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Ése por volatile

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Notas del capitulo:

Bueno este es el primer capítulos, se aceptan sugerencias, críticas y comentarios. 

 

Ése
Capítulo 1: Todos los pecados se pagan en vida, no en el más allá

 


 

Septiembre significaba dos cosas, un pésimo clima e inicio de clases, ¿cuál peor? ni sé. El gris de las nubes opacaba los brillantes rayos de sol y la niebla cubría con un manto las ventanas de su cuarto, volviendo la vista a la ciudad ofusca. Vivía en el piso 26 de un edificio en el centro de la ciudad era algo así estilo loft. Sus padres recientemente habían solicitado un divorcio alegando 'diferencias irreconciliables' y por mientras vivía con su padre, su madre había decidido escapar a francia 'pensar mejor' o algo así.

Así que ahí estaban su padre y él, intentando sobrevivir sin la presencia femenina, el uniforme estaba planchado y colgaba de la puerta del clóset, realmente lo único bueno de vivir con su padre era el descomunal tamaño de su habitación, su sensacional baño y el hecho de que su padre era adicto al trabajo.

Lo cual llevaba a un punto muy obvio: casi nunca estaba en casa y él, Lucas juraba tomar provecho de ello y desvirgar a cuánta jovencita y jovencito estuviese dispuesto en su instituto, simplemente por qué estar con Lucas, era un ticket directo al cielo ida y vuelta o eso decían las muy... malas lenguas y vaya que eran malas.

Sonrió con malicia observando su reflejo en el espejo de cuerpo entero, abdominales marcados, biceps jodidamente marcados, espalda jodidamente ejercitada, un culo de infarto y un miembro muy gentilmente dotado. Cabellos rubios algo ondulados, ojos grises y unos carnosos labios rojos. 

Lucas no conocía la palabra modestia, se relacionaba exclusivamente con aquellos 'merecedores' de que el tan siquiera los mirara y por supuesto, solo se enrollaba con aquellas personas que cumplían su simple lista de exigencias cuyo único apartado era 'innegable belleza' por qué un tío como él no era salido de un sueño, no era un tío tallado por ángeles, ni hecho con amor.

Lucas se consideraba salido de una puta fantasía erótica y por tanto, sus amantes debían estar al nivel.

Se coloco el uniforme: pantalones negros, camisa blanca, un saco del mismo color que el pantalón y una corbata rojo escarlata. Lucas sonrió con prepotencia y se encaminó a la cocina.

 


 

Nathaniel revisó su apariencia por décima vez en los últimos diez minutos, sí, llevaba chequeando su apariencia cada minuto, debía verse rídiculo, pero simplemente todavía no creía lo que observaba, apoyo una mano el espejo, le costaba, de verdad le costaba creer que ése, era él. 

- Nathaniel - la voz de su hermana llegó hasta sus oídos, estaba apoyada en el marco de la puerta, el aludido volteo lentamente, casi inseguro, topándose con la extendida sonrisa de su hermana, él mismo esbozó una sin saber muy bien por qué. - Te estuve llamando desde la cocina pero no escuchabas - justifico, no pudo evitar sonrojarse, había estado muy abstraído observándose. 

- Sí... perdón. Yo... - ¿cómo decirlo? - supongo que todavía... yo no me acostumbro a verme... - su hermana sonrió comprensivamente. 

- Te ves hermoso Nathan, no deberías ni dudarlo - Kasey dio unos pasos hasta él y lo tomo por los hombros. - No te preocupes por lo que digan los demás, te ves genial, así que no te preocupes. Te espero abajo. - Su hermana deposito un beso en su mejilla y salió dejando la puerta abierta. 

Nathan solo se miró y suspiro, sólo... esperaba no toparse en todo el día con Lucas Rumsfeld. 

 


 

El timbre dio inició al primer día de clases, los estudiantes que se encontraban en los pasillos charlando con viejos amigos ahora ingresaban a sus salones correspondientes guiándose por la lista de nombres pegada al lado de cada puerta, de cada curso. 

Los profesores ya estaban dentro, esperando a sus alumnos para empezar las clases, aunque siempre lo tomaban para presentar nuevos estudiantes y conocer a cada estudiante ya que los revolvían cada año. 

