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El amante de papá por Fallon Kristerson

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Notas del fanfic:

Bueno, se puede decir que por ahora este fic es mi obra maestra. No digo que sea lo máximo, sino que estoy verdaderamente contenta de cómo terminó saliéndome toda la cosa. No sé si me entiendan, solo espero que les agrade ^^

El amante de papá

Increíble, verdaderamente increíble. ¿Acaso podía sucederme algo peor aún? Siento claramente como la gente se voltea a verme al pasar. Claro, ¿quién no lo haría si pasa por tu costado una adolecente cubierta de crema pastelera maldiciendo a quien se le acercase? Siento como mi cara va tornándose más roja que un tomate y como mi temperatura va subiendo. Sí, estoy molesta, o mejor dicho: furiosa. ¿Cómo es que me podían pasar dos grandes desgracias en un mismo día?

No hay nadie en casa, genial, nadie que pueda escucharme. Mientras busco mi llave en mi mochila maldigo por enésima vez el hecho de haberme levantado de mi cama esta mañana. Abro la puerta y al estar dentro de la casa la cierro de golpe. Pienso en lo que me diría mamá si ahora me viera así, prácticamente lista para ser exhibida en la tienda de pasteles. Sí definitivamente no fue un buen día. Subo las escaleras hasta mi cuarto y tiro también mi puerta. Luego de bañarme y cambiarme de ropa me tiro en mi cama. Trato de recordar cual fue el peor momento hoy, pero no me decido si fue cuando me informaron que me suspenderían del club de tenis por ser demasiado “alborotadora” o cuando la torpe de Amu tropezó en medio de la clase de cocina haciendo que cayera sobre mí el tazón con la mezcla para la cobertura del pastel. Aprieto los puños al pensar en las risas de las estúpidas niñas y las burlas de los chicos de mi clase. Son todo un montón de idiotas. Mamá ahora seguro me diría que no les haga caso y que ya se olvidarían.

Mamá. Como necesito ahora su cálida sonrisa y tal vez uno de sus tan ricos pastelillos. En este momento, ¿dónde estará? Ella no acostumbra salir mucho. No es que no tenga vida social o algo así, solo es que ella prefiere quedarse en casa para recibirme a mí o a papá. Papá… ¿A papá? Siempre me pregunto si realmente le gusta recibirlo. Es decir, él ni siquiera la toma muy en cuenta. Cuando llega solo le dedica una fugaz mirada y luego se encierra en su oficina. De mí ni hablar… La verdad, a veces me parece como si él no fuera parte de la familia, que la familia solo somos mamá y yo. A veces, solo a veces, pienso que él no quiere realmente estar con nosotras, que él preferiría estar en otra parte, con otra persona. No con mamá. A veces parece que él no la ama. Ni a mí. Me levanto, sinceramente. ¿Por qué estoy pensando en esto ahora? En mi padre, en Oshitari Yuushi.

Repentinamente oigo como en el primer piso alguien cierra la puerta principal. Curiosa salgo, aunque sin hacer mucho ruido y veo que se trata de papá. ¿Qué hace él aquí y tan temprano? Sí, ya sé que es su casa, pero a esta hora debería seguir en la clínica trabajando. Lo observo, estando aún escondida, al parecer se va a volver a ir. Todavía lleva puestos los zapatos y el abrigo, solo ha dejado un maletín en su oficina y ya se está dirigiendo otra vez a la puerta. Es extraño, sus mejillas están sonrojadas. Antes de llegar a la puerta parece que se ha olvidado de algo, pues se da media vuelta y regresa a la cocina. Al volver otra vez a la entrada, lleva consigo una hojita de papel amarilla fosforescente, la cual deja en la mesita del recibidor, y luego sale. Me acerco a la mesita para leer lo que dice la nota. La tomo y observo atentamente la perfecta caligrafía de mi padre. Kimiko, voy a llegar tarde hoy, voy a visitar a Atobe. No me esperes. Yuushi. Es para mamá. ¿A dónde irá? Bien, sé que esto no me debe de interesar, de seguro solo se trata de un aburrido asunto de adultos. Un momento, Atobe… Creo que ya oí mencionarse ese nombre antes, solo no me acuerdo dónde. ¿Quién será? Miro hacia la puerta y de pronto me asalta la loca idea de seguirlo. No es por espiar, solo por curiosidad, solo para saber quien es Atobe.

Rápidamente tomo mi abrigo y salgo corriendo para aún alcanzar a papá. Lo veo al final de la calle en la que vivimos, va caminando sin prisa. Esperen, ¿por qué no se va en carro o toma un taxi? Bueno, no importa. Corro tras él, pero sin que me descubra, aunque, ¿qué me podría hacer si se da cuenta de que lo estoy siguiendo? Técnicamente no estoy haciendo nada malo…

De pronto se detiene ante un puesto de flores, donde se compra un ramo de flores. Son blancas, y muy simples, aunque se ven hermosas. La clase de flores que le regalarías a tu esposa. O tu amante… Un momento, ¿¡Pero qué digo!? No, no debo pensar en eso. ¿Y si Atobe es una mujer? ¡No, no debo pensar en eso! Miro hacia donde está papá pagando las flores, tiene una extraña expresión dibujada en el rostro, una que nunca tiene cuando está con mamá. Sigue su camino, el cual nos lleva hacia un distrito de la ciudad muy tranquila. Tengo una amiga que vive por aquí y además mi colegio está también por esta zona, así que el lugar no me es desconocido. Es además un barrio en el que viven muchas familias ricas… Pasa (pasamos) por varias casa y él ni siquiera se fija en una sola, pasó por un parque hermoso. El único lugar en el que se quedó parado unos instantes, fue cuando pasó por delante de la secundaria Hyotei. Hasta el año pasado yo todavía asistía a ella, pero ahora ya estoy en la preparatoria (que está al costado de la secundaria…).

