Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Shy por Mizzy Forte

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Todos los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto

Notas del capitulo:  

Hiiii!

Nota1. Oke debo decirlo, me sentí algo decepcionada cuando entre a amor yaoi y me encontré con la triste noticia de que no había fics dedicados al más lindo niño cejas encrepadas DDD:  Y aunque algo tarde (3 dìas >>UU) Le dedico este  fic XD, a él y a todos quienes crean que el LeeGaara es lo mejor forever *.*  Muchas felicidades niño bello >333

Nota2. "Shy" es la continuación de otro fic mio, llamado Lonely Day, que por una u otra razón no publicare aquí, y narra los inicios de la amistad entre Lee y su pequeño (muy pequeño xD) amigo Gaara. En fin, espero no resulte muy confuso este D: y please, no esperen mucho que salió en cuestión de pocas horas XD

 

*3*

Capítulo Único. Su nombre es... 

 

*

 

 

 

 

Había conocido a  Gaara, cuando este tan sólo era un niño.

 

 

 

Uno que desde el principio, supe que era especial.

 

 

 

Jamás fue el típico pequeño que sólo se preocupase por jugar con el resto de los chicos; el clásico niño que corría con  la ropa desordenada y las mejillas sonrojadas hacia todas partes, a punto de quedarse sin aliento,  pero siempre con una sonrisa en los labios. Cuanto hubiese deseado, que mi niño fuese esa clase de persona. Sin en cambio sabía bien, que de ningún modo sería así. Porque muy por el contrario; mi pequeño fue  imperecederamente silencioso y tranquilo, casi ausente. Como si aquel diminuto cuerpo, no contuviera el alma de una persona de su edad. Mi Gaara, invariablemente pasivo y sosegado. Y ese pensamiento me entristecía, me hacía desear protegerlo más, cuidarle y adorarle con más devoción.

 

 

 

Aún si el tiempo ha transcurrido, y las situaciones amargas me han alejado de él, sigue siendo mi  persona más preciada del mundo. Sin importar la abismal diferencia de edades entre nosotros; Gaara jamás aparento sentirse incómodo con mi afecto. Tampoco asustado por las miradas y roces ocasionales entre ambos, mucho menos por el sabor de mi boca.  Nada de todo ello parecía perturbarle.

 

 

 

Cosa que a mí, me alteraba terriblemente.   

 

 

 

Porque amar a un pequeño, a quien se  le lleva más de una década de edad, era algo que nadie habría aceptado ni reconocido como normal, ni en aquel entonces ni nunca.  Algo que por otro lado sí era muy extraño, algo nefasto. Cierro los ojos al pensar en ello, al recordar que fue esa la razón por la cual lo deje escapar. Así, y solamente así,  lo mantendría integro y puro; tal y como él siempre había sido. Lejos de mí, nunca podría lastimarlo. Sé que sigo queriéndole, y pienso inevitablemente en lo último que pude decirle:

 

 

 

"Te amo..."

 

 

 

"Te amo tanto,  que a veces creo que me vuelvo loco..."

 

 

 

"Gaara..."

 

 

 

Y  sé que fue lo mejor, lo más justo. Pero no puedo evitar el sentirme  estafado y humillado, porque aquel sacrificio de hace años, ahora es en vano. 

 

 

 

*

 

 

- ¿Lee? - escuchó repentinamente. Levanto el rostro, mirando con cierta perplejidad a mi alrededor. De nuevo, me he perdido en mis pensamientos, inclusive por un momento, he olvidado que no me encuentro solo.

 

 

 

-Lo siento - agrego de inmediato con una sonrisa para la persona frente a mí, quien luce como siempre preocupado por mi despiste - ¿Decías? -

 

 

 

- Te pregunte - repitió con voz algo cansina mi acompañante, quien ha comenzado a habituarse  a estos lapsus - Si vas a quedarte  - murmura mientras se acerca a mi escritorio y mira el reloj - Es hora de irnos -

 

 

 

En ese momento, yo no hago sino mirar que efectivamente, el reloj marca las 6 de la tarde, lo había olvidado completamente.  …l por su parte, no hace sino sonreír. Sí claro, también estaba acostumbrado a esto.   Y su sonrisa aunque genuina, contrasta extrañamente con sus ojos y los severos gestos en su rostro. No se ve mal, solo extraño.

