situación- la boca abandonó su lugar de inicio y fue en descenso a través del cuello delgado de Jiroh, con movimientos bien calculados dirigió al mortal hasta la amplia cama que sería testigo mudo de la entrega y la consumación de un pacto demoniaco, le recostó casi sin cuidado sobre el mullido colchón, ansioso por probar esa piel que por tantos años soñó con manchar a base de besos carentes de emoción, aunque de esto último ya no estaba tan seguro. Se sentía como hielo expuesto al calor de una fogata, rindiendose ante la calidez deliciosa que desprendía el virgen cuerpo del menor, a medida que su temperatura aumentaba la ropa iba siendo menos necesaria.

-Te amo, Atobe-  sin rodeos lo dijo, pasaba mucho tiempo durmiendo y su final tal vez estaba cerca, asi que no debía vacilar en decir lo que su corazón gritaba ante cada roce de los fino labios de su ultrajador. Esa oración trillada y casí común hiso sonreir al mayor, el sabia de sobra cuanto le amaba el muchacho, pero su ego aumentaba cada que lo esuchaba decirlo.

-¿Sabes que no diré que siento lo mismo verdad?- susurra en el oido del muchacho –No nací para enamorarme, no se como se hace ni como se siente… pero cuando sepa como se siente, diré que estoy enamorado de ti…-

Continuará

8-8-8

Notas finales: ¡Saludos! Aqui les dejo éste capítulo bastante largo para su deleite jaja, mentira, esto originalmente era un one-shot para un concurso pero por "X" causa no ¡lo pude subir! por una parte estuvo bien por que como one-shot estaba muy largo, así que dentro de ocho día les traigo el segundo y último capítulo.

Por cierto contrario a lo que se interpreta de una futura muerte de Jiroh... ¡nada esta escrito, todo puede cambiar! -bueno si esta escrito pero eso sólo yo lo se- aunque si quiero comentarles que una de las bases del evento era "matar" obligatoriamente a un personaje... asi que ¡hagan sus apuestas!

Nos vemos pronto, muchas gracias por su tiempo.

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