Había salido temprano por la mañana, después de las fotos y entrevistas que ocupaban su mañana había decidido buscar un lugar apartado y cómodo donde comer por lo que se puso las gafas de sol y el abrigo tratando de pasar desapercibido algo harto difícil teniendo en cuenta que los periodistas tenían como objetivo perseguirlo, se ahorró una respuesta desagradable cuando le preguntaron algo sobre Mana al recordar que debía guardar la compostura siendo un personaje público como era, finalmente logró escabullirse sin saber exactamente cómo.
Caminó una vez perdida de vista la turba furiosa que los medios componían hasta encontrar un pequeño restaurante de corte tradicional, entró pidiendo un té de jazmín, su favorito, y se sentó en un bajo cojín, entonces comenzó a recordar al guitarrista, aquella insidiosa pregunta había logrado despertar memorias en él que creía perdidas, cerró los ojos rememorando el primer cumpleaños que habían celebrado solos cuando Malice Mizer estaba en la cumbre de la música, y entonces lo recordó, hacía dos días que había sido el cumpleaños de Mana y ni siquiera le había enviado un mensaje de texto. Salió fuera del restaurante tras dejar un billete sin esperar las vueltas ni la carta, tenía mucho que hacer.
Mientras tanto al otro lado de la ciudad, en su despacho del último piso del edificio, Mana miraba nostálgico el teléfono, sabía que no iba a llamar después de dos días, pero una parte de él deseaba que lo hiciera porque seguía echando de menos al cantante después de tantos años, suspiró levantándose, caminando hasta el balcón, a su derecha dejó los ramos de rosas que sus chicos le habían regalado, mientras que a su derecha estaban los de Közi y Yu~ki , sin embargo en el centro aún estaba el jarrón de las suyas, todos los años le había enviado unas, resultaba impersonal pero a la vez elegante por lo que siempre le habían alegrado, sin embargo ese veintidós de marzo resultaba más deprimente de lo normal, entonces llegó a darse cuenta de cuánto lo necesitaba, suspiró de nuevo recostando su cabeza en la barandilla que lo separaba del abismo.
El resto del día transcurrió igual de aburrido, el experimentado músico de cabello negro no pudo dejar de pensar en los ojos negros siempre cubiertos por lentes de contacto azules que habían conseguido llegar a su corazón, eran pocas las veces que eso ocurría.
Gackt no pudo dejar de reírse de sí mismo, estaba a las afueras de Shinjuku empapado debido a la lluvia que había comenzado a caer con la chaqueta de cuerpo protegiendo el regalo que tras tres horas de caminata había conseguido encontrar en una pequeñísima tienda atestada de libros y discos antiguos en la que había adquirido un elegante libro sobre la historia de las catedrales góticas con páginas a todo color, algo que sabía que encantaría al silencioso guitarrista acompañado además, con unos antiguos discos de vinilo que contenían Rigoletto de Verdi y La flauta mágica de Mozart, dos de las óperas favoritas del destinatario de dichos presentes, caminó atravesando la ciudad de nuevo agradeciendo a los dioses que hubiera parado de llover, al cabo de un rato considerable cuando ya se acercaba a la residencia del guitarrista observó un hermoso ramo de rosas azules tres veces más caro de lo normal y que agotaría el dinero suelto que llevaba, pero Mana bien merecía aquel esfuerzo, lo tomó como pudo entre sus manos.
Al mismo tiempo el cumpleañero llegaba a casa, no se había animado a conducir por lo que ignorando la lluvia había decidido a llegar andando sobre sus altas plataformas de tal forma que al alcanzar la tranquila calle en la que su casa se situaba ya se había empapado por completo, sin embargo cuando estaba a punto de llegar a la puerta de la verja vio a una figura alta con abundantes protuberancias, asustado se echó hacia atrás pero al ver la cara que se había vuelto hacia él respiró entre aliviado y nervioso.
Gackt sonrió al ver la carita mojada de Mana, estaba aún más bello que la última vez que lo había visto –Sé que no merezco tu perdón Manabu pero llevo cargando los regalos desde las afueras de Shinjuku por lo que espero que al menos me dejes pasar para dejarlos.- El hombre usualmente mudo se adelantó abriendo la puerta en indicándole que pasara, Gackt dejó los regalos a la entrada sabiendo que si no lo hacía en ese momento no lo haría nunca, por lo que tomó impulso empujando el cuerpo del guitarrista dándole la vuelta y besando sus labios para sorpresa del diseñados que lentamente correspondió al sentir la cálida lengua de su antiguo cantante y eterno amor que a su vez notó las manos pálidas recorrer su espalda por sobre la camisa mojada.
Sin ningún cuidado desgarró la tela que lo separaba del fuerte cuerpo de Gackt mientras este a su vez se deshacía de su ropa con mayor delicadeza, cuando ambos estuvieron desnudos, sintiendo sus pieles mojadas una contra la otra comenzaron a acariciarse ávidamente reconociendo el cuerpo del otro por primera vez, el de lentillas azules recorría las suaves curvas de Mana como millones de veces antes había hecho en sus sueños agradeciendo poder tocarlo en la realidad, mientras tanto el moreno disfrutaba recorriendo las líneas de los músculos que más de una vez había visto en televisión.
Ante una caricia especialmente hábil del vocalista ambos cayeron sobre la alfombra azul donde entrelazaron sus piernas, mientras se besaban Gackt preparó la delicada entrada de su amado que no paraba de gemir ante el placer proporcionado abriendo sus piernas para acogerlo, finalmente, harto de esperar empujó al cantante montándose sobre él y penetrándose él mismo. Los dos gimieron abrazados a la vez que comenzaban el vaivén, se amaban. Ninguno de los dos duró mucho, la situación y las ganas que tenían guardadas desde hacía años no ayudaron a prolongar su experiencia, no obstante cuando se liberaron juntos, uno entre las estrechas paredes del diseñador y el otro sobre el vientre del actor tuvieron el mejor orgasmo de su vida, por primera vez en años Gackt se sintió completo y Mana feliz.
Si fuerzas se recostaron sobre la alfombra, el moreno guitarrista colocó su cabeza sobre el hombro desnudo y aún húmedo, no podría precisar si por el sudor o por la lluvia anterior, del vocalista mientras este acariciaba su piel lánguidamente casi sin fuerzas, entonces encontró el momento necesarias para hablar, aunque no fueran las palabras más adecuadas –Necesitaré una alfombra nueva, la hemos dejado perdida.- Gackt rió y besó su frente –Feliz cumpleaños Manabu.-
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