 

 

Aún me cuesta creer, que este chico sea un Sabaku.

 

 

 

- Temo que no Kankuro - digo antes de acomodar varias notas - Quizás en una hora más -

 

 

 

-De acuerdo - dice después de algunos instantes, quitándose la corbata que obviamente no va con él- Nos veremos mañana entonces, jefe - murmura con burla, sabiendo de sobra que no me gusta ese apelativo. Frunzo levemente el ceño ante sus juegos y me despido levantando la mano, sin deseos de hacer reclamos.  Veo su figura desaparecer tras la puerta de cristal, y sonrió al pensar en ello.  

 

 

 

Conocí a Kankuro hace un par de años, quien había comenzado como asistente para mí. No hubiera pensando que con el tiempo termináramos siendo buenos amigos, los mejores. Un inusual chico, alegre, cuya procedencia jamás hubiese sospechado. Y es que, él jamás mostraba esa disciplina y austeridad tan característica de ellos, constantemente me pregunto como alguien así pudo nacer en aquella familia. Y si bien me agrada, no puedo darme la libertad de pasar mucho tiempo con él. Porque siendo un Sabaku, al acercarme demasiado a él, también lo haría a mi pasado. Uno eternamente vetado para mí. Creo, que es un castigo...

 

 

 

-Que ironía, haberme encontrado con tu hermano - miro a través de la ventana, sintiendo esa remota y conocida melancolía - Gaara-kun -  Pienso constantemente en él, en lo mucho que debe haber crecido en estos años, en lo diferente que debe ser. No es una idea que me agrade mucho, pues Gaara siempre me gusto tal y cual era, la idea de ver a una persona distinta me decepcionaría.

 

 

 

Pero quizás, así sería mejor.

 

 

 

La campanilla de la puerta principal suena entonces y yo pestañeo un tanto desconcertado por ello ¿Un cliente a estas horas? Es algo tarde... Pero bien, no quedaba sino entregar una cordial sonrisa y atenderle.

 

 

 

-¿Si? - pregunto sin dejar de mirar a través de la ventana.

 

 

 

- Disculpe... ¿Sabaku no Kankuro? -

 

 

 

Y me extraña que le busquen a estas horas, pero no hago sino responder amablemente.

 

 

- Acaba de irse - agregué aún mirando el escritorio - Pero supongo que puede alcanzarlo, él... - Mis palabras fueron irrumpidas bruscamente. Justo cuando había girado el rostro para ver al recién llegado y darle instrucciones, el tiempo a mí alrededor se había congelado.

 

 

 

No, esto sencillamente no podía estarme pasando, no después de tantos años y sacrificios de mi parte. Con una vaga esperanza, cerré los ojos. Los cerré con fuerza, casi con desesperación,  deseando que el cansancio me estuviese haciendo una jugarreta, y que la persona frente a mí, no fuera quien yo creía. La misma de quien había estado escapando toda la vida.  Pero al abrirlos, me encontré con ese chico, y nada cambiaría que él había llegado nuevamente a mí.

 

 

 

- Tú eres... - argumente con zozobra en mis palabras; sintiendo como su presencia alteraba todo en mí, como el aire comenzaba a discurrir dificultosamente hacia mis pulmones y  mi mundo se volvía débil e insignificante. Mire el pequeño y delgado cuerpo delante de mí, el cabello en completo desorden, la expresión sin emociones... Tenía que ser. Y en mi mente su nombre resonó con fuerza y ansiedad, como un eco violento y doloroso.

 

 

"Gaara"

 

 

Y anhele con desesperación murmurar ese nombre. Decirlo, gritarlo.  

 

 

"Mi Gaara..."

 

 

Pude ver su expresión de desconfianza, y también pude suponer lo que penso: "¿Quién era aquel extraño que le hablaba con tanta familiaridad?" No quería asustarlo, así que sin demora corregí de inmediato mis palabras.

