Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por un beso de tu boca. por sasukitsu

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Harry y los demás personajes de la saga no son míos, son de su fantástica escritora, yo sólo los utilizo para mis malvados propósitos yaoistas kukuku

Notas del capitulo:

Hola ^^

Mi primer oneshot de San Valentín XD

Dedicado a mi linda Miko chan, que sabe que la quiero un montón ^^

La canción que sale, es Bésame de Camila

http://www.youtube.com/watch?v=82UbPHDplRw

Advertencias:

Contiene lemon y no es recomendado para menores ni para personas que padezcan del corazón y/o tengan severas hemorragias nasales. Para el resto, disfruten.

 

La imagen no es mía, me la encontré en internet.

                "Porque el amor eterno existe

                para los puros de corazón"

En día cualquiera, en un lugar de pacífica belleza, un soplo de aire llevaba una linda melodía. Las suaves notas bailaban entre los árboles, los suelos rocosos y los parajes solitarios.

 

La melodía parecía dibujarse en el viento, con brillantes notas dibujadas en oro, plenas de magia y pureza.

 

En un claro de un bosque, junto a una bella laguna, una figura encapuchada dejaba sus sentimientos fluir en cada nota, en cada palabra, en cada oración.

 

Bésame, y a destiempo

Sin piedad y en silencio

Bésame, frena el tiempo

Haz crecer lo que siento

 

La armoniosa voz, clara y melodiosa, resonaba en la noche, oscura como ala de cuervo, sólo iluminada por la luna llena.

 

Bésame como si el mundo se acabara después

Bésame, y beso a beso pon el cielo al revés

Bésame sin razón, porque quiere el corazón

Bésame…

 

La joven voz, plagada de sueños, anhelos y diversos sentimientos, parecía derramar lágrimas con cada palabra…parecía gritar su deseo, su necesidad, su amor…

 

Siénteme, y en el viento

Mientras yo…muero lento

Bésame sin motivos

Y esta vez siempre contigo

 

En el bosque, un joven moreno, caminaba con pasos cansados, con un farol en la mano y su varita en la otra, mientras Hagrid le agradecía su compañía y le explicaba no sé qué cosa del periodo de celo… ¿del centauro?

 

El joven de ojos verdes, suspiraba en sus adentros por haberse dejado convencer por el gigantesco hombre.

 

Estaba aburrido, hasta que escuchó un sonido maravilloso…

 

Bésame como si el mundo se acabara después

Bésame, y beso a beso pon el cielo al revés

Bésame sin razón, porque quiere el corazón

Bésame…

 

El joven moreno dejó con la palabra en la boca al semi gigante, y cerró sus ojos, intentando dar con el lugar dónde la misteriosa música provenía.

 

Bésame

Bésame como si el mundo se acabara después

Bésame, y beso a beso pon el cielo al revés

Bésame sin razón, porque quiere el corazón

Bésame…

 

El joven de ojos verdes, corrió como un loco por la espesura y el follaje, llegando a un lugar de belleza salvaje, dónde el bosque ocultaba una hermosa laguna…y una figura encapuchada se vislumbraba.

 

Bésame así sin compasión

Quédate en mí sin condición

Dame tan sólo un motivo

Y me quedo yo…

Y me quedo yo…

Y me quedo yo…

Y me quedo yo…

 

Cuando la última nota salió de los labios de la persona encapuchada, creyó escuchar el sonido de pasos acercándose, y la oscura figura huyó del lugar, dejando a un muy frustrado moreno, que no podía dejar de pensar en un fastidioso Slytherin de ojos plateados y rubios cabellos.

 

-¡Dios!-exclamó el moreno exasperado-¡Qué víspera de San Valentín tan extraña!

 

De piedra se hubiera quedado el joven Gryffindor, si supiera que esa misteriosa figura encapuchada, tenía la rara costumbre de salir sólo la víspera de San Valentín y cantar esa misma melodía… ¿Qué tan especial era esa fecha? Y lo más importante… ¿Quién era esa persona encapuchada?

 

Con un firme movimiento de su varita, Harry hizo un hechizo de memoria al claro, y pronto sintió que la melodía que había cantado la misteriosa figura, cuyas notas mágicas aún vibraban en el aire, acudían hacia él, logrando que una suave sonrisa, adornara sus labios.

 

Harry no pudo pensar demasiado en ello, porque Hagrid llegó trotando tras él y le tomó de su toga de mago para llevarle a dónde se dirigían hasta ese momento, hablándole sin cesar de los hábitos de apareamiento y celo de los centauros.

 

El joven de ojos verdes se desconectó totalmente de lo que el hombre barbudo le decía y una idea locamente Gryffindor, bailó en su cabeza…Si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma…si, esa frase que había leído en un libro que Hermione le había obligado a leer, era perfecta para lo que maquinaba su cabecita.

 

Si Draco Malfoy no daba el primer paso, él lo daría, porque estaba más que convencido que lo que había entre él y ese obstinado Slytherin, no era sólo animadversión y antagonismo, no. Era tensión sexual, y… ¿Por qué no? Atracción, pura y dura.

 

En esos mismos momentos, un agitado joven de rubios cabellos, entraba a escondidas a su sala común, quitándose al momento la capa que cubría su rostro y cabellos.

 

¡Dios! En los cuatro años que llevaba cantando la misma canción, en el mismo lugar y en la misma fecha, valga la redundancia, jamás nadie le había oído cantar. Nadie. Tan sólo su amada madre, Narcisa, era la que conocía que a Draco se le daba más que bien, cantar. Es más, su voz pura era digna de oír, herencia de una antepasada de su madre, su tatatatara abuela, que había sido medio sirena, y su maravillosa voz, había terminado, sabe Dios por qué, siendo heredada por Draco.

