AGONICA ESPERA
CAPITULO I.: DECISION
Wolfram tenía que morir, no quedaba de otra, esa era la única salida que veía.
Ya era tarde, aun no llegaba al cuarto que compartían, estaba nervioso, había repasado cada paso una y otra vez en su mente, tantas veces que no podía creer en lo que se había convertido. Como llego a tal resolución, cuando tuvo por primera vez aquella horrible idea que cada vez se le clavaba con mas fuerza dentro de la cabeza.
Cuan desesperado estaba para llegar a ese extremo que tantas veces dijo repudiar. Era despreciable, lo sabia, él no se merecía eso, ¿lo amaba?, deseaba creer que no, ¿un capricho?, si, definitivamente fue eso.
Muchos ya le habían contado como aquel demonio se aferraba a lo que creía suyo, que cuando algo se le metía en la cabeza no había forma de hacerlo entrar en razón.
Pertenencia, posesión, solo era eso para su disque prometido.
Entro como a la habitación como cada noche, me sonríe saludándome como habitualmente suele hacerlo, hago lo mismo. Comienza a cambiarse de ropa, mientras yo espero en nuestra cama. Comentaron su día, rieron un poco.
¡Hazlo ahora, que esperas!, le gritaba una voz, mientras otra le rogaba dar marcha atrás, ¡no lo dejes nuevamente para mañana!, le increpaba su voz interna, mientras otra intentaba de hacerle razonar.
Se dio la vuelta para buscar algo que tenia en el cajón del velador.
-¿Qué es eso?- , pregunto un tanto curioso el rubio.
- O esto, lo traje de casa, es una bebida nueva- ,decía observándola sin despegar la vista de ella.
-Te la traje de regalo- , dijo sonriéndole, a lo cual el muchacho no pudo evitar mostrarse contento, aquel detalle no era muy habitual en su prometido, por eso sentía muy feliz.
-Toma- , dijo entregándole la botella que tomo enseguida rozando a propósito sus manos.
-¿Qué, no la beberás?- pregunto un moreno al ver como la depositaba sobre el velador contrario de la cama. El rubio dudo por un momento, pero luego bebió un sorbo de este para darle el gusto a quien amaba.
El moreno le observaba impaciente, mientras el ex – príncipe notaba como un gusto dulzón le empalagaba la boca, aunque le encantaban los dulce, ese sabor era diferente s cualquier bebida probada por el.
-¿No te gusto?- pregunto con expresión extrañada el muchacho de cabello azabache.
-No, no es eso, solo…- , contesto el rubio notando la ligera molestia de su compañero.
-No se ni porque te lo traje, talvez debí dárselo alguien mas-
-A quien te refieres- dijo molesto e inquisidoramente el demonio.
-Bueno a cualquiera que se diera la molestia de bebérselo-
-Yo lo haré, peo no todo, es algo dulce- , le respondió mientras toma la tapa del refresco para cerrarlo.
-Pensé que te gustaba si- le dijo con algo de resentimiento.
-¡Si!, pero…- alcanzo a decir antes de ser interrumpido por su prometido.
-Dámelo, ya veré quien lo quiere mañana-
Cuando el rubio vio su mano extendida se aferro aquella botella como si se tratara de un tesoro invaluable.
-¡No!- , grito sin darse cuenta mientras el otro no le quitaba la vista de encima.
-Lo beberé- dijo con timidez mirando atentamente el contenido de esta.
Que diablos espera, ya bébela, se decía el joven rey con impaciencia.
Algo no estaba bien con su prometido, lo sabia, pero también sabia que de seguir dudando lastimaría sus sentimientos, eso si seria imperdonable, mucho mas ahora que se aproximaba su tan anhelada boda.
Como podía desconfiar siquiera de a persona que se convertiría en su futuro esposo, de Yuri, la persona que había traído paz al reino, además de a su propio corazón herido.
Tomo con determinación la botella dirigiéndola hacia su boca, ante la expresión nula del Heika, bebió su contenido por completo. Hizo un gesto de desagrado, estaba realmente dulce, abrió los ojos que había mantenido cerrados para pasar mejor aquel saber, e intento esbozar una media sonrisa, dándole las gracias.
Estaba hecho, el joven sintió como se le formaba un nudo en la garganta al ver tan inocente actitud de su prometido, sobre todo al escuchar aquel gracias.
El muchacho comenzó a bostezar, estaba cansado, nada extraño en el, ya que apenas su cuerpo tocaba la cama caía rendido en esta para despertar hasta el día siguiente.
-Buenas noches Yuri- le dijo al otro quedando enseguida completamente dormido.
El soberano de Shin Makoku tomo el envase que aun permanecía sobre la cama, poniéndolo de regreso en el cajón, también debía dormir, mañana seria un largo día y necesitaría de todas sus fuerzas para poder sobrellevarlo.
CONTINUARA….