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En un fin de semana por Neriah27

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Notas del fanfic:

Bueno, resubiendo mis otro fanfic a la nueva cuenta.

Me llamo Arturo. ¿Mi nombre completo? Arturo Jorge Pérez del Valle. Bastante rebuscado ¿No?Tengo dieciocho años y he nacido en Madrid. ¿El último fin de semana? Preferiría olvidarlo para siempre, pero supongo que tengo que contároslo. Y la verdad es que todavía doy gracias por poder hacerlo.

 

Mis amigos y yo habíamos quedado para pasar el fin de semana en el pequeño chalet que tienen mis padres en la sierra de Madrid, es un lugar bastante tranquilo y con pocos vecinos, así que no molestaríamos a nadie si poníamos la música alta o si gritábamos. Lo único malo de la casa, es que si nevaba demasiado podríamos quedarnos incomunicados hasta que se deshiciera el hielo. Por eso mismo habíamos llevado bastantes provisiones, para que en caso de quedarnos encerrados no tuviésemos ningún tipo de problema, total, prisa no teníamos ya que estábamos de vacaciones. Acabábamos de terminar los exámenes de enero y aún nos quedaba una semana hasta que volviesen a empezar las clases.

 

Llegamos a la casa poco después de las ocho de la tarde, ya había empezado a nevar ligeramente, tal y como había anunciado el hombre del tiempo. Recuerdo que mi novio, Luis Montes, me dijo que en cuanto cuajase un poco teníamos que salir a tirarnos unas cuantas bolas de nieve. También recuerdo que al entrar la casa estaba helada, pero que se calentó rápidamente cuando encendimos la calefacción. Es una calefacción muy potente.

 

Al principio todo fue bien, colocamos las cosas, nos instalamos en las habitaciones y estuvimos entretenidos haciendo la cena y luego tirándonos bolas de nieve. Entre la música, la bebida y los juegos estúpidos, la verdad es que nos fuimos a dormir bastante tarde. Bueno, yo quizá un poco más que los demás, ya que mi novio y yo llevábamos bastante tiempo sin poder estar a solas y bueno, aprovechamos la noche. No sé si me entendéis... Besos, caricias, sexo... Sí, ya sé, los detalles sobran, vuelvo a la historia.

 

El caso es que cuando nos levantamos, a eso de las dos de la tarde, la ligera nevada se había convertido en una tormenta que azotaba las ventanas y que había dejado metro y medio de blancura delante de nuestra puerta. Decidimos dejar las tareas de limpieza para cuando cesase la tormenta. Pero pasaba algo raro, Sergio no aparecía por ninguna parte al principio creímos que estaría en el baño o durmiendo todavía, pero después de buscarle un buen rato y no encontrarlo por la casa, decidimos salir a buscarlo fuera.

 

Todos pensamos que había sido un accidente, pero el espectáculo era horrible y no pude evitar vomitar sobre la nieve. Sergio había... Él... Él estaba muerto. Había sido un inconsciente, salir en mitad de aquella nevada. Probablemente habría salido borracho y habría intentado saltar la valla, no sé, no podía comprender como había acabado así. Todos nos pusimos histéricos, intentamos reanimarlo, pero no había manera humana Luis intentaba llamar a emergencias, pero ninguno de nuestros móviles tenía cobertura y en la casa no había teléfono fijo debido al poco tiempo que pasábamos allí. Además, con aquella tormenta de nieve que estaba cayendo, si intentábamos coger el coche habríamos acabado saliéndonos de la carretera, pues la mayoría éramos novatos que aún llevábamos la L.

Decidimos que no se podía hacer nada, ya que nuestro amigo estaba muerto, no tenía pulso y parecía haber pasado varias horas fuera. Luis lloraba apoyado en mi hombro y yo intentaba consolarlo, pero la verdad es que también estaba bastante afectado. Intentamos calmarnos y pensar con la cabeza, creo que Raúl preparó litros de tila aquella tarde y yo di gracias a mi Madre por tener en la casa un buen suministro de bolsitas, aunque al final acabásemos mezclando la tila con Vodka. El alcohol nos atontó lo suficiente como para no pensar. Yo me subí a mi cuarto, quería estar sólo, pero Luis al parecer no, porque me siguió y en cuanto cerramos la puerta me empezó a besar como si el mundo se fuese a acabar esa misma tarde. La mezcla de alcohol y sexo sirvió para que pudiese olvidar el horror que acabábamos de vivir, al menos durante un rato.

