Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El cuarto sello por Neriah27

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Bueno, os traigo una nueva historia. La verdad es que no pensaba publicar nada nuevo hasta tener un poco más avanzados un par de proyectos que tengo en mente. Pero después, esto se me vino a la cabeza y dije ¡Tengo que escribirlo antes de que se me olvide! Y ya que tenía escrito el capítulo, dije, pues voy a subirlo a ver que opina la gente.

Aviso de que lo iré actualizando con tiempo y una caña, porque ultimamente ando bastante liada. Probablemente suba un capítulo al mes o así. En fin, espero que os guste. Si no, ya sabéis donde está el botón de review y aceptaré gustosa los tomatazos. Y sí, sigo en mi línea de clichés y tópicos. Pero si algo funciona ¿Para qué cambiarlo? ;)

Notas del capitulo:

Capítulo cortito a modo de introducción.

 

El ruido de las espadas entrechocando y los gemidos de dolor y cansancio, era lo único que se escuchaba en aquel callejón perdido de la mano de Dios. O bueno, no tan perdido de su mano, ya que en la batalla, de la que eran testigo aquellas casas abandonadas, estaba participando uno de sus guerreros. Y uno de los mejores cabría decir. Aniel hizo una finta y acorraló al demonio contra un muro. No se lo pensó, simplemente extendió su brazo y atrvesó su negro corazón. Los ojos del ser se abrieron por la sorpresa al notar como su cuerpo se disolvía convirtiendose en polvo.

El ángel suspiró cansado, enfundó su espada, guardó sus alas y se dirigió al humano que había salvado de las manos de aquel demonio. El pobre debía de estar aterrorizado después de lo que acababa de presenciar. El joven, que no debía de tener más de veinticinco años, seguía sentado en la cornisa en la que lo había dejado, después de arrancarlo, literalmente, de las garras del otro ser, que parecía querer alimentarse con su alma. -¿Estás bien? -Preguntó levantando la cabeza para mirarlo a los ojos. Y se llevó una sorpresa, pues no parecía asustado en absoluto, más bien parecía ¿Divertido? -¡Cuidado! -Gritó al ver como el joven se ponía de pie en el pequeño saliente, un paso en falso y caería al vacío. El chico lo miró, aún con ese gesto divertido pintado en su cara. Aniel no comprendía que estaba pasando, debería estar aterrado, ¿por qué sonreía de aquella forma? La respuesta a esa pregunta, sospechaba que no le iba a gustar.

Sus alas se desplegaron en la oscuridad de la noche, negras como el carbón más puro y sonrió de nuevo. -¡No! -Aniel se llevó las manos a la boca y ahogó un gemido. Vio como el humano, ya no tan humano, descendía de la cornisa y aterrizaba a su lado. Era bello, bello como sólo puede serlo un ángel y terrible, tan terrible como todos los sirvientes del Príncipe Oscuro. ¡Acababa de salvar a un demonio de otro demonio! ¡Era idiota! Debería haber dejado que se matasen entre ellos y luego acabar él mismo con el vencedor. Pero Aniel, como buen ángel que era, había acudido al rescate de, lo que le había parecido, un humano en apuros. El ser dio otro paso hacia él y Aniel reaccionó por fin, no podía quedarse quieto, no si esperaba salir de allí con vida. Sacó sus alas, y en un movimiento rápido, que pilló al otro por sorpresa, desenvainó su espada y se lanzó al ataque.

Adirael esquivó el afilado acero de la espada por milímetros, milímetros que no fueron suficientes para evitar el fuego sagrado que abrió su carne cusándole una fea herida en el rostro. -Guarda tu espada, ángel. -Dijo levantando sus manos, en un claro gesto de que iba desarmado. -No he venido aquí a luchar. -Aniel vovlvió a cargar hacia su oponente ignorando sus palabras. Pero esta vez Adirael estaba preparado y desenvainó su espada interponiendola entre su cuerpo y el acero de su enemigo. -No juegues con mi paciencia, ángel. Guarda tu espada, sólo quiero hablar. No me obligues a hacerte daño. -El ángel saltó hacia atrás y soltó una carcajada. -¿Tan poderoso te crees como para desafiar a una Potencia, Demonio? -El aludido clavó sus ojos en los del ángel. Negro contra azul. Y sonrió dejando ver sus colmillos en un gesto amenazante, voraz como el de una bestia -Mi nombre es Adirael, eso debería bastarte como respuesta.

