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Medicina Experimental por Izuspp

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Notas del capitulo:

 

Hola! Muchas gracias si decidiste quemar tus ojitos y quedar ciego/a leyendo este fic :’3

Solo puedo decir que soy muy mala para escribir, pero lo hago porque me gusta y me entretiene, y porque me gusta ver yaoi en donde no lo hay (pero debería haberlo! O<) xD. Más cuando son mis personajes favoritos. Así que espero que si lees esto, te guste tanto como a mí me gustó escribirlo :3

 

Capítulo 2

“Entre Gallinas y Huevos”

 

  Una semana... ¡Toda una semana! Tuvo que pasar el pobre Jack internado en la clínica de Mineral Town por culpa del Doctor y sus medicinas extrañas. Y por culpa de su desobediencia, ya que no hizo caso a la advertencia que Elli le dio y muy al contrario se puso a imaginar cosas al mejor estilo de las telenovelas, pero su mente de citadino no le daba para otra cosa. Pensaba que en definitiva las cosas en el campo eran muy diferentes a como las manejaban en la ciudad, y tenía que aprender a confiar en quienes debía confiar y aprender a no recibir comestibles de dudosa procedencia de ahora en adelante.

  Al menos el tiempo que estuvo allí en la clínica no tuvo que preocuparse por dinero, puesto que le daban sus tres comidas al día y sus medicamentos, en una situación normal, hubiera tenido que pagar todo esto, pero como la  culpa fue del Doctor, este le dijo que no tendría que pagar absolutamente nada, ni siquiera la cuenta de las atenciones que tuvo por la fatiga. Pero ya tenía que irse del hospital y eso significaba que quedaba totalmente a su suerte, y dependiendo del poquísimo dinero que ya le quedaba. Estaba sumamente preocupado porque no podría subsistir más de dos días con lo que tenía.

   Y al llegar a su granja su preocupación no hizo más que aumentar, ya que todo el tiempo que la había dejado descuidada de nuevo, sirvió para que el campo se poblara nuevamente de esas molestas malas hierbas. Ahora estaba como al principio, e incluso peor porque tenía menos dinero. Y aún tenía que pagar por el arreglo de las herramientas. ¡Ahora si que estaba frito! Jack no tenía idea de qué hacer ahora. No le quedó más que comenzar nuevamente a quitar los hierbajos, y deshacerse de las piedras y troncos (por suerte ahora tenía las herramientas), y de ese modo tratar de preparar el campo para talvez comenzar a sembrar algo muy pronto.

   Ya iba siendo medio día y su estómago rugía como si no hubiera comido en días, pero el castaño pensaba en ahorrar lo más que pudiese y por tanto, no iba a almorzar ese día, ni los siguientes  probablemente. Se conformaba con beber agua del río que corría al lado de su granja. A falta de alimento, decidió descansar un rato bajo la sombra del manzano que había en el campo. Se estaba muy a gusto allí, con la brisa jugueteando con los mechones de su cabello, el aire fresco oxigenando sus pulmones, y sobre todo la paz que se sentía en ese lugar, en su vida jamás había estado en un  lugar tan pacífico como ese. Estuvo  incluso a punto de quedarse dormido, cuando sintió unos toques muy leves en su hombro.

    Al abrir sus ojos pudo divisar una figura frente a sí, pero tardó unos segundos en enfocar y reconocer quién era.

-Do...Doctor… ¿que hace aquí?... si es para que le ayude con otra medicina, preferiría al menos esperar un tiempo, no me gustaría pasar otra semana en el hospital por ahora....- dijo medio en burla pero con algo de verdad en su tono de voz.

-No es por eso... He venido a ayudarte- dijo seriamente el pelinegro sin dar señas de que la “broma” le hubiese causado la mínima gracia.