 

Agotado y molesto porque el día siguiente era San Valentín, y tendría que aguantar a miles de locos cabezas huecas y estúpidos, con cartas de amor, pociones de amor y diversas proposiciones, algunas bastante indecentes, el joven Slytherin estaba que se mesaba los cabellos…pero eso no era lo que hacía que el perfecto Draco Malfoy, casi se mordiera las uñas, no. Lo peor era que a Potter también le sucedía más de lo mismo, y eso no lo llevaba muy bien.

 

¿La razón? Bueno, no era tan sencilla como podría parecer. Si bien no negaba que amaba meterse con el niño que vivió y sus amiguitos, fastidiarle todo lo posible y hacerle todas las jugarretas que pudiera, no era toda la verdad, no. En realidad, Draco llevaba enamorado del estúpido de Potter desde su primer año en Hogwards. Jeje, qué ironía. Y aún reconociendo que lo amaba, no podía dejar de comportarse como un bastardo prepotente y cretino, con la única persona que le interesaba en todo el maldito colegio.

 

Un suspiro cansado salió de sus perfectos labios, y el joven rubio se desnudó sin ganas y se acostó en la cama, deprimido, en la habitación individual que su padre había exigido para él, y que tan bien le parecía ahora. Así nadie sabría que todas las noches lloraba hasta que se dormía. Maldita herencia Malfoy, no sólo de orgullo y linaje vive un mago, y él había comenzado a odiar con todo su ser, todo lo que su padre le había enseñado…

 

El alba llegó muy pronto para el rubio. Unos sonoros ruidos en los cristales de su ventana, le hicieron despertar abruptamente. Frotándose descuidadamente sus ojos hinchados, Draco se levantó y abrió la ventana molesto, encontrándose con una lechuza con un mensaje en la pata y un pequeño paquetito.

 

Alzando una ceja, el de ojos grises, tomó lo que la lechuza llevaba  y le dio un dulce como recompensa, el pequeño animalito albino, de hermosas plumas blancas y grises, que Draco no reconoció, ululó feliz y se marchó.

 

El rubio miró con desgana el paquetito y la carta, cayendo la cuenta de que ya estaban oficialmente en el día de san Valentín, y desplegó el pergamino. Quedándose de piedra cuando leyó su contenido…

 

Bésame y a destiempo, sin piedad y en silencio…

 

Draco tragó en seco y, por un momento, no pudo creer lo que sus ojos leían. Dejó el pergamino encima de su cama y frotó nuevamente sus ojos, conteniendo su deseo de pellizcarse para comprobar que no estaba dormido. Sus ojos se dirigieron al pequeño paquetito, y lo tomaron, para abrirlo con cautela.

 

Cuando la tela que cubría el obsequio de san Valentín, se abrió, Draco comprobó que era un broche de plata, con la forma de una serpiente, bien labrada y preciosa.

 

-Accio Varita.-murmuró el rubio.

 

La varita vino hacia sus manos y el joven de ojos grises, hizo diversos hechizos y encantamientos, para comprobar que el regalo fuera inofensivo, antes de posar su varita en la cama y tocar con delicadeza el broche.

 

-Es precioso…-musitó a su pesar Draco.

 

Sus ojos grises se volvieron a la nota, y un ligero escalofrío recorrió su cuerpo. Estaba claro, que el que se lo mandaba, fuera quien fuera, le había escuchado cantar la noche anterior.

 

Unos fuertes golpes en la puerta, sobresaltaron al rubio, que se levantó en el acto y dejó delicadamente el broche y el pergamino sobre su cómoda.

 

-¿Quién es?

 

-Venga Draco, vístete que hoy es día de fiesta y quiero ver que te regalan este año.-chilló la voz de Pansy, muy emocionada.

 

El rubio suspiró resignado y se fue a la ducha, saliendo en pocos minutos chorreando agua, y lanzando un hechizo de secado a su pelo, para proceder a vestirse y salir.

 

Cuando salió de su cuarto, sus mejores amigos Theo y Blaise, y por supuesto Pansy, le arrastraron sin compasión al comedor, dónde todos se sentaron entre risas y bromas.

 

Para desgracia del rubio, Potter ya estaba allí, junto con sus dos inseparables amigos, y con cientos de lechuzas esperando a que el salvador del mundo mágico (Si, venció a Voldemort) retirara los obsequios de su legión de admiradores.

 

Bufando, miró desdeñoso a las lechuzas que comenzaron a llegar con sus presentes de San Valentín, tomando con desgana todo lo que le mandaban, para lanzarlo hacia sus amigos porque él no quería nada de lo que le mandasen, que ellos se lo repartieran si gustaban, Así estuvo durante más de veinte minutos…hasta que una lechuza de blancas plumas llegó hasta él.

 

Draco la reconoció como la que le había entregado el hermoso broche, y, para sorpresa de sus amigos, recibió con agrado el paquete y el pergamino, dándole un trocito de bizcocho de su desayuno a la lechuza y leyéndolo al momento.

 

Bésame, frena el tiempo,  haz crecer lo que siento

 

Draco se estremeció, esta vez de expectación, y tomó delicadamente el pequeño paquetito, desenvolviéndolo con cuidado, y jadeando maravillado, cuando un precioso dragón de brillante cristal mágico brilló ante sus ojos.

 

Sus amigos, verdaderos cotillas, se acercaron, rodeando al rubio, y mirando con una sonrisa el rostro de Draco, que no parecía tener expresión, pero sus ojos brillaban emocionados.

 

Draco, después de mirarlo durante varios minutos, volvió a cubrir su bello Dragón, y lo envió, junto con el pergamino, a su cuarto con un hechizo de traslado.

 

Su desayuno estuvo plagado de comentarios graciosos, y casi todos a su costa, pero el Slytherin estaba demasiado complacido por esos hermosos regalos, tan bien elegidos, y sumamente intrigado por saber quién era el que se los enviaba.

 

A las dos horas, mientras él paseaba con sus tres amigos, la lechuza albina apareció ante sus ojos, con un nuevo paquetito y su correspondiente pergamino. El rubio invocó un dulce y se lo entregó a la lechuza, que se lo tragó encantada y se fue.

 

Draco lo tomó, lleno de nervios, y leyó el pergamino.

