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Crossroads por UsagiLawliet

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Notas del capitulo:

Ojala les guste, le agradesco a mi amiga Diana por que me dio nombre al fic XD y a mi hija Jeka por aportar ideas :3

Esta un poco corto, lo se, pero primero queria saber si era del agrado de los lectores. Si es así y dejan varios reviews publicare lo demas.

¡LEAN! ^^

       Aquel sentimiento de amor lo aprisiono manteniéndolo en una cárcel oscura de la cual se sentía incapaz de escapar. Su mente se nublaba cada vez que lo veía, le sorprendía como ese chico lograba que sus mejillas se tornaran carmín. La forma en la que su rostro, casi siempre lleno de una tranquilidad e inocencia, le cautivaba. Su olor, siempre tan dulce, le dejaba hipnotizado. Desesperaba el no poder besar de nuevo sus labios, rosados, carnosos; de no poder tocar su piel, suave, blanca y delicada como una bella estatua, hecha con manos expertas. Todos los días lo tenía a su lado y todas las noches el dormía abrazándolo, sintiendo su delineada figura entre la soledad y quietud. Se ponía nervioso y un calor conocido le surgía entre las piernas. Amigos desde la infancia, viviendo juntos por la unión de sus familias desde tiempos inmemorables. Compartían todo: la comida, la cama, los momentos de felicidad, los de tristeza, las risas, las miradas inocentes, los abrazos y hasta el baño, algo que no preocupaba a nadie ya que, viviendo en Japón, ese acto no era nada absurdo y nadie lo veía con malos ojos. Su amado, de nombre L Lawliet, con tan sólo dieciséis años y originario de Inglaterra, al principio tomaba eso como algo imprudente, pero al poco tiempo logro acostumbrarse, de hecho, llego hasta el punto de que solo deseaba compartir tina o cama si era con Light Yagami, considerado como su mejor amigo. Con el se sentía seguro, solo a el le era capaz de mostrarle su frágil cuerpo desnudo de chico aun joven, perdió toda vergüenza existente. Sus familias eran ricas y la costumbre que a las dos regia, consistía en que cada nuevo miembro de la familia Lawliet se debía de casar con el heredero de la familia Yagami y viceversa. Así el dinero de ambos mandos se mantendría seguro y rondando entre los mismos miembros, sin temor de que algo se perdiera. Ambos padres de los jóvenes se sentían culpables de que en esta generación solo pudieron dar a luz hombres. ¿Qué seria ahora de la herencia? L y Light tendría que casarse cada quien con alguna mujer respetable de otra familia, asegurándose que ellas no robaran nada y fueran sumamente honestas. Aún el futuro les sonreía, tenían suficiente tiempo para pensar y conocer a quien seria su compañera eterna. Veintidós años era la edad promedio en la que solían ser obligados a casarse, cuando ya habían logrado una alta reputación y podían mostrar su cara en alto sin temor a nada y a nadie. L con dieciséis y Light con quince, se sentían felices.
       Hace semanas que se saltaban su clase de violín para escapar a alguna parte. Todos los días era un lugar diferente, ya que sus mayordomos conocían los escondites anteriores y, como a unos críos, los arrastraban de nuevo a casa. Desde una semana que fueron a una reserva natural recién abierta, grande, hermosa, tan extensa que suponían que cualquiera podría perderse. Tantos árboles distintos y flores de miles de colores adornaban el lugar y los frutos crecían a placer. Solían tomar algunos y llevarlos a su escondite secreto. Hasta ahora no los habías descubierto. Comida, un lugar en donde descansar, la frescura del aire y de la naturaleza, un lugar perfecto para vivir por siempre, mencionaba L casi siempre, mirando a su alrededor. Ese día, luego de escapar y de dar una cuidadosa inspección, para estar seguros que nadie los seguía, se dirigieron  a una cueva que yacía en las faldas de un pequeño cerró, ubicado en aquella gran reserva. Entraron a gatas, cargando en sus espaldas unas pequeñas mochilas. Recorrieron lo que parecían metros, sin decirse nada, hasta que al fondo se podía ver luz. Llegaron a una caverna, parecía mágica, piedras trasparentes azules colgaban de las paredes, que captaban la poca luz que entraba por un hoyo e iluminaban todo como lámparas hermosas. El lugar era alto, lo suficiente como para estar parados sin que sus cabezas tocaran el techo, podían hasta saltar. Las mochilas fueron lanzadas a una de las esquinas. Eran apenas las dos de la tarde, escaparon mucho ante que anteriormente. Hace mucho que no disfrutaban la compañía del otro con tranquilidad, solo les quedaban las noches para sentir el calor y la alegría del otro, las clases se pusieron duras últimamente.


       -Nos darán un buen castigo, Light -rió divertido. A pesar de que era mayor, su inocencia permanecía intacta, a diferencia de cualquier otro chico de su edad, que en esa época ya están masturbándose una y otra vez. La inocencia de L era pura, esplendida, al igual que todo su ser y su alma.


