Capitulo 1
–Te di un año para encontrar esposa –el rey lucius malfoy de Edenbourg fulminó a su único hijo, draco, con la mirada–. Faltan tres semanas para que termine el plazo y sigues sin estar casado.
–Aún no he encontrado a una persona de mi gusto –replicó él.
–Tonterías. Has salido con honbres doceles y mujeres de todo el mundo y cualquiera de ellos podría haber sido una buen esposo o esposa
draco suspiró. No podía contarle a su padre que, aunque los chicos con las que había salido eran guapísimos, sofisticados y encantadores, él estaba buscando algo más.
–He pensado que lo mejor sería casarme con un hombre del que estuviera enamorado.
El rey emitió un bufido de contrariedad.
–El amor está sobre valorado. Si quieres ser rey algún día, olvídate de esas bobadas sentimentales. Si pudiera, yo mismo habría elegido una pareja para ti hace años, pero tu papi te permite demasiado. Es el quien ha insistido en que te diera tiempo para encontrar un esposo o esposa
draco contuvo una airada réplica. Cuando su padre le dijo que tenía un año para encontrar pareja no era una sugerencia, sino un dictado real; como solía hacer cuando quería algo.
Y, como siempre, su instinto era rebelarse. Draco respiró profundamente.
–Padre, lo he intentado…
–No lo suficiente –lo interrumpió el rey–. Un esposo o esposa le da estabilidad a un hombre. Y te lo advierto: si no estás casado el día que cumplas treinta años, quedarás fuera de la línea de sucesión al trono.
draco quería protestar, explicarle que tres semanas era muy poco tiempo, decirle que aquel era un ultimátum ridículo, pero sabía que no serviría de nada.
El rey lucios se levantó de la silla y miró su reloj.
–Será mejor que te vistas, el baile empieza dentro de una hora. Acudirán miembros de las casas reales de una docena de países de modo que, con toda seguridad, allí encontrarás una pareja que cumpla todos los requisitos para convertirse en princesa o en principe consorte
Sin decir otra palabra, el rey salió de la habitación. Y como le ocurría siempre después de hablar con su padre, draco se sentía frustrado.
Pero sabía que tenía razón. Había llegado el momento de elegir una pareja. Tomando la chaqueta del esmoquin, draco pasó el dedo sobre el escudo bordado en la solapa.
Además, se había pasado el último año buscando el amor sin encontrarlo. Sí, su padre tenía razón, el amor no era más que una veleidad sentimental. Y era hora de olvidar esas tonterías. Era la hora de cumplir con su deber. La hora de elegir un esposo o esposa
* * *
Supo en cuanto lo vio que era el. El príncipe Draco observó atentamente al bello moreno al otro lado del salón. Estaba al lado de su prima, la princesa pansy de Wynborough, y el marido de ésta, Blaise Morgan.
Draco atravesó la reluciente pista de baile para hablar con el. Cuando se acercaba, el joven reía de algo que había dicho Blaise y al escuchar el alegre tintineo de su risa, Draco tomó una decisión.
Se detuvo delante de el, inclinó la cabeza y le ofreció su mano.
–¿Me concede este baile?
Los ojos verdes del joven se abrieron de par en par en un gesto de sorpresa, pero por fin asintió.
–¿Está disfrutando de su visita a Wynborough? –le preguntó Draco, notando que su perfume eran tan delicioso como su rostro.
–Mucho, aunque este sitio es muy diferente a mi casa de Brookville, Iowa –sonrió el tímidamente–. Sé que es usted el príncipe de Edenbourg, pero la verdad es que no sé dónde está Edenbourg.
La encantadora confesión hizo sonreír a Draco.
–Muy lejos de Wynborough. Edenbourg está en Europa del Este.
–¿Y suele venir a menudo? Tengo entendido que es usted primo de pansy.
–En realidad, ésta es mi primera visita. Nuestras familias nunca han tenido una relación muy estrecha… pero ayer disfruté de un largo almuerzo con pansy.
Y durante ese almuerzo le había hablado muy bien del que fue cuñado de su marido, . Draco intentaba ahora recordar qué le había dicho su prima sobre el bello hombre que tenía entre los brazos.
