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Family por licherni

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Notas del capitulo:

bueno, aki vengo con un capitulo mas, gracias por leerme y por los reviews, este es un capitulo bastante dulce y triste, espero que guste tanto como los demas


Kisses

Capítulo 5: Las lágrimas de un ángel

 

Draco regaba las plantas que tenía en el invernadero disfrutando de la luz del sol, la tranquilidad y el absoluto orgullo de la variedad de plantas que había conseguido con ayuda de Harry en sólo una semana. El huerto iba aún mejor gracias a los poderes de Harry con los cuatro elementos. Los días estando de vacaciones Sirius y Remus no eran muy tranquilos, siempre pasaba algo y a veces agradecía que apenas entraran en el invernadero. Un grito lo sobresaltó haciendo que la regadera se le balanceara echando más agua de la que pretendía a una de las plantas, suspirando inclinó la maceta para tirar parte del agua sobrante al suelo y luego salió para ver qué ocurría. Vio a Harry salir como una furia de la cocina, con el delantal puesto y el chándal de Addidas que se había comprado para andar por casa.

-¡SIRIUS BLACK! ¡SAL DE DONDE ESTÉS VAS A MORIR DE TODAS FORMAS!

-¿Qué pasa Harry? ¿Qué ha hecho esta vez tito Sirius?- le preguntó Draco, sin acostumbrarse del todo a llamar a Sirius como a Severus, con Remus resultaba más fácil por su cariño maternal, pero Sirius era otra cosa.

-Tenía el pastel de mi nueva receta enfriando en la mesa mientras terminaba de hacer la comida, ¡era para el postre chucho pulgoso!- terminó gritando para que lo oyera su padrastro.

-¿Pero qué ha hecho?

-¿Tú qué crees? Ha entrado en la cocina mientras yo buscaba otra cosa arriba y se lo ha comido entero.

-¡Ha sido el gato!- dijo una voz dentro de la casa.

-¡A mí no me eches la culpa de que zampes como un cerdo!- le gritó el minino bajando por las escaleras.- Harry, no lo creas, no he sido yo.

-Lo sé, no soy tan tonto como para confundir las huellas de un gato con las de un perro, ¡Sirius Black baja aquí ahora mismo!

-¡NO!- aulló el animago mientras era bajado a la fuerza por sus dos esposos.- ¡Eso no por favor! ¡Me portaré bien! ¡Haré otro!

-Mejor no, puede que acabemos intoxicados.

-Nos debes una explicación, mejor dicho, se la debes ha Harry.

-Es que lo vi ahí, soltando ese aroma tan rico y con tan buena pinta que no me he podido resistir, no sabía que era para la comida.

-Eso no sirve de excusa, podías haber preguntado, te habría dado un trozo- le dijo enfadado, Pathfoot puso carita de cachorro arrepentido.- No me hagas pucheros Pathfoot, no sirven y lo sabes, quería que todos probarais mi nueva receta.

-Te alivia un poco saber que estaba realmente deliciosa.

-No lo suficiente.

-Lo siento hijo, no quería herirte.

-Harry, está realmente arrepentido, podremos hacer otra después de comer para la hora del té- le dijo Draco. El Gryffindor se giró para mirarlo, el Silver Prince sonrió dulcemente antes de jugar inconscientemente con el piercing del labio, algo que borró cualquier pensamiento coherente de la mente del moreno.- ¿Harry?

-¿Eh? Vale, de acuerdo, lo haremos otra vez para la hora del té, pero tú me tienes que compensar y más te vale no volver a hacerlo o te dejaré sin comer.

-Sí, lo siento, ¿qué quieres que haga para compensarte?

-Sólo que me vayas a la cuidad y me compres los ingredientes, sólo los ingredientes, te haré una lista, y si me traes un regalo o algo me enfadaré contigo.

-De acuerdo, sigo sin entender que no te guste que te traiga regalos.

-Porque mi amor no se compra, simplemente se gana, Pathfoot, eres mi padre y ya te quiero, no necesitas gastarte dinero en mis caprichos, porque has cometido un error, yo también los cometo así que no te puedo culpar con ello. Mientras sigas cuidando de mí yo siempre te perdonaré- los tres restantes sonrieron ante tan tierna escena, Harry podía ser tan dulce como la misma azúcar cuando se lo proponía.

