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PAR: normal nuestras distintas fotos... por Cloroformo

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Notas del capitulo:

Ok, esta es mi primera historia que publico aquí, ya había escrito una que otra cosilla pero sin publicarla, y tampoco de estas magnitudes.


Espero que les guste porque yo lo disfruto creándola.


PAR: [normal] es una historia completamente original sacada de mi mente, no esta basada en ningún libro, anime, o serie. Tal vez me haya inspirado en algunas cosas pero no estoy robando nada a sus creadores o autores. Así que agradezco que no hagan lo mismo con la mía.


Aquí esta el capitulo.

Prólogo

 

Lo veía en su cara, en su fría cara sin vida, en su frio rostro, ese frio rostro de cristal que lanzaba burlas hacia mi mientras movía lentamente sus filosos brazos, tan lento, esa era su manera de torturarme, moviendo sus brazos tan lentamente que uno llegaría a pensar que en realidad no se movían y yo tan solo podía observarlo desde mi lugar, viéndolo colgar desde lo alto de esa pared, solo mirándolo, pues era incapaz de hacer algo mas… ya que… ¡Me estaba peleando con un jodido reloj!

—Ahora quiero que de la clase del día de hoy me hagan para la siguiente semana un ensayo de seis páginas sobre la guerra fría.

Ese… es el profesor Greenhouse, el viejo profesor Thomas Greenhouse, algunos cuentan que es tan viejo como la mismísima aburrida clase de historia que imparte. ¿Quieren un consejo?, jamás, ¡JAMÁS! tomen historia con el profesor Thomas Greenhouse en primera clase ni en ultima, si la toman en la mañana estarán fastidiados el resto del día y si la toman a última hora se les hará eterna que desearán suicidarse, lo cual será casi imposible estando el salón de historia en la planta baja, tendrán que ser más creativos e idear un mejor plan de escape.

Recosté mi cabeza en la curvatura de mis manos tratando de encontrar algo de fuerzas extras en el interior de mi cuerpo para no lograr ceder al sueño.

Tal vez estaba siendo demasiado extremista, digo, odio la historia..., ¿qué va?, no la odio, ¡La aborrezco! Pero, no creo que el profesor Greenhouse sea tan mal profesor, tal vez..., simplemente está algo oxidado.

Mi asiento se encuentra en la última fila de la izquierda, justo a un lado de una ventana. Miré por el rabillo del ojo a mi derecha para toparme con la sorpresa de que Alex, mi compañero de junto, había decidido tomarse una pequeña siesta matutina. Y no solo eso, dando una ojeada al salón, él no era el único bello durmiente de la clase, y otros igual que yo no tardarían en seguirles el paso.

Tal vez si el Sr. Greenhouse actualizara la graduación de sus anteojos se daría cuenta de lo intensa que puede llegar a ser su clase de historia.

La tonada de la cuarta de Westminster sonó por los altavoces del salón anunciando el final de la clase.

—Por fin… —tomé mi mochila y mis libros, para huir del salón.

Ya afuera en el pasillo, todo era un caos, muchos tomaban la decisión de saltarse la última clase del día para largarse a ninguna parte, había escuchado que alguien daría una fiesta esa noche en alguna playa de Austral, por supuesto que yo no iré, y por dos simples razones:

1ra. Odio las fiestas, aún más las de la escuela, ya que en ellas predominan tres cosas; alcohol, sexo, y estupidez. Y yo no me llevo con la estupidez, pues donde hay estupidez hay alcohol y sexo.

2da. A esas fiestas solo van los que fueron invitados, y solo invitan a los de la “clase alta”, en términos más sencillos: los populares, traducción: no recibí invitación alguna. Pero de igual manera, yo no iría aun que me invitaran.

Seguramente los que se saltarán la última clase irán a preparase para la fiesta.

Mi casillero no se encontraba a un par de salones. Abrí el candad para guardar los libros de historia y sacar los de la siguiente clase, los materiales y mi cámara.

Idiota no soy como para escoger historia como última clase del día, no, claro que no, cualquiera escogería una clase que le guste, posiblemente su favorita, y justamente eso es lo que hice yo, mi última hora del día era arte. Pero no solo escogí esa clase porque me guste, la escogí también por…

—¡Peter!

—¡Ah! —grité arrojado todos mis cosas al aire.

—Peter Sky terminó con Jessica esta mañana —una chica de cabello rubio ondulado y ojos de esmeralda se encontraba a mi derecha recuperando el aliento.

—¡Christina! ¿Aun no te han enseñado a tocar antes de entrar? —reclamé levantando los pinceles y pinturas de oleo regadas por el suelo.

La chica rubia se recargó sobre los lockers para tomar una última bocanada de aire y con sus nudillos golpeó tres veces la puerta de mi casillero.

