-¡Waa! que bello día…- la brisa del fresco aire revolvía sus negros cabellos.
-Bien ya decidiste adonde quieres ir.- dijo el rubio-cenizo.
-Mmm… claro. A Ueno Park.- añadió el pelinegro sonriendo hacia su ex –fighter.
-Las sakuras no florecen aun… ¿estás seguro?- inquirió.
-Sipi, muy seguro. Podemos hacer un día de campo y luego ir a la torre o a Odaiba y esperar a que sea de noche para ver el Rainbow Bridge, jeje ¿Qué te parece? – comentó emocionado el pequeño agitando los brazos.
- Jeje… suena bien. Pero ¿para qué quieres ver Rainbow Bridge?- dijo un extrañado Soubi.
-Mmm… no sé sólo se me vino a la mente además cambia de color en la noche, jejeje.
Tomaron el metro y llegaron a Ueno Park. No había mucha gente y encontrar lugar era fácil. Escogieron un bello árbol de mediano tamaño. Soubi puso su abrigo en el piso debajo da la protectora sombra del árbol invitando a Ritsuka sentarse el sacrificio miro sonrojado a Soubi ante ese detalle. Ahogo una risita y se sentó.
-¡las bebidas! Se me olvidaron. Voy por ellas. – Ritsuka se levantó antes de que Soubi pudiera decir algo. Corrió por el puente del lago hacia la entrada principal. ‘estoy seguro de que vi una maquina de café por aquí’. -¡cuidado!- gritó un muchacho en patines que lógicamente se estrello con el falso kemonomimi. Ambos cayeron contra el pavimento en una pose algo comprometedora. El pelinegro tenía las piernas en tijera a causa de que el patinador tenía las suyas en medio.
-¡Ah! Como lo siento. ¿Estás bien? – dijo afligido el pelirosa llorando de manera exagerada. –estoy bien. No te preocupes pero ¿me harías un favor?- contesto el pelinegro. –Lo que sea.- -¡QUITATE DE ENCIMA!- gruño el moreno. -¿Eeeh? Ah perdón, en serio perdón.- parándose de un salto y tendiéndole la mano al niño.
-Mocoso ¿Qué estás haciendo?- ambos chicos voltearon al oír la voz. Ritsuka ya en pie se asomo por detrás del pelirosa y ver mejor al joven que había gritado. Lo primero que paso por su mente era que ese rubio era muuuuuuuuuuy atractivo, era casi igual de alto que Soubi pero sus ojos eran de un miel muy líquido, casi dorado. –Intentabas seducir a este niñato…o ¿Qué?- lo segundo que pensó fue que era extremadamente frio y malhumorado, aunque en su voz tenía el mismo tono que él usaba con Soubi cuando estaba celoso o se sentía desplazado.
-No para nada. Yuki malo.- recrimino el pelirosa de su ya conocida y exagerada forma. – no me quieres… me caí y tu ni si quiera me preguntas como estoy…… ¡BUUUUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!- sus bellos ojos amatista parecían toma de agua en un incendio. – ¡argh! Discúlpate con el niño y vámonos… yo sabía que ni siquiera eras bueno patinando ¡baka!- el rubio se alejo a paso firme mientras el ojiamatista lo perseguía a grito pelado.- ¡YUUUUUUUUUUUKIIIIIIIIIII!, ¡YuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuKiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAATTEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE-
-¡oye! ¿Cómo te llamas? Yo soy Ritsuka – llamó el gatito pelinegro.- ¡Shuichi! ¡MUCHO GUSTO!- y se fue patinando dejando una enorme estela de polvo a su paso.
- Ritsuka, pareces cansado.- observo Soubi examinando al menor con ojo crítico. –Etto. Es que un chico en patines choco conmigo jeje y su novio lo regaño aunque se puso algo celoso jeje, es algo… PO-SE-SI-VO. Me recuerda a alguien.- la frase estaba cargada de sarcasmo no pasó desapercibido para el ojiazul, aunque le dio la vuelta. –Tienes razón, suena como algo que tú harías. – replico el agudo Soubi. –Ja… gracioso.-
-Una pregunta Ritsuka ¿no fuiste por las bebidas? Porque no las traes.- agrego Soubi tomando las manos vacías del cumpleañero. –Demonios ¡las olvide! Iré por ellas.- [recuerdan a Homero Simpson cuando Marge le decía que estaba embarazada hagan de cuenta… lo mismito. Sigo con el fic] –Jeje te acompaño…puede que se te olvide de nuevo- Soubi tomo la mano de Ritsuka que le sacaba la lengua. –Baka XP.- Después de comer y platicar bajo la sombra del cerezo fueron a Odaiba [a acaso existe otro :p] Se subieron a todos los juegos que encontraban a su paso. Y disfrutaron del postre, aunque Soubi en la rueda de la fortuna casi se come otro más apetecible.
