Todavía no sé qué me vas a preguntar, pero me opongo.
Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense.
Capítulo I
La primera vez que leyó la palabra, pensó que la autora habría querido decir “venerable”. Así, quedaba con mucho sentido: Naruto Uzumaki era un chico atractivo, de marcas zorrunas y un aspecto absolutamente venerable”. Tenía mucho más sentido que si dijera que tenía aspecto violable.
La segunda y la tercera vez que lo leyó, ya entendiendo el contexto, pensó que quizás era un error de dedo lo suficientemente común como para que más de una persona tuviera esa palabreja en lo que escribían sobre él. Total, lo que leía no tenía muchas luces y tenía su sentido que las pobres chicas se equivocaran.
Sin embargo, la cuarta vez empezó a tener sus dudas.
“Eres tan violable, mi zorrito” decía. Así, sin guiones.
Desde que Sasuke le había sugerido amablemente (en su modo, al menos) que leyera fanfics de corte homo-erótico para que se inspirara en sus encuentros, no dejaba de encontrarse las cosas más descabelladas. Sin embargo, nada era más descabellado que descubrir que millones de dementes escribían cosas sucias sobre él montándoselo con Sasuke. Como sea, estaba registrado en decenas de páginas para leer con completa libertad lo que la gente pensaba que él y su novio hacían. Le llamaba particularmente la atención la idea que tenían de ellos; los hacían ver como adictos sexuales perdidos y súper desarrollados, cuando la cruda verdad es que tenían sexo como una pareja total y absolutamente normal.
Otra cosa que desde el primer instante había llamado su atención eran las expresiones que de pronto leían por ahí y por allá. Desde “amigos re” hasta otras más bizarras como el “sexto sentido Uchiha”, porque hasta donde él sabía, Sasuke (e Itachi, ya entrados) no gozaban de ninguna habilidad especial sólo por ser Uchihas.
Y eso lo devolvía a la palabra –ficticia, por cierto- “violable”. Realmente lo intrigaba. ¿Cómo así que era violable? O venerable, o vulnerable, o variable o no sé… viable. Venerable era de viejos, ¿no? Vulnerable a lo mejor, variable casi también, y viable pues claro, al fin que terminaba igual que confiable. Le gustaría saber a que mierda se referían cuando decían que era “violable”. Si era un error de dedo, pues era uno bien gordo, si era una expresión de esas que no entendía pues… joder, que le explicaran.
Por eso, aquel día, libreta en mano, decidió hacerse al oficio de detective y averiguar por fin a que coño venía la palabra esa.
Su primera víctima, o interrogado para que no sonara agresivo así de entrada, era, como no, el primero que pasó delante de su puerta; Gaara. El pelirrojo, que era su vecino y lo visitaba casi cada tarde, recibió con excelente ánimo sus intenciones por entrevistarle.
-¿Otra vez Shikamaru te ha dado de sus happy pancakes o eres así de tonto siempre?-inquirió, tomando asiento en el puf de la salita del rubio.
-¿Soy violable?-soltó en cuanto el pelirrojo se puso cómodo. El otro torció el gesto, y pareció a punto de soltarle cuatro palabritas que seguro no serían halagos-Es importante-agregó.
-Todo ser humano lo es-respondió parcamente-al menos, todos los que tengan orificio vaginal y/o anal, o también miembro sexual. Si a lo que te refieres es a si eres más propenso a ser violado que la media de la población, habría que considerar diversos factores; las personas de escasos recursos tienen una mayor probabilidad de ser víctimas de una violación dado a la corrupción y la poca atención de las autoridades, así que en ese caso no, no serías mas ¿violable, has dicho? Que el resto. En cuanto a tu aspecto físico, dado que pareces algo menor de los 19 años que tienes, yo diría que eres un blanco al menos seductor para los pedófilos, aunque ellos prefieren a sus víctimas de una edad anterior a la pubertad, así que en ese caso tampoco eres violable. Por otro lado…-
-Espera., espera-interrumpió la perorata que parecía no terminar nunca. Maldito Gaara y su afición por “la ley y el orden”.
-¿Qué ocurre?-preguntó molesto por la interrupción y deseando retomar su idea.
Entonces Naruto, un poco arrebolado, hizo aquella pregunta que define toda amistad, aquella que, según las respuesta, parte en dos el antes y el después de una relación de años como la suya.
-¿Te parece a ti que yo soy violable?-
El pelirrojo, luego de recomponerse de la sorpresa inicial, miró de arriba abajo a su rubio amigo, que aquel día vestía unas bermudas naranjas y una camiseta de tirantes blanca. Su piel, como siempre, parecía suave y ligeramente bronceada, y sus ojos, tan estúpidos y azules como siempre, brillaban intensamente a causa de la curiosidad. Suspiró largo y fuerte y luego, sin pestañear siquiera, respondió:
-No lo sé, pero supongo que eres un poco más violable que la media-
Bueno, eso no resolvía ni la mitad de sus dudas.
La segunda persona a la que dejó confundida con sus preguntas sin sentido fue, desgraciadamente, Sakura. La muchacha, que había tenido el desatino de pedirle aquella tarde a Naruto que pasara por su casa, tomó igual de bien que Gaara el insólito interrogatorio.
-¿Tú quieres que te mate, verdad?-susurró con las mejillas cubiertas de un muy digno sonrojo-¡Ese tipo de preguntas no se le hacen a tus amigas!-terminó por gritar, acompañando sus palabras con un buen coscorrón que el blondo recibió ya bastante acostumbrado.