—Peter terminó con Jessica, me acabo de enterar hace unos instantes, Jessica estaba llorando en el baño y parece que lleva ahí desde hace tiempo, Karen y Carla no han podido convencerla de que salga.

—Pues al parecer por fin se dio cuenta de que lo engañaba con el capitán de roller soccer desde hace tiempo.

—¿Tú le dijiste? —me preguntó incrédula.

—Por supuesto que no, se que Jessica es una… “ya sabes qué”, pero… yo no le dije —cerré la puerta de mi casillero cargándole el candado—. Créeme que tenía tantas ganas de hacerlo, pero sabia las consecuencias que conllevaría.

 

A mi mente vino una imagen de mi mismo en la cafetería comiendo mi almuerzo y de la nada entra Jessica por la puerta principal cargando dos metralletas en mano y comienza a gritar a los cuatro vientos…

—¿¡Quien me delato!?

Todos los índices terminaron apuntando hacia mí.

Jessica se acercó hacia mi mesa con paso firme y largo haciendo sonar los tacones Salvatore Ferragamo y se paró frente a mí apuntándome en la cara.

—Eres carne muerta.

Y al final presiona los gatillos…

 

Sé que es una visión extremista pero en la preparatoria todo puede suceder.

—Sí, lo sé —aseguró Christina.

—Además, casi toda la escuela lo sabía, cualquiera pudo decirle, hasta la directora pudo haberle dicho.

—Bueno, pero… —una sonrisa maliciosa transformó aquel angelical rostro, me asustaba cuando ponía esa cara, cualquier cosa podía estar pasando por su mente.

—¿Qué...?

—Peter vuelve a estar disponible —canturreó mientras me golpeaba el hombro—. Peter necesita que alguien lo consuele, Peter necesita de cálido, cálido afecto —al terminar aquella frase soltó una picara risotada.

Mis ojos se fijaron en los suyos fulminándola con la mirada.

—Ok Christina, te he tratado lo suficiente para conocer tus más pecaminosos pensamientos pero siempre encuentras la manera de perturbarme cada día —lo único que conseguí con decirle aquello fue que se burlara de sí misma… eso… creo—. Claro que si tengo la oportunidad me encantaría darle algún consejo. Solo somos amigos.

—¡Por Dios!, ¿solo amigos?, se nota en tus ojos cada vez que estas junto a él tus deseos por gritarle “Te amo”. Aparte, le has dibujado varios retratos mientras observa por la ventana, y te mueres de que sea tu modelo para un desnu…

—Bueno, ya me voy Christina —comencé a caminar hacia el salón de arte—. Nos vemos después.

—¡Oye! ¡No puedes dejarme hablando sola, sabes que es verdad, no trates de negarlo!

Si, esa es Cristina Hollychild, como ven, de santa, solo tiene el porte. Es un poco alta, delgada pero no tanto como las “hijas de Ana[1]” de las porristas, piel blanca algo bronceada, rubia natural de tono dorado y ojos verdes. Le gusta vestir siempre a la moda, jamás ha sido objeto de crítica entre las chicas de la escuela en lo referente a su vestimenta. Es la imagen de una típica chica buena y linda, tiene todas las facilidades de moverse entre los populares cuantas veces desee sin peligro alguno. Pero su secreto es que es la mismísima perversión encarnada. Le siguen tantos chicos de rodillas a sus pies. Podría fácilmente ser una amiga de Jessica y estar en las porristas, pero ella no es estúpida, es mi mejor amiga y la quiero independientemente de que sea una depravada empedernida.

Al entrar al salón de arte me di cuenta de que todavía no había llegado la profesora, pero ya había varios chicos sentados en sus lugares, así que tomé mi bata de trabajo y me senté en mi banquillo.

Volteé al asiento junto a mí, vacio. Extraño, él siempre llega temprano, aunque la profesora no ha llegado la clase ya comenzó, posiblemente…

La puerta del salón se abrió y de ella entró una esbelta y bella joven de 26 años de cabello tan oscuro como el carbón, recogido en una coleta, traía puesto un overol salpicado con varias manchas de pintura de todos los colores, debajo de este llevaba una blusa blanca junto con un mandil azul igualmente manchado de pintura. Era la profesora Sarah Gómez, la maestra más linda y joven de la escuela, nuestra profesora de artes.

—Lamento haber llegado tarde chicos, tuve que ir por unos materiales a la bodega para la clase de hoy. ¡Ay!, lo siento Peter —se regresó rápidamente a la puerta para volver a abrirla y dejar entrar a un pobre chico cargando con una pesada pila de cajas—, déjame ayudarte.

¿Peter?

—No hay problema profesora, yo puedo solo, no se moleste —contestó dejando las cajas sobre el escritorio.