-De acuerdo, lo siento Harry, no quería que te enfadaras.

-No pasa nada- lo abrazó con una sonrisa.- Iré a hacerte la lista, necesitaré que me vayas cuanto antes a por los ingredientes para que pueda tenerlo todo listo a la hora del té.

-De acuerdo.

 

Harry hizo y entregó la lista a Sirius y los tres mayores se fueron a la cuidad a por los ingredientes y, aprovechando, a dar un paseo. Los dos más jóvenes se quedaron en casa, mientras el moreno preparaba la comida el Slytherin lo miraba, sentado en una banqueta de la amplia cocina, desenvolverse como pez en el agua yendo de una sartén a un cazo y luego a una cacerola sin descuidar nada. El agujero del piercing de Draco estaba casi curado en los bordes por lo que ya podía comer con normalidad y no le sangraba como los dos primeros días. Al rubio le encantaba ver a Harry en la cocina, lo veía tan ágil como con la escoba, manejaba los cuchillos como si fueran parte de su cuerpo y nunca se le pasaba nada. Después de aquella noche del domingo prefirió no volver a entrar en la cocina para usarla, el Golden Boy no había dicho nada de aquella cena pero él sabía que no se podía ni comparar con las que hacía él así que prefirió dejarle al Gryffindor las comidas y él se quedaría con las plantas.

 

Habían traído un piano para Draco y se había convertido en un entretenimiento para ambos tocar a dúo las composiciones de Harry, el Slytherin las cambiaba a una partitura para tocar con el piano y ambos las interpretaban con tranquilidad para gozo de sus mayores. Ambos encontraron mucho más cómodo dormir en una sola cama, aunque despertaban enredados de brazos y piernas a ninguno parecía importarle por lo que no se comentó nada del tema al no haber objeciones. Harry no había vuelto a subir a la cúpula desde que las cosas con Draco estaban arregladas y seguía mandando de vez en cuando pociones para Hermione que hasta una semana después no tendría cita con el ginecólogo y seguía manteniéndole en secreto sus síntomas a Ron, algo que disgustaba en suma a Harry pero que se abstenía de decir nada.

 

Draco estaba practicando una nueva pieza del Golden Boy cuando éste apareció con la bandeja del té seguido de Keacher con el pastel de frutas del bosque con nata. Los cinco se sentaron a tomar el nuevo té que había comprado Draco en su última excursión a la cuidad. Charlaban tranquilamente sobre lo que pretendían hacer aquella noche cuando una lechuza entró volando y se posó en el respaldo de Harry.

-¡Hedwig! Cuánto tiempo, qué me traes- cogió la carta que le extendía la lechuza y comenzó a leer.

 

Querido Harry:                                             

 

Primo, no sabes cómo me alegra que me regalaras a tu vieja lechuza para tener alguna forma de contactar contigo, esta vez por desgracia tengo que contactarte para darte penosas noticias. Creo que sabes sobre la enfermedad de mi padre, por desgracia el hado lo reclamó para sí anoche. Sé que apenas guardas buenos recuerdos del hombre que fue mi padre, por no decir ninguno, pero me consolaría que dejando todo aquello a un lado vinieras a darle el último adiós, ya que después de todo a sido parte de tu familia. Harry, sé que esto será difícil para ti, no te pediría esto si no creyera que a pesar de todo tienes un corazón de oro y que te molestaría no haber tenido oportunidad de venir, espero de corazón que puedas perdonar a mi padre ahora que ya no está y te dignes a venir, porque creo que después de todo ninguno de nosotros tres merece que hagas el esfuerzo ni sufras por nosotros. Un saludo para ti y tu nueva familia.

 

Con cariño,

Dudley

 

Al terminar de leer la carta el salón se oscureció, todos miraron afuera, donde debería brillar el sol, ahora casi totalmente opacado por nubes negras que presagiaban tormenta y lluvia. Cayó un rayo, seguido de un trueno y luego una gota y otra y otra y otra y otra... la lluvia caía con fuerza siendo lo único que se oía en el incómodo silencio, Harry suspiró quedamente y dejaron de caer rayos y truenos pero seguía lloviendo con la misma intensidad. Se levantó despacio, sin mirar a nadie.

