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Ya nada volverà a ser como antes por miaka-zuster

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Notas del fanfic:

|Titulo: Ya nada volverá a ser como antes


|Genero: Angst


|Tipo: Drabble


|Rating: pg-13


|Disclaimer: El universo de Criminal Minds pertenece a Jeff Davis y CBS.


|Fandom: Criminal Minds


|Pairing: Hotch/Reid


|Spoirlers: 5x09 ‘100’


|Serie: A escondidas…


|Ubicado: 5x10

Notas del capitulo:

El inicio de esta historia es pre-slash.

Espero la disfruten, dejen sus comentarios y nos estamos leyendo.

Saludos ^^

 

Editado este capitulito, jupis, me estoy apurando con el siguiente.

Saluditos

Ya nada volverá a ser como antes

 

“Aarón prométeme que le enseñaras lo que es amar y ser amado…”

 

Sollozos, murmullos y un “te amo” silenciado por el estruendo de un disparo. Agónico silencio que de apoco destroza el alma del hombre que ha perdido para siempre la mujer que por mucho tiempo fue el amor de su vida, la madre de su hijo, su mejor amiga... su alma gemela.

 

La escena es dantesca, la figura inerte de quien fuera su esposa yace en el piso en medio de una mancha carmesí, sus ojos vacios fijos en el techo. Aarón traga profundo, respirando con rapidez como quien busca contener la furia que amenaza con devorarle las entrañas.

Caza a su presa, al malnacido que ha osado invadir la seguridad de su familia, de su hijo. Aarón ni siquiera titubea al disparar y mucho menos cuando sus puños acometen con furia contra el hombre que no solo marco su cuerpo, sino el alma de su hijo y la suya propia.

 

“The Reaper  está muerto”

 

Reid lo ve aferrase a su hijo, como si fuese la tabla que lo mantiene a flote, que lo hace sacar fuerzas de todo el caos que se cierne sobre ellos. Por ello, lo defiende a capa y espada frente a los directivos de FBI, frente a esa mujer que desde el primer momento que piso la BAU ha querido separar al equipo, a su familia, la familia de Hotch.

 

En la intimidad de su oficina Hotch descarga su furia contra lo que encuentra su pérdida dando rienda suelta a su dolor. Reid lo escucha, sus manos contra la madera de la puerta anhelan dar consuelo, brindarle regazo al corazón dolido del hombre que ama. Prometerle que todo irá bien, que no es su culpa, que su hijo jamás lo odiara.

 

Es tarde cuando la puerta se abre y el agente especial Aaròn Hotchner sale de su oficina, solo hay silencio a su alrededor. Camina taciturno hacia la sala de juntas, al acercarse  puede ver a los miembros de su equipo, serenos y fieles cuidando de su hijo quien abrazado a J.J. dormita hasta que lo ve y va en su búsqueda.

 

***

 

No hay palabras que se puedan decir, todo se siente hueco y fuera de lugar. Quieren consolar pero temen lastimar, por lo que las miradas de entendimiento son más que suficientes. Aarón lo sabe, ellos también están heridos, también sienten culpa. Lo sabe y duele, porque él pudo haber aceptado el trato de ese monstruo evitando así toda esta pesadilla.

 

“No te lo hubieras perdonado, como ahora no te perdonas su muerte”, la voz de Dave lo hace levantar la mirada del montículo de tierra cubierto con flores, ahí donde descansa el cuerpo de su ex esposa.

 

“¿Qué voy a hacer?”, el desasosiego lo hace presa, su cabeza reposa sobre sus puños unidos en una súplica muda.

 

“Harás que su sacrificio valga la pena, te levantaras, lucharas por tu hijo y por ti”, el italoamericano se sienta a su lado.

 

“Strauss me ofreció la jubilación y así dedicarme a Jack de tiempo completo”

 

“¿Y qué le dirás a Jack cuando te pregunte el porqué renunciaste? Le miraras a la cara y darás la excusa de que fue por su bien.”

