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Baby Steps por ShuKoi

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Notas del capitulo:

Bueno, éste será un fic corto y sencillo de la serie últimamente muy famosa llamada Koisuru Bo-kun (El Tirano que se enamora / The Tyrant Falls In love)

 

Baby steps

Capítulo 1: Jealousy.

 - Senpai…  ¿No quieres… abrir tú la puerta? –

 Ese simple pensamiento lo había estado atormentando la semana entera. Bueno, en realidad, no era solamente ese. Era… todo.

 Tetsuhiro Morinaga había invadido por completo la más absoluta privacidad que existía ya en su mundo. Su cabeza.

 Recordaba exactamente ese preciso instante, ese preciso momento en que las manos de Morinaga estaban posadas sobre su espalda, y lo único que podía sentir era la piel quemándose debajo de sus dedos. ¿Por qué, por qué se estaba sintiendo así por una persona que ni siquiera le importaba?

 No, un momento. No era que no le importara, ¿cierto?

 Claro, claro. El problema no era lo que él sentía por Morinaga, sino lo que su asistente de laboratorio sentía por él. Ese había sido el problema desde un principio. Desde aquél día que lo miró a los ojos, sentado en su cama y le dijo que le dolía estar a su lado. Que lo hacía sufrir, que no podía más. Pero… ¿por qué le dolía tanto el corazón cuando recordaba, con tristeza, el rostro de Morinaga oculto entre sus mechones oscuros observando fijamente el suelo, sin querer siquiera terminar la oración?

 Ah… era eso. Morinaga era lo único que había tenido cercano a un amigo. Bien, muy parecido también a un esclavo, pero a su kouhai no le importaba tampoco. Recordaba muy bien, esa vez, que lo dejó todo salir. “Soy muy esclavizador, ¿cierto? Por eso te cuesta estar conmigo. Eso es todo.” Y la respuesta a esa pregunta desde un principio había sido que no, a pesar de que muy dentro de él ya lo sabía. Lo sabía desde siempre pero no quería admitirlo porque los homos son las criaturas del diablo. Y Morinaga no era nada de eso. Es decir… ¿sí, no? Era un homo. Y no sólo que era abiertamente gay sino que también estaba enamorado de él, Souichi Tatsumi.

 A decir verdad en primer lugar nunca supo exactamente qué era lo que le gustaba a Morinaga de él. Nunca había sido amigable con nadie, mientras que su compañero siempre era amable con todo el mundo. Las chicas lo perseguían como perseguiría un niño a un globo que se le escapó de las manos, y él, siempre se hacía el desentendido. Podía haber dejado esa vida tan confusa atrás hace tanto tiempo, y nunca lo hizo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde ese momento?, ¿Casi 2 años?, ¿3? Ya no lo recordaba. Había estado viviendo con él tanto tiempo… Y se había acostumbrado a su presencia ya.

 La verdadera pregunta era por qué diablos estaba gastando su cerebro pensando en él.

 - ¡Morinaga! Pásame el tubo de ensayo que está a tu izquierda, no lo puedo alcanzar desde aquí. – Su nombre se sentía distinto. Cada letra que lo componía hacía que un (desagradable) escalofrío le recorriera de arriba abajo la espina dorsal, y todavía seguía sin comprender nada en lo absoluto.

- Enseguida, senpai. – Y siempre le respondía de la misma manera.  Con una sonrisa, con sus ojos naranja felices y brillantes. No lo entendía, nunca lo haría.

 - Gracias. – Estiró la mano para tomar el tubo de ensayo, pero al sentir el tacto del menor, su cuerpo se retorció en un leve escalofrío que le hizo soltar de golpe el objeto, haciéndolo caer al suelo y quebrarse. Morinaga, extrañado, se volteó para verlo. Su rostro era todo un poema, las mejillas sonrosadas, los ojos cerrados fuertemente esperando que la sensación desapareciera y, pero eso no lo notaba, el corazón acelerado.