 

Bésame, como si el mundo se acabara después

Bésame y beso a beso pon el cielo al revés

Bésame sin razón, porque quiere el corazón

Bésame…

 

Draco cerró el pergamino, y posó el paquetito en su mano izquierda, abriéndolo con la derecha y soltando un pequeño suspiro cuando pudo ver su contenido, los bombones especiales de San Valentín de Honeyduckes, los Sweet Kiss.

 

Unos maravillosos bombones, de chocolate blanco rellenos de fresa caramelizada y dulce de leche, tan, tan caros, que solían venderse individuales, pero su misterioso admirador, le mandaba una caja enterita, con más de diez exquisitos bombones.

 

Pansy chilló emocionada y le rogó a su amigo que le diera uno, secundado por Blaise y Theo. El chico rubio, suspirando, les dio uno a cada uno y tomó otro para sí, para después enviar de modo seguro la cajita de bombones y el pergamino a su cuarto.

 

Toda la mañana, el tema de conversación preferente del cuarteto de plata Slytherin, fue el admirador de su príncipe, que tan bien parecía conocer los exquisitos gustos del rubio.

 

Pansy opinaba que era muy romántico, Theo que era muy inteligente, Blaise que seguro que era una chica y Draco, bueno, Draco, sólo suspiraba decepcionado, porque con cada regalo, sus esperanzas con que fuera cierto morenito de ojos verdes, iban muriendo.

 

A la hora de la comida, cuando estaban tomando su postre, la lechuza de blancas plumas, se posó ante Draco, ofreciéndole otro paquetito y su pergamino. Draco se estremeció emocionado, y le ofreció un dulce a la encantada lechuza, que casi saltó de emoción antes de irse.

 

El rubio, inspiró profundamente y abrió el pergamino.

 

Siénteme, y en el viento, mientras yo muero lento

Bésame sin motivos y esta vez siempre contigo…

 

Pansy casi saltó sobre Draco, para hacer que este abriera el regalo, porque el chico suspiró ligeramente. Era tan extraño leer su propia canción parte a parte.

 

-Ya voy, impaciente.-gruñó el príncipe rubio.

 

Blaise y Theo, tuvieron que tomar a la chica del brazo para que no abriera ella misma su presente, y Draco volvió a suspirar, mientras descubría con lentitud su regalo, descubriendo una bellísima rosa roja, con un brillante resplandor. Esta vez, el regalo tenía una pequeña etiqueta colgando.

 

Está encantada, si la cuidas bien, te durará toda la vida

 

Draco acercó la rosa a su nariz, oliendo su maravillosa fragancia, mientras Pansy fingía un desmayo y los otros dos bobos la imitaban. Draco soltó una musical risita, para nada ofendido, y envió a la rosa encantada hasta su cuarto, con el corazón acelerado. Ese admirador era tan romántico, que ya estaba apenado por tener que rechazarle porque su amor era de un león ciego y estúpido.

 

En mitad de la tarde, mientras paseaban por Hogsmeade, la lechucita blanca volvió a aparecer con otro paquetito, logrando de Theo se riera divertido, y Pansy intentara saltar hasta Draco, con Blaise interceptándola con éxito.

 

El rubio contuvo una sonrisa, y tomó su envío, regalando una nueva golosina a la lechuza, que partió más que feliz. El joven de ojos grises tomó el pergamino y lo leyó.

 

Bésame como si el mundo se acabara después

Bésame y beso a beso pon el cielo al revés

Bésame sin razón porque quiere el corazón

Bésame…

 

Su canción de nuevo, Draco tomó con delicadeza el pequeño paquetito y lo abrió expectante, una hermosísima pulsera de plata con su nombre grabado apareció ante sus maravillados ojos, con otra notita al lado.

 

Esta pulsera sólo podrás llevarla tú

 

Draco la tomó en su mano y Blaise, curioso, quiso verla mejor. Sin pedirle permiso a su amigo, la tomó en sus manos, siendo obligado a soltarla al segundo, porque pareció quemarle las manos.

 

Draco la rescató antes de que cayera al suelo y miró feo a su amigo, que saltaba dolorido, con Theo y Pansy preocupados, preguntando si le pasaba algo.

 

Mientras nadie le miraba, el príncipe de las serpientes se puso la pulsera en su muñeca, con una sonrisa adornando sus labios.

 

Pasó toda la visita en la aldea, de un humor excelente.

 

Al llegar a Hogwards, todos se dirigieron a sus habitaciones, para prepararse para su típico baile de San Valentín. Con los estómagos llenos de todo tipo de dulces y sin pizca de hambre, como bien sabía Dumblendore.

 

Theo y Blaise corrieron a ducharse, mientras Pansy pensaba que ponerse y Draco miraba disimuladamente su linda pulserita. Cuando sus amigos terminaron de ducharse…en su propio baño particular, por supuesto, porque la habitación de Draco tenía hasta baño, el rubio se fue hacia la ducha y se iba a meter, cuando Pansy le gritó que tenía una lechuza fuera, y el rubio se puso su batín de baño y casi corrió a su habitación.

 

La lechuzita blanca le esperaba, ululando entusiasmada, y el rubio le dio su dulce correspondiente y tomó su envío, leyendo el pergamino casi al momento de que la lechuza se iba.

 

Bésame así sin compasión

Quédate en mí sin condición

Dame tan sólo un motivo

Y me quedo yo…

 

Con una sonrisa, leyó la última parte de su canción, y tomó intrigado el paquetito, que contenía una bella lámina dorada.

 

Podrá nublarse el sol eternamente

Podrá secarse en un instante el mar

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal…

 

¡Todo sucederá!

 

Podrá la muerte cubrirme

Con su fúnebre crespón

Pero jamás en mí podrá apagarse

La llama de tu amor

 

A Draco le pareció una linda poesía, pero pasó su atención a las otras dos cosas que contenía el paquete, una nota y…¿¿una snitch??