-Vamos, Sakura-chan… tú eres realmente inteligente, seguro que sabes si esa maldita palabra tiene otro significado-insistió-porque no puedo significar lo que suena, ¿verdad?-
La de ojos hade se toco las sienes, maldiciendo con toda el alma el desgraciado momento en que se decidió a hablarle a al chico raro de la primaria; mejor se hubiera comprado una muñeca nueva. Finalmente, soltó el aire con pesadez y expresó con desgana:
-Habrá que preguntarle a Santa RAE-Fue a por su computadora portátil, encendiéndola ante la atenta mirada del rubio que se preguntaba quien sería la persona que su amiga había mencionado. Apenas se hubo cargado su configuración, la chica abrió enseguida la página que tenía en favoritos desde los 12 años. La sencilla página de inicio se desplegó en un segundo y el rubio, algo decepcionado, se encontró con que era algo así como un diccionario en línea.
“Violable”
Escribió la chica en la barra de búsqueda. Esperaron apenas unos instantes y enseguida les soltó la información:
Aviso
La palabra violable no está en el Diccionario.
-Bueno, ahí lo tienes; no existe-sin esperar respuesta, Sakura cerró la portátil y la puso al lado-no puedes ser violable por que esa palabra no existe-El rubio, satisfecho, asintió alegremente, dispuesto a dar por terminado aquel embrollo ridículo.
-Aunque claro-agregó la mujer, maliciosa-puedo entender el por qué de la confusión-dijo, mirándolo con burla de pies a cabeza-si yo fuera una de ellas seguro que también lo creía-
Ah, era verdad, Sakura estaba a dos pasos de ser amante del SasuNaru (o una de ellas, como les decía frente a él). Indignado, el rubio le dedicó una mirada sentida y se marchó a paso veloz de la salita de su amiga; había que joderse, ¿también ella lo pensaba?
Más tarde, cuando preparaba cabizbajo su solitaria cena (ramen instantáneo con un soda alta en calorías), comprendió que sólo había una persona que, de forma categórica, negaría la existencia de semejante término. Así que olvidando la sopa en el microondas se lanzó como una bala (perdida y bastante torpe) hacía el teléfono de la sala, marcando luego el número que se sabía de memoria.
-¿Bastardo?-inquirió cuando la voz del otro lado decía “¿Idiota?”. La cariñosa forma de llamarse se remontaba a una época de su más cutre infancia, pero no venía al caso, aunque era un tema que fascinaba a los padres de Sasuke-¡tienes que venir a mi casa!-exigió, como si luego de tantos años de conocerse no supiera que Sasuke gustaba de hacer exactamente lo opuesto de lo que le pedía.
-Tengo deberes para mañana; te recuerdo que yo SÍ entré a la Universidad este año-respondió antes de colgar el teléfono. El áureo, molesto por la poca cooperación que le prestaba Sasuke, se quedó mirando el teléfono como si éste tuviera la culpa de la mala leche con que el Uchiha había nacido.
-Joder, un sueña bonito no ha matado a nadie hasta ahora-murmuró molestó. Bufando por centésima vez en el día, se pegó a la vieja computadora de escritorio en la sala, olvidando todavía la sopa que a esas alturas ya debía estar más fría que Sasuke. Tardó a lo menos dos mil años en cargar, lo de siempre, y en cuanto lo hizo no reaccionó a ninguno de sus compulsivos clicks sino hasta unos doce minutos después de que se daba por vencido. Abrió una de las páginas de Fan Fics cutres, planteándose si era prudente preguntar directamente a alguna autora el motivo de la palabra y la relación con su persona. Enseguida desechó la idea, conociéndolas, seguro que hackeaban la cuenta del primer inocente que osara decir algo en contra de la amadísima palabrita.
“Ez que zuena vien” sería la respuesta casi fijo, o le saldrían con algo como “i a ti que te inporta pera lesvina?????????????????????????????????” .
Rindiéndose, miró en las actualizaciones, y descubrió con secreta emoción que habían subido un nuevo fic de él y Sasuke. Trataba, como no, de cómo Sasuke, así por culo, se enamoraba de él, tenían tres hijos –vete a saber cómo- y un perro llamado Solovino. Amaba ese tipo de fanfics, eran mucho más simples que las cosas que se leía Sasuke.
La historia pintaba bien; el lemon, estupendo (había evolucionado totalmente el bondage, habría que proponérselo al moreno), la trama, algo confusa pero casi profunda, el humor, delicioso…
“-Eres tan violable, dobe-“
¡Coñó!
Cerró la ventana con un gesto molesto, frunciendo el morro de puro disgusto y recargándose en la vieja silla que amenazó con tirarlo. Había que joderse si era la única maldita palabra con que podían describirle; y encima a veces la decía el bruno, con un tono que ya se imaginaba saliendo de un Sasuke totalmente diferente al suyo, que si se prestaba la oportunidad de describirle, siempre era con insultos.
Y hablando del diablo, su celular vibró en el bolsillo de sus pantalones, y enseguida lo sacó, sólo para leer las parcas palabras que su moreno novio había enviado: “Más te vale que sea importante, inútil, mañana paso temprano por tu casa”.
Vale, que pasara; así tuviera que atarle a la puerta, el moreno no se iría hasta no responderle si era o no violable (y por su bien, más valía que fuera un NO bien claro y fuerte).