La imagen no es mía, la encontré en internet ^^
El sonido de la campana, hizo que Harry se sobresaltara ligeramente.
-Vamos, colega, al fin se terminó está aburrida clase.
Los ojos verdes del chico moreno miraron con cariño al muchacho pelirrojo que le hablaba con una sonrisa. Su más querido amigo y casi hermano, Ron Weasley.
-¡Ron! ¡Harry! Si no nos apuramos llegaremos tarde a la clase de Herbología, apresúrense y vengan.
Sonrisa cómplice compartida por ambos muchachos, al escuchar el "cariñoso" alarido de la tercera del pequeño grupo de leones, Hermione Granger, la más preciosa y dulce empollona de todo Hogwarts.
Ron se apuró y corrió al lado de su enamorada, mientras que el moreno león se levantaba con calma y tomaba sus útiles, mirando alrededor por si se le olvidaba alguna cosa. Y así, paseando su mirada por su pupitre, fue cuando sus ojos dieron con un pequeño papelito plegado en múltiples dobleces, tirado en el suelo.
El papel antes seguro que era de un prístino blanco, pero ahora era ligeramente amarillento, como si tuviera muchísimos años, reposó unos instantes en la morena y elegante mano de Harry, Harry Potter, el niño que vivió para contarlo dos veces y que ahora disfrutaba de su bien merecida vida de estudiante normal...o tan normal como pudiera ser la vida de un joven y poderoso mago que a sus apenas diecisiete años y medio, ya poseía en su haber más de mil batallas y un arsenal de hechizos más que letales.
Pensativo y casi con remordimientos, por abrir esa hoja de papel que seguro era algo importante para una persona desconocida, el joven de ojos más verdes que una pradera en primavera, abrió con cuidado la hojita de papel, para encontrarse con una bellísima partitura con una canción que jamás había visto u oído.
Sé que estoy enamorado de ti
Tú me das la vida igual que me la quitas
La rosa y las espinas
Desde el momento en que te conocí
Y día a día me creces dentro
Y ya no hay nada más
Que un corazón estropeao
Si no estoy a tu lado para...
Ser el eco de tu voz
El agua de tu sed
El tiempo de amor en tu reloj
Caminar de la mano
Dormir abrazados
Amor multiplicado por dos
Ser el eco de tu voz
El agua de tu sed
El tiempo de amor en tu reloj
Caminar de la mano
Dormir abrazados
Amor multiplicado por dos
Ser el eco de tu voz
El agua de tu sed
El tiempo de amor en tu reloj
Caminar de la mano
Dormir abrazados
Amor multiplicado por dos
Sé que estoy enamorado de ti
Que voy a la deriva
Detrás de tus caricias
Pasión y fantasía
Cada vez que te acercas a mí
Y día a día me creces dentro
Y ya no hay nada más
Que un corazón estropeao
Si no estoy a tu lado para...
Ser el eco de tu voz
El agua de tu sed
El tiempo de amor en tu reloj
Caminar de la mano
Dormir abrazados
Amor multiplicado por dos
Ser el eco de tu voz...
Ser el eco de tu voz
El agua de tu sed
El tiempo de amor en tu reloj
Caminar de la mano
Dormir abrazados
Amor multiplicado por dos
Ser el eco de tu voz...
Ser el eco de tu voz
El agua de tu sed
El tiempo de amor en tu reloj
Caminar de la mano
Dormir abrazados
Amor multiplicado por dos
Harry no pudo evitarlo, ni siquiera estuvo en su mano evitarlo...se enamoró de una persona sin identidad, que bien podía ser hasta el murciélago de Snape ¡Porque estaba en la maldita aula de Pociones!
-Vengaaaaaaaa, Harryyyyyyyyyyy.-se escuchó a lo lejano el aullido de su mejor amigo.
Y Harry, como un autómata, caminó hacia la salida para dirigirse al invernadero, con el papelito guardado como un tesoro en su bolsillo derecho, totalmente perdido en sus pensamientos, tanto, que no notó como una figura con uniforme Slytherin, pasó como un bólido a su lado y entró a todo gas en el aula de Pociones, buscando como un loco lo que había perdido y ahora estaba en manos de Harry.
Lágrimas amargas y tristes corrieron por la piel blanca y sin mácula, y un tenue gemido se dejó escuchar en la tétrica aula. Por su descuido, por no controlar bien sus emociones cuando estaba cerca de ESE león que le sorbía el seso, había perdido su canción, su alma misma, porque en esa sencilla hoja de papel estaba plasmado su más ardiente deseo, su primer amor.
El día pasó como una nebulosa para el joven Gryffindor de ojos verdes, que se reprochaba su inesperado enamoramiento. Pero, al mismo tiempo, su propio cerebro no lo hacía, pues sabía que antes estaba demasiado ocupado intentando salvar su vida y la de todo el puñetero mundo mágico por culpa de una profecía que casi le había jodido la vida, para pensar en algo más que sobrevivir para ver un nuevo día, ahora, ahora que todo había terminado para bien, su corazoncito, dejado de lado durante sus más de diecisiete añitos, se estaba tomando la revancha.
