Amo como tomas mis muñecas y me atas, lo haces por que sabes que odio que seas suave, creo que me quieres. Odio como lames suavemente mi cuello, no me gusta así, pero amo cuando me das besos que dejaran marca, sabes que me gusta que sepan que te pertenezco. Amo como muerdes mis pezones, pero odio como desciendes de allí hacia abajo con tu lengua a un ritmo pausado, ¡Rápido!. Tomas mi miembro y le das un mordisco a la punta.
- ¡Ah! -logro articular, tu solo me sonríes como un sádico, levantas mis caderas con tus manos, se lo que harás, no me has preparado así que dolerá más, como me gusta que me hagas eso, ya que estas consiente de que me harás daño. Odio como entras lentamente, lo haces por que sabes que me gusta que seas rudo, creo que me odias; muerdo mis labios haciendo que salga sangre, tu me besas para retirarla, se que la saboreas como un dulce así que muerdo ligeramente mi lengua para dejar emanar el liquido.
- Buen chico -amo cuando me dices así, me haces sentir como una perra a tu merced, tu lengua se enreda en la mía para recibir la sangre, estoy tan distraído que no noto cuando te empiezas a mover hasta que dejas mi boca descubro que tu ritmo es rápido, salvaje, ¡ESO ME FASCINA!, siento un gran dolor en mi parte baja, de seguro ya sangre, como adoro que seas tan posesivo conmigo.
- ¿Te gusta? -preguntas con una sonrisa maquiavélica, ¿¡Que si me gusta!?
- ¡Me encanta! -te grito, tu te detienes, me jalas del cabello para besarme, no solo usas la lengua, también usas tus dientes, ya que mordisqueas mis labios en ese beso, me gusta ya que pareces un animal en celo; me sigues besando pero tu mano me suelta ya que pones ambas en mis caderas para continuar con las embestidas, son rápidas, certeras, duras y salvajes.
- Ah, ah, ah -es lo único que mi boca puede articular en ese momento, me vuelves loco.
- Habla, como tu solo sabes, anda -tu mano rodea mi miembro- o si no -le das un buen apretón, te tengo que obedecer, no hay de otra, tomo una gran bocanada de aire, tu instrumento dentro de mi me desconcentra, pero se que puedo.
- Ah, más, más duro, ah si, soy tuyo ah, soy tuyo -me volteas golpeando mi cara contra la cama y lastimando mis muñecas, me haces daño y eso me gusta, me abres más las piernas, pude sentir como una de ellas tronaba pero no estoy concentrado en eso, tu mano se puso en mi sexo moviéndose al ritmo de nuestras caderas- Ah, ah, si, ah, ah más ah -eso es lo que querías, ¿no?
- Buen chico, más, dime más -no te contentas, pero eso extrañamente no me molesta.
- Ah, soy tu, ah -no logro completar la frase, la excitación es demasiada, las palabras se me revuelven, como adoro que me hagas llegar ese punto de placer.
- Eres, mi que -casi llego y se que no me dejaras correrme si no pronuncio esas palabras, esas que demuestran que tan bajo he caído.
- Ah, soy tu perra, ah, ¡AH! -me corro apenas termino de hablar, después de un par de segundos siento tu semilla dentro de mi, me desatas haciendo que mis manos caigan sin fuerza a la cama.
- Creo que te desgarre un tendón -amo tu consideración después de todo lo que me hiciste pasar- No te muevas, traeré algo para curarla -oh, olvidaba que eres un afamado doctor, querido por ser bueno y amable, si supieran que haces en tu tiempo libre conmigo no te mirarían igual, decido dormirme para evitar ver y sentir lo que le harás a mi pierna, es mejor dormir por agotamiento que por sedante.
Él llega con unas vendas y un ungüento encontrándose con el muchachito dormido.
- Parece un angelito cuando duerme -se acerca para curarle la pierna- Creo que esta vez fui muy rudo -estira la delgada pierna del joven para regresarla a la postura normal- Pero se que a le gusta que sea así -después de vendarle el muslo lo tapa con una cobija.
- Te amo -murmura el muchacho en sueños, él le da un ligero beso en los labios.
- Yo también te amo-le responde antes de salir de la habitación.