Un día más de práctica y yo llego temprano, como de costumbre. Me dispongo a revisar unos papeles de admisión, mientras espero al resto de los chicos. Uno a uno van llegando. Hanamichi y Rukawa empiezan a pelear a los 5 minutos. Cada vez están peor. El problema es que Takenori aún no ha llegado y él es el único que los puede detener, realmente. Voy a acercarme a separarlos, pero la puerta del gimnasio se abren y la sorpresa es general. Son esos matones y...tú, a la cabeza.
No puedo creer que estás aquí. No puedo creer que estoy mirándote y... no quiero verte en ese estado. Con moretones en la cara y un barbijo, ¿por qué?. Estás demasiado lejos de ser aquella persona que yo...
A los pocos segundos, tu compañero agarra un balón y lo quema con el cigarrilo. Luego, tú nos cuentas para qué están aquí.
-Miyagi, vengo a destrozarte - tu voz suena casi lejana, por el barbijo. No quiero pensar en lo que va a suceder aquí.
Comienzas pegándole un cabezaso a Ryota, a lo que su nariz empieza a sangrar. No quiero ver esto, si pelean, el equipo... De un momento a otro ya casi todos están peleando. Hanamichi está sangrando bastante y ya ha golpeado a varios de tus amigos. Rukawa ya parece como si tuviera una hemorragia de la cantidad de sangre que sale de su cabeza. Un amigo tuyo golpea a Ayako y Ryota, enfurecido, salta también a la pelea. Yasuda está a mi lado, con un golpe también. Ya sé que no hay vuelta atrás. Pero tengo que hacer algo.
Me acercó a tí y te tomo de la solapa. Tu cara es de completo asombro. No me queda más que gritarte:
-¿Cuándo vas a madurar, Mitsui? ¿Qué mierda pretendes con esto? ¿Realmente le viniste a pegar a Ryota o sólo querés desquitar tu impotencia?-
¿Fui cruel? Si, mucho. Pero fue la primera vez que mi conciencia y yo nos pusimos de acuerdo. Sólo me di cuenta lo fuertes que fueron mis palabras, cuando me pegaste un cachetazo que hizo volar mis anteojos a un lado. Pero yo no pensaba, así que no me importó. La cuestión era terminar con esa situación. Necesitaba saber que el equipo no se iba a terminar, pero mis esperanzas flaqueaban. Una pregunta alejó nuestras miradas.
-Cuatro ojos, ¿lo conoces? - preguntó Hana a mis espaldas.
-Si, él solía jugar en Shohoku pero... - comencé a contar la historia. Todos me escuchaban, como hipnotizados. Tu cara tenía una mezcla de ira y asombro. A mitad de la historia, te acercaste a mí para pegarme nuevamente.
-Callate, Kogure
Pero no me callo. Es vital que termine de decirlo porque así es la única manera en que te vas a detener. Poco después de terminar, se escuchan ruidos afuera. Son los directivos de la escuela que demandan saber qué pasa en el gimnasio. Todo terminó. Echaste tus sueños a la basura y en el camino te llevaste los míos. La puerta se abre y, gracias a dios, entra Takenori. Nos mira a todos y no tarda en comprender lo que sucede. Se acerca a tí y lo único que hace es darte una buena dosis de cachetazos para hacerte reaccionar.
Agachaste la cabeza. Poco a poco vas entrando en razón. La puerta se abre nuevamente y entra el Profesor Anzai. Cuando tu mirada encuentra la suya, puedo ver todo el dolor en tus ojos. El arrepentimiento, la verguenza. Lentamente, caes al piso. Un río de lágrimas bañan tu cara y sólo tus palabras se escuchan:
-Quiero...quiero jugar al básquet-
Todos miran anonadados la escena. Todo fue muy rápido y nadie esperaba tu última reacción. Tal vez lo que ya te conocíamos, sabíamos que Anzai te calmaría.
-Chicos, por favor, vayan a la enfermería. Tú, Mitsui, también y luego ven a mi oficina - dijo el gordito serio pero sonriendo.
La banda de Mitsui se fue rápidamente y le siguieron los jugadores de Shohoku, que todavía miraban al chico que estaba en el suelo. El Profesor Anzai salió con ellos y yo me quedé mirándote todavía. Incapaz de alejar mi mirada de tí. Suspiraste y te secaste las lágrimas. Luego levantaste tu rostro para mirarme. Sin alejar tus ojos de mí, te acercaste y dejándome anonadado, me abrazaste. Tus palabras llegaron ahogadas a mis oídos:
-Perdón...perdón...perdón...