Si los regalos fueron de tu agrado, y deseas conocer mi identidad, toma con fuerza la snitch, que es un traslador, y te llevará hasta mí

 

El rubio se quedó helado.

 

No pudo decir que no era algo que no se hubiera esperado, pues estaba claro que en algún momento del día, que por cierto, ya se estaba terminando, su admiradora o admirador secreto, se daría a conocer…pero de veras que lamentaba con todo el corazón que siempre hizo creer a los demás que no tenía (maldita herencia Malfoy) rechazar a esa alma cándida, que tan bien conocía sus gustos y le había regalado esas hermosuras. Fíjate cómo era la cosa de grave, que hasta el poema (y él odiaba los poemas) le había gustado.

 

Pansy saltaba alrededor del rubio, leyendo sobre su hombro el poema y la nota, y alborotándose toda.

 

-¿Vas a ir, Draco?-chillaba emocionada-¡Dime que vas a ir!

 

El rubio la miró dudoso y la chica le sonrió dándole ánimos.

 

-¿Quién sabe? Puede que te guste esa persona.-decía la bonita muchacha con una sonrisa.

 

Pero Draco sabía que no era ni lo más remotamente posible. Pero aún así, le debía a esa persona por lo menos un agradecimiento por sus lindos regalos ¿No?

 

-Voy a ir.-dijo con firmeza el rubio.

 

Pansy comenzó a reír encantada, e hizo al chico que entrara a ducharse, mientras ella buscaba en su baúl, el conjunto más arrebatador de su amigo.

 

-“A veces la confianza da asco”-suspiró Draco, entrando al baño para cumplir la orden de su mejor amiga.

 

A la hora, más o menos, después de quitarle de la cabeza a la loca de su amiga que no iba a llevar una cámara de fotos para fotografiar a la persona que le había enviado tan románticos regalos, y rechazar por millonésima vez el paquete de condones que le había robado a su padre(Pansy, obviamente, porque su propio padre no utilizaría ese vil objeto muggle en la vida), el de ojos plateados, caminaba de un humor de mil demonios hasta el salón de baile, seguido de Theo, Blaise y su casi ex mejor amiga, que caminaba haciendo pucheros tras el príncipe del cuarteto plateado.

 

Al entrar el rubio a la sala, todos enmudecieron por unos minutos, como Draco se había imaginado, pues realmente (y no porque él lo dijera) estaba espectacular.

 

Con su túnica verde Slytherin y algunos hilos plateados a juego con sus bellos orbes, y esa camisa negra con un pantalón a juego, el Slytherin estaba para comérselo.

 

Las chicas de todo Hogwards (menos la tal Luna y la sangre sucia) babearon de forma más que visible, y muchos chicos también, mientras los demás lo miraba con puñales en los ojos, muertos de envidia.

 

Draco disfrutó cabalmente su entrada triunfal, mientras que, disimuladamente, buscaba con la mirada a su más que imposible amor, pero sin resultado alguno, porque el niño que vivió no estaba, pese a que la Granger y el Weasley, si.

 

Con el ánimo por los suelos, Draco se fue hasta el ponche (totalmente sin alcohol, por supuesto) y se tomó una copa, suspirando para sus adentros y apretando ligeramente la snitch convenientemente tapada con la tela en la que venía, porque aún no iba a acudir a la cita con su admirador secreto.

 

Sus amigos pronto le rodearon, y el chico intentó disfrutar del momento, pero…sus ojos nunca se apartaron de la puerta, y después de esperar por Potter dos horas, el chico se entristeció más si cabe y les dijo a sus amigos que se iba a conocer a su admirador secreto.

 

Todos sin excepción, con Pansy aún de morros, le guiñaron un ojo y le desearon suerte, y Draco salió rumbo a los jardines del colegio, para poder usar el traslador sin que nadie se percatara.

 

Con otro suspiro, porque ya llevaba más en ese sólo día, que en toda su vida, el Slytherin tomó con cuidado la dorada snitch de la tela, y en suspiro, sintiendo el vértigo y el conocido tirón en el estómago, Draco se encontró en… ¡En el claro del bosque prohibido!

 

Sus ojos se abrieron como platos, y buscó a su alrededor a su admirador, viendo una sombra apoyada en un árbol.

 

-Me alegra que vinieras…-musitó una voz masculina muy bajo.

 

-¿Cómo podía no venir? Si todos esos presentes eran preciosos…-dijo el rubio con suavidad.

 

-Todos fueron elegidos pensando en tí.-murmuró el chico.

 

Ahora, por lo menos Draco sabía que era un muchacho, y suspiró aliviado, los hombres eran más lógicos y menos sentimentales que las mujeres ante un rechazo.

 

-Pero no puedo aceptar tu cortejo, seas quien seas.-dijo Draco con contundencia.

 

-¿Y por qué no?-habló la voz en tono calmo y tan bajo como al principio.

 

-Porque mi corazón ya tiene dueño desde hace varios años.-confesó el rubio.

 

-Vaya…-murmuró la voz decepcionada, aún en su tono bajo.

 

-Lo siento…-susurró el rubio, lamentándolo de corazón.

 

-No importa, después de todo el No, ya lo tenía.-dijo la voz con resignación.

 

-De veras que lo lamento…-suspiró Draco.

 

-Deja de disculparte.-murmuró el chico-Acepto que no podemos llegar a ser nada, pero, al menos, déjame tener un último recuerdo de mi amor por ti.

 

-¿Cuál?-preguntó Draco sorprendido.

 

-Dame el beso que te he pedido todo el día, Draco…

 

El rubio tragó con dificultad, y luego asintió. Era razonable que le diera al chico ese beso, porque se había esmerado mucho en conocer sus gustos y darle tan bellos regalos.

 

-De acuerdo.

 

-Cierra los ojos, por favor.-susurró el chico-No es necesario que sepas mi identidad, ya que me sería muy doloroso si te burlases.

