Capitulo 1
Una venganza completada
Los primeros rayos de sol alumbraron la blanca piel del rostro de Ciel Phantomhive, haciendo que este abriera lentamente sus ojos azules…
-¿Dónde… dónde estoy? Se preguntaba algo confundido el pequeño conde mientras se levantaba de su cama. Sus ideas y pensamientos eran borrosos y confusos, trataba de recordar lo ocurrido el día anterior, pero sus intentos eran en vano.
-¡Bocchan!, está despierto. Aquel grito de Finny, uno de los leales sirvientes de Ciel interrumpió los pensamientos del ojo azul.
-Adelante, puedes pasar. Dijo algo molesto el conde al cual le disgustaban los escándalos de sus empleados.
-Disculpe, bocchan pero es hora de levantarse. Decía el peli güero mientras recorría las cortinas de la recamara de Ciel.
Al ojo azul pareció extrañarle que Sebastian, el mayordomo de la familia Phantomhive no fuera el que interrumpiera su sueño.
-Fini este es labor de Sebastian, no es de tu incumbencia.
-Bocchan… menciono Finny con una mirada triste.
-¿Qué es lo que ocurre? ¿Dónde está Sebastian? Preguntaba el conde algo alterado.
-Sebastian-san… se retiro de su puesto la noche anterior, el menciono que su tiempo alado suyo había cesado. Lo único que dejo para usted es aquella rosa blanca la cual se encuentra en cima de su repisa.
Al mirar aquella rosa blanca, los recuerdos del menor se volvieron claros, al fin con ayuda de Sebastian había completado su venganza, había acabado con la vida de aquellos que se atrevieron a humillarlo. Pero justo en el momento de entregar su alma como era acordado en el pacto, Ciel menciono tres palabras que hicieron cambiar de parecer al demonio mayordomo, tres palabras las cuales lograron tocar dulcemente el ausente corazón de Sebastian, haciéndole retroceder de su objetivo y perdonándole la vida al pequeño conde.
“Te amo Sebastian”
-¡Bocchan! ¡Bocchan! Se encuentra bien. Gritaba nuevamente Finny, ya que su amo parecía haber perdido la noción del tiempo.
-Sí, yo…yo… déjame solo, es una orden.
-Claro bocchan. Finny comprendía que la repentina decisión de Sebastian era un golpe duro para el pequeño ojo azul.
Capítulo 2
Esperando la aparición de la Luna
El pequeño ojo azul se encontraba observando aquel cielo estrellado, esperaba pacientemente la aparición de la luna, la cual le hacía recordar aquel hombre cuyos ojos se tornaban color carmesí al compas de la noche, mostraba una mirada llena de dolor y tristeza reflejo de aquel sentimiento de amargura que lo consumía cada día por la ausencia de el hombre que perdono su vida.
-¡Bocchan!, El carruaje se encuentra listo para transportarlo a usted y a la señorita Lizzy a la fiesta de disfraces que se llevara a cabo esta noche. Le informaba Maylene ama de llaves de los Phantomhive, al señorito.
-De acuerdo… respondió Ciel con un tono de voz bajo y triste…
(“En la fiesta de disfraces”)
-¡Ciel!, todos lucen prendas realmente hermosas. Esta noche es tan especial… Mencionaba alegremente la peli güera aferrándose fuertemente al brazo de su prometido.
-Claro Lizzy… La pequeña pudo notar aquella indiferencia y desinterés por parte del ojo azul. Sus pensamientos y sentimientos se encontraban distantes y perdidos en otra parte.
-Ciel… desde hace tiempo eh querido realizarte una pregunta…decía la ojo verde con voz tímida, por temor al disgusto de su amado.
-Adelante Lizzy… Que es aquello que has querido preguntarme.
-Yo… me preguntaba… ¿Por qué Sebastian se marcho de tu lado?
En ese instante la expresión del joven conde cambio repentinamente, mostro gran desagrado al escuchar aquel cuestionamiento salir de la voz de la peli güera.
-¡Elizabeth! Grito el ojo azul… ¡Mis asuntos no son de tu incumbencia!
Aquella agresión provoco lágrimas de dolor de la señorita, cuyo único deseo era regresarle a su amado su sonrisa perdida.
El conde respiro profundamente, y se retiro hacia el patio de la casona donde se llevaba a cabo el evento, para así poder aclarar sus ideas.
Estando allá se percato de aquella verdad causante de su tristeza.
Sebastian se alejo de su lado, Sebastian ya lo había olvidado, Sebastian era su ser más amado.
En un acto de desesperación y tristeza, Ciel lanzo un grito de amargura tratando de desahogar aquel sentimiento retenido y no correspondido.
-¡Sebastian te odiooo!
-Bocchan… no creí que su odio hacia mi persona fuera de tal tamaño. Menciono gentilmente una silueta oscura cuyos ojos se tornaban color carmesí al compas de la luna.