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El león solitario por Bakura Apeiron

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Notas del fanfic:

Se aceptan críticas, ya saben. Estaba pensando en ponerle otro final, uno más feliz, pero no sé, que opinan uds?

Los cresitos van al dueño, no pertenecen ni los personajes, ni el manga, ni el anime.

El joven Hibiki había salido a jugar al parque que había cerca de su casa, sonreía mientras iba corriendo al lugar, usualmente era calmado, serio y tímido; pero hacía poco más de un mes que las cosas eran diferentes. Por aquel tiempo, ninguno de los demás chicos de su escuela le dirigían la palabra y él era muy tímido como para hablarles, además de que en realidad no era bueno en ningún deporte como para unírseles en sus juegos, aparentemente pasaba desapercibido por todos; no era de extrañarse con una familia como la de él, su madre había muerto cuando él nació, sus hermanos se habían independizado y su padre no le mostraba afecto más allá del que no le faltase nada material. Ese día había salido de la escuela, debido a su complexión débil los otros niños siempre le ganaban o lo sacaban de la fila en la cafetería, caminaba de regreso a su casa, su padre no llegaría hasta la tarde, así que sólo estaría solo en la casa, haría la tarea, comería y se tomaría un baño, bastante impresionante para un niño de unos seis años. Caminaba sin problemas, ni perderse, hacia su casa cuando pasó por un parque cuando notó que unos chicos mayores que él iban siguiéndolo. -Oye chico que mochila tan bonita- Uno de los tres le llamaba -Espera un rato, no sabes que tienes que obedecer a tus mayores- Ryoga intentó correr, pero otro chico lo detuvo -Detente mocoso, nos vas a dar todo lo que tengas- golpeándolo en la cara y tirándolo, Ryoga no sabía qué hacer, sus ojos ya estaban llorosos, afortunadamente un chico de su edad apareció golpeando a uno de los tres chicos parándose en su cabeza -No saben que no deben molestar a los más débiles- el chico de la trencita de cabello negro que lo había defendido rápidamente mando a volar a los otros dos y le tendió la mano para ayudar a incorporarse -¿Te encuentras bien?- Ryoga asentó sin responder aún con lagrimas en los ojos -No llores así no te dejaran de molestar- Ryoga tomó su mano y se incorporó -Gracias- el chico le sonrió -Me llamó Ranma Saotome ¿Y tú?- Ryoga le devolvió la sonrisa y contestó -Yo soy Ryoga Hibiki- Desde ese día se hicieron amigos y jugaban en el parque, a veces iban a la casa de Ryoga, Ranma era la única persona en su vida que hasta entonces le había mostrado afecto, por eso era tan importante para él.


Finalmente había llegado al parque y se sentó en un columpio a esperar a su amigo, espero unos minutos hasta que vio a Ranma corriendo hacía él, -Llegas tarde- le reclamó Ryoga -Disculpa, es que estaba entrenando con mi papá- Ryoga admiraba a Ranma, en su mayoría debido a su ingenuidad -¿En verdad eres muy fuerte Ranma?- a lo que su amigo le contestó presumiendo -Claro, algún día me convertiré en el mejor luchador de artes marciales de todo el mundo- Ryoga tímidamente preguntó -Y ¿Crees que yo también pueda ser como tú?- Sonriendo respondió -Por supuesto, yo mismo puedo entrenarte- Ryoga entristeció -Pero mi padre dice que no soy bueno para nada y los chicos de la escuela siempre me molestan- Ranma un cuanto molestó lo tomó de los brazos y lo miró diciéndole -Te he dicho que no le creas todo a tu padre y yo siempre te defenderé de quien quiera molestarte- A Ryoga se le humedecieron los ojos y abrazó fuertemente a Ranma -¡Ranma!- Entonces comenzó a llorar, Ranma sabía que cuando Ryoga se comportaba así, era porque su padre le había pegado, en realidad no eran más que nalgadas, pero para alguien tan frágil como Ryoga y teniendo en cuenta de que prácticamente lo único que pasaba cuando veías a tu padre, era te ignoraba o reprendía, en cierta forma lo entendía. Ranma sabía que a veces cuando pasaban mucho tiempo juntos, Ryoga llegaba tarde a casa y no alcanzaba a terminar su tarea por lo que su padre lo reprendía fuertemente y cuando tenía todo en orden, simplemente lo saludaba y después atendía sus asuntos, a veces cenaba con él y las únicas palabras que compartían eran formalidades de la mesa y un buenas noches al terminar, Ryoga incluso a veces creía ser más una carga para su padre y extrañaba a su madre, aunque sólo la conocía por fotos, eso era algo que Ranma podía comprender, aunque sí bien era cierto que su padre lo quería y nunca lo había tratado mal(hasta ese entonces), él también extrañaba a su madre; esto sin darse cuenta los unió más aún.


