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“Quizás no es amor” (El nombre de la Rosa) por Natrium

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Laberinto

 

Sobre cada una de las puertas en la primera sala de la biblioteca (eran tres) estaba escrito un versículo del apocalipsis de San Juan.

“APOCALYPSIS  IESU  CHRISTI”

“EQUUS ALBUS”

“INDIEBUS ILLIS”

…entre otros .Cada una de estas puertas se abría a otras salas que a su vez se abrían a dos o tres salas más y sobre la entrada de cada una, un versículo del apocalipsis. Las salas eran todas parecidas, por lo menos en la oscuridad de la noche.

- El número de palabras de cada frase indica la cantidad de cuartos con los que ésta se comunica - explicó Venancio - y luego ¿ves que Berengario rodeó con un círculo una letra  en cada frase? eso te indica el orden relativo de la habitación con respecto a las otras con las cuales está conectada.

Bencio contó las palabras de cada frase, se fijó en las letras marcadas y lanzó una exclamación de asombro - ¡tienes razón!

Venancio sonrió satisfecho y comenzaron el recorrido a la luz de una sola lamparita. Todo iba a la perfección, las habitaciones se sucedían en el orden previsto, pasaron por el cuarto de los alaridos, lo llamaban así porque en los muros de esta habitación había dos pequeñas fisuras  que en las noches ventosas producían un sonido espeluznante, similar a un grito cuando el aire pasaba por ellas. Esta noche no había viento pero, por las dudas, protegieron la llama de la lámpara. Pasaron también por el cuarto del espejo (en este había un vidrio especialmente diseñado para reflejar una imagen monstruosa de quien pasara cerca. Una táctica infantil, consideraban ellos, si bien sólo por pura casualidad no se habían llevado un susto de muerte la primera vez que se colaron en la biblioteca de noche...la vela se había consumido al llegar a aquel cuarto y mientras intentaban encender otra habían tanteado el espejo en la oscuridad y habían supuesto de qué se trataba).

- qué raro…- dijo Venancio - Según la regla que deduje, en el cuarto de los espejos debería haber cuatro puertas y sólo hay tres…

- será que… - dijo Bencio y se quedó pensativo. Luego tomó la lámpara de manos de su amigo y se asomó a una de las habitaciones siguientes.-¡Venancio! - gritó.

Venancio miró por sobre su hombro lanzó una exclamación, contrariado .Sobre la puerta del siguiente cuarto leyeron una frase repetida…eso no estaba en los planes…”EQUUS ALBUS”  otra vez .Dos palabras, dos puertas. Eso estaba bien… ¿pero por qué volvían a repetirse las frases? Además el círculo en las notas de Berengario estaba sobre la “E” y debería estar sobre la “U”, según su razonamiento…

- Te equivocaste en algo - dijo Bencio desilusionado.

-¿qué? si hasta aquí todo iba bien… ¿fue pura coincidencia?, casualidad?

-No sé… - Bencio se encogió de hombros, vencido. - pero ya en el cuarto del espejo no funcionaba y además…nunca encontramos la inscripción “FINIS AFRICAE”…Berengario la mencionó alguna vez, relacionándola con el cuarto secreto… ¿te has fijado en que algunas de las frases están escritas en rojo y otras en negro? Eso debe querer decir algo.

- ¿Berengario no te habló nunca de eso?

-No.

- Habrá que pensarlo de nuevo… - Venancio estaba bastante frustrado.

Bencio le palmeó la espalda, él ya lo había intentado tantas veces…

-Salgamos - dijo Venancio. Tenemos que encontrar otra solución, y rápido porque Malaquías ya sabe en lo que andamos…

-Bien  - Bencio volvió a encogerse de hombros, escéptico esta vez - Es buena tu regla - reconoció mientras salían - por lo menos funciona con los primeros cuartos.

Se fijaron en que todas las inscripciones del primer sector que estaba ordenado como dedujera Venancio, eran negras. A partir del cuarto del espejo nada tenía sentido, había inscripciones rojas y negras, algunas repetidas y nada coincidía con el esquema.

Salieron del edificio.

- Yo vuelvo a mi celda, necesito pensar mejor en esto - dijo Venancio.

- Venancio tú… ¿tú estás bien? - Bencio odió hacer esa pregunta, pero sabía lo necesario que era. Toda esa fachada de “aquí-no-ha-pasado-nada” de Venancio, a  él no lo engañaba.

- Estoy bien - respondió sin alterarse - porque es mi decisión estar así. ¿Qué solucionaría llorando o sintiéndome culpable? no. Eso no es para mí.

Bencio asintió. Amaba a Venancio cuando era racional. -¿quieres que vaya contigo? - propuso - también tengo ganas de pensar…

- ¿De pensar? Me pareció que tenías ganas de otra cosa - le guiñó un ojo sonriendo.

