Eran las doce y media de la noche de un sábado. Había pasado una semana desde la discusión con Miles. Estábamos en un pequeño bar a las afueras de nuestro barrio, Miles, yo y unos cuantos amigos en común. Uno de ellos, Matt, era bastante particular, y un gran batería por cierto.
- ¿Y sabéis lo que le dijo? – Comenzó a reírse estrepitosamente. Entendible con la borrachera que tenía. - ¡¡Que con esa nariz no daba el perfil!! –
Nos reímos. Sus anécdotas eran graciosas, cierto, pero el alcohol actuaba por nosotros. Besé suavemente la mejilla de Miles y me encaminé hacia el baño. Había demasiada gente en ese bar, todos bastante bebidos y bailando al son de una música funk de los ochenta. No era mi etapa musical favorita, pero no estaba mal.
Cuando llegué al baño, después de una larga lucha, me metí en un compartimento. ¡¡Joder!! Estaba asqueroso. Sí, se que era sábado por la noche y que bueno, era un garito más, pero aquello no era normal. Me mareé con el olor y tuve que salir de allí disparado. Me acerqué al lavabo y me mojé la cara varias veces. Cuando levanté el rostro para mirarme al espejo que había justo encima, vi a Jamie detrás de mí.
- ¡¡Dios!! – Grité del susto. –
El comenzó a reírse suavemente. Sí, Dios. Llevaba unos pantalones ceñidos y una camisa negra igualmente apretada. El pelo liso pero levemente alborotado.
Me giré y sonreí.
- Me has dado un susto de muerte. – Hice una pausa. El no habló, así que sencillamente seguí. - ¿Qué tal Jamie? –
- Oh. – Se sorprendió. – Aún recuerdas mi nombre… Bien, ¿Y tú, Alex? – Enfatizó el “Alex”. –
- Haha, - Reí dulcemente.- No muy bien. No entres ahí dentro, puede ser fatal. –
- Hoy si estás algo más borracho que el otro día. – Apuntó. Me tocó la barbilla, subió mi cara un poco y se acercó para mirarme. – Tienes los ojos rojísimos. –
No me molestaba la cercanía, pero si me estaba poniendo nervioso. Me aparté gentilmente sin que pareciera deshonesto y sonreí.
- ¿Te tomas algo? –
- No. – No fue brusco, parecía casi decepcionado.- He venido con mi novia y mis amigos y me estarán esperando fuera. – Hizo una pausa. – Vi a tu… bueno al chico…
- ¿A mi novio? – Finalicé. No me gustaba eso de que le costase decir que yo era homosexual. –
- Sí, a tu novio. – Dijo finalmente, como si se le hubiera caído un jarrón de agua fría en la cabeza.- Estaba fuera con un tipo que conozco, Matt.
- Gran chico. – Apunté. Después de una pausa me acerqué a la puerta y me giré para mirarle con un gesto pícaro. – Me voy. Si te cansas de tus amigos acércate y nos tomamos la última en algún sitio. –
- Hecho. – Sonrió. –
Salí del baño con mala cara. No me había gustado el encuentro con Jamie, a pesar de haberle vuelto a ver. Cuando llegué a donde estaban los demás, apoyados en la barra, me pedí un vodka más. Necesitaba beber, y no comprendía muy bien por qué. Aunque para ser sincero, tampoco quería comprenderlo.
- Llevas ahí dentro una eternidad. – Miles me agarró desde atrás por la cintura e hizo que me apoyase más sobre la barra. Giré la cara para mirarle. –
- No quieras saber a los horrores que me enfrenté ahí dentro. – Me reí y le besé suavemente los labios. –
Trajeron mi vodka y me lo bebí al instante. Tardé un sorbo en bebérmelo.
- Te va a sentar mal… - Dijo Matt desde atrás.-
- Déjame, ya me sentiré mal mañana por ello. –
- ¿Por qué no nos vamos a bailar? – Sugirió Matt al ver la juerga que yo había propuesto con lo de beber sin control. –
Todos nos miramos. No quería ir, bajo ningún concepto. Soy malísimo bailando y no me gusta la música tecno en lo absoluto. Pero sabía que Matt era un muy buen amigo de Miles que conseguía que hiciera cosas que jamás haría por sí mismo. Y qué narices, tenía ganas de volverme un poco loco y olvidarme por fin de aquél monstruo de ojos azules.