-Disculpad- dejó todo a medio comer, y subió corriendo lo más deprisa que podía. Los otros cuatro se miraron entre sí y luego a la carta que había quedado encima de la mesa. La lechuza blanca salió de allí volando y ellos cogieron la carta para leerla.

 

Draco se levantó y se acercó a la entrada del patio y extendió la mano, algunas gotas cayeron en su palma. Vio salir algo volando, rápido como un rayo, hacia el bosque, se dirigió enseguida al armario de escobas y descubrió que la de Harry no estaba allí. Volvió a mirar al bosque al otro lado del prado y suspiró, cogió su escoba y se dirigió al patio.

-¿Dónde vas Draco?

-A buscarlo, está destrozado, necesita a alguien a su lado.

-Si se ha ido es porque quiere estar solo, deberíamos dejarlo como está.

-No, él cree que estar solo es lo mejor porque así no molesta, no entiende que nos preocupa más si se lo guarda todo para él, ésta lluvia la ha provocado él, voy a su lado.

 

Sin dejar decir nada más se montó en su escoba y salió disparado en dirección al bosque. Lo buscó frenéticamente intentando dar con él pero las ramas de los árboles eran demasiado densas y no pudo ver nada, así que volvió hecho polvo a casa y se metió al baño para darse una ducha y esperar. Pasaron las horas pero Harry no volvía, el rubio intentó distraerse tocando algo pero sus manos temblaban y era incapaz de concentrarse. Subió hecho una furia a la habitación e intentó subir a la cúpula, pero seguía sin poder, le estuvo gritando con la esperanza de que el moreno estuviera arriba y lo oyera pero Athem bajó junto con Salazar diciendo que todavía no había llegado. Se quedaron junto a él en la cama a esperar, en algún momento el Slytherin se había quedado dormido porque un ruido de pisadas lo despertó. Vio a Harry bajar por las escaleras de metal, totalmente empapado y con muy mala cara, se acercó corriendo para ver cómo estaba pero seguía habiendo una barrera, arremetió contra ella un par de veces más hasta que consiguió atravesarla justo para subir un par de escalones y abrazarlo.

-Harry, me tenías preocupado, vamos al baño, tienes que ducharte enseguida o cogerás un resfriado, ¿me oyes? Pon de tu parte ¿vale? No quiero que te pongas malo- le medio suplicó el rubio, sintió como el moreno asentía contra su hombro y se separó para llevarlo de la mano hasta el cuarto de baño.

 

Con cuidado lo dejó desvestirse para ir preparando el agua, lo ayudó a terminar de quitarse la ropa y lo metió en la tina con el agua caliente. En silencio le lavó la cabeza y le quitó el champú, lo dejó lavándose el resto del cuerpo para ir a por la ropa de cambio. Dejó sobre la encimera la ropa mientras el moreno se secaba con parsimonia y él se acercó a secarle el pelo con una toalla más pequeña. Finalmente lo llevó a la cama cuando estuvo totalmente cambiado, el Golden Boy se dejaba llevar pero la lluvia no dejaba de caer con fuerza, Draco se sentó frente a él y lo hizo mirarlo.

-Harry, quiero que me escuches, por favor, POR FAVOR, no me vuelvas a dar un susto así, estábamos preocupadísimos por ti.

-Necesitaba estar sólo.

-¡No, no lo necesitas!

-¡¿Y tú que sabes?!

-Potter, yo también he pasado por lo que tú, al parecer ése hombre nunca fue bueno contigo, pero tú aún así lamentas su muerte, me pasó lo mismo con mi tía Bellatrix- el Gryffindor lo miró de verdad por primera vez en todo el rato sorprendido.- Cuando mi tía murió me entristecí muchísimo, me pasé horas en mi habitación, no quería ver a nadie, estaba en una burbuja. Pero eso no es bueno, me di cuenta cuando vinieron Blaise y Pansy para sacarme de allí, no es que quisiera mucho a mi tía pero realmente me sentía fatal por que ella había sido parte de mi familia. Siempre me he negado a que hubiera alguien conmigo cuando estaba mal porque eso sería preocupar en exceso a los demás, el problema está en que si te lo guardas todo crearás más problemas, y eso fue lo que me ocurrió.

-¿Qué pasó?  

