Prologo
En sueños, ni en sueños podía escapar de esos ojos aguamarina que le miraban con pena infinita.
Maldita vida la suya, que siempre soñaba con un chico desconocido y absolutamente hermoso, mientras su vida era una porquería y su familia más de lo mismo.
Llevaba muchísimos años soñando con ese ser luminoso y etéreo, lleno de bondad y amor, de un amor que nunca había conocido...a pesar de ser un Uchiha.
El honorable Sasuke Uchiha, hijo menor del poderoso Fugaku Uchiha y la heredera Mikoto Uchiha, familiares lejanos los dos, que unieron sus vidas por mandato de su familia, para que el poder de la familia y su dinero, no se dividieran.
Los esposos, tenían dos hijos, Itachi y el propio Sasuke, que maldecía una y otra vez su destino, por tener una familia sólo de nombre, porque su único ser querido, su hermano Itachi, estaba en las garras de su progenitor, porque no podía llamarse padre al ser que vivía por joderle la vida a su triste esposa y a su hijo menor, totalmente desechados ambos.
Una, porque ya había cumplido con el deber de darle descendencia, el otro, porque teniendo al perfecto Itachi, hijo mayor envidiable, no necesitaba al menor, al cual ignoraba abiertamente, logrando que todos en el clan lo hicieran, en menor o mayor medida, porque un Uchiha de la rama principal, tenía poder, mucho poder, aun cuando fuera casi despreciado por su propio padre.
Sasuke lo sabía, y se aprovechaba de eso, y todos le temían, porque Fugaku había enseñado a su hijo menor lo peor de sí mismo, y Sasuke era buen discípulo...Si, muy bueno.
Mikoto, vivía por sus obras de caridad y su hijo menor, ya que Fugaku le había informado con frialdad, que de Itachi se ocupaba él, y este no necesitaba a una persona tan boba y sentimental como ella...
La mujer, de una hermosura frágil y etérea, dotada de una naturaleza frágil y una infinita tristeza, no tuvo más remedio que cumplir las ordenes de su esposo, bajo amenaza de quitarle también al pequeño Sasuke y encerrarla en una institución de enfermos mentales, porque Fugaku era un ser sin ningún sentimiento hacia su familia, hacia nadie en realidad, y quería que su heredero fuese a su imagen y semejanza.
Así el tierno y cariñoso Sasuke, vió como su madre se consumía día a día, hasta que finalmente murió, y como le era arrebatado su hermano mayor, por un hombre al cual había aprendido a odiar con el tiempo, su propio padre.
Solitario, frío, inexpresivo y absolutamente seco, Sasuke había logrado que nadie se acercara a él, ni lo dañase, pese a ser todo lo contrario, pues el joven Sasuke era cariñoso, dulce, tierno, de sonrisa calida y sincera, y lleno de bellísimas cualidades, pero ese ser tan maravilloso, tenía un duro caparazón , que nadie podía traspasar...nadie.
Su padre, Fugaku Uchiha, intentó, años más tarde, haciendo caso omiso a su abandono y desdén, usar a su hijo menor para formar una alianza con otra familia poderosa, los Hyuuga, pero grande fue su sorpresa, cuando su hijo se rió en la cara y le dio totalmente la espalda, renunciando a su apellido y marchándose para siempre de esa familia maldita, buscando la felicidad que le había sido negada por diecisiete malditos años. ¡Por fin era libre!
Ahora, libre de las cadenas que le sujetaron durante toda su vida, con sus pocas posesiones y el dinero que ahorró durante toda su infancia y adolescencia, Sasuke Sharingan nació.
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Tres años despues, París
El azabache era un conocido artista, famoso por sus pinturas, llenas de luz y colorido, cuya obra maestra era el Ángel de Luz, obra que era el centro de todas sus exposiciones y no estaba a la venta, pese a tener infinidad de propuestas para su compra.
Pero para Sasuke, vender la imagen del chico de su sueño, era morir, pese a soñar noche tras noche con ese ser maravilloso, que le daba fuerzas para vivir. Hasta le había puesto un nombre, Kitsune...por las hermosas marcas que adornaban sus mejillas sonrosadas, tres en cada lado de sus lindos mofletes.
