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No más palabras. por Dolphinnie

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Notas del fanfic:

Es el primer Fanfic que decido publicar aquí, asique espero que sea de su agrado.

Sé que es cortito y un poco rápido e intenso, tuve que editarlo un millon de veces por que algunas partes no eran de mi agrado, espero entiendan =D


Trataba de darle forma a todas las nubes que habían en el cielo, amaba esos días en que el sol iluminaba todo a su paso y la suave brisa primaveral corría entregado frescura. Si, definitivamente adoraba esos cálidos días de primavera donde podía acostarse sobre el césped y ver el cielo azul. Estaba hace más de una hora en su misión de buscarle formas a esas blancas nubosidades cuando pensó en que dormir un poco no sería malo, cerró suavemente sus ojos sintiendo el delicado viento en su cara, estaba a punto de entregarse a los brazos de Morfeo cuando una sombra se posó sobre su rostro haciéndolo abrir sus ojos rápidamente para encontrarse cara a cara con aquel pelinegro que lo miraba con graciosa curiosidad.

- ¡Eh! Junsu ¿qué haces aquí tan tirado? Si pareces un muerto- comentó con una gran sonrisa sobre su rostro.
- Yoochun... este... yo estaba descansando y casi me quedo dormido-se justificó -¿y tú? ¿Por qué estás aquí?
- Te vine a buscar para que jugáramos basketball ¿Quieres? - propuso el azabache sin quitar la sonrisa de su rostro.
- ¿Basket? -preguntó con tono molesto- no creo, ¿Por qué mejor no jugamos fútbol?- pidió el castaño incorporándose entusiasmadamente.
- ¿Y por qué hay que hacer siempre lo que tú dices?- Bufó el mayor haciéndole un desprecio - niñito mimado.

¿Niño mimado? Aquel comentario provocó que el delfín se lanzara sobre él simulando una pelea a base de golpes falsos y césped sobre sus rostros. Mantuvieron aquel inocente juego hasta que Yoochun perdió la paciencia y se levantó para correr tras el castaño entre risas y amenazas. Logró tomarlo del brazo y lo tiró contra el verde pasto boca arriba para terminar sobre él. Ambos riendo agitadamente.

Yoochun mantenía su cara escondida en el hombro del menor, sintiendo intensamente ese aroma característico de Junsu. Comenzaba a embriagarse con el suave olor de su cuello cuando el delfín susurra casi inaudiblemente su nombre.
El azabache levanta el rostro para encontrarse frente a frente con el menor, sus respiraciones eran pausadas y algo nerviosas, concentró su mirada en esos oscuros ojos que lo observaban intensamente.
¿En qué momento comenzó a desearlo tanto? Esos ojos, esa pálida piel, esos rosáceos labios...

Junsu por su parte se encontraba más que confundido, y el cuerpo del mayor sobre el suyo no le ayudaba mucho a procesar lo ocurrido. Era como un sueño, algo tan irreal que lo aturdía a tal punto de no tener ninguna reacción con lo sucedido. Lo cierto es que ahí estaba él; tirado en el césped con Yoochun encima, mirándolo fogosamente, lejos de todo y todos, el único testigo de la particular escena era ese primaveral cielo y le consolaba saber que él solo podría comentarlo con aquellas nubes que en algún momento estuvieron a punto de tener forma.
El delfín miró detenidamente los labios color carmín del mayor, no supo explicar el por qué de su impulso, quizás fue la pasión del momento, pero se lanzó suavemente sobre esos labios que lo llamaban a gritos, sintiendo su calor, haciéndose adicto a ellos al instante.

Yoochun no se quedó atrás y prisionero de la actual excitación correspondió al beso de manera inmediata, explorando esa boca que ahora le pertenecía completamente. Las manos del menor se colaron por debajo de la camisa del pelinegro, acariciando su fornida espalda mientras sus bocas aún se encontraban unidas.
Esas manos sobre su espalda solo hicieron que el calor aumentara, posó sus manos en el estómago del castaño, levantando torpemente la camisa oscura que cubría aquel anhelado torso. Junsu colaboró con la labor levantando un poco su cuerpo, dejando al descubierto su blanca piel que comenzó a ser devorada por el más alto sacándole suspiros al instante.
Junsu torpemente le sacó la camisa al mayor dejando al descubierto ese marcado torso, Yoochun se puso de rodillas y el delfín se levantó para comenzar a besar apasionadamente su cuello, bajó por el pecho y se concentró en besar el estómago mientras que con sus manos desabrochaba el pantalón del azabache para luego bajarlo junto con el bóxer hasta la altura de la rodilla. Aquel miembro erecto y descubierto hiso que el rostro de Junsu se tornara algo intranquilo.