 

Draco cerró los ojos al momento. Sus sentidos se agudizaron, y escuchó los suaves pasos del chico. Unas manos ásperas y fuertes, rozaron la suave piel de sus mejillas, y un tibio aliento se fue acercando a sus labios.

 

Con suavidad y ternura, unos sedosos labios se posaron sobre los suyos, y le dieron el beso más bonito que había recibido en toda su corta vida.

 

Sin intentar propasarse, el chico desconocido se separó lentamente, y a Draco dolió nuevamente el corazón, mientras el chico se marchaba, con el rubio aún con los ojos cerrados, a su nariz llegó un olor que le pareció sumamente conocido, dulce y refrescante.

 

Los ojos del rubio se abrieron al instante, y pudo ver al chico irse, entre la penumbra del bosque.

 

-¡Espera!-chilló el rubio, con urgencia.

 

El chico que se marchaba, se paró por un momento, y luego negó con la cabeza, y continuó su marcha.

 

Draco no podía permitir que se fuera y corrió hasta llegar a él, tomándolo por su capa de mago.

 

-No te vayas aún.-murmuró el rubio suplicante-Dime quién eres…

 

-No tiene caso.-respondió el chico con tristeza.

 

-Por favor…

 

El chico suspiró nuevamente, porque le dolía mucho la petición del joven que amaba, y pensó que le daba lo mismo después de todo. Hacer un obliviate era un momento.

 

El corazón de Draco comenzó a latir aceleradamente, en el mismo instante en que el chico se volteó, y casi pareció pararse, cuando ante sus ojos, aparecieron esos hermosos ojos verdes que le robaban el sueño.

 

-Potter…

 

Harry suspiró, verdaderamente cansado.

 

-Si, Malfoy, soy yo…

 

El rubio se le quedó mirando como si fuera un fantasma, y Harry llevó su mano a la varita, pero antes de que le lanzara el hechizo, casi se muere de un infarto, porque, Draco Malfoy, el pedante patán más frio que el hielo y más venenoso que una cobra…se puso a llorar.

 

-¡Dios, Draco! No llores…-chilló Harry aterrado.

 

El rubio no dijo ni pio, pero continuó llorando silenciosamente, haciendo a Harry dejar su varita como estaba y abrazar al chico que amaba.

 

-No llores, por favor…-murmuró con ternura el moreno, acariciando con suavidad la espalda de Draco-Sé que ha sido toda una sorpresa saber que era yo, porque siempre nos hemos llevado peor que perro y gato, pero eso no es motivo para que te pongas a llorar, joder. ¡El que debería llorar soy yo!

 

Draco, sin querer, soltó una deliciosa risita, alegrando al moreno, que continuó hablando para animar a su amado, mientras este sollozaba quedito.

 

-Me enteré, escuchándote hablar con Zabini, que tu metal favorito era la plata, y qué mejor para un Slytherin que el broche de una serpiente.-confesó Harry con una sonrisa medio divertida, medio triste, sin dejar de acariciar la espalda del chico.-Y así también elegí la pulsera encantada, que hechicé sólo para ti. Tambien, por el san Valentín del año pasado, descubrí que amabas los Sweet Kiss, y encargué unos para este año. Lo de la rosa, el dragón y la poesía, fueron ideas de Hermione, que es una romántica incurable. Y bueno…el traslador es la snitch que atrapé en nuestro primer enfrentamiento de Quidditch.

 

Draco se sorprendió favorablemente al oír al chico del que se había enamorado…y del que se hubiera vuelto a enamorar esa noche, si no lo hubiera amado ya.

 

-Sé que sueno ridículo y sentimental, y que me odias más que antes, pero…

 

-No te odio.-murmuró hipeando el rubio.

 

Harry se quedó mudo de la impresión, y se apartó ligeramente del rubio para mirarlo a los ojos. Esos ojos plateados le devolvieron la mirada con sinceridad y pureza.

 

-¿De verdad?-se sorprendió el de ojos verdes.

 

-Es más, nunca te he odiado.-confesó el rubio.

 

-Es genial.-suspiró el moreno-Me alegro un montón, de verdad.

 

Harry se separó completamente de Draco y le sonrió de una manera que al rubio le pareció súper hermosa.

 

-Espero que podamos ser amigos, Malfoy.-dijo el de ojos verdes, mirándolo a los ojos-Con el tiempo, mi amor por ti irá mitigándose…o eso espero, y podremos hablar de este momento con una sonrisa.

 

-Puede ser, Potter.-respondió el rubio, sonriendo con dulzura-Pero yo quiero ser mucho más para ti que un simple amigo…

 

El moreno se quedó con una cara de ¿WHAT? Enorme.

 

-Bueno, estoy confundido…-suspiró Harry.

 

-Idiota Gryffindor, el dueño de mi corazón eres tú…-musitó Draco, deliciosamente ruborizado.

 

Harry se quedó más tieso que una tabla, y tan helado como si hubieran usado un hechizo de petrificación, con los ojos tan abiertos como podía.

 

-Vale, ya me parecía a mí rara la escena…-se dijo Harry con una risita estúpida y burlona hacia sí mismo-¡Dios! ¡Soy tan patético! ¡Estoy soñando, maldición!

 

Como un león enjaulado, el Gryffindor comenzó a moverse, inquieto, soltando a Draco, que le miraba asombrado.

 

-¿Por qué piensas que estás soñando, Potter?

 

-Bueno, ¿a ti que te parece?-gruñó el de ojos verdes mosqueado, mirando seriamente al rubio-Será una verdadera putada despertarme, por Dios.

 

-¿Si?

 

-¡Claro! Llevo años intentando sacar el valor suficiente para declararme, por favor…-resopló Harry-Me sería más sencillo volver a terminar con Voldemort, que declararme de una maldita vez a Malfoy.

 

Draco sonrió torcido, al ver su león refunfuñar y resoplar, contento de que ese muchacho que tanto amaba le amase de igual medida. Tomó aire para coger valor, y se acercó a Harry, abrazando al sorprendido moreno que detestaba pensar que estaba soñando, y sorprendiéndole bastante.

