Sentado frente al gran ventanal de mi casa, desnudo observando la nada, esas luces que encandilan mi mirada me hacen sentir preso de un lugar, de una ciudad que no conozco. La nieve cae incesantemente sobre las frías veredas, y aunque el cuadro perfectamente dibujado del helado nocturno me embriaga, no siento frio. Con mi dedo índice recorro mi piel desgastada, marcada por pequeñas heridas provocadas por mi daga. La sangre recorre lentamente mi piel, y siento el filo aun rasgándome la piel. Él aun dormido sobre mi cama, pequeño muñeco donde te dejare??
"Acaso esta soledad que me acompaña es más honda que el agujero de mi alma?"
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- Puedo preguntarte algo?- pregunto esa voz melodiosa, llenándome de recuerdos cautivos
- Si?- conteste sin mirar, mis ojos estaban absortos en el ordenador.
- Me puedes ayudar con esto?- pregunto amablemente, mientras sus manos dejaban sobre mi escritorio una enorme carpeta con papeles. Pero sus manos me hipnotizaron y esa voz me perdió.
- Espera…- termino de escribir con mis manos temblorosas palabras inconexas sobre el papel electrónico de la computadora. No quería mirarte.
- No hay problema, disculpa si te molesto pero mis compañeros andan demasiados volados como para que puedas pedirles algún favor, solo harían estupideces. Aunque eso lo tiene de nacimiento.- agrego mientras se sentaba al lado mío, su pierna débilmente rozaba con la mía. No te quiero mirar.
- Ah- conteste haciéndome el desinteresado, observe una vez más tu pálida mano y tu rostro- Uruha- te pronuncie sin pensar
- Quien?- pregunto el castaño con el ceño fruncido. Mi voz se apago, esa dulce voz, su cálido cuerpo, mi gélida piel. Un silencio cósmico nos invadió, creí perderme en el abismo de mi propia existencia, tus ojos me observan expectantes. Tus labios dudan, puedo calcularte como si aun te tuviera- disculpa te pasa algo?- preguntaste mientras tus manos se colocaban con desespero en mi cabeza
- No, perdona te confundí, debe ser el cansancio- agregue con mi boca rasposa.
- Ah si comprendo, a esta altura del año lo único que tengo son dolores de cabeza. Me llamo Kouyou, pero puedes decirme Shima- agregaste mientras tendías tu mano, a la cual acepte sin dudarlo.
- Yuu Shiroyama- agregue en seco
- Wow que hermoso nombre, Yuu así le pondré a mi hijo- agregaste alegre
- Vas a ser padre?- pregunte con mi voz atorada, mi corazón queriéndose salirse de mis entrañas, eres tan hermoso.
- No! Soy joven aun, en un futuro, cuando tenga, me gusta ese nombre- comentaste sonriéndome, devolviéndome el aliento.
- Ah, está bien, perdona Kouyou con que querías que te ayude?- pregunte cambiando tus supuestas indagaciones sobre mí.
- Son las carpetas de fin de año. Es el cierre, sería como un anuario y debo presentarlo en menos de una semana, como tú tienes experiencia sobre esto de los anuarios, te pido ayuda- alegremente me comentaste. Te siento…
- Ah, está bien. Igual solo hice uno, como me recuerdas?- pregunte intrigado, hipnotizado frente a tanta belleza
- Jaja jajaja es ese año le tocaba a Takanori, pero como siempre está perdido en su propio mundo te lo acabaron dando a vos. Lo recuerdo porque aparte fue un excelente trabajo para la imprenta.
- Jejeje Gracias- mi sonrisa no es fingida, que tienes??
- De nada por favor, es un honor saber que me ayudaras, eres tan…- tu voz se corto- tan enigmático, que era una buena forma de acercarme y porque no conocerte- volviste a sonreír y te ruborizaste.
"Llegue a mi destino, a la perdición de mi mente, a la pudrición de mi alma…como hare si aun te sigo amando"
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La adrenalina comenzó a aumentar notablemente dejándome obnubilado frente a tu cuerpo blanco, pequeñas partes azuladas a las que tomo con cariño, tu sangre reseca tiñen tu belleza opacada. Mi corazón no late, ni mis manos tiemblan a tocarte frio, y partir poco a poco tus articulaciones, volviéndote más pequeño de lo que ya eras. Uno jamás piensa como se puede reducir a pedazos un cuerpo, para mí era normal, era como si cada trozo me alimentara a mi pobre alma. La oscura habitación alumbrada tan simple por un foco al que llevaba los días contados, acortaban la presencia del aire, ninguno de los dos lo necesitábamos. Un chirrido invadió el silencio atroz, alguna rata andaba hociqueando las gotas de sangre que aun tu cuerpo domina. Mis utensilios conservan tu esencia, el encanto presumido de lo desconocido y mi lengua afiebrada por esta velada la consume, sintiendo la aspereza teñida de un rojo punzón.
Cada trozo de tu carne fue cayendo dentro de la bolsa negra, el aroma ambienta mi cometido, siento como si mi carente alma se regocija ante la imagen distorsionada de tu mi pequeño muñeco, algo dentro mío arde, cierro la bolsa tan delicadamente con tu cuerpo reducido a infinitos pedazos que absorbe mi alma condenada y las consume en toneladas. La bolsa es dejada en el cesto de la basura central del barrio, nadie sospecha aunque tu olor me persigue durante mi camino de vuelta. En mi cabeza rememoro tu rostro cargado de dolor, mis ojos sellados por el oscuro vidrio de mis anteojos. La excitación me invade, pero la calma debe volver. En menos de una hora nos encontraremos
Como cuesta acomodar mis sentidos después de la sangre derramadas es como si algo dentro de mí cambiara todo el sistema, dejándome hipnotizado.
