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Gatos bajo la lluvia por kamatari

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Notas del fanfic:

Este fanfic ya lo había subido con anterioridad pero lo e perdido, por lo que vuelvo a subirlo. Todo esto a modo de agradecimiento a una chica llamada Grecia que se porto muy bien conmigo. Espero que esto sea de su agrado.

Se que no es una disculpa pero entre la universidd, enfermedades y mal de amores, no tuve cabeza para actualizar pero me pondre seria.

Notas del capitulo: Hola¡¡¡

Como ya mencione vuelvo a subir este fic por un gran chica que conoci llamada Grecia. Espero que sea del agrado de todos ustedes y cualquier sugerencia o comentario que tengan sera bienvenido.

No me voy sin antes recordarles que los personajes de Naruto le pertenecen al señor Kishimoto y yo solo los uso para imaginar un rato.
Amor, tranquilo no te voy a molestar.
Mi suerte estaba echada, ya lo sé;
Y sé que hay un torrente dando vueltas por tu mente…

Amor, lo nuestro solo fue casualidad,
La misma hora, el mismo boulevard.
No temas, hay cuidado, no te culpo del pasado…

Ya lo vez, la vida es así;
Tú te vas y yo me quedo aquí.
Lloverá y ya no seré tuya,
Seré la gata bajo la lluvia…
Y maullare por ti…

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Lluvia… Precisamente lluvia…

¿Por qué tenía que llover justamente aquel día melancólico en el que no había logrado sacarse de la mente todos esos recuerdos de “él”? ¿Era acaso, que el universo en su increíble poderío también se encontraba en su contra o solo el hecho de que era demasiado cabeza dura como para admitir que era la única persona en la ciudad que decidió ignorar todas las señales y salir a la calle sin portar un paraguas a su lado?

Cualquiera que fuese la respuesta, lo hecho, hecho estaba. No servía de nada ponerse a pensar en sí su hermano tenía toda la razón al tratar de amarrarle una sombrilla al cuello en la mañana. El punto es que se encontraba aquí y ahora, el gran escultor, Deidara Uzumaki, se encontraba a mitad del centro de la ciudad, medio mojado, con frio, a punto de coger un refriado (en caso de que no se cambiara de ropa en poco tiempo) y bajo el tejado de uno de los tantos restaurantes ubicados en el lugar (utilizándolo a modo de “refugio”), mientras observaba cómo las personas escapaban de la lluvia. La gran mayoría con su respectiva pareja…

Suspiró. Definitivamente aquel no era el mejor panorama que pudiera apreciar ese día si pretendía lograr sacar de su mente a “ese” hombre. Nuevamente suspiró. A punto estaba de seguir con sus nostálgicos pensamientos pero fue interrumpido por otro hombre que entro a ocupar a su derecha parte de su refugio.

Sonrió un poco, al menos ya tenía la certeza de no ser el único en aquella situación. Se alegró también por que teniendo alguien con quien platicar de cosas superficiales, podría entretenerse y dejar de pensar en aquellos recuerdos tristes… ¿y quién mejor para eso que un simple desconocido? La respuesta era fácil: Nadie.

-Parece que no soy el único con mala suerte- dijo en un tono amable, mostrando una pequeña sonrisa y dirigiendo su mirada al extraño, sufriendo una gran sorpresa al instante.

-Si- Contesto con calma el extraño, sin percatarse del cambio en la expresión de Deidara –Supongo que somos los únicos despistados de por aquí- dicho esto también dirigió su mirada al otro, teniendo la misma reacción que el primero –Dei… - dijo en un susurro de sorpresa, dirigido mas para sí mismo que para el rubio –Cuanto… tiempo sin verte…- dijo una vez logro apaciguar un poco su sorpresa.

-Supongo… ya son casi seis meses desde la última vez que nos vimos… Itachi- dicho esto el rubio dirigió su mirada, nuevamente melancólica, a algún punto perdido al frente entre la lluvia.

