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SECRETOS, MENTIRAS Y VERDADES DE UN AMOR EGOISTA por DRAGIOLA

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Notas del capitulo:

Luego de mucho desear aquello, ahora Ahikiko Usami se veia en la disyuntiva de obtenerlo o perder al ser amado, lamentablemente para el inocente él no estaba dispuesto a perder a un segundo ser querido.

                                                 LA DECISION

 

 

El niño corría hacia la calle sin percatarse del peligro que corría, enseguida vio como un hombre lo agarraba del brazo y violentamente lo jalaba hacia el, por un momento quiso intervenir pero luego pensó en que ese no era su problema, mas al ver con mayor detenimiento de quienes se trataba no pudo evitar acercarse.

 

Ya habían pasado meses desde que no les viera y a decir verdad no le preocupaba mucho, a decir verdad el no era del tipo de personas que gustara mucho de los niños.

 

El pequeño estaba a punto de llorar cuando le vio, al parecer su sola presencia hizo que esto cambiara y abruptamente corrió abrazarlo muy alegre.  Su cabellera castaña era lo único que veía en ese momento, apenas y le llegaba a la cintura, baya que era bajito, pero que esperar de un infante de cuatro años.  Por otra parte estaba el padre, un moreno de ojos azules que le miraban fríamente, dándole un saludo que el sabia  bien solo era mera cortesía.

 

Como llegaron a la cafetería, ni el mismo lo sabia bien, lo que si tenia claro es que todo fue a causa del pequeño que era la viva imagen de su amigo de infancia.

 

-Hiroki- dijo sin pensar.

 

-Si, es increíble como se le parece verdad- contesto el de cabellera negra viendo a su niño hacer fila para el baño.

 

Pudo notar como de esa escueta sonrisa apareció una amarga mirada en su rostro, era claro que dicho tema aun afectaba al pediatra, pero que le iba  a hacer, no dejaría de mencionarle solo porque el no lo soportaba, ya debía comenzar a acostumbrarse a la realidad.

 

-Como han estado- dijo Usami queriendo pasar rápido esos minutos que por fuerza se obligaba a tener con aquel sujeto de vez en cuando.

 

-Bastante bien, gracias- contesto el peli negro bebiendo su taza de café.

 

-Y el…no ha sufrido otro accidente- dijo señalando con la mirada al menor que ya no se encontraba en la fila si no que mirando unos pasteles  de una vitrina del local.

 

El moreno algo molesto agacho la mirada para luego hacerle frente.

 

-Mi hijo esta perfectamente bien Usami sensei-

 

-No tienes porque molestarte, solo era una pregunta- dijo igual de molesto el escritor pero dejando claro que no estaba arrepentido de la insinuación.

 

Ambos hombres vieron como el niño corría de un lado para otro con algo en la mano, apenas le vio haciendo el intento de levantarse le agarro del brazo para que se volviera a sentar, de mala gana lo hizo pero no sin antes ver que lo que sostenía el menor era un puñado de servilletas. 

 

Jamás entendería que vio en el su amigo, si bien era cierto Hiroki nunca fue una persona tranquila y muchos podrían catalogarlo hasta de cascarrabias, no podía evitar hacerse esa pregunta, mas cuando recordaba como el menor le llamara aquella tarde apenas susurrando en medio de un sollozo eterno que produjo por primera vez que la responsabilidad que tomara con su amigo al saber que estaba en cinta lo tuviera por fin con el menor.  Fue así como el gran Usami sensei por primera vez en su vida, dejaba botado todo, sin que estuviera de por medio al gran amor de su vida. 

 

Por primera vez en su vida sintió ganas de matar a golpes a alguien que no mirara lascivamente a su novio, de arrebatar aquel pequeño de los brazos de ese monstruo que tenia por padre y de gritarle al mundo de que era su hijo.  Desde entonces intento de estar mas pendiente de él, hasta lo había llevado a casa en varias oportunidades, con algo de recelo, ya que pensaba que esto molestaría a su adoración, pero como siempre estaba equivocado, tal parecía Misaki y el pequeño se llevaban de maravilla, lo cual produjo un poco de celos al escritor provocando que nuevamente fuera dejándolo en el olvido.

 

-Me pregunto que diría si viera en lo que me he convertido- dijo el hombre agachando la cabeza.

 

-Que eres un maldito- contesto sin remordimiento alguno el escritor.

 

-Tiene razón Usami…eso es lo que soy-

 

El silencio se adueño del lugar por un par de segundos hasta que se vio roto nuevamente por el peli negro.

 

-Debí ser yo…y no él…el si hubiese sido un buen padre- decía tristemente el oji azul.

