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Los secretos de este dia por Urd20

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Notas del fanfic:

Historia corta que creo volvere una especie de serie XD jajajja... en fin. Diviertete leyendo n.n

Notas del capitulo:

Agradecere mucho sus comentarios XD jajajja... y no se tal vez con eso me anime a alguna clase de conti n.n

Pd. Si tienes tiempo libre jajaja te invito a que visites mi blog http://escritoriourd.blogspot.com

Era esa chica que por décima vez tocaba la misma puerta marrón oscura, La misma mujer de cabello corto color negro azabache, Sin duda también era la persona que vi ayer.

 

Me preguntaba porque tocaba tan insistentemente esa puerta, que le traía tan fascinada o angustiada, para cada día manejar su auto azul, un modelo demasiado antiguo para recordarlo, parecía que en cualquier minuto se malograría y la vería empujando ese vejestorio para que arranque.

 

La mujer no tendría más de 25 años, vestía una falda blanca, un polo con un escote que en el caso de ser yo un individuo del sexo masculino, me provocaría mirarla ahí, en ese sito, antes que a sus ojos. Esa señorita que con ese tocar: bam, bam, bam, se veía tan interesante. Tan llena de vida.

 

Su rostro, después de que despegue mis ojos de su anatomía tan sensual… si, lo tenía que admitir. Incluso siendo yo una mujer también, esa chica me resultaba atractiva.

 

Toco por onceava vez la puerta de mi vecina; y supuse que era el primer intento de este día, normalmente volvía luego de un par de horas y repetía el mismo acto; sin obtener respuesta de nadie en esa casa. Ayer me dio ganas de preguntarle si podía ayudarle en algo, que me deje el recado y con gusto se lo entregaría a Elisa.

 

Elisa, mi vecina desde hace unos 5 años. Después de haber logrado hacer que sus padres, ambos ya ancianos, fueran aceptados en el asilo. Se había apoderado de esa casa, la que con tanto esfuerzo sus progenitores se empeñaron en construir, en adornarla. En hacer de esa “caja de cuatro paredes” un hogar. Un lugar que emitía dulzura, recuerdo cuando niña pasaba por ahí, me recordaba del cuento de Hanzel y Grettel y  la casita de chocolate. Seria verdad que vivía una bruja en tan bella vivienda. En ese tiempo me costaba aceptarlo, sin embargo luego de conocer a Elisa, me di con la gran noticia de que era cierta. En esa bella casita aparte de esos adorables ancianos, que me ofrecían una tacita de leche caliente con chocolate; existía un ser de cabellera roja, con unos ojos grandes que mantenían cierta altivez para con todos. Como si le apestara el mundo que se encontraba a su lado, que ella era la princesa de un reino nunca descubierto.

 

La chica de cabello rojizo, o como solía llamarla secretamente “hell girl”, había conseguido una victima mas a sus tretas. Ya no era nada desconocido para los que vivíamos en la misma cuadra, que a esa mujer arpía lo único que le agrada mas para subir su ego, era tener el titulo de haberse acostado con un hombre diferente cada semana. La casita de chocolate de mi niñez se transformo en un burdel clandestino de esa tipa y sus conquistas.

 

Aunque eso no me molestaba tanto, lo que si me provocaba ligeros resortijones en el estomago, y un gran dolor de cabeza en las mañanas; era sin duda, la forma tan brusca de terminar con los pobres chicos. Se volvió común que cientos de chicos de todo tipo, altos, bajos, guapos, no tan agraciados, con voz chillona, con voz gruesa, para que enumerar, nunca acabaría.

 

En general esta especie que a veces pienso no pudo recibir la cantidad de neuronas normales, venia a rogarle a la bruja esa que no los abandonara. Le rompían la puerta, le lloraban, le mandaban flores, se quedaban a dormir en el jardín y todo para que ella los despreciara aun más.

 

Todos los humanos seremos masoquistas, eso me vino a la mente, luego de que por un mes completo no viera mas a esos varones lloriqueando en la vereda de su casa, esperando a que vuelva del trabajo para clamarle a todo pulmón su amor incondicional. Esas noches que tenia insomnio por su culpa, hasta daban ganas de decirle que deje entrar al muchacho a su casa le de lo que quiera, con tal de que deje de aullar. Ni mis perros podían ponerse tan nostálgicos cuando su dueña no les hace caso. No hace falta decir que amo a mis mascotas, y nunca les trataría así. Sobretodo a fully mi pequeñín pastor alemán.