-Así es…- Tampoco él pudo sostener la mirada prefiriendo dirigirla al suelo, examinándolo como si en ese instante fuera la cosa más interesante del mundo.

El silencio se apodero del lugar y sólo era roto por el sonido de las gotas al caer junto con algunas pláticas y risas que se escuchaban a lo lejos, que en ese instante se transformaban en simples murmullos sin importancia para ambas personas.

Todo aquello parecía ser más bien una cruel broma de mal gusto por parte del destino. Tantos meses evitando este encuentro y ahora, como simple capricho del momento, se encontraban al fin frente a frente pero, como era de esperarse, ninguno de los dos sabía que decir ¿De qué se puede conversar con alguien a quien planeabas no volver a ver? ¿Qué puede romper el silencio entre dos personas que se supone ya se han dicho todo lo que tenían por decirse?

Pensamientos como estos no paraban de rondar la mente de Itachi, y antes de que lograse encontrar las palabras indicadas para poder iniciar una conversación que lograra al menos romper aquel silencio, volvió a escuchar al rubio dirigirse a su persona.

-¿Me invita un café, señor Uchiha?- Preguntó con una gran sonrisa el rubio, de aquellas que poseía el rubio y que eran capaces de enternecer el corazón de cualquiera.

-Claro…- Dijo casi por reflejo el pelinegro, en un tono tierno acompañado de una pequeña sonrisa.


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Deidara era un escultor famoso, logro que obtuviera a través de su increíble talento. Sin embargo, una vez que logró hacerse fama, sus fans aumentaron radicalmente cuando comenzó a dejarse ver en presentaciones públicas y no era para menos, su belleza era bastante impactante e incluso se podría decir que era mayor que las de sus propias creaciones, causando aun mas revuelo cuando en la prensa se dio a conocer públicamente que el rubio era homosexual. Esta noticia entristeció en cierto grado a sus fanáticas pero logró acrecentar la esperanza de sus admiradores de alcanzar un día a tenerlo a su lado.

El escultor tenía una estatura promedio, su cuerpo era delgado, sin marcas, con gracia… casi femenino desde el punto de muchas personas. Su cabello rubio y sus ojos azules lograban crear una increíble belleza al par de su piel que parecía de porcelana. Su rostro angelical y dulce además del gusto por peinarse con un parte de su cabello rubio cubriéndole parcialmente el rostro, le había valido que lo confundieran varias ocasiones con una chica. Todo eso sumado a un increíble carisma natural que poseía el artista daba como resultado un completo icono de la belleza; y es que a pesar de ser un artista muy afamado, nunca se volvió engreído.

Uno de los principales sueños del rubio era el de lograr tener una pareja a su lado y ya lo había intentado en el pasado con algunos hombres, sin nada de éxito. Un ejemplo de aquello era Sasori, que lo dejo en cuanto obtuvo del ojiazul “todo” lo que deseaba o Hidan, al que sorprendió un día en el departamento que compartían, en su propia cama, siéndole infiel con un tipo que califico de horroroso (N.A: en gustos se rompen géneros ¿no? Y aunque a mí me encanta el Kaku-Hidan, tengo que admitir que Kakusu no es precisamente hermoso xD)

Esa era la historia amorosa de Deidara: intentos y fracasos continuos. En consecuencia, el joven perdió la esperanza de encontrar a esa persona soñada o al menos así fue hasta que lo conoció a él: Uchiha Itachi.

Todo comenzó un día en una sala de su galería (lo primero que se compro una vez alcanzó la fama fue una galería para realizar las exposiciones de su trabajo) mientras realizaba un pequeña presentación. Recorriendo la sala encontró a un hombre observando con mucho interés una de sus obras, precisamente se trataba de un león mítico, así que se acerco para entrevistarlo un momento.

-¿Qué le parece mi trabajo?- Pregunto de manera amable y con una gran sonrisa.