 “Estás asustado… senpai?”  Otra, y otra, y otra, y otra…

 - Morinaga, necesito ir al baño un momento. – Y bruscamente, se trasladó de un lugar a otro sin mediar ninguna otra palabra.

 - Qué… extraño. Más de lo habitual. – El menor solamente se encogió de hombros, y siguió trabajando. A pesar de que le extrañaba la personalidad extrañamente letárgica de su interlocutor, no podía hacer nada. Desde que Masaki había vuelto a la ciudad la personalidad de su senpai había cambiado de extraña a aún más extraña. Se molestaba por todo, le mandaba estas miradas amenazadoras a las que ya estaba tan acostumbrado, y todas las noches, cuando regresaba tarde, se quedaba en la sala a esperarlo. Pero siempre terminaba durmiendo sobre el mueble y armando un lío absurdo de por qué llegaba tan tarde.

 - ¿Qué rayos le está pasando últimamente? – Se cuestionó, volviendo los ojos al lugar donde momentos antes estaba su Senpai. – Será que sigue molesto porque Masaki estaba aquí. –

 - No quiero volver a escuchar ese nombre en mi laboratorio, Morinaga. – De nuevo el senpai estaba de vuelta en el laboratorio, con algunos cabellos ligeramente mojados. Se había remojado la cara en el baño. – Continuemos.-

 - Está bien.- Respondió Morinaga, alzando una ceja y preguntándose dentro de sí, si de verdad los celos que se estaba imaginando por parte de su superior eran reales y no una simple fantasía suya. Y si no eran una simple fantasía… ¿Era posible aventajarse de ellos para su beneficio?

 

……

 

- Ángel-kun no siendo tan angelical. Eso es bastante nuevo. ¿Qué te hizo por fin entrar en razón? A ese senpai tuyo lo que le hace falta es una buena escarmienta y sacudida…-

 - Hiroto, no hables así de Senpai. Lo que pasa es que no termina de darse cuenta que realmente tiene sentimientos por mí, ¿recuerdas aquél día cuando me abrazó por la espalda y me dejó arañazos? Fue él quien se me acercó, él fue quien me besó.- Bufó el de cabellos azulados, mirando a su afeminado interlocutor mover el trago de whisky entre sus dedos.

 - Cariño. Estaba deprimido. Hasta yo tendría sexo con una mujer estando deprimido como lo estaba él ese día. – El chico de cabello castaño hizo una pausa. – No, olvídalo. No lo haría. Estoy exagerando. No pongas esa cara.- El rostro del otro parecía que iba a estallar en llanto en ese preciso instante.

 - ¡Tienes razón! Me estoy haciendo ilusiones, nada de esto es real, ni siquiera las veces que siento que Senpai me habla con su cuerpo son ciertas. Sólo es una ilusión mía. ¡Hiroto-kun, me estoy volviendo loco! – Y las lágrimas empezaron a brotar del rostro de Tetsuhiro Morinaga, a borbotones y sin pudor alguno. A su amigo Hiroto se le encogió el corazón. No debió decir eso, pero es que cada vez que llegaba el ilusionado Morinaga a contarle sus “fortunas” (más bien, infortunios) con su “amante”, porque ni eso era, sentía mucha rabia.

 - Cariño, olvida lo que dije. Es mentira, sólo que me da muchísima rabia todo lo que ese tirano te ha hecho pasar. Mírate, llorando por él. Lo amas demasiado, y a pesar de todo, él no te ha respondido absolutamente nada acerca de sus sentimientos. No me parece justo. – Le colocó una mano sobre los hombros y Tetsuhiro se apoyó en su cuerpo. Luego, tomó con calma su trago y se lo ofreció. – Bebe, ángel. Bebe e intenta no pensar en lo cruel que puede ser el destino. –

 - ¿El destino? ¿Quién dice que tal cosa es real? – Una figura esbelta y estilizada entró por la puerta del bar. Se trataba de Masaki, el novio de la infancia de Morinaga y su primer gran amor. – Sólo existe lo inevitable. No todo está escrito, las cosas pueden cambiarse… -