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"Si tu sangre es mi fortaleza, tu cuerpo es mi debilidad, teñido en las sabanas diré que te he matado"
El café que decidió es tan alumbrado, que las luces parecen cegarme. Mis anteojos cubren aun parte de esta mirada excitada, teñida por la belleza gutural del cuerpo sin vida de Takanori. Recuerdo tu nombre, y tu sonrisa, tanto como el grosor de tus labios, rememoro estos momentos tan míos, donde dejaste tu vida en un hilo, al que corte con mi amada tijera.
Me acomodo en una mesa central del enorme edificio. Pido dos cafés, y el hecho de volverlo a ver, hace que el que dice llamarse corazón en mi pecho se acelere, la adrenalina lo está envolviendo con sus suaves telas de seda, donde se acuna, esperándolo. Su figura se marca sobre la puerta, están bello que muero frente a su belleza.
- Disculpa que llegue tarde, estaba terminando de arreglar algunos asuntos con mis hermanas- su voz melodiosa volvió a traspasar mi tímpano, dejándome atónito.
- Ah, tienes hermanas?- pregunte tan tontamente que desearía estampar mi cabeza contra la próxima pared blanca, porque me haces esto?
- Si tengo, pero son de terror, aunque son mayores que yo, da igual, algún día entenderán que ya no soy un niño.
- Jejeje me imagino. No tengo hermanos- sé que estoy mintiendo, de todas formas mis hermanos están muertos- pero algo de eso puedo imaginar.
- La verdad es que es desastroso, pero pronto podre ir a vivir solo, eso creo- tomo con delicadeza el castaño cabello hasta hacerse una cola rápida, para quedar más cómodo- ahora si me podrás ayudar?
- Si, pedí café, o querías algo diferente?- pregunte siendo amable, pero más que todo esperando que no notes mi temblorosa voz.
- Si café está bien, debemos mantenernos despiertos jejeje- comentaste riendo. Tu sonrisa es tan espontanea y ligeramente parece contener una magia
La tarde fue tan corta como jamás pensé. Tu presencia tranquiliza mi bestia interior y saca a relucir quien es el ser humano, que según algunos, habita en mí. Tu suave apariencia me recuerda tanto a esa persona a la que ame tanto, que creo que eres su reencarnación, tu sonrisa es igual de mágica y tentadora. Tus ojos tan claros y transparentes como tu propia alma. Cuanto te extraño…
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Volví con mi moto, adquirida hace unos años, gracias a uno de mis tantos asesinatos, a los cuales jamás me descubrieron, tan hermosa y reluciente, que me deja exaltado frente a su belleza animal. Es tan rápida y fugaz como lo soy, creo que la crearon justo a mi medida. Y en el tumulto lo divise. Akira Suzuki, frente a mí, en su moto, parado frente a al semáforo, y yo detrás de él. El casco apenas dejaba ver su rubia cabellera, pero si resaltaba su moto, era con la que siempre lo veía andar. Aunque llevaba días siguiéndolo, jamás pensé que tendríamos la misma afición por las motos. Tengo miedo de perder tu cercanía
- Maldito Puto semáforo!- exclamo totalmente enojado, sacando su casco de forma violenta, su cuerpo delgado se estremeció y creí que se quebraría, pero seguía intacto
- Tranquilo, estará a punto de dar el verde- agregue observándolo por medio del semidifuso cristal del casco
- Y tú? Quien eres?- pregunto observándome de forma tan agresiva que con su mirada creí que podría reventarme los huesos
- Tranquilo Akira, nos conocemos, por lo menos yo te he prestado atención- agregue y el semáforo cambio su estado a verde, claro que Akira no le prestó atención, estaba intrigado por mi presencia.
- Y como me conoces?? Quítate el casco, dale si sos tan hombre, quien sos?- su furia estaba desquiciando mis sentidos, provocándome un mareo que me dejaba colgado ante sus movimientos
- Ok, veo que no estamos en un buen día. Me llamo Yuu Shiroyama- mi voz se dibujo en el aire dejándolo completamente desorientado, me quito el casco y me muestro a la luz del sol, mi pircing dibujando mis labios y mis ojos negros profundos observándolo ampliamente, sin medida.
- Aha y de donde nos conocemos?- pregunto intrigado, con sus ojos ceñudos y mirándome de forma perspicaz, intentándome recordar
- Trabajamos en el mismo lugar, me encargo de los diseños- aclare, mientras observaba como el semáforo volvía a estar en rojo- y creo que te volveras a enfadar- agregue señalando el semáforo
- Mmm puede ser que no te recuerdo, realmente lo siento, ando hecho un lio y no entiendo como aclarar mi mente, ya ni este puto semáforo me interesa
- Jajaja- Rei sutilmente, a lo que él simplemente me sonrió- quieres que hablemos? Digo para que puedas quitar un poco de todo lo que tienes y de paso tomemos algo
- En serio?- pregunto con incertidumbre, quizás el hecho de ser un desconocido, me estaba arriesgando demasiado
- Perdón, no somos amigos, pero solo creí que necesitabas un oído- agregue colocándome el casco, a lo que pude notar que su rostro dibujo una mueca de insatisfacción.
- Es que en verdad lo necesito y no hay nadie que quiera escucharme pero…- su voz se acallo
“Dudas, sé que me tienes miedo, pero caerás en mis manos”