ME, MYSELF AND I (Lo que hace daño)
Ichigo se puso su abrigo caqui – el gris se había manchado – cuidando taparse bien. Echó una última mirada a su cama deshecha por los violentos movimientos de antes, frunció el ceño y salió en silencio. Afuera de la casa estaba lloviendo, no llevó paraguas a propósito para que el imparable torrente proveniente de sus ojos no fuera tan notorio. La gran sorpresa que se había llevado no era grata, sino todo lo contrario.
I can’t believe I believed everything we had would last
So young and naïve for me to think she was from your past
Silly of me to dream of one day having your kids
Love is so blind, it feels right when it’s wrong…
¿Nanako se llamaba? No tenía importancia su nombre: aunque se hubiera llamado como su madre no habría dudado ni un poco en odiarla. Esa zorra se había estado acostando con su pareja desde sólo Kami sabía cuándo, y aunque esa verdad se le restregó en la cara pidiéndole ser descubierta, nunca quiso pensar mal de Sousuke. Y lo peor de todo era que así lo había percibido desde el inicio de su relación; aunque Ichigo se muriera de celos, jamás le diría nada a su novio.
I can’t believe I fell for your schemes, I’m smarter than that
So dumb and naïve to believe that with me you’re a changed man
Foolish of me to compete when you cheat with loose women
It took me some time but now I’ve moved on
Hacía un par de meses que había descubierto mensajes en su teléfono. Sousuke ni siquiera se preocupó por no registrar los contactos: nombres de al menos tres personas distintas (dos mujeres, un hombre) que Ichigo juraba no conocer en el ámbito social de su pareja aparecían como autores de esos mensajes. No, no era que Ichigo fuera un fisgón. Todo fue porque una noche en una fiesta Sousuke estaba ya bastante tomado. Sonó su móvil e Ichigo advirtió que enseguida lo tomó para ver el mensaje. Él nunca hacía eso, ni sabiendo que esperaría una llamada o aviso importante, recordó.
– Aizen, venga con la mesa directiva a tomarse una copa. – un amigo lo interrumpió y Sousuke sencillamente dejó su teléfono en la mesa. Ichigo lo tomó (no fuera a tomarlo alguien más) y estaba a punto de meterlo a su bolsillo cuando vio el mensaje.
“¿Cuándo nos veremos? Has tardado bastante en contestarme esa pregunta. ¿Es que ese mocoso te tiene tan ocupado? Olvídalo y ven a recordar lo que es bueno.”
Ichigo se quedó boquiabierto. Cegado por su amor era ingenuo, pero eso ya era otra cosa. Y él no era ningún estúpido para no saber qué quería decir esa mujer. Escaneó todo el lugar, buscando con la mirada a su novio y un sitio donde él no fuera visto. Pronto encontró ambos y se cruzó por el salón con calma, saludando y sonriendo a quienes le hablaran. Cuando por fin estuvo en la terraza, sacó un cigarrillo y lo puso entre sus labios. Buscó en su saco algún encendedor, pero no tenía.
– Maldición…
– ¿Ichigo? – un hombre delgado, de cabello negro y gafas se le acercó. Ichigo se sacó el cigarrillo de su boca y lo miró.
– ¡Uryu! – enseguida ambos hombres se saludaron y abrazaron, tenían mucho tiempo sin verse. – ¿Cómo has estado? – el otro se volvió sombrío, aunque intentó mantener la sonrisa.
– Bien. Aunque recién me acabo de divorciar. – el gesto de Ichigo fue nuevamente de pasmo.
– No sabía que te habías casado. ¿Hace cuánto? ¿Con quién? – quizás estaba siendo inoportuno con sus preguntas, pero ninguno de los dos lo notó, ya que Uryu estaba bastante acostumbrado a estas situaciones con Ichigo.
– Con la hija del director del laboratorio farmacéutico en el que trabajaba. Duré dos años con ella, pero me fastidiaba que fuera tan sumisa con su padre. – Sacó un encendedor –Yo no sabía que fumabas – Ichigo rió nervioso.
– Bueno, mi pareja me pegó esta mala costumbre. – Dejó salir humo de su boca – Qué mal lo que te pasó… - dijo, poniendo una mano sobre el hombro de Uyru. Éste sonrió de nuevo desgraciado y miró al piso.
– Afortunadamente ya terminó. Uno tiene que aprender a dejar de amar lo que le hace daño.
Un hombre de los que Ichigo reconocía como parte de la mesa directiva de la empresa que manejaba su novio se aproximaba. Uryu lo saludó con naturalidad, parecía ya conocerlo.
– Heh, Ishida, ya me voy. ¿Quieres que pase a dejarte a tu casa? – el hombre era mucho menos formal de lo que parecía. Y vaya que se veía bastante atractivo con su traje azul y su cabello alborotado.
– Claro, pero al menos sé amable. Él es Kurosaki Ichigo, un viejo amigo mío. – el otro arqueó una ceja e Ichigo tendió tímidamente su mano a aquél.
– Encantado.
– Grimmjow Jaggerjack, creo ya haberte visto antes con Aizen. – Ichigo sintió un vuelco al percibir que le hablaba a él. Se escuchó un pitido repetido y enseguida Ichigo intuyó que era el teléfono de Sousuke, por lo que, sobresaltado, se apresuró a verlo. No había nada nuevo en la pantalla. Miró a su lado. Uryu hablando y caminando hacia un sitio para poder hablar en privado. Grimmjow no aguantó más y se desternilló en carcajadas, haciendo que Ichigo se pusiera rojo hasta las orejas.