 

 

-Lo siento... lo siento en verdad - dije nerviosamente. Mire con cuidado lo mucho que mi pequeño había crecido. Lo hermoso que estaba, y lo feliz que seguramente era sin mi - Yo... Te confundí con alguien más - frote nerviosamente el cabello de mi nuca y sonreí. Y creí, que sonreía por cortesía, por la emoción de encontrar a mí ser más amado de nueva cuenta. Pero no era ello lo que me emocionaba de esa manera, no era esa excitación de saberle ahí , de poder acercarme y tocarlo lo que me hacía estallar de felicidad.

 

 

 

Era el hecho, de que mi niño no había cambiado...

 

 

 

Quizás, ahora era un jovencito de 16 o 17 años, y mucho del pequeño que yo recordaba había desaparecido. Pero lo más valioso en él, indudablemente  se había preservado.

 

 

 

Conservaba aún, aquellos  gestos característicos de quienes viven relegados en la compostura y el silencio.  Quede fascinado por la delgadez de su cuerpo, por la palidísima piel que aún lucía con orgullo, hermosa e intacta.  Todavía increíblemente  precioso. Tal y como yo le recordaba; sin una sola cicatriz marcándole, el cabello rojo alborotado, incluso en sus ojos, aún se halla perfectamente resguardado un dejo de tristeza. No obstante ya no me molesta, contrario a cuando Gaara era un niño. Porque esa melancolía, pese a lo que compromete, forma parte de su propia naturaleza, parte de su propia perfección. Casi siento que vuelvo a amarle, que le adoro con más intensidad que antes.

 

 

 

Miro un poco nervioso como extiendo su mano hacia mí, y con un esfuerzo sobrehumano correspondo a su saludo. Percibiendo la tan conocida piel, sus delgados y fríos dedos. Ese roce tan fugaz entre ambos basto para que los recuerdos viniesen profundamente a mí, uno por uno.  Por un momento creí que soñaba. Como desee, estar soñando.

 

 

 

-Tú... - escuchó que murmura Gaara contemplándome fijamente, haciendo que mi respiración sea más difícil.

 

 

 

"Y me pregunto ¿Por qué a veces me miras así...?"

 

 

 

- ¡Lee! -  Escucho repentinamente al momento en que la puerta de cristal vuelve a abrirse - ¡Olvide mi...! - en aquel momento, Kankuro entro haciendo un verdadero alboroto tras de sí, e instintivamente suelto a Gaara. Es una reacción que no puedo evitar, como si al tocarlo estuviera ultrajándole - ¡Eh Gaara! - grita su hermano al verlo -  Así que estabas aquí con Lee -

 

 

 

-¿Lee? - Repite el pelirrojo a la vez que me observa -

 

 

 

- Habías dicho, que nos veríamos en la avenida - repone el mayor de los Sabaku con tono de fastidio - Verdaderamente eres impaciente hermanito - Gaara por su parte, esbozo una mueca. No parecía estar del mejor humor.

 

 

 

-Tardaste... - agregó con un frio eco el más joven. Y sonrió de lado al verlo, si, aún es el Gaara que yo recordaba. Noto poco después, que Kankuro me observa extrañado.

 

 

 

-¿Todo está bien Lee? - Reitero el chico castaño- Estás pálido... Pareciera que hubieras visto un fantasma -  Sus palabras causan un vuelvo en mi pecho, sin duda no es el mejor comentario que pudo hacer.

 

 

 

-¡Todo está bien! - manifesté de inmediato, sonriendo para ocultar mi gran sorpresa - Sólo... Estoy cansado - agregué rápidamente.

 

 

 

-Bien, me da gusto que conocieras a  mi hermano - murmura el mayor de los Sabaku sonriente, al mismo tiempo que observa a Gaara. Fue en ese instante, cuando Kankuro hizo una pregunta fatídica para mí, la pregunta que sería el detonante de mi desgracia - Ya que estás aún aquí ¿Por qué no nos acompañas a cenar? -

 

 

 

 "No"  Escuche en mis adentros.

 

 

 

-Bueno no creo... - argumente tratando de evitarlo.