Yoochun notó el nerviosismo de su actual amante y tomó su mano para posarla en aquel pedazo de carne deseoso de atención, el menor empezó a masturbarlo, sintiendo de inmediato los jadeos del mayor haciendo que el más bajo tuviese más confianza en sí mismo. El placer provocado por las manos de Junsu lo tenían sumido en un placer inexplicable, pero no debía dejar llevarse mucho, si iba a terminar, sería dentro del castaño por lo que tomó tiernamente su rostro y lo levantó para quedar frente a frente.

-Junsu, dime algo ¿de verdad quieres hacer esto?- preguntó algo preocupado.
- Solo bésame, no preguntes nada o me harás dudar de verdad- contestó con voz baja, algo avergonzado por aquella repentina osadía poco común en él mismo. Volvieron a besarse apasionadamente mientras las manos de Yoochun esta vez eran las ocupadas desabrochando el pantalón, recostando al castaño sobre el césped para posteriormente sacárselo por completo. Besó sus piernas mientras jugaba con el borde del bóxer color negro del él con una de sus manos para después bajarlo de apoco. Sus ojos se llenaron de lujuria al ver la erecta masculinidad de su compañero, deseos internos lo dominaron y sujetando aquel miembro con la mano acercó su cara para lamer con su lengua la punta de este. Si para Junsu todo era un sueño antes, ahora esa sensación se incrementó mucho más, las caricias del azabache lo mantenían en otro mundo. Pudo sentir como el mayor abrasó aquel pedazo de carne con su boca en un suave vaivén.

Los gemidos reprimidos del castaño eran como una deleitosa música para los oídos del pelinegro que ya satisfecho con su labor subió por el torso del más bajo hasta posarse en esos exquisitos labios, bajó por su cuello y se sentó llevándose a Junsu consigo quedando éste sobre él. Junsu besaba y lamía insaciablemente el oído del mayor mientras levantaba su bien formado trasero para acomodarse sobre en el ya lubricado miembro del azabache.
La penetración fue lenta y dolora, más aún por que Junsu nunca lo había hecho con un hombre, aún así resistió lo más que pudo y cerró sus ojos fuertemente al tiempo en que escondía su rostro en el cuello de Yoochun.

Trató de ser lo más delicado posible y cuando ya había introducido su miembro por completó trató de esperar un momento para que el más pequeño se acostumbrara. Pero no fue por mucho ya que Junsu comenzó a subir y a bajar provocando un gemido de sorpresa en el azabache.
El control al principio lo mantenía el delfín, siendo él quien modificaba la velocidad de las embestidas. Yoochun sólo se dedico a disfrutar del apasionado momento y ayudar al menor tomándolo de las caderas, pero pronto la suavidad con que se movía Junsu lo terminó sacando de juicio y, levantando al castaño de los brazos, lo recostó bruscamente en el verde suelo y empezó a penetrarlo sin consentimiento alguno. El menor gemía de manera escandalosa mientras que con sus piernas apresaba las caderas de su amante, se aferró fuertemente de su espalda, arañándolo de vez en cuando, mientras cerraba fuertemente sus llorosos ojos victimas del placer.
Las embestidas eran ya bestiales, Yoochun mantenía los ojos cerrados dejándose llevar por las sensaciones placenteras en las que estaba sumergido, gemía roncamente de vez en cuando mientras que el cuerpo de ambos se llenaba de sudor. Sintió un escalofrió recorrer su cuerpo y, presintiendo lo que venía, tomó el miembro del más bajo y comenzó a masturbarlo al ritmo de las embestidas. Junsu arqueó su espalda gimiendo fuertemente provocando que Yoochun sólo acelerara más su labor.
Solo unas cuantas embestidas más bastaron para que ambos acabaran al mismo tiempo. Yoochun cayó rendido sobre el cuerpo de su pequeño compañero y éste lo recibió entre sus brazos, tratando de controlar sus agitadas respiraciones.

Trataba de darle forma a todas las nubes que habían en el cielo, amaba esos días en que el sol iluminaba todo a su paso y la suave brisa primaveral corría entregado frescura. Si, definitivamente adoraba esos cálidos días de primavera sobretodo cuando tenía sobre su pecho a un adorable azabache durmiendo plácidamente.
Notas finales: Reviews?? =)

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