Un chico rubio, de piel morena, marquitas de zorrito en las mejillas y de ojos azules, miraba por la ventana de su casa. Sabía que no debería llegar tarde a entrenar pero no llegaba tarde porque se durmiera, no. Estaba enamorado.
Amaba a una persona de esa aldea muchísimo y eso dolía. Sí…dolía muchísimo porque era un amor imposible para él.
El chico rubio y precioso se llamaba Naruto, tenía 17 años y llevaba desde siempre amando a su mejor amigo y rival, Sasuke Uchiha. Un dios entre los hombres. Guapo, atlético, admirado y muy popular entre las mujeres (y los hombres por dios ^^). Hacía ya un año que había regresado gracias a la insistencia del propio Naruto y renunciado a una absurda venganza que podía matar todo lo hermoso de su interior.
Naruto le había hecho cambiar de opinión sobre matar a su hermano y le había traído de vuelta junto al equipo que había reunido tras matar a Orochimaru. Naruto era muy amigo de los tres ex hebi y estos lo apreciaban muchísimo. Sasuke…bueno era Sasuke y era bastante difícil entender qué pensaba. Para esconder su amor seguía comportándose como si tuviera diez años y todos se reían un poco de él. Pero era lo que quería, su fachada. Si simulaba que todo lo que decía era broma y no entender nada, la vida era mucho más fácil para él y su amor no correspondido.
Tenía un secreto que no había compartido con nadie. Él se comunicaba con Kyuubi y podía utilizar todo su poder. De hecho Kyuubi y él eran una familia, muy inusual pero familia al fin y al cabo. Kyuubi no era un él, era un ella, una demonio zorro muy poderosa y por eso todos creían que era de género masculino. Ella se reía muchísimo de eso y mantenían unas conversaciones de matarse de risa. Por eso todos creían que era medio bobo, se reía solo en muchísimas ocasiones por culpa de la nueve colas.
Naruto mantenía con gusto todo el engaño y simulaba ser el más débil del grupo. Nada más lejos de la realidad, la verdad. Era un ninja impresionante y Kyuubi le había enseñado infinidad de jutsus. Le había revelado que era hijo del Cuarto, Minato Namikaze y le había mostrado la abandonada casa que era el hogar de su padre, bastante alejada del pueblo. Le había costado mucho no revelar ese último secreto pero se había mordido la lengua y había revisado el lugar. Dando con una habitación sellada que guardaba todos los jutsus de sus antepasados. Tenía para sí unas técnicas olvidadas y muy poderosas.
Con la ayuda de Kyuubi entrenaba. Luchaba, todas las noches que podía, contra ella en lo más profundo del bosque. Kyuubi podía salir del sello y tomaba una apariencia bellísima. Era de una chica joven, con el cabello rojo fuego y ojos violetas. El sello de su estomago seguía intacto y cuando Kyuubi salía se dividía en dos. Kyuubi le había confesado que cuando había llegado a quererlo como a su propio cachorro, el Yondaime se le había aparecido y le había revelado todo sobre él y su herencia. Y que su propósito al sellarla era salvarla a ella y a la aldea, no condenarlas a las dos. La nueve colas se había arrepentido de todo el mal que había causado y había criado al rubito como si de su propio hijo se tratara.
Volviendo al presente, tenemos al pobre y hermoso kitsune, suspirando frente a la ventana. Decidió arreglarse ya y desayunar, Kyuubi le estaba haciendo el desayuno. Entró a la pequeña cocina de su apartamento y sonrió al ver a la hermosa zorrita haciéndole tortitas. Era un gusto tenerla con él. Ya no se sentía solo nunca y sabía que nunca lo abandonaría.
-Que buena pinta tienen esas tortitas-dijo Naruto dándole un beso en la nariz.
Kyuubi se echó a reír y le sacó la lengua.
-Niño mimado -dijo con mucho cariño la preciosa zorrita.
-Es que todo lo que me preparas me sabe a gloria, Kyuu-le contestó el rubio con travesura-¿Qué vas a hacer hoy?
-La verdad es que hoy me voy a quedar en casa, tengo un libro empezado y me muero por saber como acaba-le dijo la chica guiñándole un ojo- Si me necesitas ya sabes como convocarme.
Al ser dos personas distintas y no necesitar un solo cuerpo como antes, Kyuubi le había enseñado a convocarla y ella hacía su propia vida.
Hace unos tres meses, Naruto había decidido que su amiga se merecía una vida propia y le habían contado toda la verdad a Tsunade-oba-chan. La pobre Godaime por poco había sufrido un infarto, pero al examinar a Kyuubi había comprobado que era de verdad la nueve colas y que no guardaba rencor alguno a nadie. También le habían contado que Naruto era hijo del Cuarto y ahora era cómplice de su plan. Quería que Kyuubi fuese feliz y le había pedido a Tsunade que les dijera a los demás que Kyuu era su prima, Kyuu Uzumaki.
Tsunade no podía negarle esto, ni a Naruto ni a Kyuu, que había visto con sus propios ojos lo mucho que se querían esos dos. Como Kyuu parecía unos años mayor que Naruto, le había dado el rango de Ambu y solía hacer misiones con los demás Ambu. Hoy era su día de descanso y por eso, le había hecho el desayuno a su primito y se iba a leer Amanecer de un tirón kukuku.
Naruto le besó la mejilla y salió con parsimonia. Despues de todo no le importaba llegar tarde, sabía que Kakashi tardaría mucho más que él. Sasuke tan solo le picaría y acabarían peleándose y Sakura salía desde hace meses con Sai. Por lo tanto, no había razón para tener prisa, a decir verdad se aburría un poco. Lo que estaban practicando lo haría con los ojos cerrados y amarrado a un árbol XD.
Llegó al lugar de reunión y sólo vió a Sasuke. Que raro.
-Ohayo, teme-dijo el rubio haciendo su papel- Qué buen día, dattebayo.
-Ump, dobe. Llegas tarde como siempre-dijo Sasuke con su mejor cara de indiferencia. Lejos de la realidad, sentía algo muy fuerte por el rubito, pero no quería dar el primer paso. Un Uchiha es un Uchiha y no se declararía al dobe ni borracho.
Naruto se hizo el loco y simuló mirar al cielo. Sasuke era tan guapo. Cada vez que lo miraba sentía un vuelco en el corazón. Debería intentar olvidar ese amor…
-Ohayo, Sasuke, Naruto-dijo una alegre voz femenina.
Era Sakura que venía de la mano de Sai con una gran cesta llena de bollitos. El moreno venía con cara de pena y Naruto supo que los bollitos estarían duros como piedras y con un sabor horrible T.T. El pobre Sai de seguro se ganaba el cielo, ellos estaban muy enamorados pero ser el conejillo de indias de la preciosa Sakura, debía de ser un castigo.
-Hola chicos-dijo Sai con un suspiro al acercarse a ellos-Si os ofrece un bollo le decís que ya habéis desayunado, porque si no os va a crear una ulcera.
El rubio y el moreno, suspiraron y rogaron porque su maestro no tardara muchoT-T.
Continuará…