 

 

 

-Vamos Lee, no es sano que siempre estés solo - insistió Kankuro, quien no habría comprendido el riesgo que aquella invitación implicaba-

 

 

 

Debí haberme negado de inmediato. Debí, sonreír como siempre y decir que tenía que terminar el trabajo pendiente, o que saldría nuevamente con alguien. Mil excusas llenaron mi mente, todas validas, todas justas y creíbles. Pero me negué a tomarlas, aún sabiendo el riesgo. Mire con discreción a un lado de Kankuro; el cabello rojo y el rostro desentendido de su hermano menor. Sentía, como mientras más le miraba, más se resquebrajaba mi fortaleza. Cerré los ojos nuevamente. No, no podía acercarme a Gaara ¿Por qué esto tenía que ocurrir? ¿Nadie en este mundo comprendía que no podía aproximarme a ellos?

 

 

 

-Yo no creo que... - articule con dificultad, sintiendo un vacío con ellas, pero sabiendo de sobra, que era lo mejor para todos. Y lo habría conseguido, me habría negado a la incitante oferta y todo seguiría su curso natural, todo estaría nuevamente bien, como si esto nunca hubiera ocurrido. Así hubiese sido de no ser porque...

 

 

 

-Acompáñenos por favor, Lee-san -

 

 

 

Levante el rostro, no creyendo lo que había escuchado. Era no obstante, un hecho inequívoco. Esa voz, solo podía pertenecer a Gaara. Mire frente a mí, como el pelirrojo me observaba expectante por una respuesta. Y Kankuro también pareció sorprendido por la reacción de su hermano, no era algo   que al parecer hiciera con frecuencia, mucho menos tratándose de un "desconocido" como era yo para el ojiverde. Sentí toda mi fortaleza decaer, y mi voluntad sublevada por ese chico. Suspire, al saber que exactamente como en el pasado, yo no podía negarle nada a mi pequeño.

 

 

 

-Sería... - argumente con amargura, sabiendo que acababa de romper un voto sagrado para mí; una promesa que era completamente opacada al contemplar aquellos ojos aguamarina - Sería un placer -  

 

 

 

 

 

*

 

 

 

-Llegamos - dijo con vigorosa voz Kankuro abriendo la puerta principal - ¿Qué te parece Lee? -

 

 

 

"Preciosa"

 

 

 

Entre despacio, y ¿por qué no decirlo? Temeroso. La casa de los Sabaku, había cambiado mucho. Mire con una sonrisa como muchas cosas de mi desagrado habían desaparecido. Ya no existía esa aura tensa e intolerable que yo recordaba, tampoco el silencio apabullante  que no me dejaba respirar cómodamente cuando visitaba esa morada. Era claro, que los padres de Kankuro y Gaara no vivían más ahí. Entre y recorrí con fascinación aquel lugar que no había visitado en casi una década, mirando con detenimiento y alegría los muebles,  cuadros y fotografías. Estas últimas, atraparon plenamente mi atención

 

 

 

- ¡Ella es Temari-san! - Agregue con alegría, señalando una de las innumerables fotos que decoraban la sala

 

 

 

-Sí - agrega sonriente Kankuro - Ahora está de viaje, quizás la conozcas después -

 

 

 

 -  Es bastante linda - repongo. Y observando los retratos familiares, no hago sino confirmar lo grande que es la familia Sabaku. Numerosos y distintos rostros que cubren las paredes; pero todos ellos, con esos rasgos severos y lúgubres que les caracterizan, capaces de mantener al margen a cualquiera con su expresión.  Sigo mi recorrido con las fotografías. Una en especial llama mi atención y me detengo, contemplándola por un largo rato.

 

 

 

-Ponte cómodo - dice el castaño entrando a la cocina junto con su hermano menor -

 

 

 

Lo cierto, es que apenas he logrado escucharle. Porque el retrato frente a mí, me ha estremecido. Me aproximo al cuadro, mirándolo inalterablemente. Es él...  La persona que me obligo a apartarme de Gaara, la que me guarda eterno resentimiento y repulsión.