Los ojos del angel brillaron con odio al escuchar ese nombre. -Un sirviente de Belcebú.- Escupió, como si pronunciar aquel nombre le diese asco. -Un traidor entre los traidores. Sirves a un amo que no solo se reveló contra Dios, sino que además lo hizo contra Satán. Eres la más baja de las escorias. -Aniel mantenía su espada en alto, buscando el momento preciso para atacar. Sabía que no podía enzarzarse en una lucha larga, pues la anterior pelea lo había dejado cansado y herido. Y Adirael era un combatiente poderoso, no por nada era el principal sirviente de Belcebú. El ángel vio como los ojos se cerraban en un pestañeo y se lanzó al ataque. Pero el demonio se dio cuenta y volvió a esquivarlo, esta vez, no contento con apartarse y bloqueaar el ataque del ángel, contraatacó con brio, dejando a sus instintos tomar el control. No quería matarlo, lo necesitaba vivo, pero era un ángel y su naturaleza demoníaca le pedía que acabase con él. La batalla se extendió durante varios minutos más. A pesar de estar cansado y herido, Aniel era un contrincante formidable y Adirael tenía sus dudas de poder haberlo vencido de estar en plenas facultades. Observó al ángel tirado a sus pies, inconsciente por la pérdida de sangre y tuvo que recordarse a sí mismo que lo necesitaba vivo, para no acabar con él allí mismo.

Respiró hondo varias veces, intentando expulsar de su mente el sentimiento ardiente de la batalla que acababa de mantener. Una vez calmado, le resultó mucho más facil contener sus ansias de muerte. Se acuclilló frente al angel, apartando los cabellos de ébano de su rostro. Era hermoso, como todos los ángeles, como él mismo lo era. Dios en su infinita bondad, los había creado así para deleitarse en ellos, para que sólo hubiera belleza en el paraíso. Pero se había equivocado, si es que Él se equivocaba alguna vez. A lo mejor lo sabía antes de crearlos, a lo mejor previó la traición de Luzbel, al igual que Jesús había previsto la de Judas. Tal vez aquello fuese una muestra más de su sentido del humor, una forma de volver más interesantes las cosas. Debe ser muy aburrido vivir una vida en la que todo el mundo te da la razón.

Adirael sacudió la cabeza, no era el momento de ponerse filoófico. Volvió a mirar al angel tirado a sus pies. -¿Y qué hago yo contigo ahora? -Pensó en voz alta. No podía llevarselo a casa tal cual estaba, los humanos empezarían a creer de nuevo en Él si se paseaba por ahí con un tipo de metro ochenta, con dos alas blancas de metro venite en la espalda y una coraza que parecía de oro. Porque, claro, el jodido ángel había tenido que salir con el uniforme de trabajo. ¿Por qué eran siempre tan llamativos los siervos del Altísimo?

-¡Por aquí!¡Por aquí! -Unas voces llamaron la atención del demonio. Y vio como tres chiquillos de no más de quince años, pasaban corriendo por delante del callejón. Sonrió, ya sabía qué hacer con el ángel. Guardó sus alas y enfundó su espada, bueno enfundar es un decir. Al contrrio que Aniel, él no llevaba el uniforme, así que quizá, lo correcto sería decir que hizo desaparecer su espada en el bolsillo de su pantalón. Un truco muy útil que había tenido que aprender después de la ilegalización de pasear espadas por la calle. No era que a él le importasen mucho las leyes, que normalmente se las pasaba por el arco del triunfo. Pero una espada, por mucho que puedas esconder su fuego sacrílego, llamaba demasiado la tención en el mundo moderno. Adirael echaba de menos los tiempos antiguos, cuando un hombre no era considerado tal, si no llevaba una espada.