-¿A...ayudarme? ¿Como? ¿Porqué?-

-Dijiste que no tenías dinero y siento que por mi culpa te retrasaste para poner a funcionar tu granja, así que hablé con alguien para que diera una mano.- respondió en el mismo tono serio y con su rostro igualmente inexpresivo. Jack pensaba que eso era muy extraño, pero en fin, los campesinos eran amables y solidarios entre ellos, eso ya se lo había dicho a sí mismo, que tenía que acostumbrarse a ello.

-Ya veo, y... ¿qué se supone que tengo que hacer entonces?- preguntó Jack sumamente interesado y presuroso, haría lo que fuera con tal de conseguir dinero.

-Solo tienes que caminar un poco, hasta la granja de al lado y preguntar por Lillia la dueña de la granja avícola. Ella te dirá que tienes que hacer...- indicó puntualmente y dicho eso hizo una pequeña inclinación de cabeza y salió de la granja de Jack.

-¡¡¡Gracias!!!- gritó el castaño a ver al Doctor alejarse, pero este únicamente hizo una seña con la mano, indicándole que lo había escuchado. Jack no perdió más tiempo y enseguida entró en la casa para mirarse en el viejo espejo del baño, se arregló y se limpió asegurándose de que no estaba lleno de tierra por haber estado trabajando en el campo, y emprendió presuroso el camino a la granja continua.

 

  En efecto, era una granja avícola, afuera había un enorme encierro con muchas gallinas, y también a un lado estaban unos extraños contenedores que no tenía idea de para qué servían, y también había un enorme gallinero. Supuso que debía ser muy difícil cuidar a tantas gallinas, y se preguntaba precisamente cómo podrían ayudarle con su problema en ese lugar.  Iba a tocar a la puerta de la casa, pero notó que estaba abierta así que entró cautelosamente, en seguida una jovencita pelirosa con una apariencia bastante infantil, pero de extraordinaria belleza se acercó sonriente a él.

-¡Hola! ¿Puedo ayudarte? Eres nuevo en el pueblo ¿cierto? Mi nombre es Popuri y es un gusto conocerte- le saludó la chica efusivamente, con su vocecita tierna y chillona.

-Hola, mi nombre es Jack, sí acabo de llegar hace unas semanas, también me da gusto conocerte- contestó el castaño educadamente, pero en ese momento lo que más le interesaba era resolver su problema así que dejó las formalidades a un lado – Verás, estoy buscando a Lillia, el Doctor me dijo que viniese a hablar con ella y…-

-¡¡¡¡¡MAMAAAAAAAAAAAAAÁ!!!!- sin dejar que Jack terminara de hablar la chica gritó fuertemente haciendo que los tímpanos de Jack casi explotasen.

-¿Porqué tantos gritos? Aquí estoy...- en ese instante una mujer idéntica a Popurí bajó por las escaleras que daban al segundo piso de la casa. La mujer probablemente era la madre, pero se veía tan joven que podían pasar por hermanas, ya veía el porqué de la belleza de la chica.

-Buenas tardes, ¿Es usted Lillia? Yo soy Jack, acabo de mudarme a la granja continua hace unas semanas, y pues verá... el Doctor...- ahora un leve sonrojo cubría las mejillas de Jack, por alguna razón le daba vergüenza decirle a Lillia que no tenía dinero y que el Doctor le había dicho que hablara con ella.

-¿Así que tú eres Jack? Sí, el Doctor me habló de ti esta mañana cuando fui a verlo para mi tratamiento. Ya sé cuál es tu problema, y puedo ayudarte- dijo la mujer amablemente. Mi hijo Rick está por llegar, hablaremos con él para que te diga lo que tienes que hacer. Dicho eso por la puerta apareció el joven de gafas y cabello rubio que Jack había conocido uno de esos días en los que iba a la posada por las noches. Si no se lo dicen, jamás hubiera creído que él era el hijo de Lillia o el hermano de Popurí, no tenían parecido en absolutamente nada, probablemente se parecía a su padre.