 

Nos despertó un grito, venía de la cocina. Mi novio y yo bajamos las escaleras de tres en tres y entramos asustados, preguntándonos que habría hecho gritar a Andrés de esa manera. Andrés siempre ha sido el más valiente del grupo. Cuando llegamos a la puerta casi chocamos con Pedro que venía del sótano. Nos miramos los tres un instante y luego entramos atropelladamente al lugar dónde habíamos oído el grito. Andrés estaba de rodillas en el suelo, al lado de la nevera. El cartón de leche se había escurrido de su mano y se derramaba en el suelo, mientras su mirada permanecía perdida y muda de horror. Nuestros ojos siguieron la dirección que ésta nos señalaba. Sentí como Luis se aferraba a mi con fuerza y el grito ahogado de Pedro. Creo que yo también grité, pero no puedo recordarlo, hay muchas cosas borrosas de aquel día, sin embargo aquella imagen se quedará grabada en mi memoria para siempre.

 

Allí junto al fregadero, los cadáveres de mis dos mejores amigos y la sangre, tanta sangre. No sabíamos que hacer, los móviles seguían sin cobertura y la tormenta no parecía que fuese a amainar. Nuestras mentes apenas podían con todo el horror que contemplábamos, pero sí pudieron procesar algo obvio, estábamos en peligro. Alguien se tenía que haber colado en la casa, un asesino. Pero ¿dónde? y ¿cuándo? Por la mañana habíamos estado buscando a Sergio y habíamos registrado toda la casa, pero no habíamos encontrado nada. Llegamos a pensar incluso que nuestro asesino era invisible. Pero aquella idea nos pareció absurda y la descartamos enseguida. Lo lógico era que se hubiese colado al salir nosotros para buscar a Sergio. Eso nos dejaba con una intriga aún más espantosa, en qué lugar de la casa podía estar oculto el asesino.

 

Intentamos que Andrés nos dijera si había visto algo y dónde había estado, pero al parecer nuestro amigo se había quedado catatónico o algo, porque no respondía a ninguna de nuestras preguntas. Esto nos puso a todos más nerviosos. Pedro daba vueltas por el comedor como un león enjaulado y Luis se aferraba a mi llorando, yo también lloraba, creo. Ya he dicho que mis recuerdos están borrosos. No se cuanto tiempo estuvimos así, pudieron ser varios minutos o varias horas, no nos atrevíamos a separarnos, entre tres a lo mejor teníamos alguna posibilidad con el asesino, pero solos... No queríamos ni pensarlo.

 

De pronto Pedro hizo algo muy estúpido. El muy imbécil sacó su móvil del bosillo y gritó ¡Eso es! Y salió corriendo escaleras arriba. Luis al verlo salió corriendo detrás de él. Yo iba a seguirlos, pero él me llamo idiota y me dijo que yo tenía que quedarme con Andrés, que no podía dejarlo solo, que en caso de que pasase algo diese un grito y que ellos harían lo mismo.

 

Los dejé que subieran y yo me quedé con mi amigo. Estaba agotado y de vez en cuando no podía evitar dar cabezadas, pero sabía que si quería sobrevivir a aquel fin de semana tenía que permanecer alerta. Fue un grito de mi novio el que hizo que me pusiera en pie de golpe y que subiera las escaleras de tres en tres, olvidándome de Andrés por completo. Cuando empezaba a subir la segunda escalera hacia el ático, me choqué de frente con Luis que bajaba y los dos caímos rodando al suelo. Poco después sentimos el peso extra de Pedro que había tropezado con nosotros. Los tres nos levantamos rápidamente. Yo les pregunté nervioso que qué había pasado, que si habían visto al asesino. Ellos negaron, dijeron que había sido un grito de alegría. Al parecer Pedro había conseguido llamar a la policía, porque en el ático, al estar más alto sí tenían cobertura. Les había explicado la situación y ellos habían dicho que llegarían en cualquier momento. No sabía si llorar o reír, la mitad de mis amigos estaban muertos, pero parecía que los que quedábamos podríamos salir bien parados. Sólo teníamos que sobrevivir unos cuantos minutos, suponía que una hora a lo máximo...