 

 

 

- Lamento mucho, estar aquí -digo  a la vez que observo una fotografía de Sabaku no Hiko, el padre de Gaara. Perpetuamente adusto,  con esa expresión siempre sombría - Se  que me prohibiste acercarme a tu familia - musito, recordando el ominoso día en que me encontrara con el más pequeño de sus hijos y me amenazara de muerte. Pero no es aquella intimidación lo que me mantuvo lejos de su hijo, sino el deseo compartido con él, de no mancillar a Gaara -  Y en verdad lo siento mucho  - murmuro como si en verdad pudiese escucharme - Pero no tienes porque preocuparte. Hoy mismo me iré, y no volveré a pisar tu hogar - agrego entrecerrando los ojos dolorosamente. Porque debo reconocer que el único ser a quien he dañado, es el mismo a quien tanto amo.  Lo lastime en cierta forma al arrebatarle su inocencia, haciéndolo experimentar sensaciones que no le correspondían a su joven persona - En verdad siento... estar aquí - 

 

 

 

-¿Con quién hablas? -

 

 

 

Miro a mis espaldas. Donde un chico de edad semejante a Gaara me observa con extrañeza.

 

 

 

-Con... con nadie - argumento por mero impulso  al ver al inusual muchachito. Un chico de rubios cabellos y ojos celestes. Es verdaderamente hermoso, y sonríe de amplia manera.

 

 

- ¡Que tal!- dice como si nada hubiese ocurrido a la vez que levanta  alegremente la mano y me saluda - ¿Eres amigo de Gaara-koi? -

 

 

...

"¿Qué?"

 

 

 

-¿Koi? - pregunte de inmediato, y mi repentina felicidad al reencontrarme con Gaara, fue rápidamente devastada.

 

 

 

-Naruto - reprendió el joven Sabaku quien entraba en ese momento a la sala - Ya basta - Y yo no puedo creer lo que escucho, no quiero creerlo. Este muchacho y Gaara... Siento mi interior agrietarse, pero no digo nada, no hago nada ¿Por qué me extraña tanto? No podía esperar que no hubiera alguien especial en su vida ¿Cierto?

 

 

-Gomen, gomen - murmura en tono divertido el chico rubio, acercándose a mi querido pelirrojo, y ante mi gran sorpresa, besando fugazmente sus labios - Perdóname Gaara-chan ¿Sí? - Y una esperanza se alberga en mi pecho, pues deseo ver que el ojiverde rechace esa muestra de afecto ¡Sí! Que no permita que aquel niño de ojos como zafiros lo bese como si nada. Di algo Gaara, por favor, dilo.

 

 

"Nada..."

 

 

Y mi adorado Sabaku da la vuelta y regresa en perfecto silencio a la cocina. No puedo sentirme más dolido al ver que aquella muestra de efusivo cariño no le ha afectado en lo más mínimo. Es más, quizás deseado algo como eso. Aprieto con prudencia mis puños. Sé que es normal sentirme así, pero duele demasiado... Poco a poco libero la presión en mis manos, fuerzo mis labios a sonreír y con los ojos húmedos obsequió la mejor de mis sonrisas al chico que recién conocí.

 

 

 

-Es un placer Naruto-kun - digo extendiendo la mano al rubio chico -

 

 

 

 

-¡Ah ya se conocieron! - Dice Kankuro quien al parecer ha visto toda la escena - No esperaba que Naru-chan estuviese en casa, pero me alegra mucho. Ahora también lo conoces- agrega dándome una palmada en el hombro - Eres afortunado Lee - y yo asiento lentamente.

 

 

 

 

Sí, desde luego...

 

 

 

*

 

 

 

La cena transcurrió lenta y amenamente. Al menos, una parte de ella.

 

 

 

La mayor parte del tiempo se fue en conversar sobre negocios, trabajo y planes. No obstante, eso no evitaba que eventual y esporádicamente yo me distrajese. Por momentos, y pese a que me hería el hacerlo, miraba con discreción a un lado mío. Me fue difícil enfrentar el hecho de que no estaría con mi querido niño nunca más, pero lo fue aún más, el que hubiera alguien nuevo en su vida. Y cierro los ojos al mirar a ambos chicos. No me queda sino fingir que no me percato de las miradas que entrecruzan, los roces y las pequeñas risas. Muerdo mis labios cuando el más joven entrecruza sus manos con las de mi pequeño y besa su mejilla. Gaara como siempre, permanece inalterable aún con esas muestras de afecto, por otro lado no hace nada por evitarlas.