 

-No se si eso fuese así, pero de una cosa si estoy seguro, Hiroki jamás le habría levantado la mano a un ser querido- 

 

El moreno quiso reírse al escuchar aquel comentario, sin quererlo había rememorado las cuantiosas veces que su amado le lanzara un sin fin de libros al molestarse con el y como luego le curaba amorosamente para después pedirle perdón pero siempre culpándolo de lo ocurrido.

 

-¡Jamás lo habría hecho con alguien tan desvalido!- dijo molesto el escritor al adivinar lo que pensaba el moreno.

 

-Sabe, cuando me entere de su estado estaba en shock pero a la vez muy feliz, al fin seriamos una familia, por fin lo había atrapado, jamás se iría de mi lado, eso fue lo que pensé pero…- dijo en tono bajo mirando en dirección del baño de donde aun no regresaba el menor.

 

-Las cosas son así- contesto escuetamente el escritor recordando como su amigo le había contado una tarde cualquiera su gran descubrimiento, como su rostro compungido le mostraba que en cualquier momento caería en una de sus crisis y lo orillarían a cometer una estupidez que luego terminaría por arrepentirse.

 

-El nunca me dijo nada pero creo que lo pensó, si tan solo me lo hubiese dicho,…yo me hubiese negado pero creo que luego hubiese terminado aceptando porque lo amaba-

 

-No digas tonterías, Hiroki nunca lo hubiese hecho- dijo lo mas seriamente posible intentado de que sus palabras se escucharan creíbles, porque sabia bien que aquello no estuvo lejos de la verdad.

 

-No es que no le quiera, pero lo preferiría a él mil veces a ese pequeño que me lo arrebato-

 

Un golpe en su coronilla no se hizo esperar y es que eso era lo máximo que podía aguantar Usami a esas alturas, si bien el jamás amo de aquella forma a su amigo de infancia, nadie podía decir que no lo quisiera, no por nada había compartido con él una gran parte de su vida, aun con sus rabietas. 

 

-Yo también lo extraño pero no por eso me desquito con inocentes- 

 

Pudo notar la sombra que se cernía en aquel sujeto que fuera conocido como el doctor amabilidad, era densa y amarga, aunque no lo deseaba, podía comprender como se sentía, si algo similar le llegara a ocurrir a su Misaki…no, no debía pensar en ello.

 

Unas risas los sacan a ambos de sus pensamientos, el pequeño ha regresado y alza sus manos para que su padre vea que estas están limpias, el moreno asiente sin verlo a la cara, mientras un peli plateado se prepara para mancharse.

 

-¡Tío no te vayas!- grita enseguida el menor abrazándole con desesperación.

 

-No soy tu tío- dice fríamente el escritor a lo que el niño lo ve con ojos acuosos.

 

-Soy tu padrino- responde enseguida para corregir el mal entendido y evitar así el llanto del menor.

 

-Vamos Hitori, suelta a Usami sensei que ya debe marcharse, el es un hombre muy ocupado- dice el moreno tomando del hombro al menor, lo cual no agrada mucho al peli plateado.

 

-Lo soy… pero no para quienes quiero- responde el escritor acariciando la cabeza del pequeño.

 

Se despide algo receloso del moreno pero no sin antes asegurarle a su ahijado que dentro de un par de días ira a buscarle para salir a pasear, los gritos eufóricos no se hacen esperar y la molestia de ambos hombres tampoco, pero a diferencia de uno él sabe disimularlo a la perfección.

 

Hiroki, no sabes cuanta falta le haces a ese par pensaba mientras se dirigía a su departamento.  Una luz roja lo detiene y sin querer mira aquel asiento en donde llevara a su amigo el día del parto.  Todo ocurrió por un simple azar del destino, desde encontrárselo por casualidad, hasta el haberlo obligado a montarse en el carro, lo cual un castaño cascarrabias habría hecho de muy mala gana al escuchar la amenaza que le hiciera.

 

-Vean todos un hombre embarazado- eso iba a gritar a todo pulmón cuando un alterado Hiroki subió sin darle tiempo siquiera de salir del auto. 

 

No podía evitar mirarlo, baya que estaba grande, el que siempre fue tan delgado ahora exponía una voluptuosa panza de casi nueve meses, esa misma que se negaba a mostrar en publico y por lo cual se había encerrado en su departamento desde el quinto mes, por lo cual se preguntaba que seria tan importante como para hacerlo salir de su auto encierro, el mismo que le impedía verle cuando le iba a visitar, porque aunque el lo negara, sabia bien que todas esas veces que parecía no haber nadie adentro era una simple treta de su amigo para no se avergonzado por él.