Ryoga llegó a querer mucho más a Ranma que a los que se decían su familia, cuando estaba asustado lo tomaba de la mano y él le correspondía abrazándolo, por su parte Ranma lo protegía como a su hermano menor y ya no era raro que Ryoga lo llamase Aniki (hermano mayor), a veces tomaban siestas en casa de Ryoga y no le molestaba que lo abrasará, para Ranma estaba bien, aunque ya se había dado cuenta de que era algo diferente que con Ukyo, Ukyo a veces parecía más chico que Ryoga, no que fuere afeminado ni nada por el estilo sólo que era débil, además de que Ryoga siempre era más abierto con él y no dudaba en decirle lo mucho que lo quería.


Era un día frío de invierno, ellos jugaban como usualmente lo hacían, pero Ranma notaba más triste a Ryoga, y le cuestionó -¿Qué pasa Ryoga?- A lo que el chico sonrió -No es nada, sólo que hermana ya tiene novio y mi padre dijo que dudaba que algún día alguna chica se fijará en mí, porque soy un cobarde- Ranma se levantó y lo encaró -Eso no es verdad, tú eres un chico muy noble y amable, y también eres muy apuesto- Ryoga se sonrojó y beso a Ranma (O más bien sus labios se rozaron apenas) -Gracias Ranma- Él también se sonrojo y poniéndose la mano en la nuca y volteando hacia otro lado continuó -Además para que quieres una chica así juntos como estamos ahora, estamos bien ¿No?- Ryoga sonrió -Sí. Tienes razón-.


Ryoga se encontraba muy feliz ese día, nunca antes se había sentido así, hasta espero a su padre, quien había tardado más en llegar para contarle de su primer beso, desafortunadamente las cosas no funcionan igual para los adultos, ellos tienen reglas y siguen un moral diferentes y que no siempre son justas, Ryoga aprendió de los golpes, las palabras, insultos y regaños de su padre que querer a otro hombre no estaba bien, a veces las personas no saben cuanto pueden lastimar a sus hijos, a veces se dejan llevar y los lastiman intencionalmente, ya no soy tu padre y anormal fue lo más ligero que escuchó esa noche. No fue la siguiente semana, Ranma lo buscó en su casa pero nadie abrió, para ambos, nunca volvieron a verse, a pesar de haberse encontrado tiempo después en la preparatoria, no se reconocieron, sin embargo aún algo de su ser recordaba a su compañero. Para Ranma le parecía un chico simpático y agradable, aunque no era razón para perder su lugar en la cafetería y ganarle el último bocado. Y Ryoga sentía un rencor incomprensible hacia él, pues para que apenas lo conociera se había obsesionado demasiado con él, dispuesto a superarlo a como diese lugar, así que finalmente se decidió a retarlo, pero algo en él, no quería pelear y por primera vez en su vida se perdió desorbitantemente, había recorrido todo Japón para finalmente llegar al cuatro días después al baldío detrás de su casa, sólo para encontrar que Ranma no se encontraba. Y de esta forma no dudó en seguirlo hasta China, a esas alturas cualquier otro ya lo hubiera pensado dos veces, pero Ryoga era orgulloso además que no era un tipo meditativo, sino que se dejaba guiar por su corazón, fue ahí cuando tuvo razones de verdad para desear una venganza, lo que lo llevarían a buscarlo, entrenar y superarse, movido por Ranma consciente e inconscientemente.


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