-Rick, hijo ven acá- lo llamó la madre, el rubio se acercó y al ver a Jack le ofreció su mano saludándolo, a lo que el castaño respondió con un leve apretón de manos y una pequeña inclinación de cabeza. Entonces Rick se dirigió a su madre nuevamente para preguntarle que se le ofrecía. Esta le llevó lejos de Jack en donde no los escuchara y le explicó la situación del castaño y lo que tenía que hacer para ayudarlo.

-Ya veo. ¡Entonces manos a la obra!- dijo Rick con entusiasmo, haciéndole una seña a Jack para que lo siguiera y saliendo de la casa.

-¿Qué tengo que hacer? ¿Qué te dijo tu madre?- se atrevió a preguntar.

-Simplemente tienes que ayudarnos a cuidar de las gallinas, es muy sencillo...- contestó Rick.

-¿A... a cuidarlas?... ya veo...- para Jack era algo totalmente nuevo, en su vida había tocado una gallina, tal vez solo cuando estaba ya frita sobre su mesa, mucho menos iba a saber como cuidarlas, pero, se dijo a sí mismo que era algo muy tonto sorprenderse por eso, ya que se suponía que él era ahora “todo un granjero”, a pesar de no haber sembrado ni una mísera papa.

 

  Rick entró al corral y Jack lo siguió, sorprendiéndose al ver la cantidad tan enorme de gallinas y pollitos amarillos que había dentro del lugar. Había paja esparcida por el suelo del gallinero y compartimentos para el alimento. El rubio se acercó a unos contenedores pequeños que habían en la pared y le mostró a Jack como dispensaba una porción de alimento para gallinas.

-¿Ves? Todo ya está con la medida exacta, tú solo tienes que depositar una porción en cada compartimento y ellas llegarán a comer por su cuenta cuando tengan hambre- le explicó sonriente, en ese momento Jack notó que Rick de verdad amaba su trabajo, ya que continuó hablándole sobre las gallinas, los huevos, los productos que se podían hacer con estos, las recetas, el como empollar los huevos, y un largo etc., y siempre hablaba radiante y sonriente, como si estuviese fascinado en todo momento, definitivamente eso se llamaba amor por su profesión, o algo por el estilo.

 Hacia las cinco de la tarde, a Jack le daba vueltas la cabeza de tanta charla sobre gallinas y huevos, pero había sido una experiencia enriquecedora, ahora sabía muchas cosas que le serían de utilidad en un futuro, lo que se preguntaba era, ¿cómo todo eso le iba a servir para solventar su problema de dinero?

-Bien, creo que es todo lo que tienes que saber... Al ocultarse el sol, las gallinas van a dormir, así que el trabajo con ellas es únicamente de día, pero también tienes que preocupar que estén encerradas muy bien porque a los perros salvajes les gusta atacarlas y comerlas. A partir de mañana entonces, te quedas solo- dijo finalmente con una amplia sonrisa que abarcaba gran parte de su rostro.

-¿QUÉ? ¿Solo? ¿Cómo que solo?- preguntó Jack sin ocultar ni por un instante lo alarmado que estaba.

-Claro, que sí, te pagaremos por ayudarnos unos días con las gallinas ¿o para qué creías que era todo esto? Quiero verte mañana aquí a las cinco de la mañana en punto- sentenció en tono más bien amable.

-E...está bien.... nos vemos mañana...- dicho esto Jack salió como alma que lleva el diablo en dirección a la posada. No tenía idea de si podía hacer lo que le pedían, pero no tenía otra opción, ya todos se habían tomado muchas molestias para ayudarlo, desde el Doctor que habló con Lillia pidiéndole el favor, hasta ella y sus hijos, que estaba seguro de que no necesitan a alguien que les cuide a sus aves ya que le quedaba de por demás claro que ellos eran expertos en eso y entre los tres se bastaban para manejar su granja de maravilla.