Nunca había podido hablar con él, pues sólo se encontraban en un hermoso sueño, en un campo de flores, rodeados por un tétrico y oscuro bosque, en algo que parecía un cementerio, dónde su ángel, con unas extrañas ropas, sollozaba y pronunciaba su nombre, sin que él pudiera hablarle, pese a todos sus intentos.
-Sasuke, Sasuke, dattebayo. ¿Por qué te has ido de mi lado?
Preguntaba el ángel una y otra vez, hasta que se despertaba, roto de dolor por la tristeza de ese ser perfecto, de rubios cabellos y ojos de cielo.
Lo buscaba por dónde iba, en todas las ciudades del mundo, pues en sólo tres años, Sasuke Sharingan era famosísimo, incluso su progenitor había fingido perdonarle y volver a tenerle en sus manos, cosa que el azabache había desechado con frialdad y una sonrisa de desdén, ocasionando que su padre intentara hundirle por todos los medios a su alcance, cosa que no había logrado, al contrario, había sacado a la luz que el pintor del siglo era un Uchiha descarriado, dándole aún más importancia y esplendor a su carrera.
Pese a la escena con su progenitor, Sasuke había tenido una alegría, su hermano mayor, Itachi, a espaldas de su padre y de su familia política, pues él si se había tenido que casar con la princesa de la familia Hyuuga, Hinata, visitaba siempre que podía a su ototo, dándole el amor que no había podido darle antes, y haciendo la triste y oscura vida de Sasuke, algo más dichosa.
Pero los meses fueron pasando, grises, vacíos, llenos de oscuridad y sombras, y pese a su pintura y talento, cuando Sasuke cumplió veintidós años, estaba hastiado de la vida, y una noche tomó un bote de somníferos, para nunca volver a despertar y estar siempre con su Ángel de Luz, la única cosa bonita de su vida.
Y ahí, en el borde mismo de la muerte, donde estaba el filo de este mundo y el otro, pudo hablar por fin con su Ángel de Luz.
-¿Por qué te estás apagando, Sasuke?-preguntó una voz dulce y llena de calidez.- ¿Por qué derrochas tu vida de esta manera?
-Porque no tengo razones para continuar viviendo...-dijo el azabache, con todo su cuerpo muy pesado, como si llevara más de un siglo de vida.-Ya no quiero esta vida...
-Pues otra vez me dejas sólo, Sasuke.-dijo con tristeza esa linda voz.-Ahora que estábamos a punto de encontrarnos. Si tan sólo hubieras regresado a Konoha, nos hubiéramos vuelto a ver...
Esas palabras hicieron volver en sí al azabache, aún mareado por el tubo de barbitúricos que se había tomado junto con la botella de whisky.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, se arrastró al teléfono para pedir ayuda, mientras se repetía una y otra vez: Konoha...
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Dos meses despues, Konoha.
Ahhh, que locura había sido su vida desde ese intento de suicidio, XD. Su hermano y su esposa, la dulce Hinata, a la que su aniki había aprendido a adorar, le había hecho una pequeña cárcel de amor y afecto, impidiéndole salir de su casa, hasta que según ellos, se encontraba mejor, logrando en esos maravillosos días, curar por completo la soledad que padecía el menor de los Uchiha, ahora llamado Sharingan ^^
Pero su alma necesitaba ir a Konoha, dónde su Ángel de Luz le había dicho que se volverían a encontrar, y allí estaba, en el cementerio de la antigua aldea, que había sido una aldea de ninjas en el lejano pasado, y tenía leyendas de un glorioso Hokage, el Rokudaime, salvador de todo el mundo existente.
Así, casi sin pretenderlo, había descubierto de dónde procedía su línea familiar, el Sharingan que había puesto como su apellido, y era el secreto mejor guardado de su familia.