 

“Haley así lo hubiese querido”

 

“Si, así lo hubiese querido pero cuando estaba viva y te recuerdo el porqué de tu divorcio. No lo hiciste en el pasado, no dejaste tu trabajo cuando aún podías salvar tu matrimonio y ahora lo quieres hacer porque la culpa  te carcome. Vamos Aarón ¿estás huyendo…?”

 

“¡Cállate Dave! lo hago por mi hijo, crees que si regreso podré dejarlo semanas solo.  No asistir a sus partidos, juntas escolares y sobre todo poner en riesgo de nueva cuenta su vida o la mía” Hotch se levanta de la banca encarando al hombre que considera mentor y amigo.

 

“Piensa que es lo que le quieres enseñar a tu hijo”.

 

Rossi se levanta acercándose a Aarón, le estrecha con cariño el hombro izquierdo en gesto fraternal antes de dar media vuelta e irse.

 

***

 

Aarón abre la puerta de su departamento, al pasar el umbral es recibido por un tubo de película fotográfica que le golpea justo en la frente.

“Auch”

 

“¡Bravo!, mira Spence has visto lo lejos que ha volado. ¡Papá!, papá Spence me ha ensañado hacer cohetes mágicos”, Jack corre al encuentro de su padre quien le coge en brazos. La burbujeante sonrisa de Jack, quien lanza vítores por el éxito de su cohete le provoca una calidez en el pecho que palia un poco el dolor lacerante que le carcome por dentro.

 

“Así que te enseño su truco ultra secreto”, Hotch mira al rubio quien nervioso estruja sus manos y lo observa a ansioso. “Buenas noches Reid.”

 

“Buenas noches Hotch”.

 

“Siii, también me ha contado historias. Spence es muy gracioso”. Jack se remueve buscando que su padre lo baje, ya en el suelo corre donde el rubio.

 

“Buenas noches Aarón, que bueno que has llegado, la cena esta en el horno y es hora de que me vaya”. Jessica la hermana de Haley entra a la sala.

 

“Gracias por todo Jess”

 

“De nada Aarón somos familia y la familia se apoya, un gusto Spencer, adiós Jack pórtate bien. Nos vemos después”.

 

La mujer se despide dejando a los tres varones solos. Spencer coge su bastón, se pone de pie dispuesto a irse también, venía a hablar con el mayor sobre su jubilación, pero todo el valor que podía tener se evaporo hace unos instantes. Aarón adivina sus intenciones porque lo detiene.

 

“Reid, acompáñanos a cenar”

 

“Yo no quiero importunar…”, esquiva los ojos oscuros. Su mente le grita que salga de ahí, que no se siga haciendo más daño. Y en primera nunca debió ir, ni siquiera pensar que él podría convencer al mayor de no dejar la UAC.

 

“No eres inoportuno, además Jack también quiere ¿Cierto Jack?

 

“Siiii, vamos Spence hay que lavarnos” el niño corre hasta Spencer, lo coge de la mano libre y tira de él hacia el baño.

 

“Con calma Jack, Spencer no puede caminar muy rápido”, Aarón les ve perderse por el pasillo sonriendo ligeramente.

 

Camina hacia la cocina donde enciende el horno y se lava las manos para luego alistar el resto de la cena.

 

***

 

Spencer observa el ligero subir y bajar del pecho de Jack, la respiración pausada y el gesto dulce de su rostro. El niño se quedo dormido mientras le contaba sobre el rey Arturo, sus dedos rozan ligeramente el cabello rubio que se siente suave al tacto. Parece ser que Jack al igual que Henry, es inmune al efecto Reid y eso le gusta. Cuando llego esa tarde se aterro al saber que Hotch no estaba en casa y se vio solo con Jessica y Jack, no sabía cómo actuar por fortuna nada extraño o malo paso y Reid se encontró disfrutando de la tarde. Y en la cena, el deseo lo envolvió y su mente de nueva cuenta le recrimino anhelar algo que nunca sería para él.

