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When the sun goes down. por Yuhka

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Notas del capitulo:

Queda poquito para el final :D

El viaje de Nueva York a Inglaterra fue instantáneo en mis recuerdos, sin embargo, el camino de Londres a Nueva York no se me olvidará en la vida. Quizás tenía aquel estúpido acto mío de besarle en la cabeza y por eso me mareé tanto.

Vomité durante más de tres horas seguidas, consiguiendo que el efecto dominó pudiera con el resto de los Monkeys.

Fue una situación cuanto menos… curiosa.

Lo único que rescato de ese viaje fue la increíble película que podíamos ver desde los DVDS de los asientos. ¡¡Regreso al futuro!!

Dios, las tres. Una pena que el mareo me evitara poder verlas de seguido, pero si no, lo hubiera hecho.

Fue dura la vuelta. Pero por una parte gratificante. Salir a la calle y que la gente no te “agobie” era un punto a favor que darle a Nueva York.

Jamie y Nick vivían a un par de manzanas de nosotros, así que después del aeropuerto debíamos coger diferentes metros. Nos despedimos de ellos y tomamos nuestra línea.

-          ¿Te encuentras mejor? – Preguntó Matt una vez sentados en el metro. –

-          Hombre, he pasado de un avión al metro. Cuando esté en casa te diré si estoy mejor. – Reí con fuerza. –

-          Al menos sonríes. – Dijo para sí mismo, pero lo logré escuchar. –

Me abracé a Matt, a pesar de estar de pie y me quedé en esa misma posición los 25 minutos que tardó en metro en dejarnos en la boca de metro.

 

Al día siguiente me desperté en la cama, me dolía la cabeza y además lo único que oía era ruido. No sé qué narices estaba haciendo Matt, pero ya había entrado al menos tres veces en mi habitación.

Entró una cuarta. Estaba atacado, revolviendo entre mis maletas, que aún tenían cosas dentro.

-          ¿Qué haces? – Pregunté secamente. –

-          Dios, Alex, perdí el móvil. –

-          ¿Has probado a llamarte? –

Me miró algo enfadado.

-          Sí, gilipollas. Claro que lo he probado. – Hizo una pausa y siguió buscando. – Está apagado. –

Matt era el tipo más desastre que he conocido en mi vida. Cogió mi móvil que estaba sobre la mesita y salió de la habitación dando un portazo. “Joder” Pensé para mí. Me dolía la cabeza…

-          Lo tiene Jamie.  – Oí a Matt gritar tras la puerta. – Voy a buscarlo. –

Eché una risa y me levanté.

Me dirigí a la ducha y puse el agua lo más caliente posible. Me hubiera gustado pasarme el resto de la vida allí debajo. Cuando ya había acabado pero sencillamente estaba allí sentado para relajarme escuché el timbre. Realmente no tenía ganas de salir así que no me molesté en ir a contestar. Si era Matt, que se aguantara y que hubiera cogido llaves, aunque me parecía algo difícil de creer lo poco que habría tardado.

Salí de la ducha, me puse unos bóxers negros y una camiseta de tirantes blanca y me tiré en el sofá como si me pesase el cuerpo. Encendí la cadena de música con el mando a distancia y dejé sonar el CD que estaba puesto.

El timbre volvió a sonar, pero esta vez fue en la puerta de casa. Me levanté con desgana y me dirigí a la puerta abriéndola de repente mientras decía:

-          Joder Matt eres…- Miré al frente. –

Llevaba el mando en la mano, pero se calló.

Y allí estaba, con el pelo mojado, seguro que abajo llovía. Sentí como si el mundo entero se me venía encima. Nos quedamos en silencio. El casi no podía respirar, es probable que hubiera subido las escaleras hasta arriba.

Quería romper a llorar. Sentía que el corazón me estaba gritando “¡¡Llora!!”

Y no puede evitarlo.

Me lancé sobre sus brazos, llorando desconsoladamente. “Lo siento” debí mascullar pero él no lo entendió.

Sentía el frio de su ropa mojada, calándome a mí y a los sentimientos que empezaban a explotar sin remedio.

-          No soporté la idea de decir adiós. – Dijo mientras sentía como sus lágrimas caían en mi hombro desnudo. –

Comencé a llorar más fuerte si cabía, me separé un poco y sus labios atraparon a los míos en el beso más desesperadamente romántico que me había dado en su vida.

Aún en el beso cerré la puerta sin  abrir los ojos.

Volvía a sentir su lengua rozando suavemente con la mía. Dos años y unos meses deseando sentir ese cosquilleo en el estómago, esa sensación de plenitud que sólo él podía darme.

Aún seguía llorando, notaba sus lágrimas caer y chocar contra mis mejillas. Pero jamás hubiera detenido aquello, aunque la vida del resto de seres humanos del planeta dependiera de ello.

 

Notas finales:

Es cortito. El próximo es más largo :D


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