- Qué dices…. - Bencio sintió que se ponía colorado otra vez.

-¡Vaya! - dijo la voz de Berengario, que apareció  en la oscuridad detrás de ellos. Salía del edificio. - ¿Así que ustedes, tan inteligentes, no pudieron descifrar mi esquema?- se burló.

- me reí muchísimo escuchándolos decir sandeces ahí arriba…ustedes no me vieron ¿no?

Venancio y Bencio se miraron.

- ahora me voy a dormir tranquilo, ustedes hablan mucho y con palabras complicadas, pero al final son unos tontos.

- Si, ve a dormir, Malaquías debe tener frio… - respondió Bencio.

- ¿O con quién te toca hoy? - agregó Venancio malicioso.

-Ese es mi problema y es mejor ser…como yo soy, que un desalmado como ustedes - respondió Berengario mirando con odio a Venancio. Porque le hablaba a él en realidad.

-Qué sabes tú de mi alma, si es que la tengo  - dijo este con amargura.

- ¡Dejaste morir a Adelmo!¡es claro que no la tienes! - Berengario quiso abalanzarse sobre Venancio pero Bencio se puso en medio manteniéndolos separados.

- Tú realmente no tienes idea de nada -respondió Venancio con amargura - tal vez querías mucho a Adelmo pero no lo conocías….No. No tienes idea de lo que pasó.

Entonces, para desconcierto de todos, Venancio comenzó a reírse.

Berengario a punto de volverse loco de rabia golpeó a Bencio, se soltó y se arrojó sobre Venancio. Pero Venancio lo empujó y Bencio lo sujetó de nuevo.

- No hace falta gritar ni llorar - susurró.

-Ustedes dos son de lo peor…-dijo Berengario  - Adelmo no lleva ni dos días…muerto (apenas pudo pronunciar la palabra) y están riendo y dedicándose a sus tonterías como si nada hubiera pasado - se limpió con furia las lágrimas que se le escapaban.

- en cambio tú…sigue llorando que así lo vas a devolver a la vida - respondió Venancio con odio - yo no tengo por qué llorar, no soy culpable de nada, lo lamento muchísimo, eso si .

Berengario comenzó a temblar y pensó que iba a desmayarse, Bencio, que lo sujetaba, lo ayudó a sentarse en el suelo.

Venancio lo miró indiferente. - Bencio yo… - dijo.

- Si. Ve a tu celda que yo me ocupo de él y voy contigo en cuanto pueda.

Fachada. La tranquilidad, la frialdad de Venancio eran sólo eso, una apariencia, pensaba Bencio mientras veía tiritar a Berengario en el piso, haciendo esfuerzos por dejar de llorar.

-¿Ya estás bien? - preguntó con impaciencia e intentó ponerlo de pie.

-¡no me toques basura egoísta!

Berengario pasó en un segundo del sufrimiento a la ira, se levantó furioso. Ya no lloraba. Tiró un manotazo a la cara de Bencio ¡quería pegarle, arañarlo, lo que fuera - ¡¡desalmado, desnaturalizado, loco!! - gritó. Pero Bencio lo esquivó. Hizo un segundo intento pero Bencio lo sujetó y lo empujó contra la pared sujetándole los brazos en un gesto similar a un abrazo.

-¡Hey, tórtolos! ¿qué son esos gritos a estas horas?...¿y en este lugar? - los regañó medio en broma Remigio que venía a oscuras por el sendero acompañado por Salvatore  su ayudante, el monje que parecía un animal, y otra persona…una mujer aparentemente.

-¡ah! Berengario,¿ cuándo no?.... -siguió diciendo. Sonó una carcajada de Salvatore - pero…¡Bencio!¿tú también?¿es que ya no queda ninguna persona virtuosa aquí? Las peleas de enamorados dentro del dormitorio, por favor. O van a hacer que nos descubran a todos…

Bencio se apartó y Berengario corrió a ponerse al lado de Remigio.

- ¿Enamorados? Ja - masculló - ¿a dónde llevas esa mujer?¿a la cocina? - preguntó. Le respondieron que si y él fue tras ellos, más que nada para alejarse de Bencio y de todo aquel asunto. Ya planearía una buena venganza…

Bencio huyó a su celda. Se sentía muy avergonzado de que el cillerero lo hubiera descubierto allí y de esa manera…aunque cómo también andaba en malos pasos era improbable que se lo dijera a alguien.

Remigio contempló a Berengario de pies a cabeza…qué bien se veía así, agitado, furioso. - ¿así que Bencio, eh? - dijo mientras bordeaban el jardín. Berengario no respondió. - ¿por qué a todos si y a mi no?