 

“¿Se ha dormido?”, la voz de Hotch le extrae de sus pensamientos, sorprendido se gira hacia el umbral de la habitación donde el mayor le observa. Reid asiente y con suavidad se levanta de la cama procurando no ser muy busco para no despertar al pequeño.

 

“Se durmió sin escuchar el final de la historia”, murmura y Hotch sonríe cerrando la puerta tras de ellos.

 

“Entonces tendrás que venir otro día para terminarla. Vamos tomemos una taza de café y después te llamaré un taxi”, Hotch camina de regreso a la sala seguido por Reid.

 

El mayor le entrega la taza del oloroso brebaje, Reid le agradece con una sonrisa y un ligero asentimiento con su cabeza. Un  sorbo y disfruta el saber que Aarón recuerda cuantas cucharadas de azúcar y la cantidad de crema que a él le gusta. Hotch se sienta frente a él con una taza similar pero de té. Sus miradas se encuentran y Reid muerde su labio inferior al darse cuenta de que es el momento de que justifique su presencia en la casa de su jefe. Cierra los ojos momentáneamente, su cerebro es un hervidero de pensamientos racionales e irracionales respira profundamente, sabe que Hotch espera.

 

“Rossi dijo esta mañana que Strauss te ofreció la jubilación”, habla haciendo a un lado la taza, para después mirar fijamente  su supervisor.

 

“Así es, piensa que es lo mejor para Jack y para mi”.

 

Hotch lee en la mirada joven el temor de verse de nueva cuenta abandonado, el miedo de que lo decepcione, de perderlo y seguro está que sigue ese sentimiento, el que vio después de aquel suave beso el día que le hablo de su divorcio. Reid intenta contener sus emociones, sabe que los reclamos que quiere hacer no tienen fundamentos y mucho menos el pedirle que no se vaya, que no lo abandone.

 

“Y tú ¿qué es lo que piensas hacer?”

 

“Hasta hace unas horas creí saberlo, pero ahora no sé. Es demasiado fácil decir: Si, renuncio y después llenar cajas de embalaje con las pocas cosas que hay en mi oficina, salir de ahí y no mirar atrás”, Aarón se levanta camina hacia el mueble donde están los licores, sirve whisky en un vaso bebiéndolo después de un solo trago. “Reid, ¿Tú crees que Jack me odiaría si faltara a sus partidos de beisbol o no estuviera para recogerlo después de clases?”.

 

“Lo que yo creo, es que eres un gran padre. Amas a tu hijo y eso es lo que importa, nunca lo has abandonado aún cuando no hayas podido estar ahí para los cumpleaños o las ferias de ciencia. Estoy seguro que Jack sabe que estarás ahí para él siempre que lo necesite”, por instantes Reid recuerda a su padre, su ausencia pero sobre todo su cobardía. “Tú no eres un cobarde Hotch, tú nunca te rendirías”.

 

El dolor que acomete su pecho es intenso, quiere llorar, gritar que es un cobarde que tiene miedo de que llegue el momento en que su hijo le recrimine la muerte de su madre, por no haber hecho lo que fuera para salvarla. Su cuerpo se agita cual hoja al viento, no puede contener más el llanto, sollozos estrangulados escapan de su garganta. Se desliza hasta caer al piso rindiéndose por fin al dolor y al llanto. Reid se mueve lo más rápido que puede para llegar a su lado y olvidándose de su lesión se acuclilla acunándolo en sus brazos. El mayor ahoga su llanto contra el delgado pecho cubierto por una camisa de franela, se aferra al muchacho dejándose consolar por el suave murmullo, el latido agitado del corazón y los dedos largos que acarician su cabeza.

 

“Todo va a estar bien. Aquí estoy Aarón, no estás solo”.

 

***

 

TBC

 

Notas finales:

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