 

Bajamos los tres al salón al darle la buena noticia a Andrés, que a lo mejor así salía de su estado de shock. Imaginé lo que había pasado en cuanto Oí a Pedro gritar, no quise mirar, no a Andrés, que había sido mi amigo de toda la vida, mi hombro para llorar, mi compañero de instituto, mi...

 

No quise mirar, pero lo hice. Otra vez la sangre, tanta en tan poco tiempo... Luis vomitó encima de mi camiseta, mientras Pedro abrazaba el cuerpo inerte de Andrés, yo creo que me desmayé. No lo recuerdo, tengo la situación confusa, lo siguiente que recuerdo es estar en una habitación con Luis. Mi novio, estaba aterrorizado, me miraba mientras las lágrimas acudían a sus ojos y me decía que no quería morir. Era lo único que repetía una y otra vez, “por favor, por favor, no quiero morir”. Y lo único que pude hacer por él fue abrazarlo y jurarle que lo protegería de cualquier cosa, que no dejaría que nadie le hiciese daño.

 

Lo siguiente que recuerdo fue despertarme en el hospital. No, no recuerdo nada más.

 

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Todo el mundo en la sala aguantó la respiración mientras el muchacho terminaba su relato. Era obvio que decía la verdad, o al menos lo que el creía que era verdad. El abogado defensor se puso en pie y se dirigió al juez.

 

-Señoría, creo que ha quedado demostrado que mi cliente sufre un trastorno mental. Pero por si su versión de los hechos no es suficiente, aquí tengo un certificado médico del hospital psiquiátrico donde lo internaron después de los hechos.

 

 

El juez leyó el papel que le tendía el abogado y suspiró. Era horrible que alguien tan joven pudiese cometer aquellas atrocidades, por el simple hecho de que su cerebro no funcionaba como el de los demás...

 

Al final la snetencia dicto que Arturo sería internado en un hospital psiquiatrico, del que no saldría hasta nueva orden. Previa verificación por parte del hospital de que estaba en condiciones de volver a integrarse con la sociedad. Nadie recurrió la sentencia, ni siquiera los padres de los otros chicos, sabían que aunque aquel chico era un asesino y aunque lo culpasen por ello, él no comprendía lo que había hecho, no aún.

 

Luis se acercó a Arturo, que todavía parecía confuso y que no entendía nada de lo que estaba pasando. Aún no podía perdonarle lo que había hecho, pero sabía que el tiempo lo curaba todo y que su amor era más fuerte que cualquier brote psicótico. Se acercó un poco más despacio, para que no notasen su presencia. Y antes de que el guardia pudiese detenerlo, le dio un fugaz beso en los labios a su amor y le dijo. -¡Te estaré esperando!

 

Sí, lo que había pasado era horrible y él mismo había visto como su novio mataba a Pedro. También había visto el resto de los cadáveres y sin embargo, a pesar de todo, a pesar de la locura, a él no le había hecho nada, ni siquiera lo había intentado. Por eso sabía que estaría bien, que los dos lo estarían.

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Notas finales:

Esto lo escribí en un ataque de ira asesina hacia mis profesores, después de un examen especialmente difícil. Era esto o liarme a tiros, creo que es mejor esto ^___^ (Al menos más sano para ellos)


GLOSARIO


L: En España desde que te sacas el carnet de conducir hasta que pasa un año(creo que es un año, servidora aún no se ha sacado el carnet), tienes que llevar una L de plástico bien visible en la luna trasera, para que el resto de conductores sepan que eres un novato.


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