La parejita feliz, son muy lindos¿verdad?
Minato se estiró como un gato en la cama, aún medio dormido. Se sentía extrañamente saciado y dolorido, sobre todo en ese lugar dónde la espalda perdía su nombre.
Abrió los ojos desorientado, notando la oscuridad en la habitación, y se encontró con la más rara situación de su vida. Estaba en su cama con un dormido Fugaku acurrucándolo en su fuerte pecho... ¡Wow! Por Dios, qué fuerte.
El rubio se separó lentamente de su amante, porque claramente se había acostado con el Uchiha dos días, lo cual le hacía técnicamente su amante, y se levantó sigilosamente de la cama, escapando estratégicamente al baño, dónde se metió en la ducha.
Abrió el agua, que le cayó al principio helada por la espalda, hasta que la caliente comenzó a salir. Minato temblando más por sus emociones confusas que por el agua fría, apoyó su frente en los azulejos del baño y suspiró. ¿Cómo habían terminado las cosas así?
El día anterior había sido raro y muy, muy confuso. Se había pasado las horas deprimido y pensando una y otra vez sobre la situación en la que se encontraba, porque bueno, el jamás se había fijado en los hombres, nunca. Siempre había encontrado atractivos a algunos chicos, eso sí, pero también le atraían muchísimo las mujeres. ¡Había estado casado y tenía un hijo, por Kami! ¿Qué demonios le había sucedido en la empresa para que se sintiera atraído por el tío más frío de todo Japón?
Y diablos... ¿Cómo había terminado con su culo siendo follado por la polla del maldito y prepotente Uchiha? ¡¡¡Y dos veces!!! Lo habían hecho dos veces, maldita sea, y él había tenido más orgasmos seguidos en un solo día de los que había tenido en los años que su mujer llevaba muerta.
Y lo peor de todo había sido descubrir, después de estar toda la noche sin dormir el día anterior, que se había enamorado como un colegial de dicho bastardo prepotente. ¿Por qué no se pegaba un tiro y acababa por fin con su sufrimiento? Si acostarse con el Uchiha era ya casi un suicido, enamorarse de él era lo mismo que ponerse un cartelito en la frente que dijera: "Loco peligroso suelto, denle algún puñetazo de vez en cuando. Está colgado del hombre más rico de Japón y de parte del extranjero"
Deprimido, había llamado a la secretaria de su padre, de la que era su jefe provisional hasta que sus progenitores regresaran, y le dijo que estaba enfermo y que no iría en unos días. Esperaba estar sólo durante un tiempo, ahora que su niño estaba en el internado al que Fugaku le había forzado a apuntarle para que aprendiera buenas costumbres y dos idiomas...para enviarlo con sus hijos a Alemania o sabe dios dónde.
Pero no, claro que no. ¿Cómo iba a salirle alguna puñetera cosa bien? El maldito Uchiha se había presentado sin avisar en su casa, y había pasado un mal rato de órdago, y cuando creía que su corazón no podría resistirlo ni un segundo más, el azabache había fingido irse, para después besarle como un enajenado y habían terminado teniendo sexo en su sofá...Y luego no recordaba nada, se había despertado en su cama en la compañía del tirano de su jefe.
Suspirando por enésima vez, Minato se golpeó contra la pared del baño, preguntándose si ya era masoquista antes o lo había descubierto recién. Ahh, maldita puta vida.
-Si sigues golpeando tu cabeza contra la pared, terminarás haciendo un agujero...
Minato se puso lívido cuando escuchó la sensual y ronca voz a sus espaldas. Temblando como un flan, se volteó y el rostro divertido del bastardo que amaba, llenó su campo de visión.
-No me parece mala idea.-resopló el rubio, molesto- A ver si a fuerza de golpes mi sentido común despierta.
Fugaku alzó una de sus cejas y contuvo una sonrisa.
-Estás chiflado, Namikaze.
-Ciertamente, lo acabo de descubrir.-suspiró el rubio.
Fugaku, divertido como nunca en su vida, se metió con el rubio en la ducha, alarmándolo sobremanera.
-Pero qué... ¿Qué haces?-gritó asustado el de ojos de cielo.
-Metiéndome en la ducha contigo.-respondió tan campante el moreno.
-Ahh, no, no, no.-chilló Minato histérico-Te sales hasta que yo termine y luego la usas tú.
-¿Y para qué, Namikaze? Ahora ya es tarde para la vergüenza, no hay nada de ti que no haya visto ya.-dijo el moreno con voz razonable, dejando patidifuso al rubio.
-Bueno, no es eso, de veras.-gimió Minato tembloroso-Aunque es cierto lo que dices, no es adecuado que nos duchemos juntos.
-¿Y por qué no?-resopló Fugaku divertido.
-Porque...porque... ¡Por qué no!
El moreno observó al rubio, con esos ojos sorprendidos y asustados, esa boca temblorosa y ese cuerpo sensual, comiéndoselo con los ojos. Con una sonrisa depredadora, abrazó a la bolita rubia contra su cuerpo y le susurró al oído:
-¿Qué te parecería un polvo rápido en la ducha?
