Ven y ámame.
Ven y bésame.
Como antes.
Como nunca.
Como siempre.
Con un maldito murmullo mientras nadie voltea.
Desde el otro lado de la habitación.
Escudándote detrás de aquellos oscuros lentes de los que no te despegas.
Regresa y estremece mi cuerpo con una caricia.
Con un beso.
O con una sonrisa.
Sentado en medio del barullo del camerino, garabateando en una hoja xerografiada y con aroma a rosas, su mano sirviendo de apoyo para su mejilla y la seguridad de que nadie le prestaba atención, no la suficiente para ver como sin hacer mas que un par de movimientos, la hoja terminó arrugada en la palma de su mano.
Su oculta y melancólica mirada volvió a repasar a los presentes, sonriendo, gritando, siendo felices, haciendo la labor de guardar la apariencia o de seguir con su vida, con la farsa o con la aparente e insostenible ansiedad, descontrol, con el pan de cada día. Comenzaba a cansarse de todo ello, de saber que fingían, que si estaban ahí era por el nombre, no por el deseo y placer de su juventud.
Ya no más.
Todo se iba desmoronando frente a sus ojos ¿Por qué demonios seguir con ello? Alimentar una emoción que nadie entendía, ni les importaba, un sentimiento que los fastidiaba, pero que en las canciones sonaba bonito, aunque luego del ensayo no quisieran saber más de ella, aunque no se tomaran la molestia de ver más allá.
¿Por qué habrían de hacerlo? Solo eran canciones, que se sabían de memoria y con los ojos cerrados ¿Para qué tomarse la molestia de entenderlas? Con que él lo hiciera era suficiente. Era suficiente... ¿Y qué pasaría cuando ya no lo fuera? Lo desecharían, a su esfuerzo, a su corazón, a sus sentimientos, marchándose uno a uno irremediablemente, dejándolo solamente con el creciente e indetenible vacío en su interior.
-Yoshiki... Yoshiki... ¡Yoshiki, joder!
Levantó la vista con la expresión ausente para verlo, y por un momento incluso hide se quedo en silencio, el gran hide abrió los ojos y los labios para decir algo que no llegó a sus cuerdas vocales, negó varias veces sin despegar ambas manos de la mesa a la que había golpeado para llamar su atención y se puso a decirle toda clase de cosas, que si irían a comer, que si le traían algo, que si estaba poniendo atención.
"Esta bien, no... sí, lo que quieras, lo estoy..."
¿Qué importaba? Todos salieron y él abrió la mano para sacar el arrugado pedazo de hoja, consumida... al igual que su cigarro y su corazón ¿Qué más podía dar? ¿Una trágica escena? ¿Para la desolación? ¿Para las listas del Top Ten? Ya no más, ya no más. Recargándose en el respaldo de la silla, sin quitarse los anteojos y sin despegar las manos de la mesa, como si la realidad se fuera con ella y las horas se pasaran volando mientras él pensaba en la fatalidad del destino, de su destino.
Una estrella de rock no era lo más genial en esos momentos.
-¿Qué es?
Entrometido.
-Nada-respondió con seriedad.
-Yo-chan-Ah~ tu tono maternal de nuevo hide...
-Hide-chan-devolviendo la puja en el mismo tono.
-Hablo en serio-Y sí, lo estaba haciendo-Están preocupados, llevas así todo el día, toda la semana... ¿Qué es?
El silencio fue su respuesta, pero Hide no era alguien conocido por rendirse fácilmente, no cuando una de sus locas y extravagantes ideas se le metía a la cabeza. Precisamente por eso lo mandaban a él. Porque ni siquiera él era capaz de enfadarse por demasiado tiempo, sin importar el asco de mundo que viera en el momento.
-¿Es por el concierto? ¿Por la canción? ¿Por tu...?
-Art of Life no es simplemente demasiado.
Casi pudo ver los engranes de hide detenerse y exclamar un "Ah~".
-¿Es por ello?-lo tomó de la mano y él no hizo nada para detenerlo.
-Empiezo a cansarme-volteó la mirada hacia él y su extravagante cabello rojo lo distrajo un segundo, se veía tan... dulce-De hacer cosas que nadie comprenda, de moverme en un ritmo que nadie...-Callándose abruptamente negó suavemente con la cabeza-Da igual.
-No, no da igual.
Quiso gritar que sí lo daba, que a ellos les daba igual, hospitalizado tanto tiempo, llevado de urgencias en pleno concierto, sin poder salir, moverse o intentar hacerlo, la salida a su desesperación fue lo que sería probablemente su obra maestra. Y aún así nadie era capaz de ver detrás de sus palabras.
-¿Importa ahora?-se quejó amargamente, liberando su mano con algo de brusquedad-Saldrá pronto, yo fingiré y todos dirán que es hermosa, demasiado, pero aún así hermosa, moriré y seguirán hablando de ella pero nadie... nadie la entenderá, nadie verá mí...
-Grito de ayuda-terminó de decir por él.
Entrometido. Estúpido. Idiota...
Se levantó de golpe y le dio la espalda, furioso, deprimido, siendo más un fracaso que el hombre más exitoso de Japón, al menos para él mismo, pero hide se mantenía en silencio, con aquella mirada que le indicaba que comprendía mucho más de lo que decía, de lo que pensaba o razonaba con los demás, hide... el sonriente y alegre hide, el que era capaz de verlo y rescatarlo de su propia oscuridad, aunque él mismo no pudiera salir de la suya propia.
-¿A quien le importa?-Espetó limpiándose las lágrimas con enojo-Triunfaremos y seremos famosos, más, si es que es posible.
Lo sintió levantarse, pero no se volteó, porque toda aquella farsa podía con él, porque aún cuando era un entrometido, aún cuando desesperaba e irritaba, era el único que se detenía a preguntar un "¿Cómo estás?" ignorando todo y a todos por esos momentos. Se aferró a sus brazos con fuerza, llorando desconsoladamente en medio de su consuelo, pese a que no era más alto que él. Al borde de la ventana del camerino, después inhaló profundamente, se limpió las lágrimas y dio la vuelta.
Solo para ver la misma hoja arrugada sobre la mesa y el silencio y soledad de un camerino que años atrás, demasiados años atrás había sido testigo de lo que le había permitido seguir adelante. Con el sabor a desolación en la boca y el resquicio de tiempos lejanos vibrando en el ambiente, casi podía asegurar que estaba un poco más gris desde la última vez que había estado ahí.
-Entrometido-susurró al avanzar hacia la puerta, dejando la hoja abandonada.
Te amo, por siempre...
2 de Mayo '10.
Hide-chan.
~FIN~