 

  Entonces Jack notó las pocas monedas que bailaban solitarias en su bolsillo, definitivamente necesitaba el dinero y haría lo que fuera para conseguirlo. Entró a la posada dispuesto a cenar, el estómago le rugía como león hambriento desde la tarde, pero no podía darse el lujo de tres comidas al día, así que estaba ansioso por cenar. Como de costumbre Ann le recibió con una sonrisa, alegando que hacía una semana no iba a comer allí, a lo que el castaño le contó todo el rollo del Doctor y su medicina extraña.

-¡Ese Doctor y sus tónicos! La última vez hizo que Cliff tomara uno de esos y pasó tres días con un dolor de estómago insoportable- relató la pelinaranja.

-¿Cliff? ¿Quién es?- preguntó Jack al no saber de quien hablaba la chica, de inmediato notó un leve, casi imperceptible rubor que cubría las mejillas de esta, y comprendió la situación.

-Es un joven muy tímido ¿sabes? Vive aquí en la posada desde hace algún tiempo, y precisamente cuando acababa de llegar como tú, el Doctor le atacó con su medicina....-explicó la chica – Él,  no ha podido hacer muchos amigos, se la pasa todo el día en la iglesia, y prácticamente solo habla con Carter el pastor... aunque yo he intentado acercármele y dice que soy una buena amiga para él. Talvez tú puedas hablar con él y hacerte su amigo, después de todo son muy parecidos, los dos vienen de fuera del pueblo y todo eso... ¿Me harías ese favor?- luego de explicar con seriedad la situación de su amigo, Ann le pidió con una enorme sonrisa a lo que Jack no podía negarse, además, mientras más amigos tuviese allí mucho mejor.

-Muy bien, lo buscaré en la iglesia cuando tenga un poco de tiempo... Ahora, ¿podrías traerme lo más barato que tengan para cenar?- dijo riendo nerviosamente

-¿Lo más barato? ¡No te preocupes! Como me ayudarás con Cliff hoy tu cena va por mi cuenta.- dicho esto la joven le guiñó un ojo y salió rápidamente hacia la cocina a traer la cena para Jack.

  Al parecer Ann era una chica en la que podía confiar, y estaba seguro de que podía llegar a ser una excelente amiga, además le caía muy  bien, Luego de cenar y conversar un rato más con ella se despidió, tenía que acostarse temprano ese día para estar listo y alerta,  y presentarse a las cinco en punto en la granja avícola. Así que presuroso se dirigía a su casa, pero entonces al ver el hospital (que quedaba muy cerca de la posada) decidió que era mejor pasar a agradecerle al Doctor por interceder por él ante Lillia. Aunque ya era tarde supuso que podía llamar a la puerta, si le contestaban bueno, y si no, probaría mañana más temprano.

  Llegó a la puerta de la clínica y tocó levemente, esperando unos instantes, al no obtener respuesta alguna decidió tocar con más fuerza. Entonces la puerta se abrió y tras ella la que se asomó fue Elli.

-Jack... ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo malo? Porque como verás a esta hora la clínica está cerrada, pero si es una emergencia podemos atenderte…- dijo la chica mostrando algo de sorpresa por la visita del castaño.

-No, nada de eso, solo quería hablar un momento con el Doctor sobre algo… ¿Está él en casa?-

-Ya veo…. Claro que está, entra y toma asiento, le diré que estás aquí…- la joven dejó que Jack entrara y cerró la puerta, dirigiéndose  hacia las escaleras que daban al segundo piso y desapareciendo al subirlas. Jack por su parte tomó asiento en el cómodo sillón negro de la sala de espera de la clínica. Segundos después, la bata blanca del Doctor se asomó por las escaleras. ¿Qué nunca se la quitaba?

-¿Y cómo te fue con Lillia?- preguntó con sumo interés en el tono de su voz, pero inexpresivo como de costumbre.

-Oh bueno, creo que muy bien…. A partir de mañana tendré que ocuparme de sus gallinas… aunque no estoy seguro de poder…- dijo un poco cabizbajo.