-En el funeral de mi tía Bellatrix me escapé corriendo, no podía soportarlo, estuve un par de días vagabundeando sin rumbo hasta que unos aurores que me buscaban me encontraron y me llevaron a casa. Mis padres no habían dormido en toda la noche por estar buscándome, estaban tan preocupados que mi madre se echó a llorar cuando me vio llegar. Harry, no estás solo, no necesitas estarlo cuando te pasa algo malo. Si tienes que pensar con tranquilidad siempre viene bien, lo sé porque yo también aprecio mucho estar solo un rato en el invernadero pero guardarse todo el dolor nunca es bueno.

-¿Y qué pretendes que haga?

-Desquitarte, porque nos tienes a tus padres y a mí a tu lado. Harry, nunca te dejaré, eres mi amigo y no pienso dejarte tirado, si te equivocas te ayudaré a arreglarlo, si estás mal te consolaré, sólo tienes que dejarte porque yo estaré para ti.

-Draco- dijo sorprendido, se quedó en silenció un momento, luego los ojos se le llenaron de lágrimas y se abrazó al Slytherin.- ¡Draco! ¿Por qué? No es justo, no lo quería ¡no es justo! Me encerró hasta los once en una alacena bajo las escaleras, me maltrataba, me hacía sentirme abandonado, nunca me dijo nada bueno ¿por qué tengo que llorar ahora por él?- sollozó.

-Porque, tal y como ha dicho tu primo, tienes un corazón de oro, Golden Boy. ¿Irás al funeral?

-¿Para qué? ¿Para que mi tía me mire con asco una vez más?

-No, para que ella y todos vean que tienes tu orgullo y que tú vales mucho más que ellos, eres el Golden Boy vales mucho más que todos esos muggles que te maltrataban, además tienes una nueva familia que te quiere de verdad, me tienes a mí, ¿qué importa lo que digan ellos? Mientras tú sigas siendo querido nadie más tiene el derecho de decirte que no puedes serlo.

-¿Vendrás conmigo?

-Por supuesto, no soltaré tu mano en ningún momento, ¿cuándo es?

-Pasado mañana.

-De acuerdo, venga, vamos a meternos en la cama que estarás cansadísimo.

-Sí- se metieron bajo las sábanas y apagaron las luces. Se hizo un silencio absoluto en el que ya ni la lluvia se oía porque había dejado de caer.- Draco.

-Dime.

-¿Me abrazas?

-Ven- se acercaron el uno al otro y el rubio lo envolvió con sus brazos, Harry enterró la cara en su pecho y se dejó llevar por ese dulce olor a menta que tanto lo relajaba.

 

El día del funeral amaneció gris, como el anterior, Harry se había pegado a Draco como si ambos fueran parte de un mismo ente, sus manos casi siempre estaban cogidas y sólo el silencio reinaba en la casa. Para las seis y media se fueron preparando y a las siete menos cinco se aparecieron los cinco al lado de la iglesia donde sería el funeral. Al llegar Harry todos los presentes comenzaron a murmurar, Draco le apretó la mano para infundirle ánimos. Dudley, más crecido y maduro que la última vez que Harry lo vio se acercó al grupo con una sonrisa afectada, tendió la mano a su primo, pero éste lo sorprendió abrazándolo con fuerza, gesto que el otro respondió agradecido.

-Muchas gracias por venir Harry, pensé que te molestaría no enterarte.

-Gracias por avisarme Dudley, espero servirte de apoyo a ti y a tía Petunia.

-Ella ya está dentro, está destrozada.

-Lo entiendo, iremos entrando para saludarla.

-De acuerdo, gracias de nuevo Harry- el moreno sólo sonrío ligeramente y se dirigió a la puerta con Draco de la mano y sus padres detrás.

 

Su tía Petunia estaba frente al altar llorando desconsoladamente, al verlo lo abrazó con fuerza, agradeciendo efusivamente su llegada. Saludó al resto con un intento de sonrisa y agradeció a ellos también el haber ido. Luego tuvo que saludar a más gente y los cinco se retiraron a una esquina alejada donde se llamaba poco la atención. El funeral fue precioso, mientras el cura hablaba las gotas de lluvia iban dando en el techo haciendo el ruido de fondo con un ligero ritmo musical. Cuando salieron todavía llovía, con suavidad, con delicadez, ninguno de los presentes llevaba paraguas porque no pareció que iba a llover al llegar. Las gotas empaparon el rostro de Harry haciendo que unas pocas se deslizaran desde sus ojos hasta su cuello, simulando las lágrimas que él no era capaz de verter. La tía Marge se acercó echa una furia con el paraguas en la mano tapándose aunque al sobresalir por todos lados seguía mojándose el vestido negro, que se supone hacen delgada pero no consiguen milagros.

