Era un egocéntrico, lo supo apenas cruzaron saludo en el hotel.
-Un gusto, mi nombre es Mu Arium.
-Bueno Mu, podrás decir toda tu vida que eres un afortunado por haber conocido y estrechado la mano de Afrodita Piscium.
Artistas de todos los campos y diversas nacionalidades habían sido invitados a la "primera convención de arte contemporáneo independiente internacional" en el lujoso hotel "Santuary" de la acrópolis griega. Conferencias de reconocidos autores; músicos de renombre; exposiciones de cuadros, esculturas, grabados; presentaciones de libros; proyecciones de cine independiente. Había sido una mañana y tarde agitada, ahora, durante la velada nocturna finalmente las presentaciones formales se llevaban a cabo.
-Me resultaron interesantes tus obras, tienes un trazo delicado y una imaginación inquietante...
-Me halaga viniendo de usted, su novela, aunque perturbadora, me resulto apasionante
- ¿Lo perturbo la idea de Alejandro teniendo sexo con un hombre sobre el cadáver de la madre que no lo dejaba independizarse?
-No, eso en todo caso me resulto morboso, lo que me resulto perturbador fue la falta de culpa, la ausencia de sentimientos, finalmente, ella logró su objetivo, anuló todo rastro de sensibilidad.
El escritor esbozó una sonrisa complacida.
-A primera vista supe que la idea de dos hombres teniendo sexo no te perturbaría-susurró cerca del oído del de cabellera lavanda.
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La paga lo valía suspiró antes de tocar el timbre. El joven sueco lo recibió con una bata alrededor de su esbelto cuerpo.
-Mu, debes ser el hombre más afortunado sobre este planeta-sonrió divertido ante lo que el menor frunció los puntos que adornaban su frente.
-No se moleste en fingir, en la editorial me comentaron que pidió exclusivamente que fuera el fotógrafo-espetó con seriedad mientras retiraba de su bolso los elementos para su tarea.
-Siempre tan frío, amor.
-No empiece-rezongó molesto mientras se repetía en su cabeza "la paga lo vale, la paga lo vale, la paga lo vale"
Habían pasado meses desde su encuentro en Sanctuary, meses que aparentemente no le alcanzaron al joven escritor para olvidar los rotundos y reiterados "no" del pintor a pasar una buena velada de sexo y alcohol. Era Afrodita Piscium, los "no" jamás habían formado parte de su vida.
- ¿Usted lo pensó?- inquirió Mu mientras recorría con sus frescas jades el dormitorio tan... excéntrico.
-Me dijeron en la editorial que querían una foto mía especial... única e irrepetible-pronunció con sensualidad mientras con sus labios retiraba un cigarrillo del atado que tenía en la mesa- ¿no crees que soy una obra de arte en si misma?
-No, no creo, pero en todo caso lo ayudare a que lo parezca... al menos-le respondió burlón mientras comenzaba a deshojar los pétalos de rosas-se vera mejor sin el tallo
-Ten cuidado-lo reprimió Afrodita tomando su mano-las rosas son seres complicados...-tienen un corazón suave... atrapado entre peligrosas espinas... un corazón intocable-murmuró lamiendo la sangre que enjugaba los blancos dedos del pelilila.
- ¿Cuánto de Alejandro habrá en ti?-musitó retirando despacio su mano.
-No tanto-aclaro el escritor dejando caer la bata por su equilibrada anatomía-sí es cierto que mi madre puso el grito en el cielo cuando supo lo de mi condición sexual y también que mi padre ni me habla... mejor para mi, no tengo espíritu para soportar las idioteces prehistóricas que profesan.
-Deberíamos ver lo de tu vestimenta-esbozó nervioso Mu desviando la mirada del sensual cuerpo.
-Ya estoy vestido... al natural- le sonrió el sueco sentándose en la cama con las piernas flexionadas y abiertas, exponiendo sin tapujos la sensual perfección de su sexo.
-Entonces estás solo-murmuró Mu mientras dejaba caer pétalos sobre la relajada hombría.
-Tengo un hermano... cultiva las rosas más bellas de esta ciudad... las de corazón más suave y cortante.
-Ya veo-se limitó a responder acomodando las cortinas, y determinando la luz que entraría a la habitación.
- ¿Te excito?-inquirió sin pudor el escritor mientras encendía otro cigarrillo y recorría las sonrojadas mejillas del oriental.
-Compórtate o deberás conseguir a otro fotógrafo.
-No sería difícil... incluso luego sería fácil convencerlo de que se quedara a probar su obra de arte... a diferencia tuya ¿cierto?
-Sólo vine a trabajar aquí.
-Mmmm me haces pensar que me falta algo y me perturba no saber que...
-¿Le perturba no ser tan perfecto o irresistible como desea creer?
-No lo creo, Mu, lo sé-le sonrío el de ojos celestes liberando una estela de humo por sus labios delictivamente entreabiertos.
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Estaba seguro, no eran sus "no" simplemente, el de ojos verdes era una perfecta amalgama de contradicciones, una pieza de arte en sí, única e irrepetible, invaluable. Una cuerpo exótico y bello en exceso envuelto en telas, despreocupado por llamar la atención, un ser brillante e ingenuo, sensual y tímido, serio y alegre, dulce y...