 

Cuando me encontraba con mis otros vecinos y vecinas, para todos se volvió el chisme el porque la “chica de fuego” no traía mas pretendientes. Algunos afirmaban que sus padres se enteraron de todo y la denunciaron para informarle que si seguía con esa vida libertina la desheredarían, por lo que ni la casa seria de ella. Me puse a pensar en esos dos viejitos diciéndole eso a la malcriada de su hija, un NO apareció. Ella era capaz de mandarlos matar antes de que sus padres toquen lo que según ella era su “propiedad por derecho”.

 

Otra de las hipótesis que se corría en esos días era que se había enamorado, ¿desde cuando los demonios tienen sentimientos? Imposible. Entonces la otra opción era que había adquirido una de esas enfermedades por acostarse con tantos. Era lo mas lógico, y hasta sentía una pizca de pena si ese fuera el caso.

 

Mas los rumores cesaron, cuando a partir del siguiente mes ya no eran chicos los desesperados por entrar en mi ex casita de chocolate. No, hasta esa especie humana había decidido abandonar sus planes por lograr que hellgirl se enamore. Entonces, ni más ni menos, chicas de todas formas y colores empezaron a rondar la vivienda de la pelirroja. Algunas mas discretas evitaban armar escándalos, le hablaban en voz baja pidiéndole una segunda oportunidad.  A lo que ella en esa actitud egocéntrica, les decía que jamás. La he oído sin querer un día que una dulce muchacha rubia le lloraba y jaloneaba del brazo, para rogarle que no la abandone, que era el amor de su vida. Me hice la desentendida del asunto y di la espalda a esa pelea de “parejas”. Elisa me vio, y me sonrió, divertida de la situación. Sin un ápice de pena, literalmente la boto a la rubia. Acercándose hasta donde yo estaba para saludarme con un “buenos días vecina”.

 

Eso era tremenda desfachatez de su parte, dejar a la pobre muchacha en su agonía, y venir a saludarme afectuosamente, como si alguna vez se le pasara por la cabeza que yo y ya seriamos las más grandes amigas del mundo. ¡Oh no!

 

Ya iban como 3 meses desde que comenzara a salir con chicas mi vecina, y no es que llevara apuntando en mi agenda todo lo que hiciera con su vida. Total, yo también tengo la mía. Soy tranquila, no he armado escándalos nunca, y hasta cuando organizo fiestas en mi casa, muy pocas pero una vez al año suceden, trato de no poner la música en alto, no quiero molestar a nadie. Además de que no vivo sola, mi hermano pequeño esta a cargo mío, por lo que tengo que ser un ejemplo para el. Sólo espero que esa bruja arpía no ponga los ojos unos años mas adelante en mi hermanito. Juancito es inocente pero ya va en la adolescencia. Y en esa época es donde los varoncitos piensan menos con su cerebro de arriba y más con el de abajo.

 

 

 

Y un bam, bam, me saco de mis pensamientos. La chica pelinegra se rindió de tocar la puerta de Elisa. Seguramente otra de sus victimas que quiere volver a sus brazos. Me lleno la cabeza de suposiciones de cómo una tipa como esa tiene a tantas chicas guapas a su alrededor; pues que tendría en su casa. Tal vez mi idea de que es una bruja no era lejos de la verdad. Una bruja en carne y hueso, de esas que preparan pociones para conquistar el corazón de los humanos.

 

Porque una chica guapa como esa pelinegra, se empeñaba por semanas en regresar con hellgirl. No era cuestión natural cegarse tanto por una persona; lo de enamorarse lo he sentido pero nunca a tal punto de olvidarse del orgullo propio y suplicar de rodillas por amor. No, eso me es tan lejano. ¿Desde cuando el amor se rebajo a tal estado?

 

De las chicas que salían, entraban en la casa de mi vecina. Esta muchacha había capturado más mi atención. Me pasaba mirándola a través de mi ventana esperando a que de casualidad se acercara a hablarme, aunque sea para preguntar a que hora volvía Elisa.

 

Se había vuelto mi pasatiempo morboso, vigilar a esa extraña todos los días, esperaba el momento cuando ya escuchaba el ruido de un auto cayéndose a pedazos, para ir a toda velocidad a mi habitación. Desde la ventana de mi cuarto tenia la mejor vista a la casa de mi vecina. Incluso compre unos binoculares en EBay, me volví una detective, o creo que el termino adecuado es “acosadora”. Me obsesioné con la chica que tocaba constantemente la puerta al frente de mi casa.

