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When the sun goes down. por Yuhka

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Notas del capitulo:

Bueno aquí teneis el siguiente capítulo :D

No hago advertencias, ya vereis ya :)

Este me parece que es más largo, pero no lo tengo muy claro :D

 

Espero que os guste :DDDD

Habían ocurrido demasiadas casualidades en la historia, no podía ocurrir una más. Y verdaderamente fue así. A partir de este punto la cosa comenzó a cambiar radicalmente en mi vida.

Jamás había sido infiel a mi pareja, jamás. Había olvidado la mayor parte de lo que había ocurrido aquél sábado por la noche, pero lo único que se había quedado en mi mente era el beso. El sentimiento de culpa, el dolor que podía ocasionarle a Miles.

La única salida que vi en ese momento fue alejarme de él. No me sentía merecedor de su cariño. Sí, ya sé que solo había sido un beso, pero igualmente era suficiente como para que, sí hubiera sido a la inversa, me hubiese replanteado muchas cosas.

Está claro que ocultarlo no era la forma, y alejarme tampoco, ya que a lo único que me había llevado era a volver a discutir minuto sí, minuto también con Miles.

 

Era por la mañana, las diez más o menos. Me levanté a desayunar y noté que Miles estaba en la ducha. Bajé a hacerme un café y me senté en el sofá con él. La tele estaba encendida pero realmente no estaba viendo nada.

Miles bajó vestido y con una gabardina, parecía que iba a salir.

-          Me voy. – Susurró desde la parte trasera del sofá apoyándose en mi hombro. Me aparté levemente y le miré a los ojos. – Nos veremos por la noche. –

-          Sí. –

Se acercó para besarme, y no me aparté, aunque no fue largo ni para nada cariñoso. Le oí suspirar, sabía que iba a producirse una regañina ya que: caminaría hasta la puerta, pensaría en el desprecio, daría la vuelta y comenzaríamos a discutir.

Antes de que eso ocurriera, me levanté, tomé una estúpida decisión (y lo de estúpida lo digo ahora teniendo en cuenta el final de la misma) y me acerqué a la puerta. El se giró, en silencio. Su cara no era exactamente triste, más bien abatida, cansada. En ese momento fui similar a un felino. Lentamente me fui acercando a él, le abracé por la cintura y le empotré contra la puerta. Me acerqué a sus labios y los besé con ternura. Me acerqué a su oído y susurré.

-          Nos vemos. –

Sonrió ampliamente, me enredó la mano en el pelo y volvió a besarme con su magnífica sonrisa.

 

 

Era el momento de ponerle fin al asunto. Cogí el teléfono y llamé a Matt.

-          ¿Sí? – Respondió al otro lado. –

-          Matt, soy Alex, necesito que me pases el teléfono de Jamie.

-          ¿Jamie? – Preguntó extrañado. – Conozco a unos cuantos, no sé cual será de todos ellos.

Mierda, no empezábamos bien. Es Inglaterra, por el amor de dios, seguro que hay más Jamies de ojos azules y rubios.

-          Tiene los ojos azules y grandes. Es rubio y tiene las mejillas sonrojadas.

-          Hahahahaha. – Matt comenzó a reírse muy fuertemente al otro lado del teléfono. – No sé si enfadará por esto, pero bueno ahí te va. – Empezó a dictarme el número y cuando finalizó  añadió. – Vive dos calles detrás de ti, en el tercer edificio.

Tras despedirme y agradecérselo hasta el infinito colgué el teléfono y marqué el de Jamie. No tenía derecho a llamarle, no tenía ningún derecho a tener su teléfono, pero el puro egocentrismo me obligaba a quitarme aquél peso de encima.

Un tono, dos tonos, tres tonos…

-          ¿Sí? – Preguntó él. Sí, era él, tenía una voz bastante especial. –

-          ¿Jamie? Soy Alex, Matt me ha dado tu teléfono, espero que no te moleste. –

-          Oh… No, en absoluto. – No había sonado para nada convincente, lo que me hizo sentirme un completo gilipollas. –

-          Oye, quería agradecerte lo de hace unas semanas. He estado liado este tiempo y no he podido llamarte antes y tampoco nos hemos cruzado… - Hice una pausa. - ¿Nos tomamos algo en “The Olders”?  - The Olders era la cafetería más bonita del vecindario. Estaba exactamente al lado de la supuesta dirección de Jamie. –

-          Mmm…. – Se quedó un rato pensando. – Perfecto. ¿Ahora? –

-          Claro. – Sonreí victorioso, - En diez minutos estoy ahí. -

De esos diez minutos que tenía de margen, siete y medio me los pasé mirándome al espejo. Parecía Robert de Niro en Taxi Driver intentando darme un discurso motivacional de que iba a hacer lo correcto y que yo era más fuerte que la adversidad. Muy cursi, pero cierto.