-Señor Piscium, esta prohibido fumar en las aulas de la institución.
"...Cruel"
- ¡Que malo, profesor!
-Bueno chicos, traigan el trabajo en perspectiva para la próxima clase.
Los alumnos se fueron retirando dejando una rosa sobre el escritorio del profesor de arte. Al recogerlas, Mu, ya tenía todo un ramo.
- ¿A ellos si le aceptas regalos?
-Son niños... cuando me regalan rosas SÓLO me regalan rosas... cuando tu me regalas rosas o joyas las intenciones son más mundanas... mucho más.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro? A la edad de esos pendejos yo ya miraba a mi profesor de deportes con ganas de comer.
-Jaja no, no se trata de eso, en el colegio están haciendo un evento de temáticas acerca de costumbres extranjeras, mi clase Eligio la de "diada sant Jordi" que consiste en el intercambio de libros por flores. Yo les regale un libro-aclaró con una radiante sonrisa el de cabellos lilas.
- ¿Y no te quedó uno para mi?-dijo el sueco haciendo un puchero que resalto el sensual lunar que reposaba junto a su labios
-Ahhh ¡a veces eres un niño!-rió Mu sacando de su bolso una edición de bolsillo del principito.
- ¿No me darás un beso junto al regalo?
-Claro que no-se limitó a responder el pelilila cerrando su bolso y encaminándose hacía la salida.
-No fuiste a ver las fotos en la editorial.
-Tenía que dar clases.
-Pintor, fotógrafo, profesor ¿haces algo más?
-Jaja lo que sea para pagar el alquiler... ¡y no seas mal pensado!-agregó girándose y poniendo su índice en la frente del sueco-en fin, es difícil vivir solo de los cuadros, no es algo estable, las ventas fluctúan y es complicado las temporadas en que todas las galerías están ocupadas.
-Nah, entiendo, yo trabajo para un par de revista, me gusta el periodismo y es un ingreso estable, no se puede depender solo de las musas-expresó cortando una margarita del suelo-no será como las rosas de mi hermano, pero es lo que hay-dijo extendiendo su mano hacía el, acortando la distancia-y es tu obligación aceptar... es el canje por el libro-dijo colocándosela entre los suaves hilos lilas, haciéndolo temblar con la cercanía-me gustas tanto-confesó con su frente apoyada en la de Mu, atrayéndolo con su mano detrás de la nuca.
- ¿Y tus espinas?-susurró el pelilila rozando sus labios.
-Eres inmunes a ellas, tocaste el suave corazón sin necesidad de conocerlas... eres el único dueño del suave corazón-afirmó mordiendo los labios entreabiertos, delineando con su lengua la carnosa y húmeda superficie.
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El pincel descendía por el tallado vientre, empapado en agua helada calentaba la expectante piel. La lengua posteriormente lamía el camino trazado. Con los ojos vendados y las piernas abiertas Mu no era más que un manojo de susceptibilidades en manos de un experimentado artista del placer. Las suaves cerdas del pincel finalmente llegaron a su más ansiado destino. Con maestría dibujaron el contorno del cada vez mas endurecido sexo, dibujaron la circunferencia de las bolsas que temblaron de placer.
-Maaaaassssss-jadeó el de cabellos lilas arqueándose ligeramente al contacto.
-Apenas estoy comenzando-pronunció sensual el sueco mientras con la punta del instrumento acariciaba el largo y ancho del ya erguido miembro.
El pecho de Mu comenzó a subir y bajar agitado presa de la excitada respiración. Dolía.
-Por favor-rogó cubriendo su rostro sonrojado con las manos para evitar conducirlas a su doloroso y necesitado sexo.
Excitado de solo verlo temblar a su Merced, Afrodita, lo hizo quitar las manos de su cara y colocó las hebras negras del pincel en los labios de su compañero. Con este los entreabrió y, finalmente, lo metió en su boca. Lo hizo girar en la cavidad, enredarse con la lengua, acariciar el paladar.
-Chupalo, amor-pidió casi retirándolo por completo para luego volverlo a enterrar.
Adentro y afuera, adentro y afuera, un apasionante vaivén que los estaba desquiciando. Notando su propia excitación el peliceleste decidió pasar al segundo nivel. Se arrodilló en la cama, luego cruzó sus piernas por sobre el rostro de su pareja incapaz de ver sus movimientos. Se inclinó hasta que su pene erecto rozara los carnosos labios. Con su mano hizo a su hombría delinear la roja boca que instintivamente busco devorar esa carne que se le presentaba como caída del cielo.
Afrodita se inclinó más y más, de modo tal que primero los labios devoraran la punta, luego tramos cada vez mas y mas grandes, pronto todo su sexo anidaba en la caliente y hambrienta cavidad. Felizmente atendido el mismo fue por su manjar. Primero, con la lengua lamió el ombligo, luego, se deslizó por el delicado vello, finalmente, por el largo sendero de su carne erguida. "Hora de comer" pensó mientras tragaba de un bocado la deliciosa carne de su pareja, el único e irrepetible. Invaluable. Y solo suyo.