 

El viaje fue tranquilo, le pregunto un par de cosas de rigor para su estado y se ofreció a llevarlo hasta su casa, lo cual el no agradeció pero tampoco negó.  En el trayecto el sueño se apodero del castaño y justo en una luz roja se atrevió a hacer algo que sabia bien no seria del agrado de su amigo, pero bueno, que mas daba. 

 

Realmente era calida aquella sensación, algo se removía en el interior de su amigo, lo podía sentir con la palma de su mano, una fugaz sonrisa apareció en su rostro y enseguida fue borrada al recibir un violento golpe por quien estaba enfrente suyo.

 

-¡Idiota eso duele!-

 

-¡Pues que bien, que crees que haces baka Ahikiko!-

 

-Pues que va ha hacer, saludando a mi ahijado- contesto el escritor mientras se sobaba su adolorida nariz.

 

-¡Pues hazlo cuando salga!, ¡pervertido!- gritaba molesto el castaño abrazando su vientre protectoramente.

 

En esos momentos Ahikiko Usagi se hacia valer de todo su autocontrol para no regresarle el golpe a su amigo de infancia, “recuerda su estado, recuerda su estado”, se decía una y otra vez mentalmente.

 

-Uffff-

 

-Eso debería decir yo- dijo algo molesto el escritor al escuchar a su acompañante quejándose.

 

-Baka-

 

-Y ahora que hice- dijo molesto el escritor sin percatarse del rostro descompuesto de su amigo.

 

-Ahaa, mmm-

 

Alcanzo a escuchar gemir al castaño y un pensamiento sucio paso por su mente para luego mirar con algo de molestia a su amigo al recordar que el no era su Misaki, fue cuando se dio cuenta que algo no andaba bien.

 

-¿Qué tienes?- pregunto serio el peli gris.

 

-Na…da…¡aaa!- gemía de dolor el castaño.

 

-¡Idiota, no vayas a parir en mi carro!- dijo alarmado Usami al darse cuenta de lo que pasaba.

 

-¡Ahikiko, idiota, baka, no es eso!… ¡aaa!- alegaba sin éxito Hiroki.

 

-¡Si como no y yo soy el idota que te cree!-

 

En seguida, aun con las replicas de su amigo lo llevo presuroso hasta el hospital, la espera parecía eterna, mas porque aun sin desearlo tuvo que quedarse en la sala de espera soportando a un sin fin de familiares ajenos que le decían que no debía preocuparse, que su esposa estaría bien y que de seguro su hijo nacería con bien. En esos momentos solo quería corregir aquella equivocación pero enseguida llegaba otro individuo nervioso ofreciéndole un cigarro y por ende cerrándole la boca.  Por fin luego de dos hora de darle aviso, un moreno llegaba hecho un atado de nervios preguntando por su pareja, apenas le informo con detalle lo ocurrido se disponía a marcharse pero entonces una enfermera lo detuvo para informarle que su hijo había nacido.  Casi por inercia indico con el dedo a quien tenia al lado, por nada del mundo quería que le achacaran a un crío que no era suyo y menos que el verdadero padre se desquitara con el por algo que jamás paso.  Tras comunicarles el sexo del bebe la mujer agacho la cabeza, ambos hombres comprendieron que algo no estaba bien y enseguida un peli negro exigió saber como estaba su pareja, un lo siento salio de la boca de la mujer y por primera vez en mucho tiempo Ahikiko olvido por completo el motivo por el cual deseaba regresar lo antes posible a su hogar.

 

 

 

Todo estaba listo para cenar, como siempre su adoración le preguntaba si se bañaría primero o si lo haría después y como siempre el lo agarraba con firmeza por la cintura plantándole un feroz beso a lo cual él se resistía en un principio, mas dejándose llevar después.  Pero esta vez era diferente, justo cuando estaba desabrochando su camisa el joven castaño lo detuvo, aun con su insistencia, él parecía estar decidido a no dejarse amedrentar por el mayor.

 

-Debemos hablar Usagi-san- dijo algo nervioso el castaño a lo cual el peli plateado asintió un tanto molesto.

 

-Veras…yo-

 

Todo estaba en blanco, lo que acababa de escuchar era correcto, si, lo era, las pruebas estaban frente a él, pudo rememorar como molesto hasta el cansancio al menor en ese tiempo, como insistió en llevarlo al medico con variadas excusas y como a su pesar descubrió que no seria padre como su amigo.  Pero ahora aquella felicidad que creyera sentir tras recibir dicha noticia, solo se transformaba en terror.