-¿Cómo te atreves a venir? Niño engreído, maleducado, ¿cómo te atreves a venir al entierro de mi hermano después de lo que le has hecho pasar?

-Fue él quien me hizo pasar un calvario tía Marge.

-¡Mientes! Niño desagradecido, no me puedo creer que te hayas aparecido aquí, tienes un morro que te lo pisas, deberías estar muerto, como tus padres- miró con desprecio a los que lo acompañaban y se fijó en las manos de los dos amigos.- ¡AH! ¿Y encima te traes al novio? ¡Maldito marica!

 

Todo el mundo se giró para mirarlos, extrañados por tal grito, Draco agarró más fuerte la mano de Harry intentando contenerse para no decir todo lo que pensaba de esa mujer ni poner en evidencia a su amigo.

-¿Qué pasa marica? ¿Te quedas callado?- se burló la vieja. Un trueno resonó en todo el lugar mientras el moreno levantaba la mirada hacia su tía.

-¿Sabes tía Marge? Puede que yo sea gay, o puede que no, la cosa es que a ti mi vida te tiene que importar una mierda porque tú no tienes ni el derecho de respirar el mismo aire que yo, mi amigo y mi familia. Tú, maldita vieja borracha, nunca has merecido nada más que lo que tienes ahora, la soledad aliviada por un puto perro que no quiero saber para qué utilizas al animalito. Te hinchas a whisky para dejar de pensar que ningún hombre aunque le costara la vida te querría, las viejas como tú son las que hacen que día a día haya más gays en el mundo. Si he venido aquí esta tarde es porque a diferencia de gentuza como tú me queda algo de respeto por el hombre que me hizo la vida imposible, aunque ha conseguido ser padre de familia y ser querido por su mujer y su hijo, cuando tú, alcohólica de mierda, sólo has tenido a un puñado de perros feos y con la misma carencia de inteligencia de su dueña que siguen con ella por el simple hecho de que no son capaces de pensar en cómo escapar. La gente como tú que no tiene a nadie quien lo llore es la que debería estar muerta y no las personas como tío Vernon que eran queridas pos su familia.

-Maldito...

-Tía Marge, te agradecería que te subieras al coche- la interrumpió Dudley.- Antes de que te siguas mojando y cojas un resfriado.

-Pero si llego paraguas.

-Lo sé, pero no es suficiente para cubrirte entera, te sales por todos lados- respondió su sobrino favorito mientras la llevaba hasta un coche, cuando pasó al lado de Harry le dio una sonrisa de apoyo y le guiñó un ojo.- Me imagino que esto viene del valor Gryffindor del que tanto me has hablado.

-Sí, espero verte en Navidad.

-Te escribiré en cuanto tenga algo de tiempo libre.

-De acuerdo- el moreno sonrió ligeramente de vuelta y luego miró a sus familiares.- ¿Podemos irnos ya?

 

Volvieron a casa en silencio, Harry seguía sosteniendo la mano de Draco con la suya y el rubio notó que temblaba ligeramente. La lluvia había empezado a suavizarse mientras las nubes cogían un color blanco grisáceo. Remus propuso tomar un té pero el Golden Boy se negó disculpándose por que necesitaba estar un rato sin hacer nada y no tenía hambre ni sed. Fue a soltar su mano de la del Silver Prince cuando éste se la sujeto con firmeza y negó con la cabeza, Harry entendió y lo aceptó en silencio antes de que ambos subieran a la habitación.

 

Se cambiaron en silencio y se templaron con una ducha caliente, cuando Draco salió del baño el moreno estaba tirado en la cama mirando al techo. Se sentó a su lado mientras se secaba el pelo con una toalla mojándolo un poco en el proceso.

-¡Eh! No me mojes, acabo de secarme.

-Era para despejarte un poco, ¿estás bien?

-No lo sé.

-Creo que ya lo sabes, pero quiero recordarte que me tienes para lo que sea.