 

“Mi Maga”, la comencé a nombrar internamente así; creo que se debe a leer una de las tantas novelas de Coelho tuvo mucho que ver en ese apodo. Me gustaba verla dando vueltas a la casa de Elisa, y quien sabe esta mal vigilar a una completa desconocida, pero si yo hacia eso es por su culpa. Nadie le pidió que se pusiera esa ropa tan sexy que se acomoda a la perfección a su esbelta figura, nadie le dijo que se acostara con mi vecina para luego pasarse las semanas tocándole la puerta. Nadie la obligo a que pusiera esas expresiones de cachorrito bajo la lluvia con la pata herida por culpa de un atropello, y que lleva más de 2 semanas sin comer.

 

Algo dramática mi descripción, mas era lo que me provocaba, yo quería adoptar a ese cachorrito. Y no me pasaba por la cabeza que la susodicha y yo podíamos ser distintas, como polos opuestos que jamás se atraerán. Quien sabe es de esas neuróticas por los tatuajes, o si no las chicas todas melosas como chicle, o las depresivas que a cada idea le ven un huracán de problemas. No tenía ni la más remota idea de que carácter tenía “mi maga”.

 

Lo que si era seguro, es que si yo no tomaba un paso, jamás se enteraría de mi existencia. Ni mi nombre, ni que voy un par de semanas siguiéndole los pasos; tomándole fotos desde mi ventana, haciendo fotomontajes en photoshop donde ella y yo nos vemos todas amorosas. Linda pareja. Muy bonita pareja.

 

Veo a la señorita hot deslizar un papel por debajo de la puerta de Elisa, y cuando se agacha… ¡oh vaya!, que vista, que vista señores y señoras. El tener unos binoculares, el equipo de filmación activo, y mis demás implementos tecnológicos me ayudaron a observar esos muslos duritos, ese trasero bien formado, incluso esas braguitas que usaba. Azul.

 

Definitivo, ese espectáculo me excito, me puso en el mas vulgar de los vocabularios, mi mente quería descubrir como era debajo de esa prenda diminuta, sentí un subidon de calentura; no era fiebre. Es esas ganas más básicas del ser humano, tomar a esa dulce criatura y hacerla gemir por horas; recorrer sus piernas, mi oasis en el desierto. Suerte que tenía la puerta de mi cuarto cerrada, porque pasó lo que menos esperaba. No aguantaba las ganas, y repetí con mi computadora el momento exacto cuando esa señorita me dejaba conocerla más íntimamente. Con el video en mente, no quedaba otro asunto que darle trabajo a mi mano derecha e izquierda.

 

Minutos eternos donde no fue suficiente ese video cortísimo de 45 segundos, así que descargue una de esas películas de contenido explícitamente uhm… “recreativo”, y puse las manos a la obra. Cuando termino la calentura, me acomode nuevamente cerca a la ventana para ver si mi pelinegra me esperaba aun. Lamentablemente ya se subía a su auto.

 

Arrancaba ese motor viejo y malogrado, avanzo dos metros antes de que un sonido fuerte, le diera la noticia a la conductora de que su auto había pasado a mejor vida. Salió de ese montón de chatarra, y tiro la puerta del vehículo con fuerza. No estaba teniendo un buen día la ex de Elisa. La observo entonces hablando por su teléfono móvil, quien sabe a hellgirl, suplicándole que venga a ayudarle o en todo caso una grúa también seria la solución.

 

El clima soleando, le agrego un par de gotitas de sudor a mi pelinegra, se daba aire con una revista, y se apoyo en su auto, que sexy se ponía. Por un segundo se me ocurrió que quien sabe la chica esa, sabia que yo la grababa, que la observaba, y no contenta con haberme producido un orgasmo al solo ver su ropa interior, se deleitaba con hacerme entrar en calor, con que yo la admirara desde la distancia.

 

Un sentimiento de arrebato, adrenalina, y rabia me hizo dejar a un lado de mi cama mis binoculares, cerrar el cierre de mis jeans; bajar a toda velocidad las escaleras de mi vivienda, creo que saltaba de dos en dos las gradas. Entonces veo la puerta de salida, la abro con determinación, hoy esa chica me conocerá.

 

Hoy hablare con “mi maga”.

Notas finales:

Los párpados pesan por no dormir
la lluvia no cesa en tu vivir,
no hay verguenza ajena sin dimitir
ni verdad completa sin descrubir.


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