       -no te preocupes, siempre escapamos de los castigos, ¿no?  -le acompañó en carcajadas. Se callaron unos instantes, disfrutando solamente de estar al lado del otro. El castaño le clavo la mirada. Observo con lucido detalle su cuerpo. Muchos dirían que su amado parecía escuálido y con meses de insomnio cargando sobre sus hombros, sin nada atractivo en verdad. Se preocupo, lo quería para el, completamente para el, algo imposible y que le rompía el alma en miles de pedazos.

       Pasaron mucho dentro, platicando, comiendo las frutas recogidas y cosas que sacaron del refrigerador, a escondidas del cocinero. Riendo de cosas que les pasaron cuando eran mucho más pequeños. El castaño recordó su primer beso con anhelo porque lo robo de los labios de su querido ojeroso, cuando el tenía tan solo siente años. Aunque había sido solo un accidente, el cual L perdono sin pensarlo dos veces. De hecho, no sabía por que su compañero intentaba explicarse con más energía de la necesaria, rogando, completamente sonrojado, que no había sido su intención. Solo fue un pequeño rose de labios, menciono L sonriendo.

       -es que... ¿acaso no entiendes lo que acaba de pasar? -Light lo miro atentamente aquella vez

       -no se a que te refieres, ¿tiene algo de malo un poco de contacto? -inquirió tocando sus labios. Pensaba que, según las tradiciones niponas, si un hombre podía bañarse con otro, ¿estaba mal visto un poco de rose?

       -bueno, no, supongo que no -se resigno, no valía la pena intentar explicarle lo que era un beso, aunque tentadoramente deseaba comprobárselo. Todo ese embrollo, hace unos minutos antes comenzado, fue por culpa de la ropa grande que L insistía en usar. Sus pantalones vaqueros arrastraban y su camisa blanca de mangas largas casi parecía un vestido. El pequeño pelinegro parecía tener el peligro de tropezar en cada paso, y aunque su amigo le dijera millones de veces que seria mejor usar algo más, parecer más presentable. Insistía en su extravagante ropa fachosa. En un paso dado, tropezó, justo como el castaño lo predijo. Estaban frente a frente, así que Light, en un intento de cacharlo, lo sostuvo por la cintura y sus labios tocaron los del otro. Duro unos segundos, fue tan casto y tibio como todos los primeros besos. Light se sonrojo y L continuaba con su cara llena de un ingenuo gesto, pero permanecía algo curioso. Sintió algo extraño, como si algo recorriera su cuerpo, pero jamás pudo decir con certeza que era. Opino más de una vez que esa reacción fue provocada por el susto, aunque en verdad no sufrió ningún susto cuando estuvo a punto de estampar su cuerpo contra el suelo. No busco una razón ni una explicación para la forma rara de actuar de su compañero. Light duro varios días con un color carmín intenso en sus mejillas e incluso rechazaba los momentos en los que L le pedía acompañarlo al baño. Pero eso se paso rápido y el todo volvió a lo normal, según el pelinegro.

       -Light, Light, reacciona -le pedía pasando su mano desesperadamente frente al rostro del aludido. Quien parecía perdido en un mundo de ilusiones, ya que sonreía bastante y un sonrojo adornaba su rostro

       -¿ah?, perdona L -rió nervioso

       -tengo un poco de frio... -susurro su compañero, abrazándose a si mismo. En ocasiones el calor del sol no entraba lo suficiente y su pequeña pero cómoda guarida enfriaba ligeramente. L no soportaba el frio. Light lo abrazo acomodando su cabeza llena de despeinados cabellos negros en su pecho y lo abrazo por la cintura acercándolo  a el. El ojeroso le agradeció y se aferro mas a el. Se sentía afortunado de tener un amigo tan bueno.
       El calor del castaño le reconfortaba, le ponía feliz, le hacia sonreír. Se entristeció un poco al pensar que, cuando se casaran, quizás ya no podrían verse tan seguido como ahora pasaba, porque su prioridad sería mantener su trabajo y reputación en alto, tener a su esposa feliz, cumpliendo con aquellos pequeños caprichos maritales y cuidar con amor inimaginable a sus hijos. Su esperanza seguía firme, pensaba que los hijos de ambos podrían jugar juntos, e imaginaba niños y niñas, de cabello negro y café, corriendo de un lado a otro, creando un bullicio de felicidad extraordinario. Una de sus hijas tendría que casarse con un hijo de Light o viceversa. La familia seguiría unida. Le alegro y soltó un risa burlona, se sentía torpe de temer perder a Light. El castaño lo miro curioso, pero no tardo en reír con el, a pesar de que no sabía por que, la risa de su amado era contagiosa y dulce. Se mantuvieron abrazados unos minutos mas, sin decir nada, en completo silencio, oyendo solamente el corazón de otro.

...

 

Notas finales:

¿reviews? n.n


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