– ¡¿Qué es tan gracioso?! – replicó.
– ¿Qué pasa, Ichigo? ¿Así de negra tienes la conciencia? – se burló.
– ¡Cállate! Es algo que tú no podrías entender. – Grimmjow paró de reír, sin quitar su sonrisa socarrona.
– ¿Ah? ¿Pero qué dices, mocoso? Te he visto antes, casi podría jurar que el teléfono que tienes en las manos no es tuyo. Espero que te hayan enseñado que no es bueno husmear entre las cosas de los demás. – Notó el miedo inmediato en la palidez que adquirió el rostro de Ichigo. – No hay de qué preocuparse, sólo lo he visto yo por accidente. Nadie más estaba mirando.
Un momento. ¿Lo estaba mirando? No era que nadie pudiera mirarlo a él, pero se suponía que se habían sentado hasta una esquina para no ser fácilmente ubicados por los demás invitados y molestados. Uryu se acercaba de nuevo.
– Espera, ¿cómo es que tú…? – Grimmjow ignoró la pregunta a medias del joven ni le permitió terminarla.
– ¿Nos vamos? – Grimmjow asintió. Ambos hombres se despidieron de Ichigo.
– Voy a contactarte. Me pareciste interesante, mocoso. – advirtió el de cabellos celestes. Kurosaki sólo hizo que ignoraba el comentario, aunque la intriga le quemaba por dentro.
It took me some time but now I’ve moved on
Because I realized I got…
Me, myself and I
That’s all I got in the end, that’s what I found out
And it ain’t no need to cry
I took a vow that from now on I’m gonna be my own best friend
Ichigo miró todos y cada uno de los mensajes que le mandaban y las contestaciones que su pareja enviaba. Incluso hablaba mal de él. ¿Entonces por qué diablos lo seguía teniendo ahí, viviendo en su casa? ¿Por qué le seguía pidiendo hacer el amor? ¿Por qué…?
Él, en comparación a Sousuke, era un estudiante de maestría en literatura. Es decir, ni siquiera podía apoyar económicamente al director de una empresa. También se confesaba aún aprendiz en las artes sexuales, sabía que apenas lograba satisfacer a la bestia en que se convertía su novio. Bien Aizen podía botarlo sin problemas: vivían bajo unión libre, podía decirse que él solventaba los gastos mayores de Ichigo y, finalmente, el dejarlo no representaba ningún percance para su trabajo. Además de que nunca se tocaba el corazón para tomar decisiones; si algo o alguien le estorbaba, simplemente lo desaparecía de su vida.
Concluyó entonces que le gustaba jugar con él. Que le divertía tener parejas furtivas en una relación “seria”.
Now that it’s over, stop calling me
Come pick up your clothing
No need to front like ya’ still wit me, all your homies know
Even your very best friend tried to warn me on the low
It took me some time, but now I am strong…
Bajó lentamente hasta que la erección de Grimmjow estuvo dentro. Se dejó embestir, primero con suavidad, luego con frenesí e ímpetu. Los gemidos no pasaban más allá de las paredes de la habitación del mayor. Llevaba así más de un mes, ninguno de los dos tardó en darse cuenta que se gustaban mutuamente, así que comenzaron a salir.
Grimmjow estaba al tanto de todo; no le importaba en absoluto ser el amor furtivo de Ichigo. De hecho varias veces había hablado con él insistiendo con dejar ya esa relación que tanto lo atormentaba.
– Ven conmigo. Sé que él te ofrece más lujos, pero yo podría… ah, sólo déjame quererte bien, como nadie nunca podría… - murmuraba a su oído cuando le hacía el amor. Ichigo sólo callaba, desde hacía tiempo quería irse con Grimmjow, pero no quería por dos razones: la primera era que quería terminar bien con Sousuke, es decir, hablando y diciéndole lo que sentía, sólo que aún no lograba atreverse; la segunda era que sabía que si lo dejaba así como así, seguramente querría vengarse de alguna manera.
– No, Grimmjow, no aún… - después del orgasmo le contestaba al fin. Grimmjow le hacía perderse tanto en su delirio que no era capaz de coordinar ni pensar correctamente.
– ¡¿Entonces cuándo?! Ichigo, lo que él te hace de ninguna forma está bien, y te sigue haciendo daño. Eso me lastima a mí también. – levantó su rostro con el costado del índice para que el moreno le mirara a los ojos. – Sé que suena estúpido en tan poco tiempo, pero comienzo a amarte.
It took me some time but now I moved on…
Ichigo llegó empapado al apartamento de Grimmjow. Éste, enseguida, lo hizo pasar y lo natural fue que le prestara ropa para cambiarse.
– Mira, estás empapado… ¿Has estado llorando? – Lo abrazó y le besó la frente –Vamos, quítate ese abrigo… - Se quedó completamente pasmado al ver lo que había bajo éste.
– Ichigo… ¿qué hiciste? – con los ojos bien abiertos, pasó sus dedos por la ropa de Ichigo y miró cómo se manchaban de sangre.
– Le di una lección a mi ex novio.
– ¡¿Lo mataste?!
– No, si lo hubiera hecho no habría sido lección.
– ¿Entonces por qué estás todo manchado de sangre?
– Olvida eso y hazme el amor. Seguro será lo último que haga después de haber hecho lo que hice.