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La Apuesta por AthenaExclamation67

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.::La Apuesta::.

By AthenaExclamation67

 

 

Cap. I

 

La casualidad hizo que todo se descubriera, si ese día no hubiese pasado por el pasillo principal de la mansión…

 

- Ikki. Está saliendo todo redondo, nunca pensé que fueras capaz de hacerlo, el premio ya es casi tuyo, solo te falta el día de hoy para conseguirlo – escuchó tras la gran puerta del salón.

- Bueno. Les había dicho que lo conseguiría – habló Ikki – la verdad que jamás pensé lograrlo – añadió con algo de tristeza en sus ojos.

- ¡JA! – Se burló el Caballero negro de Andrómeda – le has puesto mucho empeño en lograrlo, te hemos ido viendo estos días, y en la vida imaginé que vería al Caballero del Fénix en ese tipo de actitud.

 

Seiya, seguía escuchando tras la puerta, quizás espiarles así no fuera buena idea, pero la curiosidad le podía, la tentación era demasiado fuerte y no pudo evitar seguir escuchando lo que estaban hablando, incluso se agachó para poder escuchar mejor sin ser descubierto.

 

- Si, si. Es verdad – añadió el Caballero negro de Pegaso – una actitud bien extraña para el temible y poderoso Fénix, hasta se podría decir que lo estás disfrutando, al final no te llevarás solo un premio, serán dos – terminó de decir riendo a carcajadas.

 

Le pareció ver desde su oculta posición que Ikki se sonrojaba, que estaba inquieto y que empezaba a incomodarle la charla que mantenía con ambos Caballeros Negros.

- ¡Bueno, ya basta! – Espetó – no se burlen de mí o saldrán escaldados.

 

La curiosidad le estaba matando, no quería esperar para poder preguntarle de lo que hablaban cuando estuvieran a solas. Inspiró fuerte y entró metiéndose de lleno en la conversación.

Abrió la puerta con un golpe seco, sorprendiéndoles a todos, dejándolos completamente asombrados e intranquilos por que no sabían hasta que punto podía haberlos escuchado. Sobre todo, Ikki, que se puso en pie muy rápido.

 

- ¿De qué habláis? – Preguntó – estaba escuchando tras la puerta, pero no conseguí adivinarlo.

- ¡Seiya! – Dijo Ikki enfadado – cuantas veces deberé decirte que no se hacen este tipo de cosas – le regañó – vete que yo te lo explico después – añadió tomándolo de un brazo y queriéndolo sacar del salón.

 

Los dos amigos de Ikki, se sonrieron mutuamente, una sonrisa diabólica que Ikki vio y no le agradó para nada.

 

- Ikki… Ikki… ¿A qué viene tanta prisa? – Dijo el Caballero negro de Pegaso – si el muchacho quiere saberlo, habrá que explicárselo. Verás Seiya, la apuesta…

- ¡CHICOS! – Le interrumpió amenazándolo con la mirada - ¡he dicho que yo se lo explico después!

 

Los Caballeros negros se miraron y tras susurrarse alguna atrocidad al oído, el Caballero negro de Pegaso continuó hablando.

 

-Ikki, te vamos a dar la apuesta por realizada. Acabamos de decidirlo – dijo mientras Seiya los miraba ansioso de saber más - Seiya, ya que tienes tantas ganas de saberlo, te lo diré. La apuesta eras tú – habló y se giró a ver la cara del Fénix.

 

Tú fuiste la muñeca que yo compré aquel día,

Tú fuiste mi mentira pero aún no lo sabías,

La apuesta que mantuve con tres o cuatro amigos,

A que por esa puerta ya saldrías conmigo.

De la mano…

 

Seiya giró su cuerpo también, con los ojos dilatados, sin poder creer lo que estaba escuchando.

 

- Ikki… ¿De qué están hablando? – pregunto con voz temblorosa.

- Vamos Ikki, díselo – dijo el Caballero negro de Andrómeda – el premio ya es tuyo, podrás dejar de fingir, desde ahora ya no será necesario – añadió rodeando sus hombros con un brazo.

 

Seiya, seguía mirándole fijamente a los ojos, sin entender nada de lo que estaba pasando.

 

- Ikki… ¿Es qué no me vas a decir lo que sucede? – volvió a insistir.

- Bueno, bueno… Ya que no se decide a explicártelo, seré yo el que lo haga – habló el Pegaso negro mientras le hacía una señal al caballero negro de Andrómeda para que sujetara a Ikki mientras le contaba la historia a Seiya.

- ¡SEIYA! – Gritó Ikki tratando de soltarse – no les hagas caso, están bromeando.

- Vaya que si ha cambiado el Fénix – se burló el Pegaso negro - ¿dónde está ese tipo al que todo le daba igual, al que no le importaba dañar a nadie para conseguir lo que quería?