-¿En serio es tuyo? Eres increíblemente bueno- En ese momento el hombre dirigió su mirada al artista, dejándolo sin palabras. El hombre no era mucho mayor que Deidara, quizás por cinco años cuanto mucho; le llevaba unos quince centímetros de altura o al menos eso creyó el ojiazul. Vestía un traje sastre en color negro y debajo una camisa en color vino, con los primeros botones desabrochados y que lograba hacer un gran contraste con su tono de piel, logrando que se antojara tocarla. Sus cabello era de también de un profundo color negro y lo llevaba atado detrás con una pequeña coleta y sus ojos negros, eran tan profundos que daban la impresión de volverse rojos bajo algunos reflejos de la luz. De su cara el rasgo que mas sobresalía eran un par de ojeras que generaban en conjunto un aire de misterio que lo envolvía y su cuerpo, aunque totalmente cubierto, daba la impresión de ser atlético y bien definido. Sin duda, todo un ejemplar de hombre.

El rubio sonrió algo apenado de sus propios pensamientos -¿Le interesa comprarlo?- Comentó controlando sus emociones.

-Sí, claro que sí… pero también me gustaría pedir una cita con el autor… podríamos ir cenar a algún lugar… aunque quizás suene demasiado osado de mi parte ¿Usted qué opina?- pregunto con tono seductor al rubio ya que era obvio que la belleza del rubio no le paso desapercibida.

-Yo pienso…. Que al autor le encantaría…- contesto algo nervioso y muy sonrojado a aquel hombre del que no tardo en saber que se llamaba Uchiha Itachi y que era el presidente de una cadena de empresas muy importantes. Todo un genio reconocido en el mundo de las finanzas.


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No fue necesario mucho tiempo, algunas citas y Deidara quedó convencido de que Itachi era el hombre de sus sueños y el pelinegro parecía estar en la misma posición. Se portaba tan detallista y encantador que no tardaron más que unos cuantos meses antes de que ambos comenzaran a vivir juntos, a pesar de que el hermano de Deidara le dijo en repetidas ocasiones que consideraba que todo estaba ocurriendo demasiado rápido.

La vida cuando comenzaron a vivir juntos fue aún más increíble, el rubio se sentía incluso dentro de un sueño. Itachi le cumplía todos sus deseos y caprichos, no había nada que le pidiera el artista y que él no le cumpliera. Todo, menos un pequeño detalle que en comparación, a Deidara le pareció algo tan insignificante que ni siquiera pensó al respecto más que algunos minutos; y es que al vivir juntos, el pelinegro solo le pidió como favor que se dejara intacto y evitara entrar a un cuarto donde, según él, conservaba algunos recuerdos de juventud, lo cual le pareció justo ya que el mismo contaba con su galería donde no le gustaba que nadie opinara sobre su arreglo o contenido.

Curiosamente, mientras salían juntos, el pelinegro al sincerarse con él, le comento que tiempo atrás (alrededor de un año) se había convertido en viudo tras un matrimonio corto, pero en realidad no le platico prácticamente nada de su ex-esposo a pesar de la curiosidad que despertó en Deidara ese tema. Básicamente solo logró saber que su nombre era Sai y que había fallecido a causa de una enfermedad.

Después de casi medio año viviendo juntos, ocurrió aquello que despedazo la felicidad de Deidara y que lo separaría definitivamente del Uchiha. Una noche, tras una sesión de amor y pasión, el rubio se encontraba a punto de quedarse dormido abrazado al pecho del pelinegro (algo que no había sucedido hasta ese día pues el Uchiha siempre procuraba que el artista durmiera antes que él) y en eso estaba cuando escucho al pelinegro comenzar a susurrar entre sueños. Esto le izo sonreír de manera tierna y acariciar el cabello de su amado un momento, hasta que Itachi dijo algo que nunca se espero –Sai… te amo… te amo tanto…- Esas palabras le helaron la sangre al ojiazul que se levanto inmediatamente de la cama con los ojos abiertos del horror.