 

 

 

-Eh Lee - argumenta en un dado momento Kankuro - ¿Me estás escuchando? -

 

 

 

Y aunque mi pecho se estruja violentamente y siento un irrevocable deseo de llorar. Sé que está bien. Porque es así como se supone que se debe sentir cuando te quitan tu fe y sueños. Es mi castigo, por haber amado a quien siempre supe que no podría tener.

 

 

 

-Tengo que irme... - anunció levantándome violentamente - Les agradezco mucho su hospitalidad -

 

 

 

-¿Tan pronto? - Argumenta Naruto quien todavía sostiene firmemente la mano de Gaara - Es temprano aún -

 

 

 

-Es muy pronto jefe -  reclama Kankuro quien me observa con el ceño fruncido, sin comprender tampoco la situación -¿Por qué no te quedas un poco más?

 

 

 

Escucho las insistencias de ambos. El único que parece ajeno a ello es Gaara, quien contempla invariablemente el plato frente a él, incapaz de preocuparse por algo más.

 

 

 

-Lo lamento... - musito sin escuchar la testarudez de Kankuro y Naruto - Será en otra ocasión - exclamó sabiendo bien que no soportare un minuto más ahí, sabiendo que no tengo la menor intención de regresar. Escucho lejanamente sus despedidas y cruzó con rapidez el comedor así como la puerta principal, percibiendo como crece mi ansiedad conforme me acerco a la salida. Salgo bruscamente y respiro hondamente, advirtiendo que mis manos tiemblan mesuradamente.

 

 

 

-¿Por qué Gaara? - Digo con la voz entrecortada - ¿Por qué tenías que volver y destruirme completamente? - respiró hondamente, sintiendo el aire invernal acurrucarse en mi pecho. Y me repitó una y otra vez las mismas palabras.

 

 

 

"Está bien... Es así como se supone que debe sentirse"

 

 

 

 

-Lee-san.  Se resfriara... -

 

 

 

Levanto el rostro, aunque sin mirar tras de mí.

 

 

 

-Estaré bien - agrego tratando de sonar sosegado - Pero  creo que es hora de irme - digo cerrando mi chaqueta y caminando a la salida - Fue un placer conocerte, Gaara-kun - y le contemplo una vez más. Quiero recordarlo justo como ahora; porque esta vez, sin importar lo que ocurra, no volveré a interceder en su vida. Porque hay alguien especial para él y yo no puedo dejar que mi afecto lo aparte de esa felicidad. 

 

 

 

-Lee-san -

 

 

 

 

-¿Si? - y sonrió cerrando mis ojos, para que no los vea enrojecidos por mis  lágrimas contenidas - ¿Qué ocurre Gaara-kun?

 

 

 

Me mira sin ningún cambio en su rostro, pero sé que algo le preocupa. Nunca ha sido difícil para mí leer sus sentimientos.

 

 

 

-No volveré a verlo ¿Cierto?  -

 

 

 

Yo me detengo del todo al escuchar eso. Como siempre, Gaara tiene razón. Le miró con una sonrisa fingida, ojala pudiera contrariarlo, sería tan feliz si pudiese hacerlo. Pero existe un juramento, de nunca lastimarle, de siempre cuidar de él y procurar su dicha. De siempre alejarme.  

 

 

 

-No - agregó  acercándome cautelosamente a él, sonriendo y colocando una mano sobre su hombro. Esta es la clase de afecto que puedo ofrendarle, esta y nada más. El amor de un hermano, sólo eso - Lo siento. Ojala que seas muy feliz - Y de haber dejado mis palabras ahí, quizás todo habría concluido con ello. Pero mi dolor por perderlo no me lo permitió, y casi con sarcasmo agregue unas palabras más - Al lado de Naruto-kun -

 

 

Sus ojos aguamarina se abrieron un poco más al escuchar esas palabras, contemplándome fijamente. Creo que he dicho algo que le molesto... Pero no hay tiempo de una disculpa más, sólo hay tiempo para huir de esto, para relegarlo eternamente.

