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All The Damn Kids por Meru-Keep Alive

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Notas del capitulo:

Bu-bueno, este es el primer fic que subo (gracias a la insistencia de determinadas señoritas cuyo nombre no escribiré, por respeto y porque ellas ya saben quiénes son... xD) Espero que les guste y... creo que no se me olvida nada más...

Así que nada. Disfrutadlo. 

 

Habían pasado ya siete meses desde el día de la catástrofe.

Unos lo habían llamado liberación; otros, carnicería. Otros simplemente preferían cerrar los ojos y fingir que nada había pasado, aunque esto se complicaba con el paso de los días.

Los peores crímenes de la humanidad se cometen siempre en nombre del bien común, y aquella vez no había sido diferente. La Emperatriz, la mujer sin rostro que ahora era soberana de los Cinco Reinos, explicaba que su rápida revolución había sido para librar al pueblo de la vida insustancial y supuestamente oprimida que llevaban. Tras unos años recorriendo los Reinos junto con su guardia, los mercenarios, para difundir su mensaje, todo había terminado con un golpe a la Casa de Mayo, en la que vivían el presidente, los ministros y sus familias. Una auténtica masacre de inocentes.

Para conseguir hacerse con el poder, había recurrido a un grupo de jóvenes entrenados por los mercenarios para convertirse en auténticas máquinas de matar. Rastreadores, retratistas, asesinos,… eran simples números dentro del Régimen. Por eso, una vez dejaron de ser útiles, era necesario acabar con ellos.

Sabían demasiado.

En un principio se les había llamado “Hijos de la Revolución”, ahora no eran más que apestados que huían por los Cinco Reinos en un intento desesperado por escapar de los mercenarios de la Emperatriz. Desesperado e inútil.

Luka era uno de ellos. Lo cierto era que ya nadie le recordaba por aquel nombre, pero no era algo que le preocupase. Llevaba tanto huyendo que todo lo que fuese cambiar de identidad le resultaba útil. Luka tenía 15 años y era rastreador. Esto significaba que era capaz de detectar las auras de la gente y así podía localizar a cualquiera en cualquier parte del mundo, por muy bien que éste se escondiera. Siempre le habían dicho que era uno de los mejores, pero ahora mismo eso no era más que inconveniente. Al tener un aura más fuerte que la del resto de la gente “normal”, también era más vulnerable ante los demás rastreadores.

Estaba cansado de huir. Le dolía todo el cuerpo, pero no podía parar de correr. Aún no.

Su respiración sonaba entrecortada y el eco del callejón multiplicaba el sonido de sus pasos, haciendo que se tuviese que volverse cada dos por tres para comprobar que no hubiese nadie siguiéndole. Las lágrimas le rodaban por las mejillas a intervalos irregulares, por culpa del miedo y la ansiedad, mientras mantenía sus enormes ojos oscuros escrutando la noche. Su cabello, de color rojo intenso, destacaba en el paisaje gris y negro a pesar de que intentase ocultarlo dentro de la capucha de su abrigo. Nadie habría dicho que aquel muchacho pequeño y frágil había sido capaz de matar a cualquiera en menos de dos segundos. Nadie habría dicho que llevaba una pistola oculta en uno de los bolsillos.

Una silueta oscura se recortó contra la luna al final de la estrecha calle, haciendo que el chico se detuviese en seco. Su cuerpo estaba en tensión, listo para atacar si era necesario. El desconocido se acercó con paso calmado, hasta quedar justo frente a Luka. Se trataba de un hombre que debía estar cerca de los 35 o 36 años, con el pelo castaño oscuro y unos bonitos ojos rasgados del mismo color. Sin ningún esfuerzo, hizo retroceder al muchacho hasta que quedó acorralado contra la pared.

-¿Cómo te llamas? – preguntó con voz suave.

El pelirrojo se secó las lágrimas a la manga del abrigo, sorbiendo por la nariz.

-Lu… - sacudió la cabeza, interrumpiéndose de golpe – Fénix. Me llamo Fénix.

Luka sentía que había muerto el día del golpe de estado, había muerto en el momento en que había disparado contra gente inocente. Y no volvería.

El hombre le sonrió con amabilidad, ladeando ligeramente la cabeza.

-Y eres rastreador, ¿no es cierto? – continuó con calma, sin cambiar el tono de voz.

Él asintió sin pararse demasiado a pensarlo. Si aquel tipo era uno de los mercenarios enviados para cazarle, aquella respuesta podía suponer su propia muerte. Pero no le importaba. Ya no.

-Me llamo Death – se presentó el desconocido – He venido a ayudarte.

 

Notas finales:

El prólogo es un poco breve, lo sé u.u Pero los capítulos que le van siguiendo ya tienen mayor extensión.

Las críticas (destructivas o no) siempre son bienvenidas^^


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