Unos ojos que notaban y veían todo, y que sólo aparecían en contadas ocasiones en su familia, por eso se obligaba al clan de los Uchiha a casarse entre sí, no sólo por el poder y el dinero, sino por esos ojos carmesí, que él había heredado, no así su hermano mayor...y su propio padre nunca había sido informado de ello, siendo el secreto de su despreciado hijo menor y el ancla en los días grises de su infancia y adolescencia, junto con su Ángel de Luz.
Una lapida con su nombre y apellido, le sorprendió muchísimo, y fue hacia ella, con el corazón latiendo con fuerza.
"Sasuke Uchiha, amado amigo de Naruto Namikaze Uzumaki, Hokage Rokudaime de Konoha
Descansa en paz."
Se quedó mirando esa cuidada lápida, vieja y gastada, y algo llamó su atención, activando inconscientemente su Sharingan.
Esas palabras que había leído antes, no eran las verdaderas, al leer otra vez con su Sharingan, se quedó de piedra...
"Sasuke Uchiha, amado novio de Naruto Namikaze Uzumaki, Hokage Rokudaime de Konoha
Nos volveremos a ver, teme, dattebayo"
-¿Dattebayo?-musitó el Sasuke del presente.- ¿Teme?
Confundido, sacudió su cabeza, alborotando sus negros cabellos.
-¿Por qué esas palabras son tan familiares para mí?- se preguntó en voz alta, muy nervioso y confundido.
-Porque no son desconocidas para ti, Sasuke Uchiha.-dijo una voz muy conocida para el azabache, que se volvió al punto, encontrándose con el ser angelical que le había visitado en sueños toda su vida.
-¡Eres tú!-exclamó el de ojos negros, acercándose inconscientemente al joven rubio y de ojos azules.- ¡Eres real! ¿Cómo es posible?
El de ojos aguamarina sonrió y tocó con una de sus manos, los ojos del azabache, haciendo que infinidad de imágenes pasaran por su cabeza, dejando una gran alegría en el alma, y un nombre en sus labios.
-Naruto...
-See, ese soy yo, teme.-trinó el bellísimo joven rubio.-Naruto Namikaze Uzumaki a tu servicio, Sasuke Uchiha.
-¿Pero cómo es posible, Naruto?-preguntó este Sasuke, que era la reencarnación del Sasuke ninja.
-Todo es posible si se intenta, Baka-suke, datteba.-trinó el kitsune.-He esperado largos siglos por ti, tal y como te prometí en el pasado. Hice un jutsu de mi propia invención, manteniéndome en una especie de sueño, hasta que llegara el momento de volvernos a ver.
-Explícate mejor, Usuratonkachi.-gruñó muy intrigado el azabache, haciendo reírse musicalmente al rubio, que continuó su relato.
-Hice un trato con Kyuubi, teme. Yo le daría libertad y una nueva vida, si él me hacía un favorcillo.-continuó el kitsune con su sonrisa zorruna.-Cómo los bijou son inmortales y tienen poderes asombrosos, también pueden sentir si ciertas personas se reencarnan en este mundo.
El rubio lo miró con malicia, y el azabache estaba tan a peras como al principio, haciendo suspirar al rubio y gritar:
-¡Qué le dije al estúpido zorro que vigilara mi sueño hasta que renacieras en este mundo, y me ayudara a despertarme, teme estúpido!-chilló el rubio, empujando al moreno, que ni se tambaleó siquiera, y se le quedó mirando malamente.-Pensar que llevo siglos dormido, esperando por un imbécil cómo tú...
Sasuke, el renacido Sasuke, que conservaba su vida anterior y los recuerdos de su vida actual, suspiró lleno de alivio y amor. Su dobe siempre sería tan molesto y gritón...pero cuanto se alegraba de volver a verle.
Cómo el rubio estaba pataleando y chillando, gritándole todos sus defectos y amenazándole de muerte, Sasuke pudo acercarse a él sin problemas, y abrazarle con ternura y amor, callando todas las quejas de su dobe con el primer beso que se daban en siglos.
El rubio se rindió totalmente, y le devolvió el beso, con los ojos llenos de lágrimas de alegría.
Al fin volvieron a encontrarse, lejos de todos los problemas y sufrimiento.
Ahora podrían ser felices.
Fin.