 

Seiya veía atónito la escena, no creía, más bien no quería creer lo que oía. Bien sabía del carácter del Fénix, lo había experimentado en sus propias carnes, había aprendido a esquivar al Fénix en sus días más negros y a divertirse y disfrutar de su compañía, sobre todo desde hacía unos días en los que la actitud del Fénix había cambiado completamente.

Por más que le doliera, por más que intuyera que lo que iba a oír le iba a doler, necesitaba saberlo, necesitaba una explicación, lo quería saber.

 

- La apuesta eras tú – dijo el Pegaso negro haciendo que dejara de mirar a Ikki y solo lo viera a él – Ikki, el poderoso Fénix. Debía enamorarte. Y por lo que hemos visto en el transcurso de los días, lo ha conseguido y con creces – añadió empezando a reír descaradamente.

 

Seiya empalideció, quedó estupefacto ante la historia que estaba escuchando, horrorizado al sentirse utilizado, humillado y engañado, todo por una apuesta para conseguir un premio.

Ikki consiguió zafarse entonces aprovechando una distracción del que le retenía para ir hasta Seiya, pero este al ver que se le acercaba se dio la vuelta y salió corriendo, primero del salón y después de la mansión para internarse en el bosque.

Shun lo vio salir desde lo alto de la escalera que conduce a las habitaciones y trató de alcanzarle al igual que su hermano con el que chocó.

 

- Ikki… ¿Qué ha pasado, a dónde iba Seiya tan rápido?

 

Ikki quedó callado, no era capaz de explicarle tal apuesta a su hermano y mucho menos mentirle, con él, le era imposible.

 

- Jajajajaja… - reían ambos caballeros negros cuando llegaron a donde estaban Shun e Ikki – que cara a puesto – continuaron burlándose.

 

Shun los miro con ira, no le gustaban demasiado esos amigos de su hermano, y después lo miró a él, temiendo que algo hubieran hecho a su mejor amigo, ya que de no ser así, el también  se habría reído.

 

- ¿Qué han hecho Ikki? – preguntó retóricamente y luego salió de la mansión detrás de Seiya.

- ¡Seiya, espera! – gritaba tratando de alcanzarle.

 

Seiya no se detuvo, a pesar de ser la voz de su mejor amigo el que le llamaba, siguió corriendo escuchando los ruegos de Shun a sus espaldas. Tan solo desviando su mirada ligeramente hacía atrás para verlo, y en ese segundo en el que se volteó para mirar a Shun,  tropezó y cayó de rodillas sobre el pasto, ensuciando sus jeans y lamentándose por el golpe.

- Seiya… ¿Estás bien? – preguntó Shun arrodillándose a su lado.

 

Seiya no pudo contestarle, era su mejor amigo, su compañero de juegos, su mayor confidente al que contaba todos sus sueños y secretos.

 

- Que hizo… ¿Qué hizo el estúpido de mi hermano Seiya? – preguntó sin obtener respuesta.

 

Seiya se abrazó a Shun y lloró desconsolado, se sentía muy mal, humillado y avergonzado, incrédulo de lo bien que había fingido Ikki ya que no se había percatado del juego.

 

Su pecho se encogía por el dolor que sentía y la ansiedad empezaba a desbordarlo, dándole a Shun motivos suficientes para querer sacarlo de ese lugar.

 

- Seiya, está oscureciendo. Vayámonos a casa – pidió Shun.

- Shun… - contestó aún sollozando – no puedo verlo.

- No te preocupes, yo me encargaré de eso – dijo tranquilizándolo.

 

Shun ayudó a Seiya a levantarse y caminaron lento y pesado hasta la mansión. Cuando llegaron a la puerta, Shun se aseguró de que nadie los viera y lo llevó hasta su habitación para que pudieran hablar tranquilamente.

 

- Seiya, venga, no hay nadie, vamos hasta mi cuarto, no voy a dejarte solo hasta que estés mejor – le dijo a Seiya notando que empezaba a temblar.

 

Entraron en la habitación de Shun y este lo sentó en la cama para después abrazarlo.

 

- Seiya, estás helado – dijo levantándose a tomar una manta del ropero para pasarla por la espalda y los brazos de Seiya.

 

Trató de consolar a su amigo y consiguió que le explicara todo lo sucedido, haciendo que Seiya se desahogara mientras que él se iba enfadando más y más al oír el relato que su mejor amigo le estaba explicando.

 

- Lo siento mucho Seiya – dijo abrazándolo al terminar de oír sus palabras. A pesar de que había parado de llorar, seguía llevándose las manos a la cara para taparla por lo avergonzado que se sentía.

 

Shun sintió como poco a poco, los brazos de Seiya dejaron de abrazarse a su cuerpo y se dio cuenta que se había dormido presa del agotamiento y lo estiró tapando todo su cuerpo con las ropas de su cama. Salió de su cuarto y buscó a la única persona a la que tenía ganas de pegar. Su hermano.

 


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