-Gracias Draco- Harry sonrió dulcemente.- ¿Sabes? Hacía mucho que quería decirle cuatro verdades a esa vieja borracha.

-Lo has hecho muy bien Harry, yo le habría dicho algo parecido, aunque claro careciendo de la información que tú tenías puede que mi discurso estuviera más plagado de sutiles insultos que de verdades como puños- se rió el rubio.

-Sí, puede que sí, gracias por estar hoy conmigo.

-Cualquier cosa, aquí estoy- se quedaron un rato en silencio viendo como las nubes comenzaban a clarear dejando ver un cielo azul claro cercano al crepúsculo.- ¿Harry?

-¿Sí?

-Puedo preguntarte sobre tus tíos.

-La verdad es que no me apetece recordarlo...

-Ah, bueno, entonces déjalo.

-No, no, si quieres puedo mostrártelo pero no te ofendas si no voy contigo.

-¿Mostrármelo?

-Sí, ven, vamos- lo cogió de la mano y lo llevó hasta la escalera de metal.- Creo que va siendo hora de que te confíe la entrada.

 

Subieron por las escaleras sin prisa por llegar, agarrados de la mano y en silencio, al llegar a la altura de la cúpula el Slytherin pudo ver que había una barrera que completaba el hechizo de la cúpula. Detrás de la barrera había una puerta de metal y cristales de colores que Harry abrió para dejarlo entrar. Era una estancia pequeña, de madera, una especie de desván que también servía de habitación. En una esquina una cama redonda más pequeña que la de la habitación, un armario medianamente grande pegado a la pared de al lado, un pensadero al lado de éste y una cristalera con puerta para pasar a un pequeño patio con jardín. Había cosas recogidas en las esquinas, así como un atril plateado, un montón de partituras, la escoba, el estuche del violín... El Gryffindor soltó la mano del rubio y se acercó al armario, un montón de botellitas de recuerdos se agrupaban perfectamente organizadas en cada uno de los estantes, cogió una y la vertió en el pensadero.

-Todas las de éste grupo son mi infancia hasta el primer año en Hogwarts, habrá más de primero pero son de otro grupo, por hoy, sólo quiero que veas éste.

-De acuerdo, ¿qué vas a hacer tú?

-Ya buscaré algo para hacer, no te preocupes.

-Vale, vuelvo enseguida- el moreno asintió con una sonrisa y vio desaparecer a Draco dentro del pensadero, luego se relajó sobre la cama y dejó la mente en blanco limitándose a esperar.

 

Cuando el rubio volvió del tercer recuerdo el Golden Boy se había quedado dormido en la cama y respiraba pausadamente con una ligera sonrisa en los labios. Cuando llegó al último de los recuerdos en el que aparecía él de pequeño se alegró de que no hubiera más  porque aquella experiencia era realmente dura de ver y se imaginó que vivirla en carne propia había sido aún peor. Devolvió el grupo de frascos a su sitio y se dedicó a mirar las etiquetas del resto de los grupos. Los cursos estaban divididos en dos grupos junto con las vacaciones de Navidad y Pascua, las vacaciones de verano iban a parte en otros grupos. El más grande de los grupos era el de la infancia de Harry, luego iban los de los cursos y los veranos, los más pequeños eran de cuatro o cinco botecitos en los que entraban un día muy ajetreado o una semana realmente caótica. En uno de los últimos un grupo de cuatro tenía una etiqueta que decía "Día de compras con Draco", el rubio sonrió dulcemente mirando al Gryffindor.

 

Vio impresionado cómo el crepúsculo teñía de rojo intenso el cielo y decidió que ya era hora de volver a la habitación y dormir un rato. Cogió a Harry en brazos sorprendiéndose de lo ligero que era y lo bajó con cuidado de no caerse hasta la cama de la habitación. Se quedó un rato mirándolo totalmente embelesado por ése precioso rostro totalmente relajado y se acordó de algo que su madre le dijo cuando era muy pequeño.

-¿Sabes? Un día pregunté a mi madre qué era la lluvia, y ella me respondió: la lluvia son las lágrimas de los ángeles. Entonces yo era pequeño pero me pareció una tontería, aunque hoy he descubierto que mi madre tenía toda la razón. No permitiré que vuelva a llover por ti Harry, no permitiré que te hagan llorar otra vez.


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