No hablaron más durante el transcurso del baile y no le importó. No podía dejar de recordar las palabras de su padre. Era hora de encontrar una pareja. ¿Por qué no el hombre con el que estaba bailando? Harry lo atraía más que cualquiera de los hombres con las que había salido durante ese año. Que fuese norteamericano, y una plebeyo, sacaría a su padre de quicio, pero eso sólo la hacía más deseable a sus ojos. Y, después de todo, el deseo a primera vista podría ser la mejor razón para casarse.
Cuando el baile terminó, draco la llevó hacia donde estaba su padre, que enarcó las cejas al verlo.
Para que no hubiese malentendidos, Draco actuó según una antigua costumbre de su país: alargó la mano para tomar una rosa de un jarrón que había a su lado y la besó antes de colocarla en la mano de Harry.
–Te presento a Harry Potter, padre.
El rey la tomó por los hombros para besarla en ambas mejillas.
–Que esta unión se vea bendecida por herederos –dijo en su lengua nativa, siguiendo la costumbre.
Harry sonrió, sin entender, pero cuando las palabras del rey fueron repetidas y coreadas por los invitados, miró a Draco con cara de sorpresa.
–¿Qué ocurre? –le preguntó.
Él sonrió.
–Mi padre acaba de anunciar oficialmente que acepta nuestro compromiso. Eres mi futuro esposo y el próximo príncipe consorte de Edenbourg.
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Harry miró al atractivo príncipe, incrédulo.
–Espero que esto sea una broma –le dijo, sorprendido de que su voz sonara tan calmada.
Él lo tomó del brazo para llevarla hacia las puertas acristaladas que daban al jardín. Mientras cruzaban el salón de baile, eran seguidos por murmullos de felicitación que a Harry le sonaban llenos de incredulidad.
Él no dijo nada hasta que estuvieron sentados en un banco, rodeados de fragantes rosales.
–No, no es una broma. Has sido proclamado oficialmente como mi prometido y nos casaremos en tres semanas.
–¡Pero eso es absurdo! –exclamó harry–. No puedo casarme contigo. Ni siquiera nos conocemos –le dijo, con el corazón latiendo a toda velocidad.
El príncipe Draco Malfoy era guapísimo, pero tenía fama de rompecorazones y su foto aparecía en las revistas del corazón con actores y modelos. Un hombre diferente cada semana.
–Mi papi y mi padre no se conocieron hasta el día de su boda. Nosotros tenemos tres semanas para conocernos –Draco sonrió, una sonrisa encantadora que la hizo sentir un calorcito por dentro–. Debo casarme el día de mi treinta cumpleaños o perderé mis derechos de sucesión, Harry. Dentro de tres semanas cumpliré treinta años, de modo que necesito un esposo.
–Me parece muy bien, pero yo no necesito un marido –replicó el, preguntándose absurdamente si seguirían decapitando a los rebeldes en aquella parte del mundo–. Además, no estoy enamorado de ti.
–El matrimonio no tiene nada que ver con el amor –murmuró Draco, sin mirarla a los ojos–. Te ofrezco lo que cientos de hombres darían cualquier cosa pro tener: una vida de cuento de hadas. Siendo mi esposo disfrutarás de un fabuloso castillo, ropas caras y joyas exquisitas. Lo único que pido a cambio es que me des un heredero.
harry se quedó atónita ante esa fría descripción de lo que sería su matrimonio.
–Si hay cientos de hombres que quieren casarse contigo… y con el estilo de vida que ofreces, te sugiero que te cases con alguno de ellos –le espetó, levantándose del banco. El príncipe era guapísimo, pero estaba claro que no sabía nada sobre asuntos del corazón.
Él se levantó también para tomar su mano. Y, a pesar de que Harry no quería saber nada sobre aquella absurda propuesta de matrimonio, no pudo evitar el calor que recorrió su brazo.
–Pero yo no quiero a ninguna de esos hombres. Te quiero a ti.
El apartó la mano.
–Uno no siempre consigue lo que quiere.
Draco sonrió, una sonrisa retadora que se reflejaba en sus pupilas platiadas.
–Yo sí.
Continuará…