 

-Si esto es un sueño, Potter, soñemos juntos…-susurró el rubio, sensual, haciendo que Harry bajase su rostro para besarle-Y esto, te lo puedo asegurar, no es un sueño.

 

Con un simple roce de los dulces labios del rubio, Harry olvidó hasta su nombre, y abrazó con cariño a ese rubio, besándolo con delicadeza. El calor pareció estallar en sus cuerpos, y el abrazo se hizo apasionado. Harry se dejó arrastrar por su amor, y dejó de lado todo lo que no fuera Malfoy, limitándose a sentir a su amado némesis.

 

Draco, separó levemente su boca de la de Harry, y el moreno reaccionó sacando su lengua y lamiendo sensualmente los labios cerrados del rubio, que sintió que sus rodillas se hacían gelatina pura, y gimió, abriendo un poco su boca. Momento que fue aprovechado por Harry, que introdujo su lengua en la dulce boca del de ojos plateados, que se sintió en el mismo cielo, justo como el de ojos verdes, que jamás había degustado tan sabroso manjar.

 

Sus corazones parecían estallar, de tantos acelerados y fuertes latidos, sus cuerpos se agitaban el uno contra el otro, y, como si estuvieran en un trance, ambos jóvenes comenzaron a despojarse lentamente de sus ropas.

 

Sus manos acariciaban suavemente la piel del otro, explorando con morosidad y lentitud, el tesoro que aparecía lentamente ante ellos. A pesar de estar todavía unidos de sus labios.

 

Primero fueron sus túnicas de gala, luego sus camisas, los pantalones, zapatos y calcetines…hasta que sólo la última barrera, su ropa interior, separaba sus cuerpos.

 

Draco, febril y excitado, se separó de la boca del moreno, para poder intentar pensar algo en condiciones, y ver el hermoso cuerpo de su objeto del deseo, quedándose maravillado ante el espectáculo ante sus ojos, un metro noventa de maravilloso Gryffindor de cuerpo perfecto y musculado, con un rostro de Adonis y ojos de hechicera…por no hablar del “amiguito” que apuntaba hacia él, apenas contenido por el sexy slip del león.

 

Harry, bastante menos lanzado que el rubio, abrió sus ojos con timidez, quedándose maravillado por el cuerpo esbelto y delicado ante su mirada, de piel más blanca que el alabastro, y proporciones absolutamente perfectas. De un metro setenta de estatura, apenas le llegaba al hombro, y esos ojos de mercurio, que parecían brillar en la oscuridad, ese rostro de ángel y esos cabellos largos y rubios, eran un verdadero festín para el niño que vivió.

 

-Dios, Malfoy, eres perfecto…-susurró Harry extasiado.

 

-Mira quién va a hablar…-dijo Draco con una risita.

 

Sus labios volvieron a encontrarse, hambrientos, y sus manos comenzaron a ser más osadas, explorando el rubio la espalda y el trasero del moreno, y el de ojos verdes, el pecho y los pezones del Slytherin, que comenzó a gemir maravillosamente.

 

Ambos eran inexpertos, la verdad, pero su instinto era fabuloso, y parecían saber todo lo que necesitaban. Ninguno era una inocente paloma, porque, pese a ser vírgenes, la educación sexual era algo común entre los chicos de su edad, y ambos sabían lo que querían y lo que pasaría.

 

Cuando sus rodillas no pudieron evitar doblarse, la pareja se dejó caer al suelo, encima de sus ropas. Draco encima de Harry, frotándose desenfrenadamente contra el león. Harry, nada enojado por ello, aprovechó el estar acostados, para llevar una de sus manos a la erección del rubio, que separó su boca al momento de la del de ojos verdes, y gimió como un alma en pena.

 

-Ohh, por favor, tócame, tócame Potter.

 

-Harry…-musitó el moreno con una sonrisa sesgada.

 

El rubio lo miró con una ceja alzada, y jadeando.

 

-Sólo si tú me llamas Draco.

 

-Hecho.

 

Sin más, volvieron a besarse, y el moreno comenzó a acariciar expertamente la erección de su compañero, arrancándole deliciosos gemiditos y gruñidos a la serpiente, que gozaba con la mano de su amante.

 

-Ohh, Harry, Ohh, quítame la ropa interior, por dios…

 

Harry, ni corto ni perezoso, se la quitó al momento, obligando al rubio a ponerse de pie para hacerlo, quedando de rodillas ante él, y con el pene de su amado justo a la altura de su boca…

 

-Aaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.-rugió el rubio apasionadamente.

 

Su Gryffindor se había introducido sin avisar, toda su dura excitación en su boca, comenzando a chupársela golosamente, y casi logrando que Draco se desmayara de tanto placer. En menos que nadie pueda decir Merlín, el rubio se corrió en la ardiente boca de su moreno, que recibió su premio con soltura, pese a ser la primera vez que hacía eso.

 

-Eso ha sido rápido.-rió Harry, lamiendo seductoramente una gotita del semen del rubio, que resbalaba de sus labios-¿Tan bueno ha sido?

 

-No te lo puedes ni imaginar…-jadeó Draco, que se dejó caer boca arriba encima de la ropa, con sus piernas abiertas de par en par.

 

Harry miró el lujurioso espectáculo de su rubio, jadeante y sin rastros de timidez, y sintió un urgente tirón en su pene, erecto y sin atender.

 

-¿Quieres dejarlo aquí o seguimos, Draco?-preguntó el moreno con seriedad.

 

-Seguir, por supuesto.-suspiró el rubio.

 

-¿Y cómo quieres hacerlo?-se interesó el Gryffindor, tan leal y justo como siempre.

 

-Bueno, por ser nuestra primera vez, tendrás el honor de hacerme tuyo, leoncito.-ronroneó malicioso y sexy el joven Slytherin.

 

Harry se puso como una moto, y se quitó de un tirón su propia ropa interior, dejando ver un más que dotado pene, que casi dejó con la boca abierta a Draco.

