5. Los amigos son como la sangre,
cuando se está herido acuden sin que se los llame.
Anónimo.
Suigetsu nunca se había planteado el porqué seguía a Sasuke. Porqué le ayudaba a conseguir su venganza. Porqué se masturbaba pensando en esos labios… No, esto último no.
La verdad es que sentía desde hacía tiempo una gran atracción por el moreno, eso no lo negaba. Pero tenía que resignarse a permanecer siendo su amigo. El menor de los hermanos no podría nunca pensar en otra cosa que no fuera la venganza. Estaba condenado a permanecer siendo su amigo.
Suigetsu frunció el ceño. No, su amigo no. Sasuke ni siquiera le consideraba eso. Le consideraba un arma para la pelea y para la venganza, pero nada más, y eso mataba completamente al pobre chico.
Se levantó de donde estaba estirado pensando para encontrarse con ese sujeto tan parecido a uno de kuroshitsuji, su serie favorita, Karin*. También estaba con ella Juugo, que observaba la fogata con una sonrisa sádica. ¿Y él?
-¡¡Eh, tú, pelirroja de bote!! ¿¡Dónde demonios se ha metido Sasuke?!
Ninguno de los dos supo responderle.
Saltándose una de sus típicas regañinas con la mujer sobre el porqué no tenía que llamarla con insultos, se introdujo en el bosque. Esperaba que dar con Sasuke le requiriese más tiempo, pero sorpresivamente, le encontró al poco rato.
Estaba sentado bajo el tronco de un árbol, con la espalda apoyada en este y abrazándose las piernas. Observaba la luna llena que hacía esa noche. Suigetsu tenía que reconocer que era hermosa. Observó más atentamente y vio con extrañeza como brillaban las mejillas del moreno. ¿Estaba llorando?
Seguramente, si se lo sugería, le mandaría lejos a patadas, así que decidió callarse el hecho de que sabía que lloraba y se sentó a su lado silenciosamente. Sasuke notó ese hecho y al poco tiempo, se apoyó en el hombro de Suigetsu, que se puso tenso.
-No te tenses, no voy a matarte… - susurró el moreno mientras sus ojos brillaban con la luna. Suigestsu asintió y vio como la piel pálida de Sasuke parecía reaccionar con ese satélite y se tornaba azulada y hermosa. Sonrió y observó también el astro.
-Cuando era pequeño, Itachi me subía al tejado y nos quedábamos los dos contemplando la luna llena. – susurró mientras la voz se le cortaba y unas cuantas lágrimas bajaban por sus mejillas. Suigetsu sintió una presión en el corazón al verle tan vulnerable. – Por eso, durante las noches así, yo… - enterró su cabeza en el hombro del otro chico.
-No te preocupes, Sasuke. Esta noche se te permite llorar.
Sasuke abrió los ojos, sorprendido por como aquellas palabras simples le acababan de sacar un enorme peso de encima. Se apoyó más en el hombro de su compañero y le medio abrazó pasándole las manos por el cuello, escondiendo su cabeza en su pecho.
Pasaron unos segundos que se hicieron eternos.
Cuando Sui iba a preguntar alguna cosa, oyó los gemidos lastimeros de Sasuke, que al poco tiempo se convirtieron en gemidos tristes y más tarde en gritos silenciosos. Suigetsu acariciaba el sedoso cabello de Sasuke mientras éste lloraba cada vez más fuerte en su pecho, transmitiendo su dolor al corazón del de pelo blanco.
Pasaron las horas, hasta que Sasuke se calmó. Ahora se había adormecido en el pecho de su compañero, pero por vez primera, se sentía a gusto con el contacto físico y no se quería separar.
-Sasuke…
-¿Eh?
-Podría… ¿ser tu amigo…? – preguntó entrecortado y un poco sonrojado Suigetsu mientras se acariciaba la cara. Sasuke sonrió y le besó la mejilla.
-Ya somos amigos. – dijo. Al ver que su compañero estaba tan sonrojado y sorprendido por su repentina actitud cariñosa, le sonrió y le guiñó un ojo. – Pero no se lo digas a los otros, ¿eh? Será nuestro secreto…
-Claro… - el de pelo blanco sonrió. – Amigo…
*Con lo de Karin hago referencia a Grell de Kuroshitsuji, ese pelirrojo de gafas y sonrisa tipo Sui.