-Tiene que ser un accidente… quizás un mal sueño es el causante de todo… ¡Sí! ¡Tiene que ser eso! No puede ser otra cosa ¿Verdad? No puede… no… no puede… simplemente no puede ser otra cosa…-Con ese pensamiento en su mente trato de darse ánimos a él mismo, decidiendo ir a tomar un vaso de agua a la cocina, por lo que tras colocarse su bata salió al pasillo. El problema fue que al hacerlo vio a su derecha, al final del pasillo, la puerta del cuarto aquel al que nunca había ingresado. Observarla reavivo las dudas ¿Y si en realidad en ese cuarto Itachi guardaba algo que no deseaba que él viera? ¿Y si lo que dijo no era un accidente?

No pudo seguir soportando las dudas decidiendo entrar a pesar de cualquier consecuencia que esto pudiera generar. Después de todo, si en realidad en el interior estaba lo que su amado aseguraba, no debía existir mayor problema en observar un momento el interior, pero lo que observó al entrar fue más impactante de lo que pudo imaginar.

Al interior existían muchas fotos de un joven, un joven que aparecía al lado de Itachi y que inmediatamente pudo suponer que se trataba de su fallecido esposo, y aunque suponía que el Uchiha debía guardar algún recuerdo de este, jamás imagino que tendría un cuarto repleto de fotos de él; pero esto no era lo que más le impacto, si no el hecho de que también se encontraban en su interior varias esculturas que lógicamente debió haber hecho el tal Sai y curiosamente varias de ellas se trataban de leones muy parecidos al que observaba con tanta curiosidad Itachi aquel día que lo conoció en su galería; y por si todo esto fuera poco, en medio de la habitación estaba su obra, aquel león que le compro ¡allí! ¡Como si fuese otra pieza elaborada por el difunto! ¡Como si su amada obra, solo fuera la pieza final faltante en la colección de Sai!

- ¡¿Qué significa todo esto?! Acaso… ¿Sólo soy un remplazo de esta persona? No… ¡No! No puede ser... Por favor no…- Eran los pensamientos de Deidara mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y su dolor comenzaba a cegarlo. Tenía que haber una explicación ¡Tenía que haberla!

Con lágrimas en los ojos observó al Uchiha una vez que se despertó muy temprano gracias a sus sollozos, y este a su vez se llevó una terrible sorpresa al ver al rubio en aquel cuarto. Deidara intentó que Itachi le diera una explicación de aquello, le amaba tanto que hubiera creído cualquier cosa que le dijese con tal de permanecer a su lado pero el otro, por su parte, ni siquiera intentó defenderse, aceptó en silencio y con la mirada baja todas las acusaciones del ojiazul por lo que ese mismo día el artista se fue de la casa que compartían. Lo que siguió, al igual que el inicio de su relación, fue muy rápido. En menos de una semana todo rastro de aquella relación desapareció de la casa del presidente de las empresas Uchiha.

Ese día en el que se despidieron en silencio mientras el rubio llevaba una maleta en sus manos, fue el último día en que se vieron. El hermano menor del Uzumaki y algunos amigos fueron los encargados de recoger todos los objetos de propiedad del ojiazul de aquel lugar y fue así como terminó su historia de amor.

Desde entonces nunca se buscaron y el artista terminó aceptando que lo mejor sería nunca volverse a ver, creyendo que eso nunca pasaría; pero como al destino le encanta demostrar que puede imponerse a la voluntad de cualquiera, terminaron en aquella situación.


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-¿Cómo es que había terminado la noche así?- Era lo que no podía dejar de preguntarse el rubio, mientras se reprendía mentalmente por dejarse vencer por la tentación del momento. Y es que ahora, desnudo, sentado en la cama de un hotel, con Itachi abrazándolo por la cintura de manera protectora y recargando su cabeza sobre él estomago del escultor, simplemente no podía dejar de admitir que era un tonto ¡sí! ¡¡Un tonto que seguía enamorado del mayor idiota sobre la faz de la tierra!!