 

 

 

-Bien, debo irme - agregó, soltando con un esfuerzo sobrehumano su hombro -  Adiós Gaara-kun - digo sintiendo un nudo en la garganta. Y sé, que nunca volveré a encontrarme con él. Doy vuelta y sigo con mi camino, sintiendo como el aire nocturno golpea mis mejillas y reseca mi boca. Toco el primer escalón y cierro los ojos, porque sé que ahora me alejare y jamás podre regresar a su lado, sin embargo al mismo tiempo siento su mano sostenerme. Miro dolido tras de mí ¿Por qué insiste? ¿No me ha visto sufrir ya suficiente?

 

 

 

-Gaara-kun... ¿Qué ocurre? -  digo tratando de ser lo más cordial que puedo.

 

 

 

-Te amo...  -

 

 

 

-¿Qué? - cuestiono a la vez que le miro. Y con la misma extraordinaria frialdad, habla nuevamente, sin que ello altere su estoica faz.

 

 

 

-Te amo...  - reitera tranquilamente-  Te amo tanto,  que a veces creo que me vuelvo loco... - Y yo no puedo creerlo. Porque aquellas, son sin duda alguna las mismas palabras que yo le dije cuando fuera tan solo un pequeño. Y si bien su voz suena dolida, también se que está furioso, y que me mira con esa misma férrea impotencia que hace tantos años.

 

 

 

 

-Gaara-kun... -

 

 

 

 

-  Tú dijiste eso Lee - murmura Gaara, mordiendo sus labios. Y puedo sentir como tiembla al sostener mi ropa - ¿Realmente creíste que lo había olvidado? -

 

 

 

 

-... -

 

 

 

-Ya no soy un niño Lee - murmura colocándose frente a mi - No me trates como a uno -

 

 

 

 

Y añoro más que nunca tomarle entre mis brazos y abrazarle con fervor. Decirle que incluso ahora para mí es un pequeño. Soy débil ante él, y sé que me falta poco para ceder. Pero un pensamiento logra truncar ese p0deroso deseo.

 

 

 

-¿Qué hay de Naruto? Creí que lo amabas - murmuró con los labios temblorosos. Me suelta entonces y me mira con el ceño fruncido a la vez que niega pausadamente.

 

 

 

-No... - agrega mirando hacia abajo - Además, Naruto ama a Kankuro, es por eso que trata siempre de causarle celos, acercándose a mi -

 

 

La ira me nubla entonces.

 

 

 

-¿Te utiliza? - cuestiono de inmediato. Sintiéndome furioso. Pero Gaara no me confronta, eso sòlo me enardece más, y confirma mis temores de que  siempre ha estado consciente de ello, y que siempre lo ha aceptado. No puedo contener mi incredulidad - ¿Por qué?  - digo primero con voz suave, para luego acrecentarla fúrico - ¿Por qué se lo permitiste? - y estrujo sus hombros, obligándolo a verme - ¿Cómo has dejado que te use así? -

 

 

 

-La soledad... -

 

 

 

-¿Qué? - y mi agarre se aliviana a la vez que Gaara me contempla detenidamente.

 

 

 

-El deseo de sentirse amado... - musita apenas con voz - De sentir calor de alguien más -

 

 

 

 

-Gaara... -

 

 

 

Comprendo después de todos estos años, que no he sufrido solitariamente mi castigo. He sido cruel, y egoísta. Y jamás lo pude ver cegado por mis propios anhelos. Que Gaara al igual que yo ha conocido ese lado oscuro y siniestro en que todo ser humano cae algún día, esa necesidad por conocer un poco más allá y sentirse querido y añorado. Lo acerco a mí, sintiendo su aliento chocar contra mi cuello, y su cuerpo desvanecerse entre mis brazos. Ahora más que nunca, es un niño ante mis ojos, uno que sigue necesitando mi afecto y mi cuidado. Uno al que al fin puedo amar pura y sobriamente.

 

 

 

Ya no hay nada que perdonar...

 

 

 

 

 

*Owari*

 

 

 

Notas finales:  

He dicho alguna vez que amo el KankuNaru??? O__o Pues si XD culpa de una mujercita hermosa, la más linda de todas!!! Muchas gracias por llegar hasta aquí TwT Se los agradezo de corazón, y sé que no es muy bueno, pero le puse amor que no? xDDD

Bye, bye!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).