Nathaniel, que se pasaban una mano nerviosa por el cabello cada tres minutos intentaba a toda costa mantener un perfil bajo, situándose estrategicamente detrás de un grupo de tíos góticos que atraían la atención de cualquiera que mirara. Sus ojos verdes se movían nerviosamente tratando a toda costa de prevenir toparse con Lucas, realmente el tío le tenía saña, gustaba de pasarle bromas y exponer en público su apariencia. 

Mark, por su parte, un chico de cabello negro y ojos azules, alto, de buen ver, buscaba a su amigo, bueno único amigo, Nathaniel hasta dar con él.

- Tío - llamó. Nathaniel saltó sobre su lugar con una mano en el pecho y se relajo al ver a Mark, su mejor amigo.

- Me... reconociste. - comentó Nathaniel en medio de su sorpresa, el otro se encogió de hombros. - Eres el único chico que sigue midiendo un metro sesenta después de haber pasado primer ciclo. - Nathan rodó los ojos, inflando las mejillas.

- Oye, ¡que no soy tan pequeño! - Mark se encogió de hombros dejando la disputa ahí. 

- Anda entremos. - Nathan asintió y entro tras él, refugiándose tras el inminente metro ochenta de su amigo.

 


 

Lucas llego algo tarde, pero eso era bastante normal el primer día, de hecho un gran porcentaje del resto del estudiantado acababa de llegar y los susurros se hacían aun más audibles mientras avanzaba. 

Las chicas lo señalaban, los tíos le saludaban, se podría decir que era una especie de celebridad, en especial entre las de primer curso que parecían volverse de gelatina al verle, no podía evitar causar ese efecto en las personas. 

Entro en su salón, excusandose por llegar tarde, el salón lo habían divido en tres filas de dos personas haciendo equipo, al parecer el profesor los estaba eligiendo.

- Bien Rumsfeld, este año trabajaran en grupos de dos en todas las asignaturas pero obviamente presentarán sus exámenes individualmente, el compañero que asignemos hoy será el mismo hasta el último día de clases. - Asintió no muy contento con la idea, preferiría elegir él con quién trabajar, como insistía, no cualquiera era merecedor de sentarse a su lado lo que restaba del año... - Colócate con el grupo cercano al tablero mientras te encuentro un parejo. - hizo como se le indico y se aseguro de colocarse cerca de Erika, desde el año pasado podría decirse que era un asunto pendiente.

Sonrió galán, viendo como iban llamando a las personas a su alrededor, oh sí, Erika finalmente sería suya. 

- Rumsfeld con... Schmidt. - su sonrisa se borró de golpe. 

- ¿Qué? - exclamó con ambas cejas alzadas, al entrar al salón estaba seguro de no haber visto al gordito de Nathaniel por ningún lado... Joder, había un Dios que quería fregarle la paciencia, alguien le estaba haciendo vudú o brujería. ¡No podía tener tan mala suerte!

- Ya me escuchó, ahora siéntense ambos al final, junto a la ventana. 

- Padre Santísimo, esto es en serio... - murmuró, girando lentamente su cabeza hacia la derecha donde debía estar su relleno compañero... pero sorpresa...

Mierda, realmente alguien le odiaba, ese chico de figura esbelta y apariencia frágil no podía ser, ni en un millón de años, Nathaniel. 

El karma existía, no había otra explicación. No-la-había. En un silencio sepulcral ambos se dirigieron a su asiento.

Mark desde su lugar sonrió de lado imperceptiblemente.

- Los pecados se pagan en vida, no en el más allá Lucas - susurro, Anthony a su lado le pregunto si había dicho algo. Mark solo amplió su sonrisa y negó. El profesor, pronto, empezó con las dinámicas del primer día.

 

  • Lucas miraba de reojo a su compañero sin poder creerlo.
  • Mark pensaba en lo interesante que sería este año mientras miraba a la parejita.
  • El salón cuchicheaba sobre el cambio radical de Nathan y la pequeña situación que ahora había entre él y el chico más popular del instituto.
  • Pero Nathan... Nathan solo pensaba en el terrorífico año que le esperaba junto a Lucas... 

 

Notas finales:

Bien ¿qué les pareció? :)


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