 

El medico había sido claro, Misaki estaba bien, pero aun así debía tener uno que otro cuidado especial por tratarse de un hombre, “un caso especial”, eso había dicho.  El parto seria natural, mejor así, pensó, no tendrá cicatrices en su bello cuerpo pero luego recordó con terror que así fue como su amigo había muerto y el miedo se apodero de el, exigiéndole al medico realizar una cesaría, a lo cual su adoración le reclamo que el no era medico para opinar sobre eso.

 

Dos meses, eso era lo que tenia de gestación su amante cuando se enteraron de su estado, los días pasaban y los nervios se acrecentaban en su interior, como no, si a Hiroki le habían dicho lo mismo, todo iba bien hasta el día del parto, cuando dio a luz y repentinamente tuviera una hemorragia.  Podía recordar con claridad los alaridos de dolor del tal Nawoki al entrar en el cuarto en donde dejaran a su amigo, como el medico nuevamente confundiéndolo le explicaba que aun habiendo realizado una cesaría el resultado habría sido el mismo, ya que como le explico, en esos casos de diez hombres la mitad morían en el parto, entonces el molesto le preguntaba si en algún momento le informaron de eso a su amigo y como el doctor agachaba la cabeza alegando que el no era su medico de cabecera y que eso era responsabilidad  de este.  Claro que lo era, así como el medico de Hiroki, el que les había atendido tampoco comento nada de los riesgos de aquel embarazo, por lo cual se cito en privado con este, lo que pareció no sorprender al sujeto.  Luego de media hora de platica todo quedo claro, ningún medico se atrevía  a decir los peligros de un parto de varón, ya que muchos se querían hacerse de un caso de estos para agregar a su curriculum, al escuchar esto, Usagi quiso golpear al doctor, lo único que lo evito fue el hecho que aun necesitaba su ayuda y que una asustada enfermera amenazaba con llamar a la policía.  Fue así como salio de aquel consultorio resuelto a solucionar su problema.  Con firmeza sostenía aquel frasco que le diera el medico, sin saber realmente si se atrevería.

 

El té estaba servido, Misaki estaba contento, desde que su amante se enterara de su estado estaba mas al pendiente de el, no que antes no lo estuviera, pero ahora no solo lo veía con lujuria, si no que con ternura y era mas cariñoso con él, lo cual lo alegraba.

 

Le beso en la frente tomando su tazón de café, definitivamente eso era lo suyo, se fue hasta su despacho y ahí espero, mirando através de la ventana.

 

-Hitori- dijo esbozando una sonrisa.

 

Su pequeño ahijado pasaría perfectamente como hijo de su adoración, con aquellos cabellos castaños, además de su dulzura, realmente era increíble que fuera hijo de esos dos, lo único diferente eran esos ojos azules pero que mas daba, lo importante era que su amado lo quería y que seria un mejor padre que aquel moreno golpeador.  Estaba seguro que si se lo pedía se lo entregaría, después de todo en mas de una ocasión lo había insinuado cuando el pequeño nació, es mas, si se llegaba a negar y era preciso, hablaría con los padres de su amigo. Si era necesario mentiría diciendo que era el verdadero padre del menor, después de todo para nadie era secreto como pensara Hiroki, de sus sentimientos hacia el, que aunque fueron borrados por la aparición del moreno, no todos estaban enterados de ello por lo cual tenia las de ganar.

 

Respiraba con dificultad, su tazón estaba aun lleno, podía sentir el aroma del café metérsele hasta los pulmones, desdaba olvidar pero sus pensamientos siempre regresaban a lo mismo.

 

-Perdóname Misaki, pero antes que perderte…-

 

Si, Hitori seria un buen hijo, el sabría llenar aquel vacío que quedara en su amado, el jamás sufriría por tener que escoger entre su vida o la de…mejor así pensaba el escritor dejando resbalar una lagrima por su mejilla.

 

-¡USAGI-SANNNN!-

 

Escucho gritar a su amado con desesperación y aunque en un principio quiso correr a socorrerle se detuvo, no debía.  Podía escuchar como le llamaba agónico y suplicante en medio del llanto, mientras el haciéndose valer de todo su autocontrol se refrenaba en esa maldita habitación odiándose desde lo mas profundo de su corazón. 

 

Alguna vez lo perdonaría, no, nunca lo haría, por eso no se lo dijo, por eso nunca lo sabría.  Dejo caer al suelo la taza de café que se hizo añicos apenas tuvo contacto con este, respiro profundo y un solo pensamiento cruzo su mente mientras iba en ayuda de su castaño.

 

 

“Perdóname hijo”.

 

 

 

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

Estoy subiendolos en el orden en que los publique, no quiero desordenarlas, claro esta que los resumenes son diferentes, lastima me gustaban los originales, pero que creen, se me olvido copiarlos y no los tengo en borrador por lo cual a usar mi cabecita otra vez, ni modo, no.


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