Ahí estaba, Peter Sky, el único ser sobre la tierra con el cual soy capaz de morir atragantado por un cacahuate mientras hablo con él, para mí... un chico perfecto.

Alto, piel blanca, cabello castaño claro y despeinado, pero sin llegar a lo imperfecto, ojos color almendra, cuerpo esbelto pero atlético, gunner del equipo de slamball del colegio, quinto lugar en el cuadro de honor, miembro del club de la apreciación del arte y cuando toca la batería mis oídos sufren un leve orgasmo... Maldita Christina, siempre tiene que tener la razón.

—Muchas gracias Peter, puedes tomar asiento —le indicó la profesora.

Caminó hacia su asiento junto al mío. Me quité un poco de brillo de mi nariz con el cuello de mi camiseta antes de que llegara a mi lado.

—Hola, ¿qué tal? —me saludó con una de sus relucientes sonrisas sentándose en su banquillo.

—Hola Peter —le devolví la sonrisa.

—No te vi en el almuerzo, Christina y yo nos preguntábamos por ti, ¿dónde estuviste?

—Es que creí que tal vez… necesitabas… un poco de espacio, ya sabes —tanteé el   camino para no pisar ninguna mina.—¿Te refieres a… Jessica? Olvídalo, no pasa nada, eso ya quedo atrás, estoy totalmente bien —dijo sonriéndome.—¡Bien clase! Empecemos —anunció la profesora.

Estoy bien, la mentira más grande que ha dicho la humanidad, me da curiosidad de saber en qué momento se comenzó a usar para engañar a terceros.

Peter era fuerte y de gran corazón, pero también solía ser muy ingenuo, y esa misma ingenuidad lo llevaba a convertirse en víctima de manipulaciones. Todo eso junto con el hecho de ser un "chico" lo llevó a conocer a Jessica, una de las chicas más populares del colegio, cabe aclarar que Jessica es todo lo contrario en cuanto a bondad e ingenuidad se refiere, y gran parte de quien la conoce o la ha visto sabe a lo que me refiero.

A pesar del hecho de que Christina y yo le comentábamos a Peter nuestras opiniones respecto a su relación él vivía en su burbuja irrompible del enamoramiento.

En el momento en el que nos llegó el rumor de que Jessica gustaba de tener aventuras con un notable número de chicos a pesar del hecho de estar con Peter, decidimos  Christina y yo que era mejor él mismo lo descubriera, aun que era cuestión de tiempo en el que su ingenuidad dejara de cegarlo, aún siento el remordimiento de no habérselo dicho yo mismo.

Como ya lo he dicho, Peter es fuerte, pero es muy ingenuo, parece increíble pero era su segunda relación y estaba ilusionado.

Con todo esto dicho creo que tengo el derecho suficiente para odiar a Jessica más allá del límite saludable.

—Para este día vamos a necesitar hacer parejas —comenzó la joven profesora.

Las emociones no se hicieron esperar.

—¡Pero!, las parejas ya las formé yo —dijo tomando del escritorio una hoja doblada de papel—. Cuando escuchen su nombre quiero que se junten, muevan los caballetes a la pared de atrás y formen un medio círculo alrededor del pizarrón. ¿Entendido? Richard y Lee…

Todas las parejas hicieron lo que la profesora ordenó y se comenzaron a agrupar al frente de ella.

Preferiría trabajar por mi cuenta, ya que no me solía llevar muy bien con los demás cuando hacíamos equipos de trabajo, pues me solían tocar chicos de los “no muy agradables para mí”, y terminaba sacándolos de quicio hasta que pedían que me cambiaran de equipo o pareja, normalmente la segunda opción era más viable. Por suerte, en artes no solía haber chicos que me conflictuaran.

—Margaret y Barbará… Nancy y Alma… Peter y David…

—¡Qué bien! —celebró Peter—,tocamos juntos.

¿Qué?, acaso creían que…, pues no, estaban equivocados.

Mi nombre es David Hopkins, tengo dieciséis años, curso segundo año de preparatoria, y sí, estoy enamorado de mi mejor amigo… ¿creen que esa es la mayor sorpresa que se puedan llevar de mí?, pues no, también en eso se equivocan ¿Qué a que me refiero?, me refiero a que… cuando creía que ya era diferente a los demás, en realidad ni siquiera conocía el verdadero significado de la palabra “Diferente”...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PAR: normal

 

 

Nuestras distintas fotos…

                                                                                                          

 

…que nos distinguen de otros.



[1] Anoréxicas. Entre ellas nombran a la anorexia como una entidad llamada Ana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


[1] Anoréxicas. Entre ellas nombran a la anorexia como una entidad llamada Ana.

Notas finales:

Capitulo nuevamente editado.


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