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La historia del rey y el esclavo. por EmilySan

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Notas del capitulo:

Recordamos que este fanfic está realizado por dos personas con lo cual explica por qué hay nombres al principio de las frases y algunos detalles más.

Deseamos que os guste la historia ^^

En un palacio situado en lo más alto de un pequeño pueblo se podía encontrar un palacio algo tétrico tanto como por el exterior y el interior y que estaba habitado por un rey joven que perdió a su padre hacía apenas tres días y el día anterior había sido nombrado rey del lugar.

 

Es por eso que el pueblo ahora estaba de fiesta para celebrarlo, mientras el rey no paraba de recibir regalos en el interior del castillo mientras éste se hallaba sentado en su trono junto su consejero.

 

El rey iba observando cómo iban depositando todos los regalos cerca de su trono, mientras sonreía a las personas que los iban depositando. De vez en cuando dirigía la mirada a los regalos y suspiraba intuyendo que ni la mitad los utilizaría o ni los abriría, pues era algo que había podido presenciar cuando le regalaban a su padre fallecido.

 

El consejero al ver suspirar repetidamente a su rey empezó a preocuparse un poco por su majestad, pensando que quizás la fiesta no estaba lo suficientemente animada. Por lo que hizo una seña a los que dejaban pasar a las personas que portaban los regalos para que terminaran cuanto antes con la entrega de premios y pudieran pasar a los espectáculos que tenían preparados para ese día.

 

Cuando la orden fue recibida los guardias dejaron a la mitad de los hombres que faltaban sin entregar sus ofrendar al nuevo rey que sin duda ya estaba cansado de aquello. Pero algo ocurrió en aquel momento. El ejército dejó paso a un hombre de melena morada con pasos decididos y una sonrisa de oreja a oreja mientras los guardias se arrodillaban ante su paso.


Cuando aquel hombre llegó donde estaba situado el rey se arrodilló ante él y le miró con aquella sonrisa que desde luego predecía alguna intención de último momento.

 

Kurai: Su majestad, ¿no estará reprochando mi regalo también no? - Preguntó con una sonrisa pícara mientras chasqueaba los dedos y un murmullo de personas comenzaba a oírse fuera de aquella sala – Porque estoy más que seguro que será de su total agrado...

 

Miro con atención a Kurai mientras le escuchaba hablar, no respondió inmediatamente prefería meditar un poco la respuesta, aunque no es que tuviera que meditarla mucho pues solo podía responder de una forma, pero sabía que esos segundos o quizás minutos en silencio podrían poner nerviosos a más de uno de los presentes.

 

Mientras el rey se mantenía en silencio el consejero lo miro con atención, preguntándose cuanto tiempo más tenía pensado su majestad mantenerse de esa forma, así que se le acerco un poco para susurrarle al oído que no se demorara más en su respuesta. El simplemente suspiro un poco molesto ante la acción de su consejero, le miro por unos segundos y centro su mirada en el de cabellos morados.

 

Yami: Por supuesto que no reprocharía nunca un regalo que me haría un hombre de mi total confianza – respondió en tono serio al hombre que tenía arrodillado frente a él – Me gustaría ver ese regalo que me tiene preparado.

 

Sin más y con una sonrisa en los labios se levantó y se giró dejando que su larga capa quedara al vuelo durante unos instantes para recibir a unos guardias quienes tenían agarrado con cuerdas y una mordaza a un joven que sin duda sorprendió un poco a la gente allí presente.

 

Kurai: Os presento al que ahora os servirá en todos los aspectos, nada más y nada menos que un esclavo – Volvió a decirlo con aquella sonrisa pícara mientras agarraba a aquel joven esclavo de la barbilla haciendo que mirara al rey a la cara.

 

Aquel chico era moreno y poseía unos ojos tan brillantes como los era el oro, sin duda parecía una reliquia con solo mirarle, además de que tenía un cuerpo bastante musculoso que seguramente había obtenido por el esfuerzo que había tenido que hacer en su trabajo como esclavo.

 

Ahora con aquellas mordazas y ataduras su mirada era fría e intentaba resistirse a los agarres de los guardias que ya cansados le dejaron caer al suelo mientras él soltaba un pequeño quejido de dolor.

