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Siguiéndole por MiauuNeko

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Notas del fanfic:

¡¡Hola a todos!!

Bueno, aquí les dejo este one-shot, que aunque muy cortito, me he aventurado en publicar para ustedes ^^ 

Naruto no me pertenece, solo he tomado un par de personajes para hacer de las mias :3

Notas del capitulo:

Gracias a mi mejor amigo, que aunque no tiene cuenta aquí en Amor Yaoi, me ha apoyado siempre para continuar mis locas ideas para fics :3

¡¡Espero que les guste!! *¬*

 

 

Al aparecer Kiba a la puerta de su casa, extendiendo su brazo derecho con la mano palma abajo, y dirigiendo los ojos al cielo, se quedo un momento parado con esa actitud estatuaria y pensativa.


No tenía la intención de hacer esperar a su compañero que le miraba mientras meneaba su colilla, ni hacer posesión del mundo exterior aferrándose de aquella manera al mirar esas nubes grises, sino que observaba si llovería pronto. Y al recibir en el dorso de la mano el frescor de unas gotas heladas, frunció su ceño. Y no era tampoco que le molestase la llovizna, sino el tener que abrir el paraguas. ¡Estaba tan elegante, tan esbelto, plegado y dentro de su funda!

Un paraguas cerrado es tan elegante como es feo un paraguas abierto.


«Es una desgracia esto de tener que servirse uno de las cosas —pensó Kiba soltando un suspiro cansado—; tener que usarlas, el uso estropea y hasta destruye toda belleza. La función más noble de los objetos es la de ser contemplados. ¡Qué bella es una naranja antes de comida!»

 

Ronroneo caprichoso para sí mismo, y se agachó a recogerse un poco las orillas de los pantalones. Abrió el paraguas por fin y se quedó un momento suspenso y pensando: «y ahora, ¿hacia dónde voy? ¿Tiro a la derecha o a la izquierda?»

 

Porque Kiba no era un caminante, sino un paseante de la vida. Muchas de sus decisiones son impulsos de su propia alma, inciertas. «Esperaré a que Akamaru decida —se dijo volteando a verle— y tomaré la dirección inicial que él tome.» Aquella criaturilla de apariencia tierna y perspicaz, no solo era su amigo y compañero, era su guía. Una importante pieza en su vida cotidiana, como él deseaba verle.

 

En esto pasó por la calle aquel misterioso mozo, que varias ocasiones atrás había divisado. Y tras de sus pasos se fue, como imantado, sin darse cuenta de ello… otra vez. Dejando tras sí, el paraguas abierto. Inerte sobre el suelo.


Así pasaron, una calle y otra y otra.


«Pero aquel… —iba diciéndose Kiba, que más bien trataba de hacerse entrar en razón—, ¿qué hará allí, tirado de bruces en el suelo? ¡Contemplar a alguna hormiga, de seguro! ¡La hormiga! ¡bah!, uno de los animales más hipócritas…! — gorgojeaba por dentro el castaño. Mirando de lejos al joven que seguía. Quien había detenido su andar para admirar un grupo de animalejos que correteaban por el suelo, huyendo de la lluvia. —Apenas hace sino pasearse y hacernos creer que trabaja. Es como ese joven que va ahí, a paso de carga, codeando a todos aquellos con quienes se cruza, y no me cabe duda de que no tiene nada que hacer. Es un vago, un vago como... ¡No, yo no soy un vago!. — debatía en su mente el de marcas en sus mejillas. Mirando como Akamaru pisaba con sus patitas delanteras los charcos frente a él.

 

—Los vagos son ellos, los que dicen que trabajan y no hacen sino aturdirse y ahogar el pensamiento. Porque, vamos a ver, ese mamarracho que va delante de mí, majadero, insistente en tratar de hacerme llamar la atención con esos lentes oscuros, ese exhibicionista, ¿qué es sino un vago? …»— trataba de encontrar una explicación al de cabello negro, a quien sin despreocupación, espiaba. Por otro lado, Akamaru miraba a su amo sin comprender que pretendía.


Mantenía en su rostro la misma expresión que aquella noche. La primera en que lo siguió.


—Y a nosotros ¿qué nos importa que trabaje o no, nee Akamaru? ¡El trabajo! ¡El trabajo! ¡Hipocresía! Para trabajo el de ese... Pero ¿y qué sé yo? ¡Perdone! —esto se lo dijo en voz alta, mirando al de presencia misteriosa con el que descuidadamente había chocado—. ¿Es que no ve por donde camina? — ronroneó al fin Kiba sin saber cómo sus pensamientos habían sido interrumpidos.