Cuando sigue caminando, noto que lo hace a un paso más rápido y apresurado. Hasta que pareció llegar a su destino. Aunque la verdad era que no me esperaba algo así: un cementerio. Había pasado varias veces por aquí, pero nunca había entrado al lugar. Me quedo parada en el portón de la entrada, sin decidirme si seguir o no. No sé por qué, pero este lugar me da escalofríos. ¿Pero qué rayos piensa hacer aquí mi papá? Decido seguir, prometiéndome a mí misma recompensarme con un GRAN helado al volver después a casa. Papá no ha avanzado mucho, se quedó a unos pocos metros de la entrada, está hablando por teléfono. Apenas puedo oír su voz, se encuentra conversando muy bajito y el viento no ayuda. Sin embargo puedo captar algunos fragmentos de su conversación. Decía algo como que ya llegaría y de que solo saludaría a alguien. Esperen, parece que está hablando con ese (o esa, lo que sea) tal Atobe. Después de asegurarle que no tardaría y por lo visto tratar de calmar a quien estuviese al otro lado de la línea, prosigue caminando, esta vez en dirección de las tumbas. Como obviamente el terreno es plano y lo único que había eran las lápidas de los sepulcros, que no ocultaban ni a un niño de cinco años (ni hablar de una chica de quince), decido quedarme atrás de un árbol y observarlo desde lejos. Se queda parado enfrente de una de las tumbas y se agacha para depositar ante ella las flores. Oh, para eso eran… Se vuelve a incorporar y me preparo para esconderme rápidamente tras el tronco del árbol, pero él no se mueve del sitio. Se queda ahí parado, sin hacer nada, únicamente mira hacia abajo, hacia la tumba. Muero de curiosidad por saber quién yace ahí. Sigo observando a mi padre. Veo como sus labios se mueven durante unos segundos, como si le dijera algo a la tierra, como si la persona que estuviese allí enterrada lo pudiese oír. El viento se había vuelto más fuerte y yo recién lo noto ahora que siento frío. El aire juega con el cabello y el abrigo de papá. No sé cuanto tiempo ya ha pasado, pero él no parece querer irse. Continúo mirándolo, casi nunca tengo la oportunidad de hacerlo. Me doy cuenta de que el cabello lo heredé de él y no de mamá, el de mamá, si bien también es azul, no es tan oscuro. Es más claro. De pronto, noto como comienzan a caer gotitas de agua del cielo. Son pequeñas y apenas me mojan. Pero al parecer a papá no le gustan, puede ser que ya tuvo suficiente de estar ahí parado frente a aquella tumba, pues se da media vuelta y se dirige hacia la salida. Me oculto tras el árbol, él ni me nota. Quiero seguirlo, pero en la calle él toma un taxi. Genial, ¿y ahora qué? Miro hacia las tumbas, no estoy segura si ir o no hacia ahí. Doy un paso hacia donde están enterrados todos esos cuerpos inertes. Decidido: serán dos grandes helado y una tasa de chocolate caliente. Me acerco a dónde minutos atrás estaba parado papá, observo las flores que están sobre la tierra. Por un momento siento el impulso de agarrar una y llevármela a mi casa, pero decido que es mejor no hacerlo. Me parece que se ven bellas aunque un poco tristes, ahí en el suelo, mojadas y con el polvo de la ciudad escurriéndoseles con la poca agua que les caía. Dejo de mirarlas y cedo mi atención hacia la lápida. Es de mármol, es casi blanca a excepción de unas pocas manchitas negras en la piedra. Se ve muy hermosa, me parece que no es como las demás. Pienso que es la lápida más bonita de este cementerio, no sé por qué, no sé si es porque es un poco más pequeña que las demás o porque está perfectamente pulida y sin ninguna imperfección. Me parece que incluso las letras son más refinadas que las de las demás. Y también se ve cara, bien cara. Me fijo en lo que está escrito en ella. El cuerpo muere, mas el amor queda.

Creo que no entiendo exactamente lo que quiere decir, es como si aquella línea hubiera sido escrita para que solo ciertas personas la entendieran. ¿Mi papá será una de esas personas? Sacudo la cabeza. ¿Pero qué estoy pensando, cómo no voy a entender una frase tan corta? Siento frío, mucho frío, pero no quiero irme hasta saber de quién es aquel amor que no murió con su cuerpo.

Mukahi Gakuto
1993-2008

Notas finales:

Ok, no me pregunten de dónde salió esta idea... Solo quería agregar que, no estoy muy segura en qué año se supone que nació Gakuto, así que si alguien me quiere quitar esa duda... xD ojalá les haya gustado ^^


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