 

-¡Madre del alma!-jadeó el rubio-¡Menuda varita tienes ahí!

 

Harry se quedó flipando al oír a su amado, y muy pronto, las alegres carcajadas del moreno, inundaron el claro en penumbras, animando al rubio a reír también, y aligerando mucho del nerviosismo de ambos.

 

Con una mirada enamorada y divertida, los ojos verdes se encontraron con los grises, y el moreno acomodó entre las piernas del rubio para abrazarle con dulzura y besar su boca.

 

-Te Amo…-suspiró Harry.

 

-Y yo…-correspondió Draco.

 

Y sus bocas se volvieron a fundir en una sola.

 

Uno, dos, tres, tal vez cien besos después, se separaron, mirándose largamente a los ojos. Una de las manos de Harry, subió hasta su mejilla, acariciándosela con amor, el rubio cerró sus ojitos como si de un gato se tratase, y el moreno sonrió enamorado.

 

-¿Continuamos?

 

-Pues claro, creí que nunca lo dirías…-respondió el rubio con una risita.

 

Sus ojos plateados relucían con una luz misteriosa y dulce, presos de los gloriosos ojos verdes de Harry, tan brillantes y puros. Una bella sonrisa adornaba los labios de ambos amantes, y la generosa boca de niño que vivió, se volvió a apoderar de los jugosos labios del rubio, besándole con pasión y desenfreno, mientras uno de los largos dedos se colaba suavemente en el interior del Slytherin, que gimió por la invasión.

 

Al notar que su rubio se sentía extraño y algo nervioso, Harry se esforzó por hacerle sentir mucho placer, y, mientras le besaba apasionadamente como si no existiera el mañana, comenzó a pellizcar con suavidad uno de sus rosados pezones, introduciendo y sacando su dedo en su cálido interior.

 

Sintiendo como el delicioso dragón se relajaba poco a poco, Harry comenzó a meter y sacar su dedo más deprisa, logrando que se acostumbrara a la sensación, y que el pene de capa caída del chico volviera a la vida, con tan buenos resultados, que a los pocos minutos, el moreno añadió un segundo dedo, logrando que el muchacho de ojos grises, gimiera quedito en su boca.

 

Harry separó sus labios de Draco, y comenzó a lamer glotonamente su fino cuello, dejando a su paso pequeños mordisquitos y lamidas,  poniendo a mil por hora al Slytherin, que comenzó a gemir deseoso, casi volviendo loco al Gryffindor, que introducía de manera fuerte y maravillosa, sus dos dedos en su entrada, localizando sin quererlo siquiera el punto de placer de Draco, que aulló como un lobo a la luna.

 

El moreno, respirando agitadamente, introdujo su tercer dedo, ensanchando todo lo posible tan delicado lugar…bueno, o intentándolo, porque el rubio hizo que el de ojos verdes sacase los dedos de su interior, casi a la fuerza, haciendo que Harry mirase confundido a su amante, que le miraba con los ojos dilatados de deseo.

 

-¿Quieres parar?-preguntó con un jadeo Harry-¿Te hago daño?

 

-Claro que no…-bufó el rubio, abriéndose escandalosamente de piernas y mirándole lamiéndose los labios-Lo que quiero es que te dejes de preliminares y me la metas hasta el fondo.

 

Harry casi se puso a babear al oír tan eróticas palabras. Bien, vale, él era un verdadero Gryffindor, honesto, considerado, dulce, generoso, valiente y demás, no por nada había logrado terminar con la ambición del perturbado ese dos veces, eliminándolo satisfactoriamente la segunda vez. Pero…también tenía su lado Slytherin, un lado más atrevido y oscuro, que nadie conocía, no, nadie. Hoy su viborita tendría el gusto de conocerlo, claro que sí.

 

Draco miraba divertido la cara de bobo del chico que amaba, confundido por su comportamiento lujurioso, y le parecía linda y casi hilarante, pero…tras unos minutos, el rostro y la mirada del hombre que amaba con toda su alma, pasaron de la incredulidad y el impacto a unos ojos entrecerrados con mirada salvaje y excitante, y una sonrisa cautivadora y casi oscura, logrando que Draco se pusiera más duro que una roca y que casi se corriera allí mismo…con sólo una mirada.

 

-Así que mi culebrita tiene ganas de jugar-ronroneó Harry muy sexy, acariciando con uno de sus dedos la impresionante erección del rubio, que gruñó de placer-Bien, te daré todo el juego que tú quieras y te follaré tan duro y tan bien, que no podrás sentarte en una semana…

 

Draco gimió como un alma. Esa voz lujuriosa, ronca y sensual, ese juguetón dedo rozando suavemente su hombría… ¡Dios! ¿Dónde estaba su leoncito tan tímido y dulce? Ese chico o tenía doble personalidad o era más Slytherin que él…

 

Harry, al notar que su serpiente particular estaba a punto de caramelo, sonrió malvadamente y se posicionó entre sus anhelantes piernas, llevando la punta de su pene a la entrada del rubio, que jadeaba con los ojos muy abiertos y desenfocados de la excitación.

 

-Allá voy, pequeño.-ronroneó el moreno con malicia.

 

-Si, si, métemela ya, Harry…

 

Sin dudarlo ni un segundo más, el chico que vivió se introdujo hasta el fondo de su ser con una fluida penetración, haciendo que Draco se mordiera los labios hasta hacerles sangrar.

 

-¿Te duele?-preguntó Harry con delicadeza.

 

El rubio le miró con los ojos llenos de lágrimas, y como diciéndole, espera-a-que-te-la-clave-yo-a-ti. El de ojos verdes suspiró y le besó, acariciándole con ternura hasta que se acostumbró a la invasión y se culebreó para que continuara.

