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When the sun goes down. por Yuhka

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Notas del capitulo:

Penúltimo chicas.

No odieis demasiado a Alexa, en realidad seguramente que será una muy buena persona :D

Sentía sus manos alrededor de mi cintura mientras me recostaba sobre la cama. No sé si era la impresión, la sorpresa o la felicidad, pero ninguno de los dos podíamos dejar de sollozar de vez en cuando.

Sus labios se paseaban por mi cuello mientras yo gemía su nombre en su oído, como debía ser, como siempre.

Esta vez me importaron todos y cada uno de los detalles. Sus dedos enredándose en mi pelo, sus labios entreabiertos sobre mi cuello gimiendo con vergüenza, sus ojos cerrados mientras me besaba…

Todo estaba como yo recordaba. Seguía teniendo cosquillas si pasaba mis dedos sobre su vientre, le seguía encantando que clavase las uñas sobre su cuello en el momento exacto, y sobre todo, seguía besando con esa pasión con la que nos habíamos besado alguna vez.

El final fue mejor que el desarrollo.  Nos besamos durante al menos una hora, abrazados, recuperando el tiempo que quizás hubiéramos perdido en aquellos dos años.

En un momento sentí algo sobre su cuello que golpeo contra mi pecho. Era la púa, mí púa.

-          Miles… - Susurré. –

Le quité el colgante del cuello y volví a ponérmelo. Entonces recordé que el suyo lo tenía Alexa.

Mi cabeza me la jugó. Era imposible que todo fuera tan maravilloso por una vez. Algo tenía que salir mal. Obvié la pregunta, y Miles también estaba a punto de decir algo sobre la púa, pero le puse el dedo índice sobre los labios para volver a besarle. Cuando terminamos ese beso susurré:

-          Habrá tiempo para lamentarse. Pero por favor, no rompas esto. –

Era un ruego, una súplica, no una sugerencia.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, en mi cama, con la ropa esparcida por la habitación, besándonos, en silencio, con miradas y sonrisas cómplices.

 

Miles salió de la ducha y se puso algo de mi ropa. Era una suerte que aún conserváramos la misma talla. Yo estaba sentado en el sofá, también vestido y con la televisión encendida. Me estaba quedando casi dormido cuando le sentí sentarse a mi lado y estrecharme en sus brazos.

El silencio estaba bien, pero ambos sabíamos que tenía que romperse, y Miles lo tenía más claro que yo.

-          Me he saltado mis principios. – A pesar de lo duro de la frase, estaba sonriendo. –

-          Lo siento, no se me viene nada más ocurrente que decir.- Bromeé para quitarle paja al asunto en sí.  Hice una larga pausa, tosí y me puse algo más serio. – No te voy a pedir que hables con ella. –

-          ¿No? – Dijo sorprendido. – Vine aquí precisamente para saber si serías lo suficientemente egoísta e infantil como para pedirme que dejase mi vida actual por ti.-

-          Pero sabes que no voy a hacerlo, por mucho que lo desee. –

Me desprendí de su abrazo y le miré directamente a los ojos.

-          Yo jodí mi vida por meter la pata con Jamie. – Proseguí. – Tienes que pensar si Alexa es importante para ti, porque no voy a permitir que le destroces como yo hice contigo. –

Bajó la cabeza para no seguir mirándome.

-          Si estoy aquí, es porque el que me importa eres tú. –

-          Tienes que hacer las cosas bien. – Sonreí. – Vuelve a Londres y habla con ella.

Lo que yo no sabía era que…

 

“Miles y Alexa se alejaron de la calle caminando mientras nuestro Taxi seguía camino al aeropuerto. Alexa tomó firmemente la mano de Miles mientras seguía soltando alguna lágrima dispersa. Miles se llevó la otra mano a la cara y se secó una solitaria lágrima que caía por su mejilla.

-          Alex tenía razón, no te preocupes. Iremos a verles. – Respondió ella intentando animarle. –

-          Alexa… - Susurró. –

Miles se quedó en silencio. Alexa le miraba esperando una explicación.

-          Alex ha sido mi novio durante un tiempo. –

Su cara se quedó absolutamente blanca, miró al suelo con los ojos muy abiertos mientras apretaba mucho más fuerte su mano. Miles la detuvo e hizo que le mirara a los ojos.

-          Un tiempo de cuatro años. –

-          ¿¡Qué!? – Estaba perpleja. –

-          Lo siento… -

Ella le soltó de inmediato.

-          ¿¡Eres gay!? – Estaba gritando mientras varias personas que caminaban por la calle se giraron para mirar la escena. –

-          Sí. Pero también me gustas tú. – Hizo una pausa y negó con la cabeza, lo que hizo que ella le pegara una bofetada en la cara. – Estoy enamorado de Alex, porque… bueno, es una historia muy larga… -

Alexa empezó a llorar, ahora con más sentimiento y con verdadero dolor.

-          No puedo creer que me hayas hecho esto… -

-          Alexa. –  Intentó calmarla volviendo a cogerle la mano. –

-          No me toques, gilipollas, aléjate de mí. – Estaba fuera de sí, realmente enfadada. –

-          Sé que esto solo va a incentivar tu enfado, pero… - Hizo una pausa – Sí, tengo que decirlo. La púa que llevas en el cuello es un regalo que nos hicimos cuando empezamos a salir. – Sacó su púa del cuello. – Yo tengo la que él solía llevar, la que tiene mi inicial. –

Alexa estaba fuera de sí. Se arrancó la púa del cuello rompiendo el colgante y lo tiró a la alcantarilla más cercana que encontró.