 

Kurai: Vosotros, mequetrefes... - Dijo enfurecido mirando a los guardias - ¿Queréis ser más cuidadosos con el regalo del rey?

 

El rey observo con atención el regalo que le ofrecía Kurai, mientras lo miraba se preguntaba porque el de cabellos morados le regalaba un esclavo cuando él no necesitaba de ese tipo de cosas, pero sabía que como regalo que era no podía rechazarlo y menos cuando provenía de uno de sus hombres de más confianza. Después de unos minutos observándolo se levantó lentamente de su trono para acercarse al joven, cuando estuvo frente a este se agacho para tomarle del mentón y levantarle la cara para mirar los dorados ojos del chico.

Yami: ¿Cúal es tu nombre? – le preguntó al joven mientras apartaba la mano del mentón de este y se incorporaba, a la vez que le hacía una seña a Kurai para que este le quitara la mordaza al joven de ojos dorados.

 

Cuando el joven Kurai recibió la orden éste se agachó junto al esclavo quitándole aquella mordaza para que pudiera hablar y así contestar al rey que ahora parecía estar interesado en él, aunque la mirada del moreno parecía no corresponder mucho a ese interés. Cuando por fín fue liberado de aquella prisión se giró hacia Kurai escupiéndole el rostro para luego dibujar en sus labios una sonrisa de satisfacción que en seguida fue robada por un fuerte golpe que recibió en la mejilla por parte del pelimorado.

 

Kurai: Su majestad… - Dijo refiriéndose al joven rey – Quizás haya que domesticarlo…, si queréis yo me ocuparé de esa faena… os puedo asegurar que no me importaría enseñar un par de modales a este… - Justamente cuando el general del ejército iba a acabar aquella frase fue interrumpido por el de ojos dorados.

 

Ryuzaki: Mi nombre no le incumbe a nadie de este lugar – Dijo de forma decidida y con una mirada fría en su rostro aunque en sus labios aún se dibujara aquella sonrisa satisfactoria – Puedo asegurarle su majestad que todos los amos con los que he acabado estando no han durado ni una semana junto a mí – Pausó y se acercó forcejeando aquellas cuerdas con las que se hallaba atado - ¿Cree usted que podrá conseguirlo? – Preguntó atrevido para luego ser apartado de nuevo bruscamente por aquellos guardias.

 

Mientras Yami esperaba a que su general del ejército cumplía con lo que le había pedido no dejaba de observar al joven con interés, seguía preguntándose un poco porque le regalaban un esclavo y en especial siendo hombre, si hubiera sido una mujer lo comprendería mejor pero un hombre no era lo que precisamente necesitaba. Cuando el esclavo escupió a su general se llevó una mano hacia la boca para disimular una ligera sonrisa que se le había formado al ver tal escena.

 

En cuanto escucho al joven de ojos dorados sabía muy bien lo que debía responderle, pero antes debía decirle unas cosas al de cabellos morados por lo que dirigió su mirada a este mientras retiraba la mano que hasta ese momento había estado ocultando la sonrisa que se le había formado por la escena anterior.

 

Yami: No hace falta que le enseñe modales general de eso me encargare personalmente – le dijo al hombre del ejercito con seriedad, dirigiendo una mirada del mismo tipo al de ojos dorados.

 

Cuando el rey dijo esas palabras el consejero no pudo estarse más tiempo en silencio, desde que había visto entrar al esclavo en la sala no le había gustado en absoluto y escuchar a su majestad decir que se iba a encargar personalmente del joven aun le gustaba menos.

 

Rolan: Su majestad creo que se está precipitando, creo que sería mejor que Kurai se encargara de la educación de ese joven – le dijo a su majestad mientras se acercaba a este colocándose a su lado, esperando que el rey entrara en razón.

 

Yami: No tienes que preocuparte de nada Rolan, no habrá ningún problema – respondió colocando una mano sobre el hombro de su consejero para tranquilizarlo un poco, después se giró para mirar al esclavo – Acepto tu reto y te aseguro que soportare más de una semana, aparte de conseguir que me digas tu nombre – dijo con orgullo mirando fijamente a los dorados ojos manteniéndose firme.

