Aunque parezca mentira, había llegado el día en el que no sentía nada, nada en absoluto. Sentía la humedad de las lágrimas correr por sus mejillas, pero no le dió importancia alguna, los sentimientos yacían asesinados en su corazón, por lo que la cáscara vacía que era Naruto, ni se daba cuenta de que sus ojos azules lloraban.
La gente que le rodeaba le estaba hablando, incluso estaban sacudiéndolo, pero el rubio hermoso no notaba nada de eso. Su alma se había separado de su cuerpo, tan claro como esto. Esa gente intentaba que un muerto hablara…y todos sabemos que es imposible.
Todo se volvió negro y el cascarón vacío, cayó con estrépito en el suelo. Hubo un gran caos en la oficina de la Godaime, y todos fueron a auxiliar al rubio más querido de Konoha. Tsunade miró con lástima y pesar a su adorado niñito. Que más quisiera que poder hacer algo por su hijito, pero ella no tenía poder alguno sobre la muerte, y una muerte había destrozado a su niñito…la muerte de Sasuke Uchiha.
El otoño cubrió de hojas la aldea, ya hacía casi seis meses desde que la noticia de la muerte del último Uchiha llegó y desde entonces, Naruto no había abierto de nuevo sus ojos. Nadie le encontraba explicación a lo que le sucedía a Naruto. Tsunade había buscado con desesperación la cura para el mal de su niño, pero no había resultado alguno para su búsqueda, nadie puede curar un corazón desgarrado y roto.
Naruto estaba en perfecto estado de salud, no tenía ningún tipo de enfermedad ni síntoma alguno de problemas, su cuerpo estaba totalmente sano…pero el cuerpo del rubio era lo único que había en la habitación privada del Hospital de la aldea de la hoja. Un cuerpo tan vacío, como el sueño que había acariciado el rubio durante muchos años, traer de vuelta a Sasuke…
El tiempo volaba, las estaciones cambiaban inexorablemente, sin esperar por nadie. Ya había llegado el aniversario de la muerte de Sasuke y el comienzo del largo sueño de Naruto, porque después de analizarlo cuidadosamente, una y otra vez, Tsunade llegó a la conclusión de que Naruto tan sólo dormía…porque no quería volverse a despertar.
Intentó en numerosas ocasiones, ponerse en contacto con el zorro maldito, pero no sentía su chakra en absoluto, era como si el zorro se hubiera volatilizado, no podía dar con él, dentro de Naruto.
Cada día que pasaba, las esperanzas de que el rubio despertara, se iban desvaneciendo, el chico seguía con vida, comía por vía intravenosa y su cuerpo crecía y se desarrollaba con normalidad, pero su corazón no daba señales de volver a latir con normalidad y sus ojos cerrados abrirse., no, el corazón del kitsune seguía un ritmo tan suave y lento, que apenas se oía y sus ojos azules no querían volverse a abrir jamás.
Cuando se cumplieron dos años del largo sueño de Naruto, todos en la aldea le habían bautizado como el bello durmiente de Konoha, esperando por alguien que nunca volvería…
Konoha había perdido su brillo y su frescura, sin el hermoso kitsune parecía que el hechizo de un hada malvada, había robado todo lo bueno y bonito en la aldea. Todos añoraban al salvador de Konoha, reconocido ninja de la Hoja y candidato a futuro Hokage, todos llenaban el pequeño cuarto de Naruto en el hospital con flores y peluches, pero el rayo de sol de Konoha parecía que no brillaría nunca más.
Y el hermoso bello durmiente cumplió dieciocho años. Dieciocho hermosos años, que sólo aumentaban su belleza natural. Su cabello rubio había crecido mucho y caía por las blancas sábanas de la cama como una aureola, llegando hasta su fuerte pecho. Su curtido y elegante cuerpo de ninja, se había suavizado un tanto por el largo reposo y era grácil y delicado, como un hermoso lirio. Su cara de hermoso adolescente, había dejado paso a un bellísimo y delicado rostro jovencísimo, y con su piel ligeramente morena y sus labios rojos, dejaban sin habla y respiración a todos los que venían a visitarle.
¿Cómo podía existir persona más bella que esa?
Había capturado el corazón de muchísimas personas, mayores o jóvenes imberbes, pero…la vida era injusta, ese sueño hecho carne…tan sólo estaba dormido e inmóvil con apenas una suave respiración en su pecho, parecía una estatua de frío mármol, para pena de muchísima gente.
La fama de la radiante belleza de Naruto recorrió todo el mundo ninja. Miles de personas visitaban Konoha para comprobar con sus propios ojos la famosa belleza del kitsune, todos se quedaban embobados y llenos de pesar. Todo el mundo sabía que ese ángel de radiante hermosura dormía…porque ya no quería despertar.
El tiempo seguía su curso, y un día llegó a oídos de un shinobi que había recorrido todo el mundo ninja y descubierto infinidad de maravillas. Un ninja de piel curtida por el sol y por el viento. Su corazón perdió su constante latido, cuando escuchó la historia del bello durmiente de Konoha, Naruto, el ángel que no quería vivir. Su alma se desgarró al oír la leyenda de su amor perdido y salió de la pequeña posada en dirección a Konoha.
Le llevó innumerables días llegar a la aldea escondida de la Hoja, caminando sin descanso ni tregua, sin apenas descansar. Llegó un hermoso día de primavera, con un sol radiante y un hermoso cielo azul. Entró por la enorme puerta, sobresaltando a los dos ninjas que vigilaban la entrada a la aldea y alborotando a todos los que le veían.
El viajero no parecía notar la expectación que creaba y se dirigió al hospital de Konoha, preguntó por la habitación de la leyenda y las enfermeras que había en ese turno, llevaron personalmente hasta ella al curtido viajero.
Los oscuros ojos del trotamundos, se abrieron con sorpresa, en esa insulsa y pálida habitación, yacía el ser más hermoso jamás visto. Su hermoso rostro tenía una expresión de calma, sus mejillas estaban ligeramente ruborizadas, sus labios rojos como la sangre al caer en la blanca nieve y su cabello rubio caía suelto hasta casi su cintura. Estaba frente al bello durmiente de Konoha, el ser por el que todos lloraban y suspiraban.
Con las rodillas temblando y pasos inseguros, el viajero moreno se acercó al ángel que dormía y susurró una sola palabra: Dobe. Y sin poder evitarlo, besó la boca de fresa del hermosísimo bello durmiente.
El tiempo pareció detenerse, y el público que seguía de cerca la escena (media konoha kukuku) soltó un trémulo suspiro, el chico oscuro como la noche besando al bello durmiente luminoso como el día, era un espectáculo hermosísimo…
De repente, la conmoción reinó en la atestada habitación, el chico rubio y hermosísimo había abierto sus ojos azules y miraba hacia el fabulosamente guapo moreno. El silencio reinó en el cuarto y se pudo escuchar un tenue susurro…Teme.
Fin ^^. ¿O no?