El Doctor se sentó al lado de Jack, (y un poco más cerca de lo que debería de hecho) y lo miró seriamente antes de hablar. –Esto es como una práctica para cuando tengas tus propias gallinas… ¿O es que pensabas vivir de sembrar maíz y tomates solamente?-

-No… yo….-

-¡Vamos!  Sé que lo harás bien- junto a esas palabras el Doctor le mostró una leve pero sincera sonrisa, muy raro en él, Jack se quedó sorprendido de ese gesto por lo que no dijo nada. –Tienes que levantarte temprano mañana ¿no?, ve a dormir ya…- y el Doctor se levantó, ya yendo en dirección hacia las escaleras cuando Jack le tomó por un brazo.

-¡Espere!- el rubor cubrió las mejillas de Jack al darse cuenta de su acción tan atrevida, soltando de inmediato al pelinegro. – Solo, quería darle las gracias, por hablar con Lillia, me salvó de un gran problema…- dijo riendo nerviosamente.

-No es nada, además, te lo debía por haberte hecho probar esa medicina… ahora ve a dormir…- esta vez el Doctor subió las escaleras hacia su dormitorio, dejando a Jack en el primer piso.

 

-¿Qué demonios te pasa? ¿Qué fue esa reacción?- se dijo a sí mismo Jack mientras salía de la clínica, dejando muy bien cerrada la puerta tras él. Se dirigió a su granja pensando en el día que le esperaba mañana, pero también, extrañamente pensando en el Doctor, aunque no sabía porqué, simplemente se le hacía bastante fascinante ese hombre, como si tuviese muchos secretos o algo así. Definitivamente tenía que abandonar sus pensamientos citadinos alimentados por telenovelas y películas yanquis.

 

 

   A la mañana siguiente se levantó muy temprano, por suerte Ann también le había regalado algo para su desayuno de ese día, así que a las cinco de la mañana ya estaba en la puerta de la granja de Lillia.

-Jack, buenos días- le saludó Rick al abrirle la puerta y dejarlo entrar. Adentro ya estaban las dos pelirosas ocupándose de los quehaceres de la casa.

-Buen, día Jack. ¿Listo para cuidar a las gallinas?- preguntó la madre de Rick amablemente, a lo que el castaño contestó asintiendo con la cabeza únicamente, no muy seguro de estar preparado.

-Vamos a ver como le va, ¿Quién apuesta a que no puede? Ja ja ja- dijo la pelirosa menor que no había abierto la boca en todo el rato. –Es broma, es muy sencillo así que sé que lo harás bien- dijo finalmente mostrándole una sonrisita inocente a Jack.  Con los ánimos un poco más altos por las palabras de Popuri, Jack salió de la casa tras de Rick quien le acompañó hasta el corral.

  Las gallinas estaban ya despiertas y cacareando, y los nidos estaban ocupados por una enorme cantidad de huevos que Jack no había podido ver el día anterior por haber llegado en la tarde. El rubio entonces le indicó que debía recoger todos los huevos y colocarlos en los empaques que tenían dispuestos para su posterior venta. Jack pensó que recoger huevos era una labor muy sencilla y estuvo mucho más confiado. Entonces Rick lo dejó solo en el corral.

 -Bien… ¡Manos a la obra!- se dijo con entusiasmo, dirigiéndose con un canasto a recoger los dichosos huevos. Todo iba muy bien hasta que una gallina, extrañamente comenzó a aletear muy cerca de él, volando (en la medida que pueden volar las gallinas) sobre su cabeza y comenzando a picotearlo. A Jack casi se le cae el canasto con todos los huevos, pero no pudo evitar que algunos se salieran y terminaran rompiéndose en el piso. Se escuchaba un gran alboroto en el corral de las gallinas, entonces Rick decidió ir a ver que pasaba. Cuando llegó la escena era más que cómica: una de las gallinas aleteando y atacando a Jack y este bajo ella rogándole para que no lo picoteara más.