 

En aquel momento la sala quedó silenciosa, incluso el murmuro que había fuera se calmó indicando que la gente por fin se había ido y ahora solo quedaban los fieles del rey. Pero algo más importante estaba ocurriendo en la sala, ahora dos miradas en aquella sala no podían dejar de mirarse el uno al otro, era como una batalla en pleno clímax, parecía que ambos estaban de acuerdo con aquel reto que acababa de formarse.

 

Hasta que el moreno cerró los ojos con una sonrisa en los labios y luego los volvió a abrir mostrando en ellos un fuego ardiente que ansiaba la victoria en aquel juego. Entonces el esclavo comenzó a reírse sin poder evitarlo.

 

Ryuzaki: Estrecharíamos la mano si pudiera pero tal y como está mi situación creo que tendremos que esperar a nuestra intimidad su majestad – La verdad es que aquel tono con que dijo aquella frase molestó a algunos en la sala, sobretodo el pelimorado el cual lanzó una mirada fugaz al consejero que enseguida le miró de la misma forma.

 

Kurai: Creo que no fue muy buena idea llevar a este esclavo como ofrenda para mi señor… - Dijo medio susurrando – Ahora que pienso, habían mujeres muy bellas que seguramente le interesarían más que este simple esclavo…

 

La cara del esclavo se volvió seria, sabía que quizás el rey prefiriera algo de ese tipo que un esclavo como él, pero la verdad es que ya no deseaba volver, dentro de él sentía como un fuego ardía por ver como acabaría aquel reto que ambos hicieron solo conocerse, luego se giró hacia el rey mirándole a los ojos esperando la respuesta final.

 

El consejero no podía creerse en parte todo lo que estaba presenciando ahora no solo su majestad estaba dispuesto a encargarse del esclavo sino que este también estaba de acuerdo con ser educado por el rey. Sabía que tenía que hacer algo su majestad aún era demasiado joven y que en ese momento no estaba razonando como debería, además de que si seguía por ese camino acabaría mal, por lo que volvió a acercarse a su señor.

 

Rolan: Su majestad, creo que está llevando demasiado… - no pudo finalizar lo que iba a decir porque Yami levanto la mano para que el consejero se quedara en silencio, tras esto el moreno dio unos pasos hacia atrás alejándose de su majestad mientras le lanzaba una mirada al general del ejército culpándolo de que las cosas estuvieran como estaban.

 

Cuando escucho las palabras del esclavo sonrió de medio lado, pero prefirió no responder a esas palabras inmediatamente aunque sabía que el trato no estaría completamente firmado hasta que ambos estrecharan las manos. De lo que no se percato fue que tanto su consejero como su general del ejército se molestaran por el comentario del joven de ojos dorados y tampoco de lo que susurro Kurai.

 

Yami: Más tarde en mis aposentos podremos formalizar este trato con un estrechamiento de manos – respondió antes de hacer una señal a los guardias que estaba sujetando al esclavo – Llévenlo a mi habitación. Más les vale que no reciba ningún daño durante el camino – dijo en tono autoritario.

 

Los guardias asintieron, algunos con miedo ya que durante el camino se habían divertido bastante con él mientras le hacían alguna que otra jugarreta haciendo que el pobre esclavo no lo pasara muy bien, aunque éste realmente no lo demostrara en su rostro.

 

Cuando escuchó aquello, el de ojos dorados no pudo evitar dibujar una sonrisa de alivio, por lo menos ya no volvería a recibir aquel trato de nuevo y podría llegar sin heridas a los aposentos del rey de los que estaba seguro que poca gente había entrado exceptuando sus fieles y los sirvientes.

 

Finalmente entraron a aquella gran habitación en la cual le soltaron de aquel agarre el cual le dejó marca en sus muñecas, pero justamente en aquel momento sintió que uno de los guardias se abalanzó hacia él empujándolo contra la cama mientras se reía malvadamente, ¿pero y qué? Ahora al esclavo aquello le daba igual, por fin iba a deshacerse de ellos.


Continuará...


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