Salí corriendo de casa y llegué absolutamente puntual. Jamie estaba en la entrada de la cafetería bastante abrigado y mirando hacia el suelo. De vez en cuando levantaba la vista para mirar a las personas que se movían frente a él, hasta que entre una de esas personas estaba yo.

-          Hola. – Dijo suavemente. - ¿Entramos? Me estoy muriendo de frío. –

Seguimos todo el ritual de las cafeterías. Pedimos un café, nos sentamos en la mesa, nos lo sirvieron y durante todo el proceso guardamos un riguroso silencio. Una vez dado el primer sorbo al café me dispuse a sincerarme.

-          No te conozco, ni tú a mí tampoco. – Sí, comencé fuerte, Jamie me miró algo extrañado y quizás hasta molesto. – Por eso espero que esto no te venga grande ni te coja de sorpresa, porque soy bastante directo. – Su cara cambió, ya no parecía molesto. Entre tanto hice una pausa. – La verdad es que el motivo de mi llamada no era agradecerte tu amabilidad. – Me sentí mal. - ¡¡Qué también!! Pero al fin y al cabo quería verte para hablar sobre lo que pasó en el baño… -

Se quedó un rato en silencio, imagino que repasando todo lo que había pasado en el baño.

-          Ah… - Se dio cuenta y sonrió… - ¿El beso? –

-          Sí, eso… -

Estaba siendo una de las situaciones más incómodas de mí vida. Incluso más que la vez que la madre de Miles nos pilló besándonos antes de que nadie supiera de nuestra relación.

-          Vah, no le di la menor importancia. – Hizo una pausa y dio un sorbo al café. Su comentario no me pareció sofisticado que digamos. – Estabas borracho y no sabías lo que hacías. – Hizo una pausa y me miró con detenimiento. – Aunque si estás aquí para hablar de ello, para ti será importante.

-          No. – Corregí. – El problema es que no sé cómo llegamos a eso, no que me importe en sí mismo. – Mentía, y mucho, pero tenía que disfrazarlo con algo de enfado. –

Jamie se quedó en silencio mientras bebía parte de su café. Me explicó detenidamente como había sido yo quien me había acercado a él, le había besado y me había alejado. El sencillamente se había quedado perplejo por mi repentina equivocación.

-          ¿Realmente te parece tan importante? – Finalizó. –

Pensé la respuesta. Sí, me parecía importante porque… ¿Por qué?

-          No lo sé. – Hice una pausa, le miré y me acerqué a él un poco. - ¿Se lo has dicho a tu novia?-

-          Nada más salí del baño. Y se rió, y me reí. –

Parecía despectivo, pero no entendía muy bien por qué. Empezar a conocerle me estaba desagradando y parecía que el hecho del beso estaba perdiendo fuerza también para mí. Estuve a punto de levantarme y marcharme para deshacerme de todo aquel asunto, pero no lo hice por educación.

Una vez me terminé el café me levanté de la mesa.

-          Bueno Jamie, gracias por tu tiempo. Nos veremos. – Me puse la chaqueta que me había quitado al entrar y me dispuse a salir. –

-          ¡¡Espera!!. – Gritó. – Tengo algo que sugerirte. –

Me quedé de pie en medio de la cafetería mientras Jamie se tomó el café a toda pastilla, se puso la chaqueta y me sobrepasó.

Una vez estuvo en la puerta me hizo un gesto para que saliera a la calle con él.

-          Matt me ha contado que tocas y además no se te da nada mal lo de cantar. – Dijo mientras caminábamos por la calle de la cafetería muy lentamente. –

-          Bueno, no es para tanto. Pero sí, ¿Por? –

Jamie se detuvo en un portal, sacó las llaves y abrió la puerta.

-          ¿Subes? –

-          Sí. –

Era un edificio pequeño y antiguo, pero con bastante clase. Subimos hasta el segundo piso y nos adentramos en lo que se suponía que era la casa de Jamie. Ni grande, ni pequeña. Me parecía acogedora. Todo en tonos grises y verdes, poco convencional.