Lo que sí que no me esperaba fue el lugar donde terminamos.
Lo único que había era adolescentes hormonadas de quince años como mucho, con faldas tan cortas que era capaz de ver lo innombrable y algunos chicos de mal aspecto que seguro que pertenecían a mini mafias callejeras.
- Matt, te has coronado. – Le di dos palmadas en la espalda al ver la situación. –
- Aún es la una, esta gente se marchará pronto a casa.- Dijo. – Mirad el lado positivo de las cosas, ¡¡Lo pasaremos bien!! –
No conseguía divisar ningún lado positivo de aquello.
Cuando estaba llegando a la barra sentí que alguien me detenía y me daba la vuelta. Algo se removió en mi interior pero pronto bajó al suelo y desapareció. Era una chica, bastante guapa la verdad, de ojos marrones, con el pelo largo y liso y un escote que no dejaba cabida a la imaginación.
- ¿Qué pasa guapo? ¿Bailas? – Intentaba ser seductora, pero su tremenda borrachera solo conseguía que los gestos fueran toscos y repulsivos. –
- Mmm – Me detuve a pensar durante un momento, puse cara de interesado y me acerqué a ella. La giré e hice que mirase a Miles.- ¿Ves a ese chico? –
- Ahá. –
- Pues es mi novio, lo siento. –
Sonreí ampliamente victorioso. Ella puso cara de asco, soltó un suave “Agh” y se fue.
El camarero me atendió y me puso, nuevamente, un buen vodka. Tras bebérmelo como la vez pasada ya me costaba un poco más procesar las cosas con claridad. Desde la lejanía Matt me llamaba para que me fuese al centro de la pista a bailar, justo donde estaban ellos.
Tras sopesar las posibilidades acabé yendo, haciendo alguna que otra S en el camino. Tomé la cintura de Miles, y comencé a bailar al ritmo de aquella espantosa música pegado a su cuerpo. Le besé fuertemente, y pareció desagradarle.
- Alex, estás borracho. – Hizo una pausa y se puso algo más serio, pero sin perder el contacto. – No bebas más. –
No quería volver a discutir con él, así que sencillamente me aparté y me puse a hacer el tonto con Matt simulando cosas bastante obscenas entre él y yo. La gente se volteaba para mirarnos con algo de asombro, lo que alimentaba nuestras ganas de reírnos.
Una vez se acabaron tres o cuatro canciones nos pusimos a bailar más “en serio”. La pista se había llenado notablemente sin que nos hubiéramos dado cuenta, tanto que llegaba a agobiar. Maldita sea, tenía que volver al baño.
De camino me volví a encontrar con Jamie. Me empecé a reír por el hecho de encontrármelo de nuevo y le hice un gesto para que me acompañase. Estaba prendido de una morena bastante atractiva, con rasgos orientales y con unas bonitas piernas. Él se disculpó de ella y me acompañó al baño.
- Dime. – Preguntó una vez dentro. –
- No lo sé. – Me empecé a reír fuertemente. –
- Wao, estás... – Dijo casi preocupado. –
Choqué contra un lavabo sin darme cuenta y perdí levemente el equilibrio. Él se adelantó para cogerme. Menuda escena, estaba en los brazos de ese chico con la consciencia casi perdida.
- Vete a casa. – Me sugirió. –
- ¡¡No!! – Le corté. – Ahora no. –
Me miró algo preocupado. No lo entendía, no quería que se preocupara de mí. Está bien, no tenía mucho control de mí mismo, pero tampoco era para tanto.
Intentó ponerme de pie y apenas puse de mi parte pero poco a poco lo conseguí. Cuando quise darme cuenta mis labios estaban sobre los suyos. Sin ningún tipo de contemplación. Ahora no recuerdo como llegué a esa situación, pero después de un largo minuto sus labios seguían en contacto con los míos, acariciándose levemente.
La imagen de Miles vino a mi cabeza y me aparté sin ningún cuidado. Podía justificarse por mi borrachera, Jamie lo entendería.
- Sí, me voy a casa. – Finalicé.
El no dijo nada, comprensible por su parte, tenía una novia a la cual explicar lo que acababa de pasar en el baño.