- Porque hueles a cerdos - replicó Berengario, si Remigio iba a ponerse pesado mejor separarse de ellos allí mismo. Pero Remigio cerró la boca así que Berengario continuó caminando a su lado. No tenía ningún deseo de pasar solo por el cementerio…aun no había sido capaz de mirar la tumba de Adelmo. Además se moría de curiosidad por ver a quién le llevaban la mujer.

El grupo salió del jardín y tomó el sendero que rodeaba el barranco. Allí los hombres hicieron un alto y la chica, que era seguramente una aldeana que iba a encontrarse con algún licencioso, se separó de ellos. Berengario quiso hacer lo mismo pero Remigio le rodeo la cintura con los brazos y lo retuvo.

- huelo a cerdos porque vivo en un chiquero. ¿qué quieres? - dijo acercando mucho su rostro - a ti no te costaría nada separar un poquito las piernas y hacer mi vida más bonita ¿No te parece?¿por qué no quieres? estoy seguro de que va a gustarte…

-¡Suelta! ¡Cómo te atreves a tocarme! - protestó Berengario, pero ya estaba en el suelo con Remigio encima.

-¿Salvatore! Sujétalo para que yo pueda… - pidió Remigio con una calma escalofriante.

Berengario pataleó y se retorció. Si Salvatore se unía al ataque estaba perdido. Buscó sus ojos, y lo vio dudar. Sin embargo Salvatore se arrodilló y  tomó sus brazos.

-¡Malaquías te va a matar cuando sepa esto! - gritó Berengario.

-Malaquías ya está cansado de ti ¿acaso no te has dado cuenta? - Remigio trabó con sus piernas las de Berengario y le levantó el hábito.

- ¡Salvatore!¡por favor! - imploró Berengario. Salvatore titubeó y le soltó los brazos. En ese momento Remigio voló por los aires empujado por un puñetazo.

Berengario se acomodó la ropa rápido, mirando incrédulo a su salvador:

Aymaro de Alessandria ,el italiano.

- ¿¡qué crees que estás haciendo!? - increpaba a Remigio, enfurecido.

-¡no iba a hacer nada!¡sólo jugaba con él! - respondió Remigio friccionándose el lugar en que había sido golpeado - ¡de verdad que nadie duerme de noche en este lugar!- agregó divertido.

Salvatore rió estruendosamente. A Aymaro no le hizo ninguna gracia el comentario. Con los brazos cruzados observó a los dos hombres alejarse en la oscuridad.

-Aymaro…¿qué haces aquí? - dijo Berengario con voz vacilante .En el suelo aun.

- Siguiéndote. ¿Qué más?

El italiano se aproximó a él, y lo levantó como a una pluma.

- ¿estás bien? - preguntó.

Berengario afirmó con la cabeza. Mudo por la sorpresa. Aymaro se quedó viéndolo de una manera muy extraña. Ambos estaban muy cerca. Berengario tuvo de pronto un horrible presentimiento ¿por qué lo estaba siguiendo Aymaro…?miró hacia atrás, al precipicio. No podía verlo en la oscuridad pero oía el viento. Comenzó a retroceder despacio y Aymaro avanzó hacia él, paso a paso y mirándolo aun de aquella manera tan…rara.

- No deberías andar solo por aquí - dijo en voz baja, grave -¿no tienes miedo después de lo que le pasó a Adelmo?

- …siempre he andado solo… - Berengario quedó de espadas contra el muro. No había más lugar para escapar. Una ráfaga de viento se levantó impetuosa y rugió tapando cualquier otro sonido y despeinándolo.

Aymaro se aproximó más a Berengario y apoyó un brazo a cada lado de su cuerpo, contra la muralla.

- Por…¿por qué me estás siguiendo? -preguntó  Berengario tartamudeando, temiendo la respuesta por lo evidente que ahora le parecía.

-¿Acaso no es obvio?

Claro…Aymaro había matado a Adelmo…era una conspiración de los italianos para tomar el control de la abadía …por eso los espiaban, los seguían, los molestaban…uno de ellos habría encontrado solo a Adelmo y entonces…cada una de las conductas extrañas de Aymaro y sus amigos desfilaron a toda velocidad por la mente de Berengario, acomodándose en un rompecabezas tan lógico que se preguntó cómo no lo había visto antes…Sin embargo…observó de reojo los fuertes brazos de Aymaro, los músculos jóvenes insinuándose bajo los pliegues del hábito. Bueno, si iba a estrangularlo por lo menos sería una muerte rápida. Pero… ¿estaba a punto de ser asesinado o…?

Aymaro levantó un brazo para quitarle de la frente unos cabellos que le caían sobre los ojos. Luego le dio un beso tímido, torpe, en la boca.

 

Notas finales:

XD


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