 - Masaki-san. Eres tú. – Morinaga volteó su rostro lloroso hacia su amigo, quien lo miró con condolencia. – Souichi no me ama. –

 - ¿Y quién dice que es así? Mírame ahora a mí. No soy precisamente feliz pero, tu hermano apareció en mi puerta un día clamando que quería tener una relación seria conmigo. Por el daño que me hizo lo he hecho esperar el tiempo más largo de su vida, ya llevo un mes estando aquí y no he vuelto a donde se supone, él me espera. Pero sé que seguirá esperando si de verdad me quiere. Y es eso lo que quiero que me pruebe, que me lo demuestre. –

 - Estoy demasiado borracho, y creo que estoy escuchando mal. Si me acabas de decir que mi hermano quiere algo contigo creo que llegué al punto donde estoy escuchando cosas. – Morinaga sacudió la cabeza, con las mejillas sonrosadas y ligeramente aturdido sin dar mucho crédito a lo que oía. Le echó la culpa al alcohol y siguió hablando. – Masaki, éste es Hiroto. Mi alma gemela. Hiroto, Masaki. Mi primer amor. –

 - Puedes ser mi amor a primera vista también cuando quieras, precioso. – Hiroto se levantó del asiento y abrazó efusivamente  a Masaki, quien se rió ligeramente por lo bajo. Tratar con gente alcoholizada era definitivamente su karma por estar trabajando en un bar durante tanto tiempo.

 - Gracias pero, eres demasiado bueno para mí. Busco personas que me maltraten y me griten que soy un enfermo y luego vengan arrastrándose por perdón. Ese es definitivamente mi tipo. – Rió el más alto, mientras el pequeño se soltaba de su abrazo y se rascaba la nuca.

 - Ay Dios, ¿Y por qué a los hombres bellos les encantan tipos que les hagan sufrir así? En fin. Mi querido Ángel-kun aquí presente tiene demasiados problemas encima como para que su cuerpo deje de sentir el alcohol fluyendo por sus venas. Tú mantenlo ocupado mientras yo voy al baño. Regreso en un tantito. – Y se fue pululando por el bar. Masaki bajó la cabeza para ver a Morinaga todavía sumergido entre su propio llanto.

 - Souichi sólo quiere que lo deje en paz. Debería irme de nuevo. Debería irme para no volver, y cuando vuelva, porque lo haré, lo veré sufrir de nuevo y decirme que me extrañó, porque esa fue la única vez en su vida que lo hizo. Luego se fue a Canadá y sólo me dejó tocarlo durante una noche. – Y siguió relatando suceso por suceso hasta que surgió el tema de los celos a raíz de la llegada del amigo de la infancia que tenía sentado a su lado. – Hasta que llegaste tú y empezó a comportarse como un completo idiota. Y no entiendo por qué.-

 - ¿Souichi-kun sabe que todavía sigo acá? – Preguntó Masaki, acomodándose en el asiento mientras Morinaga gesticulaba abiertamente con los brazos y piernas durante toda su historia.

 - No. No le he dicho, tengo la ligera impresión de que es capaz de matarme si le digo eso. – Susurró Morinaga. Y los ojos de Masaki se iluminaron al momento en que una idea surcó su cabeza…

 ………

 

- Senpai. Llevas varios días actuando un poco distante, y me estaba empezando a preocupar. ¿Quieres hablar de algo en específico? ¿Está todo bien en tu casa? – A la mañana siguiente, era sábado, y Morinaga estaba levantado muy temprano con unas ojeras del tamaño de una manzana.

 - Realmente no pasa nada. Kanako está bien, Tomoe me llama regularmente y mientras Kurokawa no se aparezca por ninguna parte me siento de maravilla. – Dijo con sorna el mayor, sirviéndose una taza de café que Morinaga había preparado unos minutos antes. Luego, frunció el entrecejo y se volteó bruscamente, encarando a su interlocutor a quien le recorrió un escalofrío toda la nuca. - En lugar de estarte preocupando por mi deberías decirme qué demonios te ha pasado a ti en las últimas semanas. Los viernes llegas borracho a la casa, como a eso de las 3 am. –

 - Creo que estoy algo deprimido. – Las palabras salieron sinceras y sencillas de su boca, como un volcán en erupción. Tatsumi abrió los ojos en sorpresa; no esperaba escuchar algo así.