-Shh shhhh- el rubio ahuyentó al ave y ayudó a Jack a levantarse, que ya había ido a parar al suelo.

-Gracias Rick… disculpa pero los huevos…- no pudo terminar de hablar porque su voz fue ahogada por la escandalosa carcajada del rubio, quien no pudo aguantar más la risa por ver toda esa escena.

-No te preocupes ja ja ja… esa gallina, es así siempre con todos, je je, creo que solo deja que yo tome sus huevos, ni siquiera a mi hermana o mi madre…-explicó aún entre risas, mientras Jack, a quien no le había hecho ni pizca de gracia, pensaba en porqué diantres Rick no le había advertido eso desde el principio. Toda la mañana transcurrió sin más novedades o incidentes, Jack pudo ver que era bastante sencillo en realidad, y hacia el medio día ya realizaba todo el trabajo muy confiado.

   Por suerte para él, Lillia le invitó a almorzar, así que no tendría que pasar hambres ese día. En la tarde le tocó un trabajo no tan bonito: limpiar la paja del corral. Pero no se quejaba, después de todo iba a recibir un pago por todo aquello, y en efecto, le dieron una pequeña cantidad de dinero, que al menos le iba a servir para comer por unos días.

  Jack se despidió de todos prometiendo estar temprano al día siguiente, pero antes de que se fuera, Rick lo llamó desde la entrada de su casa, Jack paró y volteó a ver preguntándole que se le ofrecía.

-Toma…-le dijo el rubio mientras tomaba la mano de Jack y depositaba cuidadosamente un huevo en esta.

-¿Un huevo? Mmm gracias… me servirá para el desayuno de mañana y…- antes de poder terminar su oración recibió un leve manotazo en la cabeza por parte del otro joven - ¡Ey!¿Que te pasa, porqué me pegas?- preguntó un poco enfadado por el reciente golpe.

-¡No es para que te lo comas, es para que lo empolles! Parece que la inteligencia no es una de tus virtudes…-

-Oh… para que lo empolle… bueno, muchas gracias… y por el golpe también… jeje- Jack se fue rápidamente hacia su granja, entrando en el abandonado gallinero de ésta al llegar.

-Parece que tengo que limpiar también este lugar…- buscando y buscando encontró la incubadora, era un nido como los demás, pero con una bombilla que daba calor para el huevo, cuidadosamente Jack colocó el huevo en la incubadora y accionó en interruptor, pero la bombilla no encendió, lo cual era de esperarse. Por suerte tenía otra en casa y fue a traerla de inmediato, instalándola y dejando el huevo incubándose.

 

  Durante seis días Jack siguió esa rutina de ayudar en la granja avícola, cada día que pasaba adquiría más experiencia, y le era mucho más sencillo y divertido el trabajo, y lo mejor de todo es que le pagaban lo suficiente para comenzar a subsistir. El día domingo descansaban en la granja y tenían la tienda cerrada, por lo que decidieron que Jack también tendría el día libre, así que ese día pudo levantarse mucho más tarde.

  Como todos los días, Jack fue a ver el huevo que Rick le había regalado, y cual fue su sorpresa al ver que efectivamente un pequeño pollito amarillo había salido del cascarón. En seguida corrió a ver a Rick y cuando lo encontró alimentando a las gallinas de la granja, le tomó de la mano y lo haló, explicándole en el camino lo que había ocurrido.

-Sabía que ese huevo estaba pronto a nacer, bien Jack ya tendrás tu propia gallina ¿No estás feliz?-

-Claro que sí…-contestó el castaño un poco pensativo -… pero, me da un poco de lástima que esté aquí solo… Rick, sé que hoy tienen cerrada la tienda, pero, ¿podrían hacer una excepción y venderme una gallina y un poco de alimento?- pidió. Ya había ahorrado suficiente dinero para comprar una buena cantidad de semillas o una gallina, pero se decidió por la segunda opción, al menos así su pollito no estaría solo en ese enorme gallinero.