Sí… tan tonto que estaba ahí, esa noche, recogiendo y conformándose con las migajas de un amor que no era suyo… que jamás lo sería… porque Uchiha Itachi amaba y amaría siempre a una sola persona… y esa persona ya no existía en este mundo… y él… Deidara…. Siempre sería un simple remplazo… esa era la cruda realidad…

-Sai… Sai… te extraño… no me dejes… - Susurro nuevamente entre sueños el moreno, logrando con ello que a Deidara derramase un par de lágrimas mientras acariciaba su cabello negro.

-Shh… tranquilo amor mío- le dijo suavemente el rubio a modo de respuesta al pelinegro –no me iré… al menos por esta noche… seré tu Sai…- y finalmente el rubio sonrió pensando en lo irónico que puede ser el amor. …l amaba a Itachi… e Itachi sólo podía amar a aquel recuerdo que Deidara lograba invocar con su sola presencia… sin duda, toda una ironía.

A veces el amor es tan irracional que nos hace hacer precisamente aquello que siempre dijimos entre sonrisas y frente a los amigos “yo nunca are algo así” y lo peor es que nunca te das cuenta cuando ya lo estás haciendo… la esperanza de que un día nos amen a nosotros y no al recuerdo que sustituimos, es lo que nos mantiene en pie y sin poder alejarnos de esa persona, no importandonos lo humillante que pueda resultar esto ante a los demás, aún cuando en el fondo sabemos que eso quizás nunca pase ¿Verdad?... Justamente, eso le pasaba a Deidara, así que ¿quién podría juzgarlo?

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A la mañana siguiente, cuando el Uchiha despertó se encontraba solo en la cama de aquella habitación y al sentarse se percató que en el lugar que ocupó su compañero la noche anterior, ahora se encontraba únicamente una nota que tomó y leyó con calma

Itachi:

Me voy porque… bueno, tú sabes muy bien porque me voy… además… me humillaría siquiera intentar preguntarte cuales fueron los motivos por los que pasaste la noche conmigo… o comentarte los míos…

Sólo espero que si nos volvemos a ver, me invites otro café… je…. y te rogaría que al menos… por una vez… intentaras hacerme el amor a mí y no al recuerdo de Sai…

Te deseo mucha suerte, por si no nos volvemos a ver…

DEIDARA

El Uchiha suspiro terminando de leer la nota, al tiempo que la volvía a colocar sobre la cama. Nuevamente se había comportado como un canalla frente a Deidara y no tenía como reparar el daño… quizás… simplemente… lo idiota era algo que nunca podría remediar de su persona…


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Amor, lo sé, no digas nada, de verdad;
Si vez alguna lagrima, perdón.
Ya sé que no has querido hacer llorar a un gato herido…

Amor, si alguna vez nos vemos por ahí,
Invítame a un café y hazme el amor.
Y si ya no vuelvo a verte, ojala que tengas suerte…

Ya lo vez, la vida es así;
Tú te vas y yo me quedo aquí.
Lloverá y ya no seré tuya,
Seré la gata bajo la lluvia…

Ya lo vez, la vida es así;
Tú te vas y yo me quedo aquí.
Lloverá y ya no seré tuya,
Seré la gata bajo la lluvia…
Y maullare por ti…
Notas finales: Hola de nuevo *0*

Espero que les haya agradado el capitulo tanto como a mi escribirlo. Recuerden que cualquier comentario sera muy agradecido.

La cancion es "gata bajo la lluvia" de Rocio Dulcan (en realidd de hay el nombre del fic, era el que llevaba originalmente y no quise cambiarlo). De antemano les doy las gracias por haber leido.

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