-          Ven. – Dijo posando su abrigo sobre una silla que había en la entrada. –

Imité su comportamiento y le seguí. Llegué a su habitación. Era ordenada, con bastantes posters interesantes, un grandísimo reloj en la pared central y una cama con sábanas grises. Había también una ventana. Me quedé absorto con la luz que entraba de ella, pero Jamie me  marcaba la dirección contraria. Cuando me di la vuelta vi una guitarra preciosa. Era una fender, blanca, muy parecida a la que yo tenía. La cogí y me senté sobre la cama.

-          Tócame algo. –

Sonreí con picardía mientras bajaba la mirada hacia las cuerdas. Entendió mi sonrisa y se echó a reír.

-          Venga, que no es broma. – Hizo una pausa, cogió una silla y se sentó cara al respaldo con las dos piernas a cada lado de la silla. – Tómatelo como… una audición. –

-          ¿Qué? – Me sorprendí y me eché a reír. –

-          Se nos cayó el cantante. Ha decidido dejar la banda. Y necesitamos a un cantante que toque la guitarra. –

Suficiente. No tenía ningún interés por entrar en una banda en la que estuvieran Matt y Jamie juntos, sería demasiado para mí. Pero sí que me apetecía mostrar mis aptitudes como cantantes y guitarrista.

Miles y yo solíamos tocar bastante la canción de “Sun King” de the Beatles, así que me decidí por esa. Me dejé la piel en la canción, la verdad que esa fue una de las veces que más orgulloso me sentí de cómo cantaba. Posé la guitarra en la cama y esperé una reacción de Jamie, que tenía los ojos abiertos.

-          Eh… ah… - Balbuceaba pero no era capaz de decir nada coherente. – Por mí, estás dentro. –

Sonreí y posé la guitarra sobre la cama.

-          No me interesa… -

Me levanté de la cama, pero Jamie fue rápido y me sostuvo la muñeca para evitar que siguiera caminando para marcharme.

-          Piénsatelo, por favor. – Me zafé de su contacto pero fue reticente y me acercó más a él inconscientemente. Nuestros rostros estaban a menos de diez centímetros. – Por favor… -

Nunca antes había sentido un deseo tan irrefrenable como el que sentí en ese momento. Su cálido aliento sobre mis labios pidiéndome algo por favor. Mi mente en ese momento solo supo que acercarse y morder casi literalmente su labio inferior.

Ahora si fui consciente de lo que seguramente sentí la noche pasada. Me dejé llevar, completamente. Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, estaba encima de él, en su cama, besándonos salvajemente mientras intentaba quitarle la camiseta. Me separé fuertemente de sus labios y me adentré en su cuello para morderlo y besarlo con viveza.

Sentía sus gemidos revotar contra mis oídos, lo que alimentaba mis ganas de seguir en aquella locura.

Poco a poco nuestra ropa fue desapareciendo, y ya estaba dentro de él, moviéndome con ritmo suave mientras él se mordía el labio inferior gimiendo de dolor y de placer en una misma sensación.

El dolor fue desapareciendo para Jamie, dejando que el placer se apoderara de él para pedirme que fuera mucho más rápido. Sus gemidos y los míos llenaban aquella habitación, y justo, en el momento clave, segundos antes de que llegásemos, gimió “Alex”  en mi oído en señal de culminación.

Sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo, al pensar en mi mismo, bajo el cuerpo excitado de Miles, gimiendo su nombre en su oído.

Una vez terminamos me aparté levemente de su cuerpo y me dejé caer sobre la cama, a su lado.

-          ¿Qué coño acaba de pasar aquí? – Preguntó Jamie incrédulo. –

-          No sé, dímelo tú – Dije irónico. – Acabo de cometer el puto mayor error de mi vida. –

A pesar de estarlo, no mostré mi cabreo. Me levanté lentamente y me volví a vestir. Cuando terminé me senté sobre la silla en la que se había sentado antes Jamie. Miré el escritorio que había enfrente y divisé una cajetilla de tabaco. Le miré, el estaba mirándome, buscando una explicación. 

-          ¿Te importa? – Le enseñé su cajetilla. Negó con la cabeza. Cogí un cigarrillo lo encendí y expulsé el humo de forma nerviosa. –

Jamie cogió sus bóxers, se los colocó y volvió a tumbarse en la cama. Con la mano en la cabeza y con la vista perdida en el techo.

-          Tengo novia, NOVIA. – Parecía que hablaba consigo mismo, pero había levantado la voz. –

-          Y yo tengo novio, NOVIO. – Repetí irónicamente. –

 

Notas finales:

¿Review? ¿Queja?

 

Gracias por darle una oportunidad chicas, de corazón.


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