Miles se enfureció de sobremanera, pero en ese momento no tenía derecho a preguntarle qué demonios estaba haciendo ni tampoco por qué. Estaba claro.

-          Miles, no quiero volver a verte. – Seguía llorando. –

-          No iba a pedírtelo. – Hizo una pausa. -  Sólo llevamos unos meses juntos, mejor que te enteres ahora y no tras cinco años de relación… - Hizo una pausa que ella aprovechó para volver a golpearle en la cara. –

-          Joder, ¡No seas cría! – Por fin dejó ver su enfado.”

 

Matt entró en casa con una buena mojadura encima. Entraba comentando lo que llovía y el frió que hacía cuando vio como Miles y yo estábamos en el sofá abrazados y mirando la tele en silencio.

-          Joder, joder, joder… - Empezó a ponerse nervioso. –

-          Shhh… - Susurró Miles. –

Yo me había quedado dormido en sus brazos, ya tendría tiempo Matt para enterarse de lo que pasaba.

 

Cuando me desperté estaba metido en la cama, y volvía a ser por la mañana. Me asombré a mí mismo. No creí que fuese capaz a dormir tanto.  Por un momento se me pasó por la cabeza que todo lo que había pasado había sido un sueño, entonces llevé las manos al cuello y sentí la que había sido mi púa durante todo aquél tiempo. Respiré tranquilo y me levanté enérgicamente de la cama.

Matt y Miles desayunaban juntos en la mesa. Me acerqué a ellos, rasqué la cabeza de Matt que tenía gesto de estar dormido aún y le di un pequeño beso en la mejilla a Miles.

Me senté frente a ambos en la mesa y me serví un café.

Había silencio, pero era bastante cómodo. Imagino que Matt hubiera armado una escena con Miles y que ya todo estaría solucionado, y si no, no me importaba.

Cuando estábamos a punto de terminar Miles se terminó el café y se levantó rápidamente de la mesa. Miró su reloj de muñeca.

-          Tengo que irme, mi vuelo sale dentro de dos horas. –

Me quedé de piedra. Sí, había sido yo quien le había sugerido lo de irse a Londres, pero no me esperé que fuera a ser tan repentino.

-          ¿Te vas? – Pregunté algo molesto. –

-          Claro, tengo cosas que hacer allí. –

Matt le miró con el gesto cansado y recogió las tazas del desayuno.

-          Me voy a la habitación, no quiero numeritos. – Matt estaba realmente molesto. –

Hizo lo que dijo. Se fue a su habitación y cerró la puerta con fuerza. “Esto me va a llevar tiempo. Este enfado no se le va a pasar pronto” Pensé.

Miré a Miles y bajé la cabeza.

-          Tienes razón. Buen viaje. – No me acerqué, sencillamente me dirigí a mi habitación.- Ah, por cierto. – Me paré en seco y me quedé de espaldas – Me quedo esto. – Levanté la púa imaginándome que la estaba viendo. –

-          Alex quier…-

-          Miles – Giré la cabeza. – Hay mucho que pensar, por el momento vete, y yo me quedaré esto. –

-          ¿Por el momento? – Dijo incrédulo –

-          Sí, por el momento. – Me giré entero. – Espera, Troya no cayó en un día. –

Miles rió, y además estaba de acuerdo.

A pesar de que habíamos hecho esa locura, que ambos nos queríamos y éramos conscientes de ello, las cosas no podían solucionarse así como así después de dos años de distancia y de vidas paralelas.

Lo que yo había hecho seguía ahí, para él y para mí, aunque ambos nos empeñáramos en intentar olvidarlo.

Si habíamos fundamentado nuestra relación en las cosas deliberadas y no compulsivas, no podíamos comportarnos ahora como si volviéramos a tener 16 años.

 

Cuando cerró la puerta de casa, marchándose de nuevo, sentí alivio. Me dirigí a la habitación de Matt, que estaba tumbado en la cama oyendo música por los cascos. Al verme se los quitó y se quedó en silencio. Sonreí y me tumbé a su lado abrazándole.

-          Estoy orgulloso de que seas mi mejor amigo Matt… -

-          ¿Tu mejor qué? – Se quedó perplejo. –

-          Cállate, lo has oído perfectamente. – Dije sonrojándome. –

-          Yo no estoy nada orgulloso de tu comportamiento, ni de cómo manipulas emocionalmente a los demás, ni mucho menos de cómo eres capaz de conseguir todo lo que te propones con una sonrisa y que los demás te quieran por ello. – Hizo una pausa y dejó de ser tan severo con su tono. – Pero supongo que los mejores amigos siempre son diferentes.  –

Me dedicó una bonita sonrisa y así nos quedamos por un rato. Con la música de los cascos de Matt de fondo, mientras yo cerraba los ojos con satisfacción real por primera vez en dos largos años.

 

Notas finales:

Mañana me pondré sentimentaloide para despedirme.


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