-¿Pero tenía que ser de alguien que sabe Dios quién es?-gruñó para sí Harry.
-¿Qué dices, hermano?-preguntó Ron, que caminaba a su lado, en camino al gran comedor.
-Nada, Ron, cosas mías.-volvió a gruñir el león de ojos jade.
Y Ron, chico obediente dónde los hay, siguió su camino hablando de sus cosas con su novia Hermione.
Sin que nadie le viera, Harry pareció esfumarse en el aire, y salió sin ser visto hacia el pasillo de la sala de menesteres, dónde entró y su habitación deseada brilló ante sus ojos...una sala de música.
Aunque no era del conocimiento de nadie, más bien por vergüenza y temor de que lo consideraran muy de niñita, Harry era un virtuoso con los instrumentos musicales, fuera cuales fueran, quizás parte de su magia, quizás porque siempre estaba solo en casa mientras sus parientes muggles salían a divertirse y el pequeño niño se había refugiado en libros y en el piano de su tía, y aprendió él sólo como tocar dicho piano, y cuando llegó hace seis años a Hogwarts, fue comprando poco a poco todos los instrumentos que le llamaban la atención, y como no, aprendió a tocarlos todos.
Y como ahora no podía tomarlos de su baúl sin que lo vieran, dónde estaban todos convenientemente reducidos y en el fondo del mismo, Harry se dirigió hasta la sala de menesteres para tocar y quizás cantar, esa maravillosa canción. Decidido, el joven león se acercó al piano.
Sin saberlo, el Slytherin que perdió su canción, se dirigió hasta la misma sala, encontrándosela cerrada para su paso, y cuando iba a marcharse decepcionado, una voz claramente masculina, cantaba su canción, la canción que él había escrito, de un modo maravilloso con el sonido de piano al fondo.
Ser el eco de tu voz
El agua de tu sed
El tiempo de amor en tu reloj
Caminar de la mano
Dormir abrazados
Amor multiplicado por dos
El Slytherin, curioso, esperó paciente a que la sala se abriera, deseoso de conocer la identidad de la persona que había encontrado su partitura y cantado la canción que él nunca había intentado cantar, pese a ser buen cantante. Algo estúpido si se pensaba bien, pero que el corazón se lo había impedido, pues eran sus sentimientos escondidos, su deseo, su esperanza e ilusión...Y un heredero sangre pura como él, según palabras de su papá, nunca debe exteriorizar sus sentimientos. ¡Pues maldita mierda!
Un ruido y unos pasos tenues, alertaron al Slytherin y le sacaron de sus maldiciones a todos los malditos magos de su familia, poniéndole en guardia. Sus cabellos rubios le molestaban un poco, por lo que una aristocrática y larga mano los apartó con molestia y sus ojos grises se abrieron como platos al ver salir de la sala de menesteres al maldito león que amaba profundamente, Harry Potter.
El corazón del Slytherin pareció dejar de latir por unos angustiosos instantes, y más cuando el moreno suspiró y dejó salir unas palabras que por poco le matan de un infarto terminal.
-Quiero conocer a la persona que escribió esta canción y se robó mi corazón...
Draco Malfoy no pudo evitarlo, sus rodillas comenzaron a temblar descontroladamente y se cayó de culo, haciendo un ruidito que fue claramente oído por los entrenados oídos del joven leoncito, que se quedó a cuadros cuando vio a su archi enemigo con la cara totalmente ruborizada, tembloroso y mirándole de una forma que jamás le había mirado.
-¿Malfoy? ¿Qué haces aquí?-preguntó intrigadísimo el joven de ojos verdes.
¡Toma ya! Tocado y hundido. El príncipe de las serpientes, el ser que más poder e influencia tenía en Hogwarts, cuyo padre había sido indultado por el mismísimo ministro de magia y ahora estaba de "vacaciones" hasta que todo volviera a la normalidad y era el heredero de la mayor fortuna del mundo mágico inglés, ese magnífico Draco Lucius Malfoy Black, no tuvo mejor idea que tomar de las manos del salvador del mundo la partitura que había escrito y gritar:
-Me llevo esto, Potter, que es mío.
Y salir corriendo como si una manada de vampiros hambrientos le persiguieran, dejando con la boca abierta de una manera para nada elegante a Harry Potter, caballero de Merlín de la primera orden y futuro jefe de aurores, y quizás ¿Por qué no? Futuro primer ministro de magia inglés, que se llevó una mano al corazón y suspiró.
-¡Joder! Ahora resulta que estoy enamorado de Malfoy.-exclamó cuando se recobró de la impresión.
Y, sin quererlo, Draco Malfoy por poco consigue matar( aunque fuera del susto que se llevó) a Harry Potter, cosa que el Señor Tenebroso intentó varias veces y no pudo.
Continuará...