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Promesas dormidas por Rakushu

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Notas del fanfic:

the GazettE no es mío, si lo fuera le quitaría ese cabello rosa a Aoi a como de lugar.

Notas del capitulo:

 

— Promételo. —rió el castaño. — Promete que me llevarás mañana temprano y pasaremos todo el día ahí.

 

 

Hoy no era, bajo ninguna circunstancia, un día normal. No. Hoy el ensayo había sido el más agotador y asesino que, en la historia de los músicos, Gazette había tenido. La razón no había que rebuscarla demasiado, el líder había sido rechazado por enésima vez la propuesta de tener relaciones con su novio. Sí, su novio de hace 9 meses que no estaba seguro de querer perder su ‘virginidad’ aún. Kai lo respetaba, pero hay cosas que a un hombre simplemente le emputecen tanto que la única solución a sus problemas sexuales (y la frustración, de paso) es estar todo el santo día trabajando. Así que claro, había acarreado a él y a todos sus compañeros a una sesión de ensayos casi suicida. A nadie le sorprendería encontrar a Ruki sin voz a la mañana siguiente.

 

— Kai, ya no puedo sentir mis dedos… —se quejaba el pelinegro guitarrista moviendo su mano derecha, como intentando desadormecerla. — Y son las once de la noche… ¿no crees que deberíamos irnos a casa?

 

Su novio, a escasos tres metros de distancia lo miraba con aprensión, Aoi no era el tipo de gente que se mataba trabajando, sentía hasta un poquito de pena por la carita de borrego que le ponía al líder.

 

— Y a mi ya me empieza a doler la garganta como no tienes puta idea. —apoyó Ruki echándose encima del sofá más cercando y bebiendo agua como si de eso dependiera su vida.

 

— Está bien, nos vamos. Pero el lunes los quiero aquí a primera hora, ¿bien? —frustrado, Kai lanzó las baquetas a un rincón, tomó sus cosas y desapareció tras la puerta. Los cuatro miembros restantes se miraron entre sí con caras de desconcierto.

 

— No es nuestra culpa que no pueda follar, saben. —dijo Reita quitándose el bajo, y secando el sudor de su frente con el reverso de su manga.

 

— Ya vamos, sólo quiero llegar a casa… —Aoi imitó a Reita, guardando su guitarra con poca delicadeza. El castaño asintió aún cuando Aoi no lo veía, Akira rió por lo bajo y tomó su bolsa, tomando de la mano al vocalista que ya estaba listo y se tomaba la garganta con la mano.

 

— ¿Quieres comprar algo en la farmacia? —se le oyó decir al rubio más alto antes de que ambos salieran por la puerta. — Adiós chicos.

 

— ¡Adiós! —dijeron los guitarristas al mismo tiempo, seguido de una despedida con la mano de parte del vocalista.

 

— Tengo hambre… —murmuró Uruha mientras guardaba su billetera y sus lentes.

 

— Compramos algo en el camino, no creo que te apetezca cocinar, ¿o si? —el castaño negó con su cabeza echándose su bolso al hombro. El pelinegro repitió el gesto de Reita, tomando de la mano al castaño. — ¿Qué quieres comer?

 

— Lo que sea… —Uruha caminó arrastrando los pies por el pasillo hasta el ascensor, topándose con una chica del staff en él.

 

— Que tengan un buen fin de semana. —la muchacha hizo una reverencia antes de dejar el ascensor, el par le respondió igual acompañado de un ‘gracias’.

 

— ¿Pasta? —preguntó Aoi mientras caminaban al estacionamiento. El castaño se limitó a asentir. — Estás poco comunicativo, —rió el pelinegro. —eres más hablador.

 

— Tengo mucho sueño y me duele todo el cuerpo. —se quejó Uruha revolviéndose incómodo en el asiento de copiloto. — ¿Te bajas tú a comprar? —Aoi asintió, aunque por dentro estaba igual que su novio.

 

Trató de demorarse lo menos posible en hacer la compra, no soportaba estar más de 10 minutos en pie. Condujo en el límite legal hasta llegar al apartamento y al llegar se zampó la pasta igual o más rápido de Shima. Apenas terminaron se tiraron en la cama sin molestarse en quitarse la ropa.

 

Uruha rodó en la cama, acomodándose de lado, mientras el pelinegro le imitaba abrazándolo por la espalda. No pasaron ni cinco minutos cuando la respiración del mayor se hacía más relajada y la mano que había pasado por la cintura de su compañero se notaba más pesada.

 

— Yuu… —le llamó Uruha, somnoliento.

 

— Mh…

 

— Llévame a Tokio Disneyland mañana…

 

— Mh…

 

— En serio quiero ir, ¿me llevas?

 

— Mh, mh…

 

— Promételo. —rió el castaño. — Promete que me llevarás mañana temprano y pasaremos todo el día ahí.

 

— Ajá… —el castaño volvió a reír suave, acomodándose en la almohada dispuesto a dormir hasta muy tarde. Porque seguro Aoi no había oído ni una palabra, le gustaba hacer prometer cosas al pelinegro porque nunca le escuchaba, así luego podía reclamarle la falta haciéndolo sentir culpable. Era su juego favorito.

 

No tardó mucho en dormirse, ni un solo ruido pudo despertarlo ésa noche. Fue en la mañana cuando el sol apenas se colaba por las cortinas cuando sintió que algo, o más bien alguien, jugaba con su cabello y le acariciaba la nariz.

 

— Ya despierta… —le susurró su voz favorita. La sonrisa de su novio fue lo primero en ver, luego se percató que a su lado estaba el desayuno. Se sorprendió porque Aoi no era un experto en la cocina, más bien era un desastre en ella. Aún cuando no era muy lujoso (porque no había nada de lujo en el té, las sobras de la pasta de anoche y dos tostadas) seguía sorprendido.

 

— ¿Y esto? —preguntó bostezando. El pelinegro rió.

 

— ¿No querías ir a Tokio Disneyland? Ya vamos tarde porque son las 8 y abren a las 9. —explicó sonriendo y consultando su móvil. — Come rápido, no podrás aprovechar todo el día si te atrasas. —volvió a sonreír desapareciendo por la puerta de la habitación. El castaño sonrió para sí.

 

Él, entre todas las personas en el mundo, era el afortunado de tener el novio más atento, guapo, amable y encantador del universo. Claro, desde la perspectiva de Takashima, sus compañeros de banda no opinaban lo mismo del terco, flojo y egocéntrico Shiroyama.

 

— ¡Te quiero, Yuu! —gritó desde la habitación, comenzando a devorar todo lo que tenía en frente.

Notas finales:

Reviews, flores, halagos y tomates podridos (?).


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