 - S…¿sí? Y… ¿Y eso por qué sería? – Nunca había sido bueno tratando con sentimientos de nadie, de ningún tipo, en ningún sentido. Siempre que le decían que había algún problema emocional huía por la derecha sin pensarlo dos veces. Pero a pesar de su instinto, Souichi Tatsumi estaba verdaderamente interesado en la razón por la que Morinaga estaba tan decaído. Ciertamente, llevaba mucho tiempo así. No comía bien, eso lo notaba. Había bajado algunos kilos (pero no era que él se fijara mucho en su cuerpo, claro) y estaba durmiendo muy poco en las noches, se quedaba despierto hasta tarde en el mueble o leyendo algún libro o trabajando en su computadora portátil por horas. Luego de eso, le insistía a su senpai que por favor se fuera a dormir, ya que el trabajo que tenían por hacer era arduo, y no quería que estuviera preocupándose por él. Pero claro que se preocupaba. Es decir, era su único asistente de laboratorio, ¿Qué haría él si Morinaga se ponía enfermo nuevamente? Porque era eso lo que le importaba. El laboratorio, su investigación.

 ¿No?

 - No lo sé. Es estúpido senpai, no te preocupes por eso. Ya se me pasará. – Tetsuhiro se volteó, visiblemente cabizbajo

 - ¿Tienes miedo… senpai? – Un escalofrío increíblemente largo le recorrió la espalda al de las hebras plateadas, cuando vio la espalda perfectamente esculpida de Morinaga, con unas leves cicatrices de rasguños en la piel. Sí. Se las había hecho él.

 - Mo-Morinaga. Espera un segundo. – Y alzó una mano para tocarle el brazo y Tetsuhiro se volteó, una vez que sintió el tacto. Esa estúpida expresión de tristeza absoluta seguía en su rostro y él no podía hacer nada para evitarla. – Qué pasa. Por favor, dímelo. Yo quiero saberlo. – Las manos le temblaban, así que las ocultó en los bolsillos del pantalón para que su compañero no lo notara.

 - Eres tú. Eres tú, eres tú, siempre has sido tú, nunca dejarás de ser tú. Estoy… - Morinaga respiró profundo para seguir hablando, sintiendo cómo un cúmulo de aire se agolpaba en el medio de su garganta, entrelazándose entre él y formando un nudo firme y consistente que le impedía evitar las lágrimas que subían con rapidez a sus ojos. - Estoy harto de esperarte, me cansé. Una vez que no te había puesto un solo dedo encima era normal, verte, quererte tener, pero saber que estaba prohibido. Saber que nunca iba a poder, que era imposible. Masaki me lo ha dicho todo este tiempo.-

 -Masaki….- En su mente sólo había una cosa: culpa. Sí, sabía que había cometido un error. No uno, miles. Nunca supo qué era lo que buscaba Morinaga, nunca lo entendió. Pero aún así un sentimiento le quemaba la parte de atrás del cerebro y no podía dejarlo quieto. ¿Masaki? Ese nombre que tanta rabia le causaba, ese hombre que había jugado con los sentimientos de Morinaga de la manera más cruel y despiadada, y ¿ahora por qué demonios lo venía a mencionar, si él no tenía nada que ver? - ¿Qué demonios tiene que ver ese idiota en todo esto? – Soltó, sin mirarlo directamente a los ojos, sintiendo que sus mejillas enrojecían inmediatamente. – Ese tipo sólo te ha hecho daño y tú sigues llamándolo amigo. Estás equivocado. – Los ojos de Morinaga se llenaron de lágrimas y, sin pudor, empezaron a correr con rapidez por sus pómulos. El corazón de Souichi se detuvo al momento de ver el líquido salado recorrer el rostro de quien le hablaba, y no pudo evitar acercársele con manos temblorosas para jalarlo contra su pecho y apretar firmemente su cabeza entre sus clavículas, reprimiendo un gemido ahogado. ¿¡Qué demonios era eso!? Y lo que es más… ¿Por qué dolía tanto?