-Ya casi es de noche… en cualquier momento las luces del puente se encenderán…- -Si, pero ¿Por qué te emociona tanto? Es muy bonito y a la vez no es nada del otro mundo.- sentencio el rubio con la cara pensativa.- -Porque… porque ES especial… verlo estando contigo.- el niño recargo su cabeza en el hombro del mayor y abrazo el brazo de Soubi.
Soubi bajo la vista y encontró a un Ritsuka muy risueño y lleno de añoranza. Lástima, que sólo fuera por esa noche. Una vez al año tenía el permiso de Seimei para ver a su hermano… el día de su cumpleaños. Una noche y un día. Aunque la verdad tampoco lo cumplía al pie de la letra cada que podía escaparse, lo hacía. De eso Ritsuka no tenía ni idea. Soubi prefería verlo en la distancia así era menos doloroso y a la vez le hacía compañía. Las intenciones de Seimei no las entendía desde el día en que se encontró con él de nuevo para darle esa orden de estar con su hermano menor sólo el día de su cumpleaños no había sabido nada de Seimei. Esa orden era un fastidio, ni siquiera Seimei había vuelto a casa o se había puesto en contacto con Ritsuka, nada de nada. Así como apareció se esfumo de nuevo de sus vidas, para marcarlas de nuevo con una profunda herida.
-Nee, Soubi ¿en qué piensas?- el kemonomimi lo miraba inquisitivo. –Mmm… acaso piensas cosas sucias, ¿es eso?- agregó el ojivioleta frotándose la barbilla. –No, pienso en lo mucho que me gusta estar contigo, más si tú me abrazas justo como ahora y tu cabeza en mi hombro. Así es como me gusta. No le cambio nada a este preciso instante, bueno tal vez… si.- -Ah, sí. Y ¿Qué le cambiarias?- inquirió el infante. –Tenerte en una cama, haciendo el a…- -¡Soubiiiiiiiiiiiiiiii! No digas eso así tan de repente y menos con gente cerca. ¡HENTAI!.-
-Pero si te gusta. Jamás te he oído quejarte… bueno no de disgusto.- susurro el veinteañero en el oído de su muy sonrojado y tembloroso sacrifice.
-Sera mejor que nos vayamos… se acerca… el momento.- Ritsuka se alejo se Soubi sin mirarlo. Y con el flequillo tapándole los ojos.
El rubio agacho la cabeza y sonrió con tristeza. Era cierto la hora se acercaba. –de acuerdo. Vamos.- tomo la mano de Ritsuka y le dio un beso en el dorso.
-Ya vámonos.- exigió el menor entrelazando sus dedos. Algo rugió en las profundidades. Surgía de las entrañas de la tierra. Un terremoto. El puente se mecía implacable y las olas arremetían contra la embarcación. Ambos amantes se abrazaron mientras Soubi los alejaba de las ventanas y se colocaba bajo una puerta. Silencio, todo había terminado como si nada. De la nada.
-¿Qué demonios fue eso?- pregunto asustado el neko. –No lo sé. Ojala y todos están bien y que no se repita. Lo cual es muy frecuente. Jeje no te preocupes.- se corrigió el rubio ante las malas vibras percibidas en el ambiente.
-Bueno, ya llegamos. Estas en casa.- el camino de regreso había sido silenciosamente incomodo para ambos. A parte de camino a casa escucharon un anuncio en el metro de que había vuelto a temblar y de que el Rainbow Bridge se desplomó. –No piensas entrar un rato. La verdad no hay nadie y no quisiera estar… solo en la casa.- su vos era suplicante con ligero atisbo de orgullo. –Claro si eso quieres. Lo hare.- ambos jóvenes entraron en la casa y Ritsuka puso el seguro.
-Ahora es mi turno…- diciendo esto se abalanzo sobre el alto joven inmovilizándolo con las piernas y besando su boca. Salió de la húmeda cavidad de Soubi lamiendo y mordisqueando sus labios. -No te dejare ir de nuevo.