Revisó sus ropas, estaban bastante rotas después de la pelea, pero nada que no pudiera arreglarse. Se acercó al ángel, lo despojó de su coraza y le quitó la túnica que estaba mayormente intacta, gracias a la protección de la armadura. ¡Por Belcebú! Aquella túnica había pasado de moda incluso antes de llegar a estarlo. Pero tenía que bastar, se metió los faldones por dentro del pantalón, intentando disimular los bultos que hacía tamaña cantidad de tela. Se arrancó las mangas abombachadas y se deshizo la coleta que llevaba, con la intención de tapar las dos aberturas para las alas que tenía la túnica en la espalda. ¡Menos mal que volvía a llevarse el pelo largo!

No estaba seguro de tener un aspecto muy normal, pero tendría que valer. Se acercó a los chicquillos, que se creían muy malos por pintar una pared con aerosoles, y dijo con su mejor voz autoritaria. -¿Qué estáis haciendo? ¡Dejad eso ahora mismo!-La voz autoritaria de un demonio de más de cinco mil millones de años, puede sonar realmente autoritaria y escalofriante, habría que añadir. Los chicos no se fijaron en el extraño atuendo, tampoco se fijaron en los vaqueros rotos o en la quemadura de su rostro, en realidad no se fijaron en nada. En la oscuridad de la noche, aquella voz bastó para que el miedo se colase en sus entrañas. Un miedo ancestral, ante el que sólo pudieron levantarse y salir corriendo, jurándose a sí mismos que jamás volverían a hacer un grafiti. El demonio suspiró hastiado. - ¡Genial! Y encima acabo de hacer una buena acción. -Dijo con amargura, mientras recogía los botes de pintura que habían quedado tirados en el suelo.

Volvió al callejón, por suerte el ángel no se había movido. Adirael empezó a temer que sus heridas fuesen más graves de lo planeado, no podía permitir que aquel ángel muriese, ahora que por fin había encontrado a alguien que podía llevarlo hasta Miguel, sería muy malo dejar que falleciese. Tenía que darse prisa.

Volvió a vestir a Aniel con la túnica, pero esta vez dejó la armadura por dentro y haciendo tiras con las mangas que antes le había arrancado, ató las níveas alas para que le cubriesen los hombros a modo de capa. Después, sacó la pintura y les vació encima dos botes de color negro y uno de color marrón oscuro, dando gracias porque de noche todos los gatos fuesen pardos y no se notase la mezcla de colores.

Se cargó al ángel a la espalda y dejó la zona de casas abandonadas para internarse un poco más en la ciudad. A esas horas había poca gente por la calle, pero la poca que había los miraba como si se hubiesen escapado de un circo. ¡A saber que aspecto tenían! Un joven descamisado, con los vaqueros rotos, llevando a cuestas a otro inconsciente, con una extraña túnica y una aún más extraña capa. Seguro que pensaban que eran un par de borrachos. Aunque eso era bueno para él. Por lo general, nadie se acercaba a molestar a dos borrachos.

Cuando llegó hasta el coche, estacionado unas calles más allá, Adirael lanzó al ángel en el asiento de atrás sin demasiadas consideraciones. Y puso rumbo a su casa, saltándose todos los límites de velocidad y con Wagner sonando a todo volumen por los altavoces de su coche.

Notas finales:

 

Potencias: Ángeles de la segunda jerarquía del cielo, encargados de cuidar el reino de Dios y el equilibrio entre el bien y el mal.

Wagner, Richard: Es un compositor, entre otras muchas cosas, Alemán del siglo XIX . Para más información: http://es.wikipedia.org/wiki/Richard_Wagner ¡Wikipedia! :P :P (También disponible en tu enciclopedia favorita)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).