 - Tú me estás matando y sigo llamándote la persona que amo. – Susurró el menor, aferrándose con fuerza a la camisa de su superior, luchando en contra de las lágrimas que seguían bajando una por una por sus pómulos, recorriendo su nariz, sus labios y su mentón, cayendo con violencia en la camisa de Tatsumi. 

 - No. No, eso es mentira. Hago lo que me pides, exactamente lo que me pides. Dejo que me toques, dejo que hagas lo que te dé la gana siempre. Siempre haces lo que quieres, preguntas lo que quieres, dices lo que te provoque. Estás ganando lo que necesitas, están ya las cuentas claras. Y si no fueras tú… - E hizo una pausa. ¿Si no fuera Morinaga, qué? – No podría hacerlo. –

 El corazón de Morinaga latía con fuerza dentro de su pecho, sin control, sin pena. Creía que si alguien se paraba a más de 2 metros de distancia lo escucharía.

 Y mientras el menor pensaba en aquello, el corazón de Souichi también latía con locura dentro de su pecho, sin poder creerse lo que estaba sintiendo. – Morinaga, deja de llorar por favor. Haré lo que sea. – Y sí. Era capaz de hacer lo que fuera para que Morinaga dejase de llorar.

 - Duerme conmigo ésta noche. – Las palabras salieron cortadas entre susurros, mientras Morinaga se aferraba con fuerza a la camiseta de su senpai que ya estaba empapada por sus lágrimas. – Sólo es dormir. Quiero… Quiero compartir este rato contigo. Quiero despertarme y tenerte a mi lado. –

 - Está bien. Dormiré contigo. – Y en un acto totalmente involuntario, las manos del senpai levantaron el rostro de su pupilo, quien lo miró con una mezcla de expresiones entre sorpresa y miedo. – Deja de llorar. – Con sus pulgares, recorrió el paso de las lágrimas de Morinaga en su rostro. – Por favor. –

 Primera vez en toda su vida que se sentía vulnerable (y no en la manera de que “iba a ser asesinado”) frente a ese hombre que 6 años atrás le había robado el sueño. Lo estaba viendo directamente a los ojos; su mirada le penetraba el alma. Sus ojos se curvearon levemente y los ojos rojos llenos de lágrimas brillaron con una tenue luz que se mostraba sencilla, pero muy brillante, en su iris.

 Me la está mostrando. Esa expresión que tanto me sorprendió, que tanto… Es… era la misma cara, la misma expresión. La misma expresión que había tenido Morinaga cuando Masaki regresó a la ciudad, y lo había hecho sentir tan extraño estar tan pendiente y sentirse tan…

 

Celos.

 

¿Por qué demonios Souichi Tatsumi no se decidía a aceptar de una vez por todas que eran celos? Bueno, había que admitir una cosa. Jamás los había sentido antes de Morinaga, realmente. Pero era un sentimiento que le quemaba la nuca y le hacía pensar cosas estúpidas. (Como, por qué nunca me ha mostrado esa expresión a mí…) Y estaba ahí, latente en su cabeza y no lo dejaba quieto.

 

Celos.

 

Y estaba a punto de experimentar muchos más en los días venideros; pensaba Morinaga mientras se dirigía con un avergonzado senpai al cuarto más cercano. Souichi lo vio con un rostro de suplicio, y Morinaga sonrió.

 - Dije que sólo íbamos a dormir, y eso es lo que haremos. – Mientras lo abrazaba suavemente por la espalda y Tatsumi se revolvía entre sus brazos, apoyándose levemente en la cama para que ambos pudieran acostarse.

 

Continuará...

Notas finales:

Espero les haya gustado y nos vemos en el próximo capítulo =)


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