“La manía de viajar; el que viaja mucho va huyendo de cada lugar que deja y no buscando cada lugar que llega.” Resonaba en su cabeza.


Viajar... viajar... ¡¡Qué chiste más molesto es el paraguas!! Pero, ¿Dónde lo había dejado?


Y se detuvo bajo la lluvia a examinarse. En busca de aquel instrumento perdido. Recordaba vívidamente haberlo abierto, incluso, lo había sostenido sobre él. ¿Entonces…?

 

—Que idiotez es salir de caminata en medio de la lluvia sin un paraguas…— susurró entonces el joven, que encapuchado se mantenía parado frente a él. Examinándole de cerca.

 

Kiba, toreado cual furia, le miro insultado con el ceño fruncido.

 

— ¿Acaso usted lo lleva? ¿Eh? — gruñó con coraje haciéndole frente al individuo que le había dicho tal estupidez.

 

Pero en vez de obtener respuesta, el sonido de un paraguas abriéndose, hizo encogerse de hombros con sorpresa.


—Puede quedárselo si desea— susurró cubriéndole de la llovizna.

 

— ¡No necesito su ayuda! — aulló con rapidez el de ojos cafés, golpeando el mango del paraguas que el mayor le había ofrecido.

 

—Pues entonces…— dijo en voz baja el de tez blanca —Deje de seguirme— le amenazó con un tono amable, provocando en Kiba un terrible pero agradable escalofrió.

 

—Yo no le sigo… ¡Usted! U… usted…— tartamudeaba perplejo el de cabello castaño, tan sorprendido de haber sido descubierto, que no podía formar una oración completa. ¿Por qué se sentía tan avergonzado?

 

— ¿Si? — preguntó intrigado el de lentes oscuros, inclinándose un poco más hacia él. Curioso de su elaborado trabalenguas.

 

—Usted…— insistía Kiba, angustiado de no saber como zafarse de aquella situación. Tan sonrojado como sus mejillas le permitían.

 

—Lo supuse— murmuró antes de volverse y continuar caminando. Sosteniendo el paraguas, ahora cerrado, en su mano derecha. Alejándose a pasos lentos, como los de alguien que sabe esperar. Sonriendo internamente.

 

Por otro lado, la sombra quieta de Inuzuka Kiba, se mantenía en medio de la llovizna. Tratando de controlar su desbocado corazón, y el orgullo proveniente de una personalidad altanera y libre. «¿Quién se creía ese…? ¿Ese…? — murmuraba para sus adentros. — ¡Arrrrrg!»

 

—Usted…— pensó en voz alta una vez más, mirando las desgraciadas gotazas de lluvia golpear insistentemente el suelo que pisaba. ¿Por qué deseaba continuar su caminata justo detrás de aquel personaje? ¿Qué sensación era la que invadía sus entrañas cada vez que miraba su propio reflejo en sus lentes? ¿Acaso debía permanecer allí, con frio y soledad?

 

«¿Por qué…? — llegó esa pregunta a lo más profundo de su mente.

 

Un golpe débil en la espinilla del castaño le hizo caer de nuevo en la realidad.

Era su fiel amigo Akamaru, que insistentemente quería llamarle la atención con su rabillo. Sabía que su amo estaba perdido de alguna manera, y que si continuaban ambos allí, solo lograrían confundirse más, mucho más.


Con la quijada dura, y los ojos en el asfalto. Así se encontraba Kiba, quien observaba enojado el camino. No había nadie a quien seguir; ni siquiera para insultar. «¿Qué se supone que debo hacer ahora? — Su mirada, ahora lasciva volvía a subir al cielo que goteaba. Tenía aquel brillo petulante en sus ojos, digno de un Inuzuka.  — ¿Dónde sus pies mezquinos y andaderos pensaran llevarme la próxima vez que le encuentre?»

 

Como las veces anteriores, sin planearlo… Le había pisado sus huellas.

Había algo en aquel individuo, que por inercia le impulsaba a seguirle cada vez que le miraba. ¡Incluso de lejos! Desde la primera vez que le vio en aquel parque. «Tal vez sean sus ropas, o la manera en como camina que hace mi imaginación divagar, preguntándome quien sería… — pensaba con detenimiento  Quizá ese aroma tan distintivo, o el misterio detrás de sus lentes oscuros. » ¿De qué color serian aquellos ojos?

 

—Maldito vagabundo…— chasqueó con una sonrisa irónica emprendiendo de nuevo el camino.


Tal vez era aburrición, ó simplemente curiosidad. Pero lo sabía con certeza, sabía que volvería a encontrarlo. Casi tanto como que el sol saldría después de esta corta tormenta.

 

 

 

 

Notas finales:

Dejen RR por favor (:


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