-Mmm solo por ser tú jeje, en seguida te los traeré…- Rick salió rápidamente del lugar y unos instantes después regresó con un saco de alimento para gallinas al hombro y una gallinita marrón en sus manos.

-Todos tuyos…- dijo sonriente, mientras se dirigía al dispensador para vaciar el contenido del saco, no fuera a ser que el torpe de Jack lo regara todo afuera.

-¡¡Muchísimas gracias!!- dijo el castaño radiante y emocionado, al fin estaba consiguiendo prosperar. Rick se despidió luego de cobrar lo de la gallina y la comida; y se fue, no sin antes advertirle que llegara temprano como siempre al día siguiente.

 

  Jack estaba muy contento con su nueva gallina, y su pollito, dos días después de haberla comprado, la gallina dio su primer huevo, y Jack que no se había olvidado de lo que le había pasado semanas atrás, sabía que iba a hacer con ese huevo. Lo tomó cuidadosamente y lo limpió, saliendo camino a la posada, era muy temprano, así que supuso que él todavía estaba allí.

  Esperó sentado en una mesita de la posada mientras desayunaba por insistencia de Ann, y sin decirle porqué era que llevaba a cuestas ese huevo, y al fin, de las escaleras que daban a las habitaciones, bajó Gray.

-¡Gray!- le llamó Jack, poniéndose de pie y dirigiéndose a él rápidamente.

-Ho...hola Jack… ¿Cómo has estado? No hablábamos desde que bueno… sólo hemos hablado una vez en la vida…-recalcó mientras escondía su rostro como era su costumbre bajo la visera de su gorra.

-Bueno, si… pero, lo importante es que tú me llevaste al hospital cuando caí enfermo y no te había agradecido desde eso-dijo Jack alegremente y mostrándole la mejor sonrisa que pudo.

-Ah eso… no… no fue nada, cualquier otro lo hubiera hecho…-

-No importa, quería agradecerte de todos modos, ¡así que toma!- inmediatamente tomó la mano de Gray donde depositó el pequeño huevo. –Sé que no es la gran cosa, pero, es el primer huevo que da una de mis gallinas, es algo así como especial… sé que es tonto, pero no tengo nada más…- dijo ahora ruborizándose por lo tonto que resultaba ser su regalo de agradecimiento.

  Pero Gray estaba mucho más rojo que un tomate en pleno verano, sus manos un poco temblorosas sostenían el huevo que miraba con sus azules ojos muy abiertos, como si le hubiesen dado una hermosa y cara joya en lugar de un simple y pequeño huevo. -¡No es tonto! … a… al contrario…-pudo decir antes de hacer una profunda y exagerada reverencia y salir casi corriendo del lugar.

-¿Y qué le picó?...- la voz de Ann se escuchó a las espaldas del castaño.

-Mmm no sé, pero espero que le haya gustado el regalo… si no fuera por él quién sabe que hubiese pasado conmigo… en fin, tengo que irme a trabajar ya Ann, prometo que el siguiente huevo que mi gallina dé, será para ti, has sido muy amable conmigo.

-Hablando de amabilidad… ¿ya has ido a hablar con Cliff?-

-¿Eh? Bueno…- con todo lo del trabajo y las gallinas se le había olvidado por completo. –Prometo ir esta misma tarde- y dicho eso Jack salió corriendo del lugar sin dar tiempo para que la pelirroja le riñera.

 

  Pero él era un hombre de palabra, y esa misma tarde, luego del trabajo, iría a la iglesia a hablar con el famoso Cliff que tanto preocupaba a su amiga.

 

Continuará…

Notas finales:

 

 

Gracias a quien se tomó la molestia de leerlo, espero críticas y comentarios para poder mejorar en mi escritura :D

Saludos


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