 

Al principio el moreno fue suave y delicado, logrando que el rubio se fuera volviendo a excitar. Sus penetraciones no eran completas, no llegaba a salir ni a meterse del todo, intentando que su estrecho pasaje se diera más de sí, para no dañarle más. Draco se abrazaba de brazos y piernas a su amante, conmovido por su amabilidad y gentileza. Su leoncito era un amor…

 

Pero pronto sus cuerpos comenzaron a querer más. Más rápido, más fuerte, más, sólo más. Por eso, Harry se posicionó más cómodamente y su vaivén fue más a piñón fijo, dando una y otra vez en el mismo lugar, y encontrando de nuevo su próstata, arrancando el rugido del Slytherin.

 

-Joderrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, dale otra vez, otra, ya.

 

Harry se quedó con los ojos como platos y quieto de repente, recibiendo una mirada incendiaria de su chico, y logrando que se volviera a poner en movimiento y haciendo gozar al de ojos grises, que se juró repetir a menudo tan maravillosa posición, con su morenazo entre sus piernas y partiéndolo en dos.

 

-Ahh, ahh, ahh, ahh, dios, Potter, si, ahh.-gemía el rubio con los ojos en blanco, y sudando copiosamente.

 

Harry también gozaba mucho, apretado en ese pasaje que parecía querer tragarse su pene, y que tan rico le parecía, gimiendo, jadeando y gruñendo con cada embestida…pero escuchando lo que su amante decía.

 

-Potter no, Harry…-jadeó, respirando al oído del rubio.

 

-Bueno que más da, si es lo mismo…-lloriqueó Draco, escondiendo su rostro en el cuello de su amante.

 

Harry no estaba para nada de acuerdo, pero suspiró y continuó con su delicioso trabajo, sintiendo la dureza de su rubio contra su ombligo. Como la había tenido abandonada, se le ocurrió la idea de comenzar a masturbarla.

 

-Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.

 

Bueno, a Draco le encantó la idea.

 

-Harry, Harry, Harry, Harry.-chillaba a cada embestida.

 

El Moreno se excitó más todavía y gruñó.

 

-Draco, que estoy a punto de correrme…

 

-Ahh, si, si hazlo, hazlo, ahh… ¡Me corrooooooooooooo!

 

Al sentir un cálido liquido entre sus vientres, el de ojos verdes constató que su chico había llegado al orgasmo, y con un gemido de felicidad, derramó su simiente en el interior del rubio, que jadeó al sentirlo y suspiró de gozo.

 

Jadeantes, se acomodaron como pudieron en su improvisado lecho y se abrazaron con fuerza, agotados.

 

-Ha sido mejor de lo que esperaba.-suspiró Draco.

 

-Ciertamente…-convino Harry.

 

Un cómodo silencio los rodeó, y el moreno comenzó a besar la cabeza del rubio, que se acurrucó entre los fuertes brazos de su chico.

 

-Y dime…Sabemos que nos amamos y todo eso…-dijo con suavidad el rubio-¿Qué es lo que somos?

 

-¿Novios, no?-respondió Harry.

 

El rubio sonrió feliz y se relajó completamente.

 

-¿Y quieres guardarlo en secreto?

 

-Claro que no. Yo no tengo miedo a confesar que te amo y soy feliz de que tú me ames.-respondió confiable el moreno.- ¿Y tú?

 

-Yo opino igual.

 

Harry sonrió feliz, sin saber que su rubio también estaba satisfecho y sonriente. Lamentablemente, comenzaron a sentir frío y se levantaron, aunque a regañadientes, besándose delicadamente y comenzando a vestirse.

 

Draco, ya vestido y mirando a su alrededor, se dio cuenta de que estaban en el claro dónde él solía cantar su canción, año tras año.

 

-¿Por qué escogiste este lugar, Harry?

 

-Porque lo encontré ayer por casualidad, cuando alguien cantaba una canción preciosa, Draco.-dijo el moreno con una suave sonrisa-Esa persona no sé ni quién es, pero era un ser mágico y de seguro muy especial.

 

El rubio se sintió muy feliz al oír a su chico. Ahora no era el momento, pero ya le confesaría más adelante que él era el dueño de la canción que había utilizado para cortejarle…si, más adelante.

 

Al día siguiente ambos confesaron a sus respectivos amigos que eran pareja.

 

Cuando Harry les contó todo, Ron casi se muere de una apoplejía y Hermione suspiró divertida…ya se imaginaba por dónde iban los tiros cuando su amigo le pidió ayuda para escoger algunos regalos románticos. Ginny, de la mano de su novio Dean, felicitó de todo corazón a Harry, al que  había dejado de idealizar hace tiempo. Neville le guiñó un ojo y Luna le aseguró que era una noticia maravillosa, porque estaba segura de que era cosa del destino.

 

Con Draco más de lo mismo. Blaise se quedó a cuadros, tan sorprendido que si le hacen un cruciatus ni se enteraba. Theo sonrió malicioso y le dio su aprobación, agregando que el niño que vivió estaba buenísimo y ganándose una mirada matadora de su amigo. Pansy sólo suspiró y le preguntó que cuando era la boda. Los tres varones la miraron como si estuviera loca.

 

Cuando en el comedor, la pareja se encontró en la entrada y se quedaron frente a frente, todos los alumnos que estaban desayunando se les quedaron mirando, esperando por una pelea…que nunca pasó.

 

Los dos enemigos acérrimos se sonrieron y se dieron un beso en los labios, para después sentarse juntos en la mesa de las serpientes, con los amigos del Gryffindor hablando con los amigos del Slytherin como si fueran amigos de toda la vida, dejando de piedra a todo el mundo, profesores incluidos.

 

Dumblendore, sonrió más feliz que si le hubieran regalado una tonelada de caramelos de limón y palmeó jocoso a un estupefacto Snape.

 

Si, la vida era maravillosa.

 

Fin.

Notas finales:

Espero que les gustara ^^

Quiero darle gracias a mi Miko chan, la fantástica escritora que siempre me da su opinión y a la que quiero con todo mi corazón.

Gracias también a todos los que se toman la molestia de leer mis trabajos, por supuesto.

¿Me merezco algún review?

Besos.

Sasukitsu la Kyuubi.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).