Para luego besar profundamente al pobre rubiecito, que no pudo reaccionar a tiempo y se encontró excitado al instante.
Las manos del moreno recorrieron toda la piel de su pecho con lentitud, hasta llegar hasta su pene, comenzando a masturbarlo con maestría, y dejándolo sin defensas y con el cerebro en off. Muy pronto el rubio comenzó a gimotear desvalido en boca, y el moreno se llenó de satisfacción.
Ya seguro de que Minato no podía oponerse a los deseos de su cuerpo, Fugaku volteó al complaciente rubio, dejando a la vista su hermoso trasero. Con suavidad, se arrodilló y comenzó a lamerlo y a besarlo, siguiendo con su experta masturbación, y arrancándole suaves chillidos de placer al de ojos azules, que se sintió morir de placer, corriéndose cuando el moreno introdujo su lengua en su sensible ano.
-Ahhh.-gimió suavecito Minato, respirando agitadamente.
Satisfecho, el moreno se levantó, y volteó al rubio, besando con fiereza su boca, y apoyándolo contra la pared para penetrarle con fiereza, haciendo gritar de doloroso placer al rubio, que enlazó sus piernas en la cintura de Fugaku, y se abrazó a su cuello, devolviéndole el beso y gozando de sus embates, fuertes y apasionados. Muy pronto, la excitación les ganó y ambos se corrieron, Minato entre sus cuerpos, gritando apasionadamente y aprisionando con sus contracciones internas el pene del moreno, que se dejó llevar, derramando su semilla en el interior del rubio, que hubiera caído de rodillas al suelo si Fugaku no le hubiera sostenido.
Aturdido y deliciosamente saciado, el rubio se dejó hacer mientras Fugaku le enjabonaba y se enjabonaba, limpiando toda evidencia de su arrebato de pasión. Ni siquiera se enteró cuando lo llevó hacia su cama y lo acostó, acomodándolo sobre su pecho.
Cuando se despertó por fin, estaba solo en la cama. Minato recordó todo lo sucedido en la ducha y se puso rojísimo. Con un punzante dolor en su trasero y un gemido, se levantó de la cama, se puso una bata y salió de su cuarto, al escuchar la voz del Uchiha fuera.
La luz de su salón estaba encendida, y el rubio miró la hora en su reloj. Ya eran más de las ocho... ¿Por qué demonios no se había ido a la oficina ya y le dejaba en paz?
-Cancela todas mis reuniones, Kanna, hoy no puedo pasarme por la oficina en todo el día, tengo una reunión importante con un cliente. Si, si, llámame si hay algún problema.
Fugaku dejó su móvil sobre una mesa, y sonrió, encontrándose con un sorprendido y medio desnudo rubio en la entrada del salón.
-¿Espiando, Namikaze?-preguntó divertido.
-Para nada, tan sólo me preguntaba sobre el importante cliente que logrará que el adicto al trabajo no acuda a sus citas.-dijo Minato inocentemente.
Si Fugaku no hubiera comprobado el día anterior que amaba a ese hombre de ojos de cielo, ahora lo hubiera hecho. ¡Qué hermosa candidez poseía ese ser! Era tan puro e inocente como un niño pese a ser de su misma edad.
-Pues mi importante cliente es un chico de cabellos rubios y ojos azules, al que me voy a follar ahora mismo.-ronroneó el azabache, dejando de piedra a Minato.
-¿¿¿Qué???¡No! No Uchiha, me duele el trasero. ¡Para! Mmmmmm.
Y ese fue el comienzo de la interesante relación de esos dos opuestos, cargados de días de pasión y alguna que otra discusión. Cuando llevaban nueve meses saliendo juntos, Fugaku le regaló a su pareja un anillo de compromiso y le pidió matrimonio, diciéndole por vez primera que lo amaba, y recibiendo un enorme sí de su futuro esposo y una noche inolvidable.
Conocer a ese problemático Namikaze, enamorarse y casarse con él, fue lo mejor que le había ocurrido a Fugaku Uchiha. Y no pensó que hubiera hombre más feliz que él en todo Japón, hasta que un año después, el travieso hijo de su esposo regresara a Japón con su hijo Sasuke a la zaga.
Volviendo al tiempo presente, mientras volvía a releer la carta del huracán rubio que era Naruto, suspiró y miró a su amado esposo, que le miraba cariñosamente.
-Bien, mi vida. Me parece que existe otra pareja Uchiha-Namikaze en la familia.-suspiró Fugaku.
-Cierto, esposo mío.-rió jubiloso Minato.-Espero que sean tan felices como lo somos tú y yo.
Cuando el Uchiha iba a resoplar "Lo dudo", la dulce boca de su marido nubló toda intención de hablar, y el deseo llenó todo su cuerpo. ¿Quién era capaz de pensar en otras personas, teniendo semejante pedazo de hombre besándolo?
La ropa voló y muy pronto la silenciosa oficina se llenó con sus gemidos, jadeos y gruñidos. ¿Quién fue el estúpido que dijo que los completos opuestos no podían ser la pareja perfecta? Si fuera por él, se podía ir al maldito infierno.
Fin.